Semana X: 3D2Y

Foro público de la Quinta Guerra de Bandas de OP-Pirateking.
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Onikuro
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Mensaje por Onikuro »

DOGSQUAD BIZARRE ADVENTURE: POOCHIE IS UNCONTROLLABLE
1)Galan
Las aventuras del capitán audaz - Las crónicas de Galan
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Las nubes... Esponjosas, de todos los colores, sabores... La vida de un capitán es tan sencilla...

Atrás quedaron esos tiempos en que trabajaba, aquí estoy, tumbado, sobre la aterciopelada cabeza de nuestro fiel amigo, observando las nubes, notando como la suave brisa marina acaricia mi entrepierna. Heme aquí, sintiendo ese momento en que cierro mis ojos sosegado, arrullado por la mar, y caigo en un profundo sueño.

Varias horas han pasado, y ya ha caído la noche, sin nada que sepa sobre mis compañeros, me dispongo a levantarme, mi espalda está sintiendo una textura extraña, cualquiera diría que es arena, y efectivamente, era arena.

Sin saber qué hacer, decidí tumbarme a observar el firmamento, hasta darme cuenta de que había sido abandonado por mi banda, que finalmente la moneda ganó la guerra, y que yo había pasado a no ser mucho mejor que un perro abandonado en una gasolinera. ¡Maldito Villa, pensé que todo era en broma! Si me hubiese tomado mi rol de capitán un poco más en serio, podría haber seguido navegando por ellos, y ahora es demasiado tarde.

En un arrebato de valor, decidí levantarme, sacudir toda aquella arena de mis piernas, y emprender un nuevo camino, un nuevo camino que me llevase de nuevo junto a ellos. Fueron días duros hasta que logré encontrar un poblado, ganarme unas monedas, y abastecerme lo suficiente hasta conseguir viajar hacia otras islas en busca de información.

Varios meses pasaron, y muchas aventuras viví, hasta que finalmente, disfrutando de una buena jarra de cerveza, logré poner el oído en una conversación que seguramente me llevase a mi destino.

—¡Dicen que una bestia arrasó con varios buques de la marina, aparecía por detrás como si nada, y arrasaba con la parte trasera de los barcos!

Al principio no tuve mucha fe, cualquier barco se puede acercar a olerle el culo a otros, pero eso ya era un hilo del que poder tirar, pagué la cuenta, y hablé con los lugareños. En lo que tuve la información suficiente, me puse en marcha para seguir la pista de aquella bestia. Una vez llegué ahí, mis ojos no eran capaces de explicar el panorama que estaba viendo.
2)Gromio
La Gromiodisea
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¿Dónde está Poochie?

En medio del caos, preguntándonos esto todo el tiempo, tal y como ocurría siempre que nuestro perro-barco no estaba a la vista. Así es como recordaba los últimos momentos en los que estuve con mi nueva tripulación, pues el miembro de Dogsquad más difícil de desaparecer lo había hecho, dejándonos a sus tripulantes en tierra. Estábamos desconcertados cuanto menos, pues un perrete gigante no es fácil de esconder y más difícil aún es que se marchara sin dejar rastro.

Aun llevando tan poco tiempo en la banda, se muy bien el afecto y lealtad que tenía nuestro vigoroso can por la banda, por lo que debe haber alguna causa mayor que le haya hecho abandonarnos tan repentinamente. Sin pensarlo fui a su encuentro sin olvidar la promesa de cumplir mi ansiado sueño, aún pendiente, en pos de los nuevos tiempos que se avecinan.

Transcurridos cuatro meses, ya cesé de prestar atención a las vanas banalidades humanas, incrédulos y reacios ante mis reseñas. Ahora solo sigo huellas y rastros.

No es raro perder un perro, pero la gente por alguna razón no me toma en serio cuando explico que el mío mide 30 metros de largo. Tampoco necesito ayuda para realizar mi cometido, pues la responsabilidad es sólo mía.Pasan los meses y voy explorando nuevas islas , mientras me mantengo atento ante cualquier indicio canino. Nunca me imaginé que anhelaría tanto encontrarme con una buena boñiga gigante.

Tras un año de viaje, sigo adelante sin perder la esperanza; navegando en un tenue batel, añorando mis tiempos de timonel perruno. Quizás no consideré el formidable reto que supondría ser timonel de un barco tan especial, pues también recaía sobre mi adiestrar a Poochie. Sin duda el creer que tenía dominado al poderoso mastín fue el detonante de este aciago periplo.

No temo a aquello que pueda encontrarme, solo siento irritación cada vez que hallo una enorme bestia y no se trata de nuestro perro blanco. Suelo aprovechar para derrotarlas y así no descuidar el entrenamiento, aunque ahora ya solo me enfrento las que superen las 20 toneladas; pues pasado más de año y medio desde su fuga aún no he conseguido localizar su paradero.

Esto parece interminable, pero no puedo cesar ahora:

—¡No regresaré hasta que haya encontrado a Poochie!

Sin él...¡No podré descubrir el origen de las criaturas de este mundo!
3)Daraen
La desventura de un grumete
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No recuerdo muy bien lo que pasó ese día. Se que todos estaban como locos por la desaparición de Poochie, así que, de los que quedamos, cada uno se fue a buscarlo por su cuenta. Yo intenté ir a buscarlo con un pequeño bote, pero se me olvidaba un pequeño detalle: sin la ayuda de Eli, nuestra navegante y Gromio, el timonel, no sé navegar, así que me pasé tres días en el mar sin saber donde iba. Me alimentaba de los pocos peces que lograba coger y cantaba algunas canciones que Piu me había enseñado para matar el tiempo. Al tercer día apareció una gran tormenta y la furia de las olas hizo que cayera al mar. Pensaba que ese era mi fin, pero el mar decidió ser benevolente conmigo y me arrastró a una isla cercana.

Después de aplicarme algunos remedios que Lits me enseñó a hacer, exploré un poco la isla hasta dar con una agradable ciudad. A nadie le extrañó que un chico con una olla en la cabeza apareciera de la nada cubierto de heridas. Decidí establecerme allí hasta estar listo para volver a la búsqueda de nuestro barco. Pero recordé algo, seguía sin saber navegar. Entendí que lo único que podía hacer allí era entrenar y mejorar hasta volver a encontrar a mis compañeros. Apliqué algunas técnicas que Onikuro me había mostrado y conseguí hacer una choza bastante decente.

