Historias Piratas, Volumen3.

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Gargadon
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

Pues ahora que lo recuerdo (y creo habértelo mencionado hace unos días), si querías alargar la cosa un poco más, podías meter la parte del final de mi última historia. Así rellenabas un poco y también me hubiese gustado ver tu reacción ante ese módico precio por el cual muchos irán por tu cabeza.

PD: Eso de "la fuerza" me sonó bastante a Star Wars...
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Long_Jhon_Silver
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Long_Jhon_Silver »

@ Rentaromon: No quise alargar más el asunto, porque ya me tomare el tiempo de referirme a aquel asuntillo que tu adelantaste. Eso, sin mencionar que aún estoy tratando de recordar cual era mi recompensa anterior. Como sea, para variar estas quejandote de que esta corto. Con respecto a eso de la fuerza, deja de ver tantas peliculas, ya ves que relacionas inmediatamente mis desvarios con aquella "obra" de Lucas...Sin mencionar que ni las he visto enteras...Bueno, eso por ahora, paz y nos leemos.
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Gargadon
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

Que no me estoy quejando, hombre. Más cortos los has hecho anteriormente. Además siempre los logras compensar con algo (como por ejemplo ahora mismo).

Y no me digas mucho, que hace tiempo que dejé de ver las películas de Lucas, quizás antes de venirme a Pirateking... Tal vez deba dejar de ver padre de Familia, pero... no, lo seguiré viendo xD.
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Eratia
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Eratia »

Nuevo capítulo:
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¿Años hacía? Si, es cierto, hacía ya bastantes años, pero las heridas seguían abiertas… e infectadas. El hecho solo de pensar que tendría que volver a andar por esas calles y entre esas crueles personas… hacía que su corazón temblara de rabia y vergüenza…pero también de nostalgia. Ese sentimiento de odio y deseo era lo peor. Lo peor de todo.

Luna miró al horizonte, fijando la vista en el archipiélago que estaba a lo lejos. Era uno de los pocos lugares de ese mar que no habían sido construidos sobre tierra firme. Aunque tal vez fuera esa falta de una raíz fuerte fuera la que hiciera que fuera un lugar tan corrupto.

Shabaody. Por lo que sabía, unos días atrás una horda de piratas había atacado ese archipiélago, supuestamente en represalia por la captura de 3 Yonkous. Dentro del bando de los piratas, muy pocas personas podrían haber reunido un grupo de semejante envergadura. De hecho, en circunstancias normales, la mayor parte de las sospechas hubiera recaído sobre la última Yonkou, Bianca. Había sido la penúltima de esas cuatro grandes bandas en aparecer, pero, organizada en torno a un pequeño grupo de lealtad absoluta a esa mujer y reclutando a numerosas personas asegurándose de su fidelidad, su crecimiento había sido espectacular hasta el punto de lo increíble. Pero, unas semanas antes había abandonado Grand Line, perdiendo de esa forma la posibilidad de aprovecharse de todo ese caos.

De pronto, unos pasos que reconoció como los de Shiratori, tanto por su claqueteo cuando se quedaba parado como por su decisión, cortaron su deriva mental.

-¿Estás bien, Luna?

-Si. Parece que ese científico tenía razón.- cambió de tema la chica.- Hace unos años esto no hubiera pasado.

-Si, pero no quiero hablar ahora de Ghorryon-sensei. Quiero hablar de ti. ¿Estás segura de que puedes ir ahí? Solo es una parada antes de Marineford. No tenemos por que hacerla.

Luna se giró y le miró con una sonrisa.

-No me mientas. Si que tienes que hacerla, Shiratori. Si que tienes que hacerla. Necesitas mantener la mejor posición posible con el Gobierno. Si pasas cerca de una zona de guerra como esta y no ofreces tu ayuda por lo menos, sea cual sea tu intención, eso te quitará puntos. Y no te conviene.

Sigh. Nunca intentes discutirle a una mujer si ya se ha decidido.

-Como veas. Pero ten cuidado. Mucho cuidado.

Una triste sonrisa fue la única respuesta que recibió. Nada más.

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Las órdenes de Shiratori fueron claras. Separar la comida y suministros médicos necesarios pasa 4 días de viaje (Mariejoia estaba escasamente a un día de viaje si sabías por donde dirigirte), y que repartieran el resto entre la gente que mas lo necesitara. Cuando un marine fue a ver que ocurría, casi le dio un ataque cuando Shiratori se identificó, cosa que provocó unas cuantas risas entre la tripulación del Perdido. Después de escuchar un rato los balbuceos de este, se volvió hacia sus nakamas.

-Parece que aún queda un foco de resistencia de piratas. Iré a encargarme de eso. Vosotros haced lo que os he dicho. Y luego tenéis libre, aunque aseguraos de estar en el barco

-¿Seguro que quiere ir, señor?

-Si te soy sincero, hoy tengo ganas de repartir leña, así que…- La sonrisa traviesa que tenía se acentuó.- Tengo un poco de mala leche que drenar.- La sonrisa desapareció un momento después.- Me preocupa Luna.

-Es mayorcita, jefe, y sabe cuidarse.

-Ya, pero… Sigh. Bueno, me voy. Sed buenos mientras yo no esté.

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Luna, mientras tanto, estaba perdida en sus pensamientos. Había abandonado la cubierta del Perdido, el lugar en el que se sentía más segura, y empezó a andar por las calles de la ciudad. Las casas estaban quemadas y destruidas, y se veían manchas de sangre por todos lados. Los altos mangles habían sufrido numerosos daños, pero el surgimiento de burbujas del suelo, una de las cosas que más le había llamado siempre la atención, todavía continuaba. Siguió con la vista una de las burbujas, hasta que esta explotó. Poco a poco, recuerdos que ella creía haber dejado atrás llegaron a su mente.

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-Buaaaaaaa. Buaaaaaaaa. Buaaaaaaaa.

Los lloros del bebé atronaban el interior del pequeño burdel. Una vez más, una de las chicas que trabajaba allí se había quedado embarazada. Y no quiso abortar. Luna no era mas que una más de las prostitutas que trabajaban y vivían allí, pero, por ser una de las que más conocimientos tenían, era ella la que estaba cuidando al bebé.

Su familia era pobre, pero, aún así, habían sido capaces de darla una educación importante para el poco dinero que tenía. Un profesor que vivía en la casa de al lado había aceptado enseñarla a cambio de las comidas que hacía su madre (deliciosas, por cierto).

De pronto, la puerta de la habitación se abrió, y una mujer mayor entró por ella.

-¿Qué tal está Tomoe?

-Ya está casi recuperada.

-Entiendo.- Sin decir una palabra más, Luna levantó al bebé y se lo puso entre brazos. Al principio, la miró curioso, aunque al poco empezó a reanudar su llanto. Luna cruzó la puerta con el niño en brazos, y se acercó a la mujer que estaba tumbada en la cama. Estaba débil, eso era claro. Pero al ver su niño sonrió, contenta y extendió los brazos para acunarlo.

-Que guapo es mi niño…

La madre empezó a acunarlo y este dejó de llorar, hasta que al final se durmió. Las dos mujeres se quedaron calladas durante unos minutos, hasta que Luna habló.

-Tomoe, no puedes seguir así.

-¿Perdón?

-No puedes seguir aquí. No solo por ti, sino también por tu hijo.

-Lo se… lo se. En cuanto me recupere… me marcharé. Aunque a ti te echaré de menos. Siempre tan preocupada por los demás… Tú también deberías irte.