Los días allí fueron simples: exploraba la isla, practicaba mi habilidad con la lanza y si conseguía “encontrar” algo de dinero me permitía el lujo de cocinar alguna receta como las que Villain hacía en el barco. De vez en cuando también salía a navegar un poco con un bote que le cogía prestado a algún pobre marinero. Echaba de menos a los demás, pero por ahora no podía hacer nada para solucionar el problema. Me preguntaba constantemente si alguien ya habría encontrado a Poochie.

Pasaron meses, sino años, hasta que oí rumores de una bestia gigante causando estragos en una isla cercana. Ese mismo día me encontré a cierto pato nadando en la playa. Lo reconocí al instante, era el pato de mi subcapitán. Él también me reconoció y entonces supe que eso era una señal. Me subí encima del animal y juntos nos dirigimos a la isla donde mi corazón me decía que volvería a ver a mis compañeros.
4)Eli
No creas todo lo que piensas
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—Entonces ¿Buscas un barco o un perro?

—Bueno, biológicamente es un perro, aunque lo usamos de barco —dije mostrando mi mejor cara. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces me habían hecho esa misma pregunta.

—Oh… —respondió aquel hombre mientras enarcaba su ceja derecha, probablemente figurando la compleja, e inexistente, relación entre un navío y un perro gigante—. ¿Y cómo hacen cuando el perro caga?

Tomé aire profundamente con mis dos pulmones humanos, mientras contaba del uno al infinito. Debía tener suficiente autocontrol para no darle un golpe en la cara.

Poochie ¿Dónde estás?

¿Habrá sido mi culpa? ¿Es porque a escondidas de todos obligaba a Poochie a usar tutú para que se viera más mono? ¿O acaso se ha molestado por morderle las orejas?

¡Y una mierda! ¿Mi culpa? Pequeños hijos de pu…Tranquila Eli, sólo estás enojada porque los cabrones te han mandado sola a buscarlo. En serio ¿Nadie ha visto a un perro de dieciséis metros? Como si hubiera tantos por el Grand Line.

Para empezar ¿Cómo rayos se pierde un perro de tal magnitud? Solo un gilipollas… bueno, tampoco es como que no haya en el Dogsquad. Sospechosamente ni Villa ni Oni aparecieron cuando se perdió, seguramente hicieron algo para espantarlo y no dieron la cara. Lits siempre quiso un gato, apuesto que lo dejó ir. Gromio “el domador” igual y ni supo atarlo correctamente al muelle. ¿Y dónde se supone que está el capitán? La última vez que lo vimos estaba dormido sobre Poochie… Oh! Dios ¿Nos habrá abandonado por querer amotinarnos? ¿Habrá matado a Oni, Kaku, Villa y Piu?

Como sea, estoy cansada de vagar por mil islas, pegando carteles de se busca de nuestro barco con una recompensa totalmente absurda sugerida por Daraen (¿Un billón de berries? ¿Bromeas?). Además ¿Qué hace una banda famosa de piratas pegando carteles de su barco?

Necesito sacar estrés de alguna manera… y este sujeto no para de hacer preguntas tontas.

Eli ¿Estás hormonal hoy?


—¡Hyakumaigawara Seiken!

Cuando menos pensé estaba corriendo de un grupo de furiosos marines. Hombre, pero es que no se callaba, estaba yo en mi derecho.

En mi huida miré a un paupérrimo mendigo pidiendo limosna, algo en él me recordó a uno de mis nakamas, pero no tenía tiempo de averiguarlo. Sentí algo de pena, por lo cual le lancé algunas monedas.

Así un día más en la búsqueda imparable por Poochie.
5)Xhatyr
Chatin Lonely Adventure
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Me despierto desorientada en mitad de la playa, hago un esfuerzo por incorporarme y miro hacia mis lados intentando analizar la situación y me percato de que estoy sola. Me tumbo y siento que la cabeza me va a estallar, probablemente por haber estado abusando de esa droga...

Me pregunto que habrá sido del resto de mi banda, no es que me suponga un gran inconveniente estar apartada de ellos pero siento cierta preocupación por mis nakamas, especialmente Piu, me debe dinero y muerto no me lo podrá devolver. Hago un esfuerzo por intentar recordar como he llegado a esta situación, pero mis recuerdos son algo confusos. Me parece Poochie nos sacudió como si fuéramos pulgas y se marchó por su cuenta en mitad de una travesía... Aunque algo no me cuadra, los perros son criaturas leales y tras todo lo que hemos vivido juntos nunca se me habría ocurrido pensar que nos llegaría a abandonar.

Resignada tras lo ocurrido empiezo a andar. Sin la droga que me proporcionaba Lits, mi cuerpo se siente muy cansado, pero aún así no puedo dejar que el agotamiento me detenga, soy un zombie y mis tejidos no tienen la capacidad de regenerarse por si solos, así que tengo que averiguar donde está Lits, pero… Supongo que primero debería averiguar donde estoy yo, así que doy un rodeo por la isla, que al parecer está deshabitada.

Todo indica que tardaré un poco en poder reunirme con mis nakamas, no soy una gran nadadora, ni carpintera, por lo que parece que me llevará un tiempo averiguar un modo de abandonar la isla y reunirme con ellos. Mi plan de momento consiste en infiltrarme o asaltar el primer barco que pase cerca de la isla y devorar a sus tripulantes, aunque no confío mucho en esa probabilidad.

Decidida a pasar un tiempo sola, construyo como puedo con los materiales que encontré en la isla un pequeño amigo que me ayude a mantener la cordura, al hacerlo pienso en la tremenda ironía de mi acción y que ese muñeco me recuerda a alguien.



Tras unos meses en la isla escucho unos ladridos que me resultan familiares, no me lo puedo creer... ¡Es Poochie! Salgo corriendo a su encuentro dejando atrás lo único que me ha mantenido cuerda durante todo este tiempo.
6)Kaku
La vida de un News Coo cualquiera
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Recuerdo perfectamente ese día. Yo estaba en mi nido, durmiendo plácidamente cuando de repente ocurrió. Me levanté de un sobresalto y vi a Poochie, que echaba a nadar mar adentro con una velocidad nunca vista. Me agarré como pude al tronco y conseguí no caer, y acto seguido fui volando a la cara de Poochie para ver que le pasaba. Pero al llegar me propinó tal cabezazo que perdí el conocimiento, y entré en caída libre.

Al despertar vi a mi madre, una News Coo gigante, y a mis hermanos que revoloteaban en el nido. Ella me dijo que me había salvado hacía varios meses de caer al mar y me preguntó que por qué había dejado el nido a tan temprana edad. Yo me disculpé por haberlos abandonado y le prometí que no volvería a hacerlo, que mañana mismo ya me ponía con el reparto de diarios, siguiendo el negocio familiar. Del golpe que me di olvidé quien era de verdad, y tanto yo como mamá Coo pensamos que era ese hijo Coo que escapó de casa por la contínua mofa de los demás por tener el plumaje negro. Estuve año y poco viviendo una apacible vida de repartidor, yendo a islas remotas con pocos habitantes, hasta que llego el día por el que llevaba esperando toda mi vida (eso creía): EL DÍA DEL ASCENSO. Mi trabajo duro hizo que me ascendieran a repartidor de periódicos de Marineford.

Llegué a la isla y empecé el reparto con tranquilidad, pero noté que los marines que patrullaban por allí me miraban con cara rara, aunque no le di importancia. Fue allí cuando escuché a dos personas hablando de que habían encontrado a un perro gigante en isla Kanine y que la marina sabía que pertenecía a Dogsquad.

“Dogsquad”... Ese nombre retumbó en mi cabeza y de repente, comprendí quien era. También ayudó que apareciera un comando de marines a tirarme redes de kairoseki, que esquivé como pude y salí volando a gran velocidad de la isla. “Necesito encontrar a los demás. Pero ¿Por dónde empezar?” Pensé. Fue entonces cuando una ráfaga de viento hizo que uno de los periódicos que llevaba se me enganchara en la cara, y al apartármelo leí cierto artículo: “Una idol misteriosa arrasa en las islas celestiales”. Era Girts. Ya sabía dónde tenía que ir.
7)Piu
Diario de un Piu
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Día 1. He decidido empezar a escribir este diario puesto que pasar el día viendo los posters de Kat Lelley y bebiendo Voll Cann también puede llegar a ser aburrido. Últimamente solo salgo cuando creo que no hay nadie. Los demás parece que lo llevan bien; los oigo haciendo cosas por ahí arriba. Poochie está bien, me he dado cuenta que cuando voy borracho me hace más caso de lo normal.

Día 100. Podría ser “día X” pero al final he pensado que mejor sumo 100 y ya está, he olvidado los días que hace que escribí esa entrada. Pasa algo raro, Poochie se mueve pero no oigo voces. Como los Coo seguían trayendo Voll Canns y Piuzzas no me preocupaba demasiado pero, esto de ser un hikikomori dentro de un barco-perro puede tener más inconvenientes de los que había pensado: ¿Y si Poochie se ha pirado mientras solo estaba yo y me encuentro solo a la deriva dejando al Dogsquad sin barco? Tengo tantas lagunas mentales que ya no sé ni cantar.

Día 102. Sigo sin salir. Creo que efectivamente Poochie está de picos pardos y que estoy solo aquí. Porque no creo que hayan insonorizado mi camarote por si me pongo a cantar, hace siglos que no canto nada.

Día 400. Hoy he conseguido unas monedas y he comprado lápiz y papel para volver a escribir un poco. Hace como un año que Poochie me abandonó en la isla. Tan solo salí a hacer pis una mañana muy resacosa. Recuerdo a Poochie intentando fornicarse a un yate y al darme la vuelta estar ya mar adentro.

Día 401. No estoy muy pendiente de las noticias pero parece ser que ha empezado una nueva era. Yo no me quejo, aunque ya no tengo Voll, sobrevivo a base de anpan que encuentro en la basura. Pienso a menudo en aquellos días antes de encerrarme en el camarote. Incluso después de haberme encerrado a veces venían a charlar conmigo... Mis compañeros... ¿Dónde estáis? ¿Estáis bien?

Día X. Voy camino a reencontrarme con todos. Kaku me ha venido a buscar. Al parecer le ha sido fácil dar conmigo porque soy el único vagabundo de la isla y yo ni me había dado cuenta. Espero que esta sea la última entrada de este diario. Tengo tantas ganas de llegar a donde están todos que casi me da igual comprender qué ocurrió al separarnos.
8)Lits
From Heaven to Hell (again)
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La última cosa que recordaba de antaño eran las lagrimas de Daraen tras la perdida de Poochie, nuestro perro gigantesco. Habían pasado dos años desde entonces, aunque parecía que fue ayer cuando decidimos separarnos. Nunca quedó claro quién fue el culpable de su desaparición, pero a mí que más me daba si apenas acababa de llegar. Unas vacaciones, aun recién llegado, nunca vienen mal. Además, ésta era la verdadera oportunidad para tener un gato-barco. Todo el mundo sabe que un gato es mejor que un perro, ¿Verdad? Aunque pensándolo mejor, no se si sería muy práctico en la mar…

Entre tanto pensamiento se me había pasado la hora de comer. Decidí levantarme de ese prado de ensueño lleno de flores y molinos de viento e ir a la casa mas cercana a pedir comida. Visto lo visto estaba un poco lejos del hogar más próximo, así que para acelerar las cosas, que mejor que hacer un “Magical Girl Transformation” y usar esas alas rosáceas para llegar más rápido al destino.

Parecerá que estoy malviviendo muerto de hambre en el medio de la nada, pero la verdad es que estoy mejor que nunca. No tengo preocupaciones, vivo en una isla flotante donde nadie puede venir a molestarme y entretengo a mis fans con mis habilidades para vivir cómodamente. Soy toda una idol aquí arriba (¿o todo un idol?), hohoho.

Mientras me acercaba a una casa que veía al horizonte, vi una masa negra bajar del cielo hacía ella. Cuando llegué esa cosa parecía haberse ido, pero no sin antes dejar un rastro de fruta mordida en el suelo. Esa iba a ser mi comida, desgraciado bicho. El dueño parecía enfadado pero lo ignoré y seguí el paso de ese come-frutos hasta unos arbustos, donde se le veía claramente.

Sigilosamente, saqué mi cetro para darle un golpe demoledor. Pero justo cuando iba a hacerlo, ese cuervo mutante clavó sus ojos en mí, con ese rostro inexpresivo tan característico suyo:

—Por fin te he encontrado… ¿Nos vamos?

Podría dejarlo tieso allí en medio y olvidarme del asunto, pero… No podía hacerle esto a ese rostro tan adorable. Así que ambos alzamos las alas y nos fuimos de ese paraíso mientras ese señor continuaba gritándonos por su fruta echada a perder.

Pero no os preocupéis mis fans, Lits siempre estará en vuestros corazones <3
9)Oni
Queridísima Maeba
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Queridísima Maeba,

Te escribo estas líneas con la esperanza de que lleguen a ti en la tempestuosa inmensidad del océano. No estoy seguro de que esta misiva llegue a ti en algún momento, como cualquiera de las otras tantas que con tanta pasión he concebido.