-No puedo. Por lo menos no todavía.- Giró la cabeza, incómoda.- Dentro de un poco vendré a llevar a tu bebé a la cuna. Intenta descansar.

Tomoe intentó hablar, pero no pudo. Estaba demasiado débil. Y Luna salió del cuarto, a rumiar su desesperanza.


----------------------------------------------------------------------------------------------------------

-Cuidate.

Tomoe y Luna intercambiaron un abrazo, antes de que la madre cogiera al bebé entre brazos y se subiera al barco en que se tenía que marchar de la isla. Era la única de las chicas que había salido a despedirse.

Luna permaneció en el puerto hasta que el barco desapareció en el horizonte. Desde siempre, el puerto le había dado malos recuerdos.

Ella había nacido en una pequeña isla de Grand Line, y su familia era pobre, pero sobrevivían. Pero algo empezó a ir mal en la isla. No se sabía el que, pero, simplemente, las cosechas dejaron de crecer como solían hacerlo. Poco a poco, la vida empezó a hacerse muy difícil. Y se tuvo que tomar una difícil decisión. Se montó un barco con varios habitantes del pueblo, entre ellos Luna, aunque era muy joven aún, y lo enviaron a pedir ayuda.

Pero nunca pudieron regresar. Ni los Eternal Pose ni el Log Pose señalaron nunca más a esa isla. Sencillamente, los Eternal Pose giraban sin indicar ningún sitio. Y poco a poco, sin esperanza de regresar a sus hogares, ni de reencontrarse con sus familias, se fueron separando. Luna no tuvo más remedio que ganarse la vida como fuera, hasta que entró en un burdel. Y ahí seguía, sobreviviendo, que no viviendo.

Vio que el Sol se estaba acercando rápidamente a la puesta, y se dio cuenta de que se le estaba acabando el tiempo. Tenía que volver al “trabajo”, aunque en esos momentos era lo que menos le apetecía.

Regresó al burdel con un paso lento y cansado, perfectamente consciente de que le iba a caer una gran bronca en cuanto llegase. Odiaba su trabajo. Odiaba su vida. Pero no tenía fuerzas ni para revelarse contra eso.

Cuando entró, se encontró de frente justo con “ella”. La jefa. Y la peor de todas las personas que vivían en el burdel. Lanzó una mirada despectiva a Luna, aunque su boca se había contraído en una mueca de rabia.

-Ya hablaremos después.-Siseo, obviamente enfadada. Seguramente iba a recibir una paliza por llegar tarde.- Vístete y date prisa, que tienes un cliente.

Luna la hizo caso y se vistió con un vestido que mostraba su hermosa figura, y se fue a la habitación en que la esperaban. Sentado en una silla estaba un hombre. Llevaba un puro y tenía una barba de varios días. Era un tipo duro, lo mirase por donde lo mirase.

-En…- Luna empezó a hablar, pero no pudo terminar la frase, ya que recibió un contundente golpe en la cabeza. Según su conciencia se iba, solo pudo ver a ese hombre con una sonrisa triunfante y cruel. Y la oscuridad la reclamó.

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Pasaron varias semanas tras ese acontecimiento. Cuando se despertó, estaba en un camarote de un barco. Lo único en condiciones era la cama, ya que el resto estaba sucio y mohoso. Por lo que descubrió en los días siguientes, el hombre del puro y sus secuaces (entre los que estaba el que le había golpeado en la cabeza) eran traficantes de esclavos. Y ella una de las capturas. Durante las semanas que duró la travesía, la forzaron de todas las formas posibles. Prácticamente toda la tripulación se acostó con ella. Durante ese tiempo, su cara era de piedra, no dejando traslucir ninguna emoción. Pero por las noches, cuando por fin la dejaban sola unas horas, antes de volver a usarla, las lágrimas salían de sus ojos interminables. Estaba totalmente rota por dentro. Rota del todo.

No la dejaron salir de ese camarote hasta que llegaron a una isla. Shabaody. Permaneció allí como una semana hasta que al final la vendieron a una casa de subasta de esclavos. Estar allí era peor que ese camarote. Era como estar en un establo con animales. Todos los que estaban allí no tenían nada en la mirada. Eran simples cadáveres ambulantes a los que sencillamente aún no les habían dado el golpe de gracia. Y ella no fue una excepción.

Cuando al fin, un par de días después le trajeron un vestido y la adecentaron un poco, casi se sintió aliviada de salir de allí. El lugar al que la llevaron parecía una especie de teatro, aunque no menos cierto era que nunca había estado en uno de ellos. El collar la molestaba en el cuello, pero un intento de fuga de hacía un rato le había quitado todas las ganas de toquetearlo en lo más mínimo. Se limitó a estar a un lado, con la mirada perdida, y muriéndose de asco.

Al final, un hombre vestido de una forma muy estrafalaria (el presentador), hizo que la sacaran a ella. Ver las enormes gradas llenas de gente casi hizo que se cayera de culo de miedo. Había muchas personas. Eran hombres todos ricos, con una cara de diversión que echaba para atrás. ¿Divertirse en ese lugar? Por favor. Ojala pudiera cambiarlos por ella en esos momentos. Ya veríamos la diversión.

Empezaron a llover las pujas, junto con piropos y silbidos hacia su persona. La más alta fue de 700.000 berries, por una persona con una corona que le lanzaba miradas lujuriosas. Ya se veía en manos de ese hombre, cuando una voz hosca y con un grave acento interrumpió la puja. El acento parecía un poco forzado, como si estuviera intentando ser rudo a propósito.

-Tres millones de berries.

El que lanzó la puja era un hombre que tenía una cara de asco tremenda. Parecía no disfrutar nada en ese sitio. Cuando todas las personas de la sala le miraron, el les devolvió una mirada asesina. No hubo segundas miradas.

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-Aquí está, señor Shiratori. Tooda suya.-La sonrisa lasciva del hombre lo decía todo, pero aún así, el que percibiera el instinto asesino del nuevo dueño de Luna bastó para que sintiera unas súbitas ganas de desaparecer.

Cuando se cerró la puerta de la habitación del hotel, la tensión entre Luna y Shiratori era más que palpable. Entonces el hombre empezó a hablar. Dijo que, a pesar de que supuestamente la había comprado, realmente la consideraba solo como una criada, y eso solo durante un cierto tiempo. La necesitaba a su lado una temporada para acabar un trabajo, y obtendría su libertad a partir de ese momento.

Todo ese diálogo sorprendió en gran medida a la mujer. Y más aún los días siguientes. El hombre era tosco y reservado, pero respetuoso con ella hasta los máximos extremos. Fingía que se aprovechaba de ella todas las noches, pero realmente, aunque dormían en la misma cama, Shiratori se iba tanto hacia su extremo que la mujer pensaba mas de una vez que era un milagro que no se cayera todas las noches al suelo. Y así pasaron un mes en Shabaody.

Hasta que un día, varios hombres que trabajaban para Shiratori se reunieron con el. Se marchó con varios de ellos, he hizo que 2 escoltaran a Luna a un barco. Los hombres hicieron un par de bromas pero nada más. Incluso la ayudaron amablemente a llevar sus cosas (regalos de Shiratori, principalmente). No era nada a lo que ella estuviese acostumbrada por su vida.

Y el momento en que vio el Perdido por primera vez quedó grabado en su memoria. Nunca antes había visto un barco como ese. Los que había visto pertenecían a empresas comerciales, pero ese era totalmente distinto a ellos. Estaba cuidado al detalle y la oscura madera relucía.