De todas las posibles islas que deben existir a lo ancho del mar, he tenido que ir a parar a la misma que él. Su negativa a realizar las tareas de cuidado de nuestra pantagruélica mascota y medio de transporte nos ha llevado a esta insostenible situación, varados en una ínsula por culpa de su necedad. Cuando, aproximándose la hora de pasearlo, insistía en que el turno era de un servidor, no dudé un instante en retarlo a un duelo, mas acabamos por acordar una competición de velocidad, para lo cual me dispuse a usar mis asombrosas capacidades para producir un vehículo a reacción de inusitada autonomía. El villano esmeralda por su parte, quiso competir contra mi avanzada tecnología con su gigantesco ánade, pero su exacerbada furia acabó por hacernos caer en la susodicha ínsula.

Oh, cuánto echo de menos tu silenciosa compañía en esas largas noches de investigación. Más aún cuando sólo tengo la compañía de ese violento emperador de la mugre. Su ímpetu homicida se acentúa cada día, pero soy capaz de mantenerme en una posición de superioridad gracias a mis ingeniosos artilugios, en cuya creación soy progresivamente más diestro. Jornada tras jornada nos vemos enfrascados en una interminable contienda, tan solo interrumpida para conseguir el descanso necesario para un nuevo asalto, atrapados en una espiral de violencia que está consumiendo mi existencia.

Dos primaveras han transcurrido, y me niego a que tu semblante se desvanezca de mi memoria. Ambos estamos al límite, pero mis fuerzas se niegan a abandonarme hasta que su espantosa faz abrace la arena de la playa. Si no sobrevivo, quiero que recuerdes que morí por ti, tal como viví.

¡Albricias! Nuestro extraviado can, emergió en la distancia mientras me desperezaba en la costa. El maldito zascandil supuso que no me percaté, pero mi ingenio prevaleció y en un interminable intento de dejarnos atrás acabamos alcanzando el navío. ¡Lástima! No se puede tener todo en esta vida. Pero eso poco importa cuando ya estoy a tu abrigo del que jamás me ausentaré. Sólo me queda ofrecerte mi epístola en persona, como testimonio de mis desventuras.

Tuyo por siempre...

Onikuro.
10)Villa
Dos años muy verdes
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Diario propiedad de Komaru Villain


Un día desde la carrera.
Escribo en este mi diario con la esperanza de que no perder el juicio en esta isla donde Dios perdió la alpargata. Estoy seguro de que esto que escribo no lo va a leer nadie salvo yo, porque voy a matar a Onikuro.


De todas las islas posibles que deben existir a lo ancho del mar, he tenido que ir a parar a la misma que él. Por su culpa estamos donde estamos, habíamos pactado previamente que cada uno de la banda tendría que pasear a Poochie a lo largo de la semana, pero a Onikuro cualquier excusa le era válida para intentar no pasear al perro.


Me forzó a aceptar una carrera para ver quién de los dos perdía y sacaba a pasear a Poochie. Aceptar fue nuestra perdición ya que Onikuro, enfadado por ver como su máquina no era rival para mi pato, nos hizo caer a ambos en una isla viendo como mi pato y su máquina seguían la carrera sin nosotros.



Varios meses desde la carrera.
Últimamente el ambiente está muy caldeado, me doy de hostias con Onikuro día sí, día también. He empezado a notar que Onikuro está perdiendo la cabeza, entre pelea y pelea (que obviamente gano yo), está escribiendo cartas mientras se ríe, se enfada e incluso llora.


Hoy he conseguido robarle varias cartas, algunas de ellas son solo dibujos de él matando plátanos y en la última le escribe a una tal Maeba, parece muy enamorado. ¿Pero quién cojones es Maeba? ¿Por qué escribe tan raro?



1 año desde la carrera.
Ya ni este diario me frena de perder la cabeza, estoy empezando a ver a Onikuro hasta atractivo. Nunca me ha importado el hoyo donde lo metía… pero hace un año mi idea era matarlo.


2 años desde la carrera.
¡Hostias! ¡Pero si es Poochie! Iba a aprovecharme de Onikuro ya que duerme pero mejor lo dejo en esta isla que se muera. Adiós sapo de mierda.


2 años y en casa.
Tras llegar a patadas y zancadillas con Onikuro al barco, he llegado primero y he descubierto algo en su camarote que me ha dejado loco, Maeba es su Máquina de Elaboración de Batidos. Menudo puto enfermo.


Le voy a dejar un cagarro encima a Maeba, nadie me quita un hoyo.


Posdata: ¿Y mi pato?
Opening de DOGSQUAD: La vida del perro promedio
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Promoción: La vida de Piu. Decisiones.
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Extra: Tomas falsas.
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Capítulo 113: Reuniendo a los Dogsquad.
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Wholeon
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Re: Semana X: 3D2Y

Mensaje por Wholeon »

Holii me hacia ilu postear


Relatos:

Jal90
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Se encontraba en una situación deplorable. Perdido en una cueva, en la montaña más elevada de una isla de invierno. Sin provisiones, sin compañeros. Fuera, la nieve no dejaba de acumularse. Dentro, una tímida hoguera agotaba su existencia. Ya no recordaba qué hacía ahí.

Acercó su mochila al fuego. Estaba casi vacía. En el fondo, quedaba algo.
El disfraz de Carrot.

Con pulso tembloroso, agarró su disfraz para lanzarlo entre las llamas. En ese instante, decenas de imágenes nostálgicas asolaron su mente. Aquellos banquetes, aquellas victorias. Aquella vida pirata, donde por fin había encontrado su sitio. Todo estaba tan lejos ahora. Y al mismo tiempo...

"Si salgo con el disfraz pareceré un Lapahn."

Dos lágrimas brotaron de sus ojos mientras dejaba escapar una risa amarga. No estaba todo perdido, pensó.

"Al menos conservo el humor."

De repente recordó. La leyenda del Hombre Sin Rostro que repetían los aldeanos de la isla, y su promesa de resolver el misterio adentrándose en las montañas del paso noroeste, donde había sido avistado por última vez.

Pero la expedición había fracasado. Sus acompañantes yacían muertos en la falda de la montaña. Se encontraba solo, sin pistas sobre su objetivo, incapaz de encontrar el camino de vuelta. En esos pensamientos se hallaba sumido mientras sus párpados caían, víctimas de un sueño del que nunca podría despertar.

Entonces lo vio. Una figura espectral, sin rostro, se alzaba frente a él. No había duda. Alzó la mirada, y la figura comenzó a tomar una forma muy familiar. No podía dar crédito a sus ojos. Su viejo capitán estaba ahí.

—¿Qué quieres... marine?

—Tu compañera fue capturada y se encuentra confinada en la Isla Siesta.

—¿Por qué me cuentas esto?

—Por los viejos tiempos, Jal. He reflexionado mucho durante estos dos años... Os lo debo.

—Pero ahora eres mi enemigo.

—Ya no. Renuncié a mi cargo y pusieron a un plátano en mi lugar.

No pudo evitar reír. Definitivamente, ese nivel de fracaso y patetismo sólo podía pertenecer a un viejo Random. Como él.

—Nash... ayúdame a rescatarla.

—Será un placer. Pero antes debemos buscar refuerzos.

Una chispa recorrió sus ojos. Fue entonces cuando comprendió que su aventura no había terminado aún. Resuelto a rescatar a su amiga, se puso el disfraz que todavía sostenía en su mano, miró por última vez las llamas agonizantes y, con paso firme, salió de la cueva.

—En marcha.
Bob
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Hacía una mañana radiante, si radiante significase lluviosa, tormentosa y llena de niebla por doquier, y si mañana significara levantarse cuando aún no había luz. No concebía mejor día y hora para afrontar la última prueba, el último de los doce trabajos.

Su objetivo se hallaba en lo más profundo de la Tierra, en un plano o dimensión distinta, incluso. Debía llegar al Inframundo y cazar al famoso Cerbero. Pero antes hubo de localizar la puerta que le permitiese acceder a tan fantástico a la par que horripilante mundo, situada en la Isla Sogeki, un lugar presente sólo en cuentos y leyendas.

Aguardó unos segundos delante de la entrada, rememorando el arduo esfuerzo que le había supuesto completar los trabajos previos. Aun siendo consciente de que estaba ante el mayor de sus retos, no sentía temor. Su mente y cuerpo habían sido restaurados y perfeccionados, recordando cada detalle, eliminado las viejas placas metálicas que lo mantenían vivo. Respiró profundamente, exhaló el aire de sus pulmones, y se adentró al abismo.

El interior era tal y como lo imaginaba, saturado de tonos oscuros grises, azules y verdes, rozando el negro absoluto, iluminado por leves chispas de color anaranjado. Aquel ambiente tenebroso calaba en los huesos a la vez que sofocaba sus carnes, con los pulmones inundados de un ardiente vapor que incitaba a dar media vuelta.

A cada paso disminuía el dolor en el pecho, en favor de una respiración que se intuía al final de la nada. Pocos metros le bastaron para confirmar que no estaba solo, una criatura se elevó entre la profundidad de las tinieblas, resoplando y ocupando prácticamente todo el espacio disponible. Era su objetivo. Un cánido gigantesco de tres cabezas observaba al pirata mientras relamía sus afilados dientes, deseoso de probar bocado. Oculta por la oscuridad que la envolvía, solo su intenso aliento y su jadeo constante permitían localizar a la bestia.

La contienda duró horas, pero el pirata logró su propósito. Aquella monstruosa criatura yacía inerte sobre el suelo. Cogió las tres testas atándolas con fuerza y salió raudo. Al alejarse, se podía percibir cómo las sombras se movían inquietas por lo sucedido. Tras cruzar la abertura, cerró sin dudar. Nada debía salir de aquel lugar.

Subiendo la colina hacia a su improvisada morada en aquella isla, no pudo evitar ver dos siluetas a contraluz que le estaban esperando. Ambas reconocibles, ambas amigas.
Moeva
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—Plof. Plof —su dulce voz acompasaba el goteo del agua, creando una armonía.
En aquel lugar era difícil evadirse con algo más que el tarareo de alguna canción. El espacio parecía concebido en pos de la derrota mental de su huésped. Sus paredes apenas se separaban unas de otras por una puerta forjada de barrotes, y ni tan siquiera una ventana permitía escapar a la imaginación.

La letrina y el grifo goteante situados a la derecha de la salida nada dejaban a la intimidad. Menos aún lo hacía el camastro ubicado justo al frente, consintiendo su vigilancia en todo momento. Esto poco le importaba, pues si poseía un don era el de dormir en cualquier situación. El cuarto estaba coronado por una gran mesa repleta de trastos, de donde provenía la única fuente de luz, al margen del portón.

Sentada en una silla junto al escritorio se encontraba la pequeña Mink, recostada sobre el tablero, tapando su cabeza con las manos. Cantaba al son del grifo, rodeada de cientos de papeles, lápices y utensilios de medida propios de una dibujante remunerada.

—Moeva —el silencio fue rasgado por una voz aterciopelada que mostraba liderazgo y un tono imperativo.

Al otro lado del enrejado la almirante observaba, lista para ordenar.

—Estos son los detalles de un nuevo pirata, quiero su wanted para esta noche —exigió, lanzando una nota entre los barrotes.

La joven felina apenas farfulló algo, que para su fortuna fue inaudible, mientras recogía el papel del suelo pegajoso y retornaba a su mesa, donde contempló con detalle aquella hoja.

Agarró el lápiz más desgastado que poseía, al que más afecto guardaba, y comenzó a garabatear sobre un folio el rostro de una persona, mientras contaba mentalmente los pasos que separaban la puerta del final del pasillo.
No eran pocas las ocasiones en las que había estudiado detenidamente cómo escapar de allí. Aquella base estaba custodiada por unos escasos cientos de marines, pero la almirante solía visitarla con frecuencia, truncando sus planes de fuga y minando sus esperanzas.

Transcurridos unos minutos, un estruendo le hizo levantar sus orejas. Decenas de pasos se escuchaban en el piso inferior; en su planta, contaba tan solo tres personas a la carrera, acercándose cada vez más a su posición. En apenas unos segundos, un rostro amigo asomó mientras forzaba la cerradura.

—El gordo está en su punto —dijo—.Vamos, enana. Tienes mucho que dibujar.
Meredy
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La calurosa brisa veraniega se deslizó con suavidad por sus plumas. Extendió sus alas y descendió ligeramente, tomando una corriente de aire que le empujó de nuevo hacia lo alto, haciéndole girar sobre sí misma. Hacia lo lejos, el vasto océano parecía seguir extendiéndose hasta que sus aguas se fusionaban con el horizonte.