La hicieron subir allí y le dieron un pequeño camarote para ella sola. Le dijeron que no saliera de allí hasta que le dijeran lo contrario. Y allí pasó unas cuantas horas, sola. Tras eso, escuchó una serie de ruidos raros, y por la ventana pudo ver que zarpaban.

Unas horas mas tarde, la llevaron ante el despacho del capitán, es decir, Shiratori. Este le pidió disculpas por haber hecho que durmieran en la misma cama y le dijo que podía escoger el puerto que quisiera de Grand Line y la llevarían hasta allí (siempre que pudieran localizar la isla que fuera, claro). Y Luna tomó una decisión.

-Señor Shiratori… Debo decir que me gustaría formar parte de su tripulación.

El capitán, que estaba sentado en su silla, por la sorpresa, intentó levantarse con tanta prisa que acabó cayéndose de culo al suelo. Y Luna no pudo evitar reírse.

-Pe… pero… ¡si somos piratas! ¡No es lugar para que una señorita venga con nosotros!

-No soy precisamente una señorita. Por lo menos en el sentido en que usted quiere darle. He sido una prostituta antes de que me capturaran como esclava.

Shiratori se quedó congelado un segundo, pero se repuso instantáneamente.

-Eso no cambia nada en lo que me refiero.

-Es muy sencillo. No tengo ningún lugar al que regresar. Ni ningún sitio en el que me vayan a respetar. Por eso prefiero quedarme aquí.

Shiratori gruñó entre dientes, sin saber que hacer. Realmente no tenía inconveniente en integrarla a su tripulación, salvo el hecho de que se sentía culpable por haberla usado como una pantalla para su anterior misión. Pero al final acabó venciendo su resistencia.

-Como quiera. La decisión es suya. Luego no me venga con quejas.


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Y su decisión había demostrado ser acertada. Aunque el resto de tripulantes le habían gastado alguna gamberrada, y a veces hacían colas para verla bañándose a escondidas, la trataban con una amistad y un respeto que nunca había conocido. La enseñaron a defenderse, y la ayudaron a cerrar sus heridas del pasado. Y también habían descubierto la tragedia de Shiratori. Y ella y los demás estaban dispuestas a ayudarlo hasta el final.

Shabaody seguía recordándole los peores días de su vida. Pero también fue el lugar donde se le abrieron las puertas a un futuro bastante mejor.

De pronto, unos ruidos la hicieron bajar de su mundo particular. 4 hombres salieron de una calle. El hombre que iba en medio casi le paró el corazón a la mujer. Tenía el pelo más cano y una gran cicatriz en el lado derecho de la cara, pero era el mismo tipo que la secuestró. Igual que la otra vez llevaba un puro.

-Vaya…- Una sonrisa le cruzó la cara.- Hemos tenido suerte y todo. Una chica preciosa sola.- Giró la vista hacia sus acompañantes.- Cogedla. Será una buena esclava.

Luna no hizo ningún movimiento mientras dos de los secuaces la agarraron por los brazos. Pero de pronto s escuchó un disparo. Y uno de los hombres se desplomó sangrando.

Luna tenía la pequeña pistola que usaba en la mano. El otro hombre que la sujetaba se había quedado congelado por la impresión, cosa que aprovecho la mujer para descerrajarle otro tiro. El tipo del puro, por la impresión, lo dejó caer. Pero rápidamente se llevó la mano a la bolsa de la espalda, para sacar un arma. Pero Luna le atravesó la cadera izquierda con su espada corta antes de que pudiera sacar lo que fuera que llevase.

El cuarto hombre estaba congelado en el sitio.

-Basura.- No tenía intención de ser amable.- Será mejor que lleves a estos tres a un médico si quieres que vivan. Y debo avisaros que habéis tenido suerte. Si me hubieseis raptado, seguramente habríais muerto de una forma nada agradable. Mis amigos no os habrían perdonado.

Sacó la espada manchada de sangre de su víctima y se alejó.

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-Vaya. ¿Qué haces por aquí?

-Shiratori. ¿Qué te ha pasado?

El mentado estaba cubierto de sangre y suciedad, pero ileso.

-Una pequeña trifulca con piratas. Poco más. Y hablar con un par de altos cargos de la marina, que es peor. Aunque debería decirte lo mismo.- Luna vio que tenía en la ropa unas cuantas manchas de sangre.

-Nada importante, créeme. ¿Vamos a estar mucho más en esta isla?

-No. De hecho, en cuanto lleguemos al barco, casi seguro es que zarpemos inmediatamente. Han ocurrido cosas preocupantes.

-¿Ah, si? Pues luego me contarás.

Y los dos se marcharon hasta el barco que era su hogar.
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osin
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por osin »

Ante todo quiero pedir disculpas (últimamente en este tema pido mas disculpas que colgar un capítulo). Tengo todo preparado en mi mente para bastantes capítulos pero todavía no me he puesto a ello. Se que el balance de este año es pésimo por mi parte (solo un capítulo colgado en tres meses), pero prometo que ese balance mejorará a lo largo del año. Y ahora sin mas paso a comentar estos dos últimos capítulos:

@ Silver: aunque sea una saga de transición estáis dando bastantes pistas del futuro que espera a vuestras historias (el mal estado de Renta, el don de Rido, el abandono de los sombreros de paja, las dudas de Fletcher, el futuro y trágico destino que persigue a Silver, el tal Xion (el cuál me ha dejado con las ganas)). Solo puedo decir que tengo ganas de mas.

@ Eratia: tengo que revisar antiguos capítulos tuyos para recordar mejor a dichos personajes (o algunas menciones a ellos). Me ha encantado el pasado de Luna (se nota que me gusta los pasados trágicos XDDD), aunque con tu capítulo tengo la misma sensación que aquel que colgó en su día Ghorrhyon, el agujero en la historia de Shabaody cada vez se hace mas grande y creo que es necesario que tanto Ramsus como yo nos pongamos ya a la par (al menos en el tiempo) con vosotros. Eso si, a ver cuando muestras de una vez a Senka en acción XDDDD

PD: ¿quien lleva lo del primer post del tema? Porque se está quedando un poco anticuado.
Gracias Natthy ^^
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Long_Jhon_Silver
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Long_Jhon_Silver »

@ Osin: Ya ves, creo que nadie puede vanagloriarse de ser muyconstante en este tema, puesto que por una u otra razón todos terminamos fallando en nuestro ritmo de publicación. Que bueno que te ha gustado este capitulo "corto" como ha dicho Renta, y ya ves, pronto se sabra más de Xion y que pinta en todo este asunto. Sólo decir que llevo bastante esperando algo de tu parte, o del vice o del señor pajarraco, pero bueno, sé también que `pronto nos dejaran algo bueno.

@ Eratia: Un buen capitulo, al menos más largo que el mio, y que nos relata todo lo mal que lo paso la guapa de Luna. Me pregunto ahora, ¿Alguna vez se cruzara su camino; y el de Shiratori; por supuesto, con el de Silver y el de los demas?. Esperando quedo de nuevas estrofas por tu parte.

@ Renta: ¿Sabias que estoy experimentando con microcapitulos? Si para mi próximo capitulo vuelves a pensar que es corto, me tendrás que invitar una Coca-Cola...jeje...Advertido quedas...

Me pregunto, ¿Qué será de Rido?
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Eratia
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Eratia »

Silver: Buen capi. Es cortito, pero, ¡que leches! tampoco es necesario que todo lo que se escriba sea de 20 hojas. Aunque mira que te gusta meter cositas para dejar perplejos al personal. :) A mi, lo que mas me ha descuadrado es (como creo que le ha pasado a todos) lo último que has puesto de ese tal Xion. Me recuerda un poco a un par de personajes que vi por ahi...