Cada día, el recuerdo de aquella despedida le hacía pararse en seco y necesitar aire para continuar. Habían pasado casi dos años, pero nunca había cejado en su empeño de encontrarlos. Había necesitado meses de búsqueda, de investigación y de paciencia infinita para ir juntando las piezas de un puzle que, aunque no había logrado finalizar, estaba convencida de que terminaría por completarse solo.

Y, así, había guardado con ahínco en su memoria la imagen de aquellos hilos rojos que había utilizado para unir puntos estratégicos en las fotografías de algunos de sus antiguos compañeros, sobre la pared de aquel oscuro rincón en una isla cualquiera. Había decidido que, después de todo ese tiempo, debía partir en su búsqueda. Porque daba igual lo mucho que aquellos hilos se estiraran, podrían hacerlo hasta el infinito. Sin importar el tiempo que pasara, estos nunca se romperían. Confiaba en que estaban unidos por el destino.

Había llegado la hora.

Fue entonces cuando, por fin, tras incontables horas de vuelo, sus grandes orbes castaños brillaron de la misma manera en la que la luz del sol danzaba sobre la superficie de las olas que morían en la orilla. A lo lejos, palmeras de finos troncos y estilizadas copas de hojas verdes se alzaban como colosos, extendiéndose como un muro tras una playa de arena blanca. En aquel destino, aguardaba su primer objetivo.

No necesitó sobrevolar en exceso la zona, no necesitó ni siquiera detenerse y preguntar. La información que había recopilado durante todo ese tiempo sobre algunos de ellos había sido cierta. Sus plumas se agitaron al compás de su corazón inundado por la alegría, y sonrió al reconocer desde las alturas a aquella figura que hacía tanto tiempo que no veía.
Chandler
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—¡Niña, nos traes otra ronda cuando puedas!

La camarera, que lucía un exótico tatuaje a lo largo del brazo derecho y varios piercings en ambas cejas, asintió vagamente hacia el grupo de ancianos y, tras recoger varias jarras vacías repartidas entre las mesas, se alejó de la terraza en dirección a la barra, perdiéndose entre la multitud.

—Ya es la tercera vez que pedimos y no nos hacen ni caso —protestó el ministro de defensa—. Me estoy quedando seco.

—¿De quién fue la genial idea de venir aquí? Esto está lleno de críos —se lamentó el vicepresidente, siempre huraño.
—Y no me hagáis hablar de la música —añadió el tránsfuga.

—Sólo sabéis quejaros —reprochó el presidente—. Os apalancáis en el hotel y no hay quien os saque de él. Esto está lleno de chatis, al menos podíais regalaros un poco la vista.

—Calla y reparte, Crusta —bufó el vicepresidente.

Era un entorno de ensueño para niños y mayores, una isla paradisíaca. Largas playas de arena fina, un precioso paseo marítimo, hoteles de lujo, y rebosante de locales de ocio diseñados para satisfacer todos los caprichos imaginables. En el horizonte, ajeno al bullicio que emanaba del interior del cercano Eivissa, el sol estaba concluyendo su descenso y ofrecía una maravillosa estampa, inundándolo todo con una hermosa luz anaranjada. Un atardecer magnífico, igual de idílico que los seiscientos que le precedieron. Unas vacaciones muy largas. Demasiado largas.

—¡Au! —exclamó el disidente al recibir el golpe de un proyectil en la nuca que le devolvió a la realidad.

Volvió la cabeza, a tiempo de ver unas plumas desaparecer tras un arbusto.

—¿Qué pasa, Chand?

—Nada, los putos mosquitos. Jugad esta mano sin mí, voy al baño —dijo, levantándose.

—¡¿Otra vez?! —alcanzó a oír, antes de entrar en el local.

Una vez dentro, salió por la puerta principal y dirigió sus pasos hacia una palmera solitaria.

—Aún más guapa que la última vez —saludó, sonriendo.

—Casi lo echaba de menos —le devolvió la sonrisa, asomando tras la palmera—. Me llegó el soplo de que varios puretas llevaban un tiempo aquí sin llamar la atención, y pensé que a lo mejor estabas haciéndoles compañía —dijo.

—No te equivocabas, ese soplo salió de mí —confesó, risueño—. Hace ya tiempo que quiero estirar estas viejas articulaciones. ¿Cuándo nos vamos, Meredy?
Sora
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Los vientos del East Blue azotaban con fuerza aquella tarde. El sol caía por el horizonte, brillando con intensidad tras el Red Line, ofreciendo un espectáculo de colores rojizos y anaranjados. A aquella isla se la conocía como el cumulonimbo más cercano al sol. Nunca ascendía, nunca descendía. Siempre en la misma línea. Bailando de norte a sur y de este a oeste. La isla del cielo más antigua de todas, de la que se decía que sus habitantes veneraban a la luna.

Hasta hace dos años el lugar estaba deshabitado. Un pirata junto a su mascota llegó con la intención de entrenar. Los sucesos en la Guerra de Marineford habían marcado al bucanero. Sentía que debía ser más fuerte para afrontar los peligros del Nuevo Mundo. Aquel lugar era perfecto. La altura y la cercanía al sol hacían el calor insoportable y el oxígeno escaso.

Un cocodrilo azul saltaba de rama en rama rodeando a su compañero, que permanecía inmóvil en un claro con los ojos cerrados. Disparó un fino chorro de agua directo a la cabeza de su amigo, quien lo esquivó con facilidad moviendo solamente el cuello. El pequeño siguió saltando y repitiendo el mismo ejercicio desde diferentes ángulos una y otra vez hasta altas horas de la tarde.

—Creo que es suficiente, Totodile —abriendo al fin los ojos. Su aspecto no había cambiado demasiado al de hacía un par de años. El pelo le creció en exceso, teniendo que recogerlo en una cola. Debido a los fuertes rayos del sol, su piel cogió un tono de color más moreno y su cuerpo tornó más musculado, fruto de los duros entrenamientos.

Tras incorporarse, marchó junto a Totodile al límite de la isla mientras degustaba un polo azul, cuyo sabor mezclaba dulce y salado a la vez. El reptil se zampó el helado de inmediato disponiéndose a robar a su acompañante el suyo, que sin apenas esfuerzo esquivó a Totodile y se tumbó, mirando al cielo. Hurgó en su bolsillo sacando un Fósil Helix. Lo observó detenidamente mientras recordaba aventuras pasadas. Aquel fósil había sido su amuleto de la suerte mucho tiempo.

—Se ha quedado buena tarde, Sora —a sus espaldas llegó un personaje alado, posándose en el árbol más próximo—. Es hora de regresar.