En cuanto a Shiratori y Luna... No creo que se cruzen de momento. Pero si lo hacen, vamos a tener un problema muy, muy gordo. Porque el título de Shichibukai que ostenta el primero no es de adorno precisamente. Y echar el guante a tu personaje sería exactamente lo que necesita para cumplir una de sus misiones en la vida.

Osin: Uno hace lo que puede. Viendo que la saga actual está mas que ocupada por Silver, Renta y Rido, me pareció adecuado darle un poco de cuerda a mis otros personajes, que desde lo de Ghorryon no se sabía nada de ellos. Además, a mi, por lo menos, me qusta profundizar en ellos, saber porque se comportan como se comportan (no solo los mios, si no todos). Porque si no, es muy posible que te salgan personajes o demasiado buenos o demasiado malos. Manías mias.

Por lo demás, me sorprendió bastante que te gustara Senka. Porque lo que es aparecer directamente, ha salido poco. Pero tranquilo, si esto coje algo de ritmo, preveo que le queda poco tiempo para aparecer en serio (y tan en serio :lol: ). Asi que, por favor, un poquito mas de paciencia, please.
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rido
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por rido »

Long_Jhon_Silver escribió:Me pregunto, ¿Qué será de Rido?
Esto... Rido está aquí. Ya dije que no publicaba nada últimamente porque a lo del ordenador que me hizo perder todo mi trabajo (bueno, he conseguido recuperar un 85%) se suma el hecho de que yo había sido el último en publicar xD A eso hay que añadirle que me ha tocado una semana complicada (ni siquiera me he pasado por el foro de la banda a ver cómo va la prueba semanal, con eso digo todo :gota: ): ayer fui a dar na conferencia a una parroquia, tenía que presentar hoy un trabajo... bastante chollo.

A lo que iba, que sigo vivo y el otro día me leí tu capítulo, no lo comenté por eso, la falta de tiempo. A ver si me leo después el de Eratia y comento los dos juntos ^^
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H23
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por H23 »

ZZZZZ.... ZZZZZ....

*H23 se encuentra sobado con la cara encima del teclado.*

Plaf!!!

*Capon de Kyo al bueno de H23. Este se despierta medio dolorido. Puede ver las marcas de las letras K, J y M en su cara.

Que pasa???

Como que que pasa??? Que no publicas, eso es lo que pasa!!!

Dejame tranquilo, como si no tuvieras nada mejor que hacer.

*Kyo sigue esperando, con una de sus pistolas apuntando a la cabeza de H23*

Vale, vale. Joder como te pones...

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Días en Syrup

Todo el mundo paraba a Kaya en el mercado. Ancianos, mujeres que habían sido madres recientemente, algún que otro niño… No había distinción. Tampoco me sorprendía, sabiendo que era una de las mejores médicos del mundo. Aunque ahora estuviese de baja por maternidad. En la actualidad se limitaba a pasear, normalmente acompañada de Merry o Yassop, por el pueblo. Cuando ella estaba delante, su hijo era más dócil que un carnero recién parido. Pero en el fondo Yassop tenía el espíritu aventurero de su padre, recientemente alimentado por nuestra llegada. Tener cerca de uno de los singulares compañeros de tu padre da para mucho. Y Brook era de los más singulares, junto con Tony Tony Chopper.

Los días pasaban tranquilos, a la espera de sus dos compañeros y su cuadrilla. Ussop y Brook se tiraron horas y horas cantando canciones, gastando sus cuerdas vocales y tirando de repertorio. Yo me unía a ellos a veces, normalmente por la noche. Hubo una vez que Brook quiso cantarle una nana a Yassop, pero tanto Ussop como yo le hicimos entender que, aparte de ser ya un poco mayorcito para nanas; “La nana del hombre lobo” podía no ser la mas adecuada.

La misma tarde que llegamos nos hizo saber que el Thousand Sunny, el barco oficial de los Mugiwara, estaría a punto para zarpar en cuanto Robin y Franky llegasen. En el fondo temía ese momento. No dudaba que Ussop me ofrecería estar en el barco, pero tenía la sensación de que lo más sensato era dejar que volvieran a sus aventuras, que era el momento en que mi amigo el huesudo y yo separáramos nuestros caminos. Y eso era algo que me asustaba.

También hubo un momento serio, a la par que tenso, cuando le explique a Ussop mis descubrimientos en Bannaro. Quizás a nivel individual no estuviera preocupado, al fin y al cabo una bala de Karioseki y una normal mataban de igual forma, pero tenia cierto miedo por sus nakamas con poderes. La preocupación parecía evidente, Brook también estaba algo inquieto, el podía ser uno de los mas perjudicados.

Varios días después, durante una mañana de canciones, Merry entro apresurado, como si hubiese tuviera a alguien disparándole a distancia.

- Dos personas preguntan por el capitán Ussop.- Dijo en tono nervioso.

- ¿Les has preguntado los nombres?- Pregunto el tirador de los Mugiwara.

- No.- Contesto el mayordomo.- Además, traían a un hombre en una camilla, seguramente para que la señorita Kaya le atienda.

- ¿Pero no te han dado ningún nombre?- Volvió a preguntar el tirador.

- Me han dicho que les describiera a uno de ellos.- Relato Merry.- Grande, muy musculoso, pelo azul, camisa hawaiana y… fardahuevos.-

-¿Fardahuevos?- Pregunto sorprendido Ussop.- ¡Franky!-

- Yohohoho.- Rió Brook.- Veo que no pierde las antiguas costumbres.-

El momento que más temía había llegado. Efectivamente, Franky “No llevo pantalones porque soy axial de súper” y Nico Robin hicieron acto de presencia, acompañados de mucha gente. Sabía que en Red Village la habían liado bastante, pero que la banda de los Outlaws, con su capitán John Silver a la cabeza estuviera también con ellos… Aquella era una reunión de gran magnitud, no cabía dudas.

Me quede un poco separado del grupo, en aquel momento no quería existir; o por lo menos no estar en esa misma sala. Kaya y la doctora Estella, una marine “secuestrada” por el grupo de Eratia, se llevaron al exmarine Rentarou Setsuma a otra sala. Por lo poco que vi entre los kilos de tela que llevaba encima, debía estar realmente grave.

Fue entonces cuando Ussop se desmarco y nos dio un notición: Monkey D. Luffy seguía vivo, o al menos eso decían las fuentes que Roronoa Zoro tenia en la marina. Sentí como si una luz se acabase de encender en el horizonte. De soslayo mire a Brook, buscando su reacción. Creo que si seguía con la boca abierta dentro de poco le iba a tener que aplicar unos tornillos. Aun axial había algo que no encajaba y que quise hacer patente. Si Ussop iba a reunir a los demás para darles la noticia, y dando por sentado que Zoro ya la sabia, ¿Dónde estaban el resto? Hice patente mis ideas en voz alta. Craso error. Franky me cogió de las solapas, incluso creo que me levanto un par de centímetros del suelo, y me estampo contra una pared.
- No se te ocurra cuestionar a uno sólo de mis nakamas, enano…- Me amenazo el carpintero.

Estaba realmente enfadado, como si hubiera dicho algo que era del pasado, algo que no quería recordar. Con la ayuda de Robin el Cyborg me soltó, no sin antes decirle que no lo volvería a hacer.