—¡Eres tú! —del susto, se le escapó el fósil de entre los dedos provocando su caída al vacío.
Bellota
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Día 720.
Gracias al Eternal Pose he llegado a una curiosa isla. Diría que es de tipo veraniega, pues el calor del sol es bastante intenso, pero sus habitantes insisten en que "Lie Town" es invernal, otoñal y hasta primaveral. Es un pueblo muy animado y abierto con los extranjeros, espero que los rumores que me han traído hasta aquí sean ciertos.


Día 721.
Ha sido un fracaso absoluto. Parece que la historia de que algo devoró la comida de la ciudad es cierta, pero los testigos no paran de contradecirse.

El carnicero habla de un monstruo que se zampó toda la lechuga de su tienda, la panadera cuenta que aquella cosa medía veinte metros, una niña pequeña me explica que el culpable fue un pequeño ser con disfraz amarillo. De todos, es la que parece más sincera.

Día 722.
Cansado de no descubrir nada, decido marcharme de la ciudad. El sentimiento de culpa es tan grande que me aterra volver junto a la banda con las manos vacías.

Camino pensativo, hasta que me doy cuenta de que me encuentro en la linde de un frondoso bosque y la luna está en lo más alto. Hoy toca dormir al raso.

Día 723.

Al despertar escucho un ruido procedente del bosque, así que me adentro un poco en él. No pasa mucho tiempo hasta que descubro, asustado, que los árboles me están hablando. Al principio dicen cosas como “El pan no engorda, engordas tú” o “Las provisiones del barco no desaparecían por duendes, como decía Merla, era él”. Sin apenas darme cuenta, acabo dialogando con todo el bosque, que muy amablemente susurra miles de secretos sin cesar.

Ellos se autodenominan como “La Arboleda de la Verdad”, todo lo saben y nunca mienten. Una isla donde descansa la verdad tras un muro de mentiras.

Si paso una noche meditando junto a ellos, escuchándolos, los arboles me señalarán el camino. Es una prueba difícil, muchos se vuelven locos. Saber la verdad, conocerte a ti mismo, no es barato. Todo tiene un precio.

El descubrimiento del bosque parece cosa del destino.

Día 724
Sigo cuerdo, creo. Los árboles me ofrecen dos vías. Volver a ser humano a cambio de mis recuerdos como pirata, o encontrar el camino a Raftel junto a mis compañeros a cambio de la última hoja de este diario y mis recuerdos sobre este lugar.

La decisión está clara.
Rockcorn
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En los últimos meses habían llegado a la isla rumores de una extraña criatura que había sido avistada en reinos vecinos. No era difícil verla, desde luego no pasaba desapercibida, pero todo aquel que se la encontraba tenía problemas para explicar lo que había presenciado sin que lo tomaran por loco. Unas veces era enorme como una casa y dejaba inmensos surcos tras de sí, otras era apenas un veloz manchurrón que se escapaba por el rabillo del ojo antes de desaparecer. Sin embargo, seguirle la pista era sencillo: avanzaba siempre en línea recta, ignorando cualquier obstáculo y devorando todo lo que encontraba a su paso.

Aquel día sería recordado durante mucho tiempo por las tranquilas gentes de la isla. Según los mariscadores que faenaban entre los charcos, a primera hora de la mañana y en cuestión de segundos, un camino de enormes burbujas se dibujó sobre el mar hasta la orilla, dónde emergió lo que parecía un mejillón con escafandra disfrazado de cangrejo ermitaño, soltando improperios a diestro y siniestro. Antes de que los allí presentes se hubieran podido recuperar de la impresión el cangrejo ya había desaparecido y en su lugar un velociraptor corría ya hacia el bosque al grito de “Mierda, mierda, mierda, ¡esperadme chicos!”.

A lo largo del día no dejaron de sucederse episodios de lo más variopintos a lo largo de la isla: lo que parecía un sapo salía del río y arrasaba con el puesto de lechugas, la gran muralla inexpugnable de repente tenía un agujero de lado a lado, el banquete nupcial de la hija del alcalde desaparecía en un abrir y cerrar de ojos, a excepción de la tarta.

Comadreja. Cernícalo. Retroexcavadora. Comadreja otra vez. Las formas cambiaban constantemente, pero un ojo atento se percataría de que en el breve instante entre una y otra siempre se podía divisar un mejillón gordinflón que enseguida volvía a desaparecer.

Atardecía cuando el intrépido bivalvo llegó al otro lado de la isla. “¡Cómo puedo tener tan mala suerte!” pensaba, cansado por su largo viaje de casi dos años. A punto de zambullirse en el mar y proseguir con su viaje, Rockcorn resopló y miró al cielo apenas un instante antes de que una pequeña roca con forma espiral le golpease entre ceja y ceja.

“¿De qué me suena…?” fue lo último que pensó el mejillón, antes de caer inconsciente sobre la arena.
Ya faltaba poco.
Whole
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Como cada día en aquella árida y calurosa isla se daba la interminable persecución por las infinitas dunas. En torno a una veintena de sedientos personajes, consumidos en exceso y vestidos con harapos, sacaban la lengua y salivaban mientras perseguían a cierta criatura, la cual recientemente había desarrollado extremidades para poder desplazarse a más velocidad y dejar atrás a sus asediadores.

El perseguido derramaba un líquido, conocido por los lugareños acosadores como el néctar de los dioses, a través de los recipientes que tenía al final de sus extremidades anteriores, las cuales agitaba al correr. Con cada zancada, sus pies adornaban el suelo con viscosas y coloridas huellas que distraían a sus opresores. Día y noche, la persecución no cesaba. El ser terminaba exhausto tras cada insufrible carrera, gracias a la cual, junto a la ayuda de un bochornoso clima que acaecía en aquella isla, perdía masa provocando que su cuerpo se derritiera poco a poco.

Cuando lograba dar esquinazo y tenía un pequeño recoveco donde descansar, se planteaba el sentido de seguir avanzando, el sentido de seguir corriendo sin rumbo por las incontables montañas de arena. Ya hacía dos años que se separó de sus compañeros, había perdido su objetivo y no sólo huía de sus acosadores, también del tormento que le causaban todos los agradables recuerdos que no podría volver a vivir.

El sol se encontraba en el punto más alto cuando disponía a rendirse. Justo antes de tirar la toalla definitivamente, el destino soplado por el ardiente viento arrastraba cierto papel que quedó pegado en su torso. Lo despegó con cuidado y ojeó como pudo entre zancada y zancada. Cuán grande sería su sorpresa que su rostro cambió por completo en un solo instante. Aquella glutinosa y chorreante boca esbozó una sonrisa.

Ese rostro, ese estado anímico venía de aquel texto, un pedacito de diario le había devuelto la vitalidad. Se acabó correr sin rumbo, era el final de interminables días sin objetivo, los malos tiempos habían cesado, era momento de plantar batalla, hacer frente a sus temores y volver a casa. Ellos ya estaban de camino y él no podía faltar.
Merla
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La luna llena cubría la superficie marina, sólo su estela plateada rompía el monocromático paisaje nocturno. El pequeño movimiento del oleaje y el juego del astro sobre las mareas provocaban un baile de luces y dibujos sobre el agua. El sonido permanecía apagado, en reposo, apenas se distinguían los suaves chapoteos de peces disfrutando del baño lunar. Menos notorio era cómo rompía el mar sobre una pequeña barcaza a la deriva.

La barca era una diminuta mota de polvo en aquella oscuridad. No mayor al tamaño medio de un humano, apenas reflejada por los caprichosos rayos lunares, quedaba perfectamente disimulada por el poco mareaje que esa noche parecía no querer romper la armonía.
En su interior descansaba tumbada una oronda figura. Rozaba el umbral de lo inerte, acompasando sus señales vitales al son del mar, dando la sensación de que incluso fuera de combate era capaz de permanecer camuflada, aguardando su momento.

Vestía algo difícilmente llamado ropaje, sus carnes destacaban más que el escueto pantalón rojo y el chaleco azul que poco dejaban a la imaginación. Aferraba un instrumento de madera culminado en una gran pieza metálica que destellaba con la luna según el movimiento de las olas. Su aspecto descuidado constataba sin lugar a dudas dónde había estado este tiempo, en ningún sitio. Sus barbas se entrelazaban con una larga cabellera y el vello de su espalda; su rostro, cubierto por una mano y su pulgar, que hacía de chupete.

Habían trascurrido dos largos años desde que comenzara su travesía sin rumbo, dejando a los que un día fueron sus camaradas con una simple nota y la promesa de volver. Hasta la fecha, las únicas noticias que había tenido de ellos provenían de rumores y periódicos. Objetos voladores, espionajes, carteles de Wanted mejorados, monstruos marinos asaltando ciudades. Esos días las noticias corrían como la pólvora en un buen barco pirata.

Los primeros haces de luz descubrían una base de la Marina al frente de la barcaza, su tamaño era considerable. A sus pies, se apreciaba un Mink entrenando el arte de la espada.
Las aves y el tintineo del metal despertaron de su letargo al dormilón, que apenas abrió un ojo. Se incorporó, oteando el panorama aún en brazos de Morfeo y, manteniendo el equilibro sostenido por el orgullo de no caer al agua, carraspeó suavemente.

—¡Llegó el momento de reunirse! —gritó a los cuatro vientos.
Lo que de verdad queréis leer:
https://mega.nz/#!fl82SDyK!96eevlw9fiqk ... jJ2hBpvIXs
Lo único que hizo Bob, poner los relatos bonicos. Puto Bob

Manga:
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No se que dicen los correctores de que el coloreado es raro. Es perfecto, no se los errores que le ven
Ya lo dije en el subforo, pero #Link17MejorMarine
Link17 escribió:Coloreado: Ni un pero. Un 10.
Tú si que sabes

Vídeo:
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Link descarga: https://mega.nz/#!54ZzyCLb!3Hwj0Cfa1TO0 ... mjQfUmYEig
El que "canta" es Merla. Pobre Bellota como le podéis atribuir eso

Opening:
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Link Mega: https://mega.nz/#!NgUWHALR!tVtUyAo_dvaP ... RwZ7O0Qhwk
A mi sensual voz no le faltan ganas, lo que pasa es que está sobrevalorado cantar bien

Me ha encantado la prueba, aunque haya muerto mucho. Han salido cosas muy chulas; felicidades a todas las bandas, y felicidades a mis compañeros, que hermosos son.
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Gromio D Gonz
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Re: Semana X: 3D2Y

Mensaje por Gromio D Gonz »

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Natthy escribió:Me gusta la idea de una separación por la escapada del chucho con el fin de encontrarlo... pero he echado algo en falta:
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Ramsus escribió: Pero vamos... que al final seguís sin encontrar el barco de las narices!
Sí. Creo que es algo que habría que aclarar.
Lo cierto es que originalmente teníamos pensado poner una página extra al final como cierre final de la historia, pero no se nos permitió incluirla. Para la trama no era necesaria pero si ayudaba a entender muchas cosas.

Aquí la tenéis. La página final de nuestro manga. Todo el curro de dibujarla es mérito de Lits por supuesto. :neko:
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Sí. Básicamente Poochie desapareció dos años porque se fue a procrear XDD
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Duiken
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Re: Semana X: 3D2Y

Mensaje por Duiken »

Gromio D Gonz escribió:
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Natthy escribió:Me gusta la idea de una separación por la escapada del chucho con el fin de encontrarlo... pero he echado algo en falta:
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Ramsus escribió: Pero vamos... que al final seguís sin encontrar el barco de las narices!
Sí. Creo que es algo que habría que aclarar.
Lo cierto es que originalmente teníamos pensado poner una página extra al final como cierre final de la historia, pero no se nos permitió incluirla. Para la trama no era necesaria pero si ayudaba a entender muchas cosas.

Aquí la tenéis. La página final de nuestro manga. Todo el curro de dibujarla es mérito de Lits por supuesto. :neko:
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Sí. Básicamente Poochie desapareció dos años porque se fue a procrear XDD
¿Me estás diciendo que poochie era una perra y nadie se dio cuenta antes? xDDDDDDD




Poco a poco me voy viendo el material, tampoco tengo prisa, pero en general podéis estar orgullosos por el curro, aunque podríais haber currado más también xD Más que nada porque dejáis a la gente con ganas de un poquito más :P
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piu.droskom
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Re: Semana X: 3D2Y

Mensaje por piu.droskom »

Duiken escribió:¿Me estás diciendo que poochie era una perra y nadie se dio cuenta antes? xDDDDDDD
Nop. Es padre soltero. Cada uno somos como la mamá de un cachorro. :neko:
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Eli Lawliet
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Re: Semana X: 3D2Y

Mensaje por Eli Lawliet »

Whole Cake escribió: Opening:
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A mi sensual voz no le faltan ganas, lo que pasa es que está sobrevalorado cantar bien
Everybody put your hands up (8)
Buena versión del opening de Death Parade. El vídeo me pareció muy ameno.
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By FearStyle-putoamosama
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