Pero cada buena noticia trae consigo una mala. Y la mala resulto ser fatídica para Ussop y Brook: Tony Tony Chopper había muerto. Si ya de por si estaba un poco raro tras el arreón de Franky, ahora el alma se me había ido a los pies. Los Outlaws, la banda de Eratia y yo salimos de aquella sala, dejando a los Mugiwara solos, necesitaban llorar la perdida de un amigo. Solo por un momento volví a sentir recuerdos del pasado. Un pasado que algún día debería afrontar. Pero no era el momento, no estaba preparado.

A todo esto me faltaba un personajillo dentro de esa casa. ¿Dónde narices estaba Yassop? había desparecido nada más llegar los nuevos huéspedes y ni rastro. Sopese la posibilidad de que estuviera con su madre, pero dada la presunta gravedad de Setsuma era mas posible que Kaya lo hubiera sacado a berrinches de la habitación. Fui a ver a Merry por si acaso estuviera con el, pero tampoco. Ahora solo me quedaba un lugar: El Thousand Sunny.

Me dirigí hacia allí contrariado. Por un lado no entendía que podría hacer Yassop en el Sunny, no solía ir allí a no ser que fuera acompañado de su padre o su madre. Por otro, seguía dándole vueltas a las noticias que se habían dado: La muerte de Chopper había sido un golpe duro, muy duro. No obstante, el renacimiento de Monkey D. Luffy fue una gran bocanada de aire fresco, se diría que todos sus compañeros volvían a tener una sensación antaño olvidada. Ya era definitivo, volvería a mis aventuras en solitario, mi sitio no estaba ni en los Outlaws, ni con los Mugiwara.

El Sunny se hallaba en una cueva a unos tres kilómetros de la casa, en dirección este. Ussop la encontró nada mas volver a Syrup y allí lo mantenía y llevaba un pequeño trabajo de mantenimiento. Era de esperar que Franky le diera el visto bueno a la estructura antes de partir a nuevas aventuras. Atravesé un portón de madera y descendí por un par de rocas, pese a que desde arriba ya podías ver claramente al barco. No era el barco lo que buscaba, buscaba a un canijo de cinco años. Por suerte lo encontré rápido: Estaba disparando piedras al mástil principal desde la cubierta, como si quisiera agujerear la vela mayor.

- A tu padre no le va a hacer gracia lo que estas haciendo.-Advertí mientras subía la pasarela. Yassop no me hizo caso, para variar.

- ¡Me da igual!- Me grito mientras seguí tirando piedras. Su voz estaba quebrada, entre enfadada y melancólica.- ¡Voy a hacerlo le guste o no!-

- Aunque agujerearas la vela mayor seguramente conseguirían una de repuesto.- Yassop seguía sin escucharme.- En cambio les costaría mas si partieras es mástil.-

- ¿Qué te crees? ¿Qué no lo he intentado?- Me rebatió.

A un lado del mástil había lo que parecía una sierra mellada y vieja, además el mástil tenía un leve corte en la base. Suspire resignado, negando con la cabeza. Lo que le pasaba por la cabeza a ese renacuajo.

- Haciendo esto solo retrasaras lo inevitable.- Dije, cogiendo una silla y sentándome, quedando de espaldas a Yassop.- Quieras o no, tu padre y su banda…-

- ¡No!- Me chillo, girándose para retarme.- ¡No pienso dejarle! ¡Ni que se le pase por la cabeza que hará lo mismo que el abuelo! ¡Le odiare si lo hace! ¡Con todas mis fuerzas, le odiare!-

Aguante la mirada llena de furia de Yassop, repasando mentalmente la situación, buscando las palabras menos hirientes.

- No creo que tu padre hiciera lo mismo que tu abuelo.- Comente, sin apartar la mirada.- Además, tal y como esta tu madre seguramente espere a ver nacer a su segundo hijo.-

- Va a ser niña.- rebatió el pequeño. Sonreí ante aquel arranque de seguridad.- Mama me lo ha dicho.-

- Igualmente, ¿Qué te hace pensar que tu padre os va a dejar aquí a ti, a tu “hermanita” y a tu madre?- Le pregunte.- ¿Crees que quiere lo mismo que le paso a el?-

- ¡Pero se va a marchar!- Replico.

- Si.- Conteste.- Mira, hay cosas que debes entender. No puedes retener a un pirata atado a una silla cuando la voz de la aventura le llama.-

Aquellas palabras hicieron que me prestara atención. Es mencionar a los piratas y Yassop se torna más atento.

- Tu padre es un pirata, lo lleva en la sangre.- Me explique.- Todas las historias que cuenta en sus libros son reales, el y sus nakamas vivieron esas aventuras. Ahora, tras diez años de letargo, las aventuras lo llaman nuevamente. Pueden salir airosos o morir en el intento, esa es la disyuntiva de un pirata.-

- Yo no quiero que mi papa muera.- Me rebatió.

- Y tu madre tampoco.- Puntualice.- Pero debes entender que la ultima palabra no la tienes tu o ella. Es decisión de tu padre. Y si de verdad quiere irse se ira, no habrá nada ni nadie que se lo impida.-

- Haz una cosa: Habla con el y dile lo que piensas. No creo que sea tan malo. Si le hace cambiar de idea, chachi. Si no, acata la decisión y trata de ser el mejor hijo del mundo; se el mejor hermano que tu hermana pueda tener. Porque ten por seguro que el día que vuelva, cuando te vuelva a ver convertido en un jovenzuelo o un gran hombre, se sentirá orgulloso del hijo que educo.-

Yassop cambio el semblante tras estas palabras. Ya no había miedo en su mirada. Miedo a pasar el calvario que pasó su padre, miedo a no volverle a ver, miedo a que su madre no fuera lo suficientemente fuerte. Ahora estaba decidido, seguro de si mismo, dispuesto a hacer bien las cosas.

Me levante de la silla, mientras recogía la sierra y el montículo de piedras que Yassop lanzaba a la vela.

- Vámonos.- Le dije.- He cometido la equivocación de preguntarle a Merry y es posible que ahora este histérico perdido.-

Ambos abandonamos el Sunny, camino de vuelta a la casa.

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Los días fueron pasando. Por fortuna, Rentarou Setsuma sobrevivió y evoluciono favorablemente de sus heridas e infecciones. Le presente mis respetos mientras aun estaba un poco convaleciente, llevándome de paso un capón por parte de Kaya y Estella por dejar pasar a Brook sin pieles postizas.

Solo esa vez me deje ver por la casa. Trataba en todo momento de estar ocupado, salir a pasear… En resumen, no quería estar allí. Empecé a buscar barcos que buscaran personal, pensando en el futuro. No tenía mucho tiempo antes de verme en la calle sin nada más que cuatro berries y un petate lleno de recuerdos. Evitaba en todo lo posible a todo el mundo, desde Brook a los Outlaws, era mi forma de romper vínculos. Dentro de poco me despediría de todo aquello. Por lo menos era una buena anécdota: Conviví durante casi dos años con un Mugiwara.

- Tamanegi, ponme otro.- Le pedí al tabernero. Estaba en la taberna matando el tiempo a base de whiskys, esperando que fuera lo suficientemente tarde para escabullirme dentro de la casa sin ser visto.

- No creo que el whisky te ayude.- Dijo una voz femenina detrás de mí. Me gire extrañado para ver la figura de la doctora Estella. Parecía algo cansada, pero se la veía bien, como si el paseo le hubiese sentado bien.

- Se siente, doctora.- Replique, dándole la espalda.- No soy su paciente.-

Estella se sentó al lado mío, a mi derecha. Evitaba mirarla o hacer algún movimiento extraño mientras el tabernero me servia el whisky. Cogí el vaso, pero Estella puso su mano encima de el.

- ¿Cuántos llevas?- Me pregunto, sacando su vena medica. La mire con cierta resignación, nunca me habían ido los médicos, solo las enfermeras. Y no precisamente para que me pusieran inyecciones.

- No creo que le importe.- Le dije algo molesto. Ella se mostró impasible, girándose a Tamanegi buscando la respuesta que no le había dado. El tabernero mostró cuatro dedos de su mano izquierda. Reí abatido.- Traidor.-
- Me pregunto por que un juglar tiene que ahogar sus penas en alcohol.- Me dijo Estella, con cierto deje de seriedad en su voz.- Pensaba que los juglares son gente alegre y dicharachera.-

- Mitos y leyendas, señorita.- Le conteste, mientras me tomaba el whisky de un trago.- Hasta los seres mas alegres tienen un lado oscuro que no muestran.-

- ¿Y cual es tu lado oscuro?- Me pregunto la doctora.

- Si no fuese oscuro, con gusto se lo contaría.- Conteste, poniendo unos veinte berries en la barra.- Si me disculpa, tengo que marcharme.-

Me levante y me marche del bar, seguido por la rubia doctora. Sabia que me seguía, la oí levantarse del taburete nada mas encaminarme a la puerta. Comencé a pasear sin rumbo fijo, acabando en una pequeña arboleda a pocos metros de la casa de Ussop.

Me senté en la base de un árbol, dejando que la brisa nocturna me golpeara en la cara, cerrando los ojos. La doctora se sentó también, manteniendo las distancias conmigo.

- ¿Qué es lo que te atormenta, Kyo?- Pregunto Estella, directa al grano.

Abrí los ojos nuevamente, mirando al cielo estrellado. Respire con calma, dejando que mis pulmones se llenaran de oxigeno.

- ¿Ha tenido la sensación alguna vez de estar totalmente solo?- Le pregunte sin mirarla. Ella dudo un momento, negando después con la cabeza.- Pues es una sensación que no le deseo ni al peor de mis enemigos.-

- Desde que salí de Maioris la única vez que he sentido el compañerismo y la amistad ha sido con el saco de huesos que ahora debe estar durmiendo.- Explique, refiriéndome a Brook.- En un punto de mi mente sabia que eso seria pasajero, que no duraría. Creí estar preparado, pero veo que no.-

- No tienes porque sentirte solo.- Replico Estella.- Y menos en esa casa.-

- No pertenezco a ninguno de los mundos que vive allí dentro.- Sentencie.- Los Mugiwara se marcharan a buscar a su capitán, mientras que vosotros os marchareis no se bien donde. No tengo sitio.-

- Eso no lo sabes.- Me replico la doctora, acercándose un poco.- ¿Por qué no hablas con Silver o Eratia? A lo mejor si que necesitan a alguien como tu en la tripulación.-

- ¿Qué le hace pensar que quiero convertirme en un pirata?- Le pregunte con una sonrisa. La idea no me desagradaba, pero no estaba en mis planes inmediatos.

- He hablado con Brook y nunca le has hecho ascos a la piratería.- Justifico Estella.- Además, me ha contado como te desenvuelves en situaciones “criticas”. Yo creo que tendrías cabida en una de las dos tripulaciones.-

Me gire ligeramente para ver su cara. Tenia una media sonrisa, como si aquella conversación fuera por unos derroteros conocidos por ella. Negué con la cabeza, mientras mantenía una sonrisa resignada.

- Primero, considero la piratería como cualquier otro noble trabajo.- Justifique. Estella frunció el ceño, mitad sorprendida, mitad confusa.- Que este penado con la pena capital en algunos sitios es un mal menor en mi opinión. En cuanto a lo que le puede haber contado Brook sobre mí… Digamos que todo juglar se basa en historias que ha vivido o que le han contado. Y Brook es de los primeros.-

- ¿Al menos te lo pensaras?- Me pregunto mientras se levantaba y comenzaba a marcharse camino a la casa.

- Puede.- Le conteste.- ¿Cuánto tiempo tengo?-

- Si Rentarou evoluciona bien y Kaya no se pone de parto; diría que dos días.- Contesto la doctora.

- De acuerdo.- Dije.- Y gracias por todo, doctora.-

- Siempre es un placer ayudar a los demás.- Me contesto Estella.- Pero hazme un favor, tutéame.-

Alce una ceja algo sorprendido. Durante toda la conversación la había tratado de usted, era lo mínimo que podía hacer. Que eso la incomodase un poco era cuanto menos… Sorprendente.

- Si me uno a su tripulación dejare de hacerlo, no se preocupe.- Le conteste.
Criticas buenas y tomatazos a partir de aqui.

*H23 va a por un cafe*
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kurokotetsu
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por kurokotetsu »

Bueno ya me había leído el capi de Silver, pero no había podido comentar. Así pues ya leídos los capítulo de de Bone y Eratia a comentar. Yo deseché mi primer borrador del siguiente capítulo y empecé de nuevo, así que aún tardará un poco. mientras tanto.

@Silver: Capítulo cortito pero bueno. me extrañó que tu te encargaras de Fletcher, pero queda bien. Me intriga que sea el nuevo con quien habla el barco. y sigues picando con revelar lo que pasó durante la tormenta. Además ese personaje final. Vaya parece que hay otro enemigo peligroso en ciernes.

@Eratia: Pues yo esperaba ver que tenía que decir el maestro navegante de la situación en Syrup, pero de todos modos me gustó el capítulo. Un pasado trágico para Luna, y me parece muy bien que te dediques a explorar a tus otros perosnajes. Buen flashback.

@Cabezahueso: Bueno, ya le llegó la propuesta de unión. Muy conmovedor el mieod de Kyo al abandono y estella como un gran apoyo para el "pequeño" muchacho. Se está haciendo del rogar pero sabemos que aceptará. Ahora esperemos que no tardes mucho para decirnos sus motivos finales y su entrada fromal en la banda.
Última edición por kurokotetsu el Vie Mar 27, 2009 7:11 am, editado 1 vez en total.
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koraxan
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por koraxan »

Bueno pa no faltar a mi costumbre os dejo una historia nueva a la velocidad del rayo. :angel:
@ Rido: lo sé y tienes toda la razón :oops: pero no me puedo dejar caer por aqui más a menudo, básicamente porque no tengo tiempo, si me alargáis los días un par de horas... :wave:
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7.-

De ese modo iniciamos nuestra larga travesía en busca de un supuesto curandero que sanase mis maltrechos ojos. Gracias a la reciente incorporación de Sei ya no tuvimos que preocuparnos por el abastecimiento de alimentos y la escasez de dinero en nuestra bodega. Afortunadamente el día que salimos de su pueblo no me mintió, era una muy buena ladrona y sería una dura competencia para mí en la lucha por el liderazgo en el mundo de los ladrones y, pese a todo lo que le dije aquella noche, interiormente sentía cierto orgullo por mi nueva pupila que me demostraba diariamente una estupenda disposición y mucho instinto.

Los días transcurrían con tranquilidad en el barco, dado que me habían relegado temporalmente de mi puesto de ladrona oficial y para no resultar una carga traté de adaptarme a otros puestos que nunca había intentado ocupar. Pero era algo más fácil de decir que de hacer, ya que mis habilidades eran demasiado específicas.

- Ya lo tengo.- Grité, era mi millonésimo intento de encontrar algo que hacer.
- ¿Qué?- Preguntó Akane con voz de hastío, estaba sentada en el suelo harta de intentos frustrados.
- Es el puesto perfecto para mí, no sé como no se me ha ocurrido antes.-
- A ver si lo dirás hoy.- Gruñó Hana desde la tumbona en la que estaba echando una siesta bajo el sol.
- Voy a ser... ¡vigía!- Grité riendo.
- ¿Qué hacemos? ¿Nos reímos o le pegamos?- Preguntó Akane con un tono de voz que indicaba que optaba por pegarme.
- Me río.- Dijo Hana.- Para pegarle me tengo que levantar.-
Sin decir nada Sei se acercó por mi espalda me arreó una fuerte colleja.
- Yo opto por pegarle.- Dijo riéndose mientras me frotaba la parte posterior del cuello que se había quedado duramente dolorida.

Finalmente decidieron utilizarme como grumete, es decir, que yo hacía todo lo que a ellas no les apetecía. Por fortuna para ellas me sentía tan inútil que hasta esos menesteres me parecían bien y, después de un breve intento en la cocina quedó más que patente que mi lugar no estaba entre sartenes y cazos. Según lo que me dijeron, habían arrojado mi tan esforzado guiso por la borda para usarlo de cebo y ni siquiera los peces se habían dignado a comérselo.

Por fin, en la madrugada del día treinta y ocho me despertó Hana pegándome una fuerte sacudida.

- Despierta dormilona.- Me susurró en el oído.- Ya hemos llegado a Krügo.-
- Joooo, cinco minutos más, mami.- Rezongué.
- Venga, levanta.- Dijo sacudiéndome con más fuerza.
- No quiero ir al cole.- Sollocé.
- ¿Pero qué, de qué demonios hablas?- Perdió la paciencia Hana. Un instante después noté como me daba una coz en la espalda, tirándome de la cama de cabeza, justo encima de Akane.- ¡Despierta ya!-
Aparecí por el otro lado de la cama con un torrente de lágrimas atravesándome la cara mientras Akane se daba la vuelta y seguía durmiendo con total tranquilidad, como si no le acabara de caer encima una persona.
- ¿Es que no sabes lo que es una broma?- Le grité.- ¿Donde diablos has aprendido a arrear esas coces? So bruta.-
- Sí, sí. Una broma, pero si te dejo seguir durmiendo mejor que mejor, ¿o no?-
- Claro que sí, pero no es preciso que me saques así de la cama.- Seguí gritando.- ¡Animal!-
- Va, levántate. Sei está preparando unas crepes de chocolate para desayunar.-
Ante la mera mención de las crepes, Akane, que no había movido un músculo con todos los gritos que habíamos dado se incorporó con lo ojos cerrados.
- Ummmm, crepes.- Murmuró sin abrir los ojos lo más mínimo. Acto seguido se levantó y empezó a arrastrar los pies hacia la cocina.
- Es increíble la pasión de esta chica por las crepes de chocolate.- Comentó Hana.- Venga, arriba.- Me cogió de la mano y de un tirón me puso de pie.- Cámbiate y date un baño.-
- ¿Porqué tengo que bañarme?- Gruñí.
- Por que no quieres oler a gato muerto.-
- ¿Quién dice que no?- La desafié.
- Pues vale no te bañes.- Se exasperó por fin, acto seguido salió de la habitación cerrando la puerta con fuerza.
- Gané.- Murmuré y me fui al baño para darme un largo baño.

Cuando salí de la tina me dirigí a la cocina esperando oír a mis amigas mientras desayunaban pero cuando llegué me recibió un denso silencio. Extrañada, subí a cubierta.

- ¿Qué pasa?- Pregunté.- ¿Es que yo no desayuno?-
- Pues parece que no.- Me contestó Sei.
Me acerqué a mis amigas que estaban en la barandilla del barco.
- Hay un hombre muy raro ahí abajo.- Me susurró Akane.- ¿Qué hacemos?-
- ¿No ha dicho nada?- Pregunté.
- No y nosotras tampoco le hemos dicho nada.- Contestó.- Pero es que ha venido derecho hacia nosotras y se ha quedado ahí plantado.-
Me acerqué a Hana y le cogí la mano.
- ¿Qué hacemos vicealmirante?- Le pregunté.
- Deberíamos hablar con el.- Me dijo y acto seguido se inclinó sobre la barandilla gritando.- ¡Amigo! ¿Es ésta la isla de Krügo?-
La respuesta tardó en llegar, pero por fin Hana me dio un apretón un poco más fuerte.
- Ha asentido con la cabeza.- Me susurró.
- ¿Vive en esta isla el curandero?- Preguntó Akane.
- Vuelve a asentir.- Me dijo Hana.- ¿Bajamos?- Le preguntó. Un segundo después la escuché tomar aliento y retenerlo.
- ¿Qué?- Le pregunté.
- Ha negado con la cabeza.- Dijo, podía notar la tensión que las invadía a las tres.
- ¿Y?- Le insté.
Después de unos segundos en los que parecía que pedía consejo mudo a Sei y a Akane me contestó.
- Ha negado con la cabeza y, y te ha señalado a ti.-
- ¿A mí?- Me extrañé.- ¿Cómo lo sabe?- Únicamente obtuve el silencio por respuesta.

Aquella situación no me gustaba nada, hubiese dado el brazo derecho por poder salir de allí. Pero notaba a Hana a mi izquierda, sus dedos entrelazados con los míos con fuerza. A Akane detrás de mi apoyando su cabeza en mi hombro derecho y abrazándome por la cintura y a Sei, con su brazo izquierdo apretado contra mi brazo derecho. De repente, al sentirme tan sumamente arropada tomé una decisión.

- Guardadme las crepes.- Forcé una sonrisa.
- ¿Vas a ir?- Me preguntó Sei en un siseo. Sonreí, esta vez con mayor soltura y rodeé sus hombros con mi brazo derecho y la apreté con fuerza.
- Tranquila pronto estaré dándote guerra.- Le dije.- Me voy.- Dije con mayor resolución.- Y no quiero moñeces en la despedida.- Desgraciadamente para mí no hicieron caso a mi petición, me dieron un apretón triple y me dejaron sin aliento.
- Ten cuidado.- Me dijo Akane.
- Toma, si pasa algo avísanos.- Me dijo Hana colgándome una mochila del hombro.- Tiene un mini den den mushi dentro.- Me dio un suave beso en la sien y me soltó la mano.

Bajé del barco e inmediatamente noté una presencia a mi espalda, me giré con rapidez ya que un escalofrío había recorrido toda mi espalda. Me despedí con la mano en dirección al barco, esbocé una pequeña sonrisa para tranquilizar a mis amigas y comencé a caminar detrás del tío raro silencioso. Caminamos durante un buen rato por una senda pedregosa en la que no paraba de trastabillar, pero el hombre raro no me dijo nada en ningún momento, ni siquiera para avisarme de las piedras más gordas.

---

Mientras, en el barco, las tres chicas estaban sentadas en el suelo de la cubierta con un mini den den mushi entre ellas, no esperaban que sonara tan pronto pero nunca se sabía y lo que no podía ocurrir de ninguna de las maneras era que sonara y no hubiese nadie para atender la llamada. Estaban las tres en círculo sin pronunciar palabra, se notaba que a ninguna de ellas les había gustado la marcha de koraxan con aquel mudo tan extraño, pero ninguna quiso sacar el tema ya que aquello lo único que podía provocarles era una mayor desazón, de modo que se hacían mutua compañía en el denso silencio.
Permanecieron alrededor de una hora calladas hasta que por fin Akane habló.

- ¿Puedo hacerte unas preguntas?- Le dijo a Hana.
Ésta la miró con un poco de desconcierto, sin saber muy bien que contestar.
- Si ves que es demasiado personal no me contestes.- Aclaró con una sonrisa.- Pero por lo menos mientras hablamos ahuyentamos los malos presagios.-
- Está bien, pregunta.- Le contestó.
- ¿Desde cuando os conocéis?- Disparó.
- Pues, prácticamente toda la vida.- Contestó.- Nuestros padres eran amigos y, obviamente, acabamos siéndolo nosotras.-
- ¿Conoces a koraxan desde niña?- Preguntó incrédula Sei.- Qué suerte.-
- Ja ja.- Rió Hana.- A ver si voy a tener que preocuparme.-
Inmediatamente el rubor cubrió las mejillas de Sei consciente del exceso de énfasis.
- Nos conocimos hace unos quince años, entonces teníamos nueve.- Empezó Hana.- A los padres de koraxan los destinaron a nuestra isla.-
- ¿Los destinaron?- Preguntó Akane con extrañeza.
- Sí, los padres de koraxan, como los míos, eran de la marina.- Sonrió con añoranza.

---

Por fin, tras hacerme sudar la gota gorda bajo el sol achicharrador se paró en seco, obviamente sin avisarme por lo que me estampé de morros contra su espalda. Esperé unos minutos esperando algún tipo de indicación, un movimiento o algo con lo que me dijese cómo continuar el camino pero el tipo se quedó allí plantado sin pronunciar una sola palabra ni hacerme ninguna indicación que yo pudiese notar. El único sonido que salía de ese tío raro era el de su respiración, bastante agitada por la caminata que nos acabábamos de dar. Recordé que hasta que las chicas no le habían preguntado no se había movido lo más mínimo de modo que lo intenté.

- ¿Seguimos?- Le pregunté.
- ... - No hubo respuesta y no escuché movimiento alguno.
- ¿Tengo que seguir yo sola o va a venir alguien cuerdo a recogerme?- Pregunté un poco irritada.
- ... - Nuevamente el silencio por respuesta. Le puse la mano en la cabeza, cosa que me daba un asco tremendo y pregunté de nuevo.
- ¿Me va a recoger alguien?- Unos segundos después movió levemente la cabeza en sentido afirmativo, con repelús separé mi mano de su pelo y me la froté repetidamente en los pantalones. Sin nada más que hacer me senté en el suelo en espera de mi nuevo guía, las tripas empezaron a rugirme con fuerza y me arrepentí de haber dejado mi plato de crepes en el barco. No debían de ser más de las diez de la mañana pero el sol ya apretaba con fuerza, entre el calor y el hambre que me acuciaba temí que me diese un bajón de tensión antes de que llegara quienquiera que tuviese que llegar. Cuando mi paciencia ya llegaba a su fin escuché una puerta que se abría y me levanté.

- Ya iba siendo hora.- Renegué sin esperar respuesta alguna.
- Pasa.- Me ordenó de forma seca una voz grave y desagradable.
- Tranquilo, no hace falta que te disculpes. No me cuesta nada esperar a alguien durante más de una hora bajo un sol abrasador.- Escupí.

Sin contestarme me precedió por dondequiera que fuésemos, por lo menos habíamos entrado en un recinto cerrado y el sol no podía penetrar en aquel lugar por lo que la temperatura había descendido varios grados de un modo muy agradable. Caminamos a lo largo de un breve pasillo y escuché cómo abría una puerta. Me hizo pasar delante de él mientras me decía.

- A partir de este momento debes continuar sola, te aconsejo que sigas una línea recta desde la puerta.- Acto seguido y sin darme la posibilidad de preguntar cerró la puerta a mi espalda.
- Capullo.- Murmuré para mí.

---

- ¿No os lo ha contado nunca?- Preguntó Hana divertida ante el rostro de sus amigas.
- Jamás lo habría imaginado aunque me lo hubiese dicho. Antes habría pensado que me estaba vacilando.- Murmuró Akane.
- Pues entonces tampoco sabréis que íbamos a alistarnos en la marina juntas.- Dejó caer arqueando la ceja.-
- ¿Qué me dices?- Se asustó Sei.- Menos mal que cambió de idea.-
- Bueno, tampoco se puede decir que fuera un alivio.- Dijo con tono ensoñador.

Por aquel entonces apenas teníamos quince años y nuestros mayores ídolos eran nuestros padres, ambas deseábamos con toda la fuerza de nuestro corazón convertirnos en marines.
Todos los días salíamos a entrenar al salir el sol y no volvíamos hasta bien entrada la noche, pese a tener el aval de nuestros padres no queríamos que pensasen que éramos ningunas enchufadas, por lo que nos esforzábamos muchísimo para prepararnos. Por aquel entonces no éramos pareja aunque nuestros sentimientos ya estaban allí, pero a ambas nos daba demasiado miedo reconocerlo debido a lo mal vistas que están las parejas del mismo sexo. De modo que nos dedicábamos a darnos de palos la una a la otra, ya que era la única forma de tocarnos sin llamar la atención y nos machacábamos diariamente hasta la extenuación.
Nuestros padres no solían estar en casa debido a sus misiones, pero cuando venían se maravillaban de los progresos que habíamos hecho. Nuestra vida transcurría con tranquilidad. Por fin el tan ansiado día se estaba acercando, en apenas dos meses íbamos a alistarnos y endurecimos aún más los entrenamientos. Nuestros padres, que en aquella época estaban destinados en el mismo navío, estaban de permiso pero nosotras apenas los veíamos. Ellos lejos de reprobar nuestro comportamiento nos alentaban a continuar de aquel modo, así que nos sentíamos totalmente apoyadas.
Una noche, después de un entrenamiento especialmente duro, nos tumbamos en la arena de la playa a descansar nuestros agotados cuerpos, recuerdo que nos tumbamos con los pies en direcciones opuestas, los brazos totalmente extendidos y las cabezas juntas para poder hablar y disfrutar así de una intimidad que no solíamos tener. Una vez descansadas emprendimos el camino de vuelta a casa, unos tres kilómetros antes de llegar al pueblo vimos un resplandor rojizo, comenzamos a correr en dirección a las llamas, aquello era un escenario totalmente dantesco.
Por doquier vimos a nuestros vecinos y amigos tirados por el suelo, en las posturas más impensable. Con rapidez nos dirigimos a la fuente del pueblo e intentamos, junto con el resto de supervivientes de la masacre, apagar el incendio. Tras varias horas de trabajo duro conseguimos extinguirlo y quedaron los húmedos y humeantes restos del que había sido nuestro pueblo. Con el corazón en un puño nos dirigimos a nuestras respectivas casas.
Yo encontré a mis padres en mi casa, ambos habían sido cruelmente asesinados pero no había rastro de mis dos hermanas pequeñas, de modo que con los ojos empañados por las lágrimas las busqué con desesperación por toda la casa. Finalmente, las encontré en mi habitación, estaban abrazadas bajo mi cama y en cuanto me vieron salieron corriendo y se aferraron a mi cuello llorando y gritando. Las cogí a ambas en brazos y nos fuimos de la casa por la puerta de atrás para ahorrarles así el mal trago de ver los cadáveres de nuestros padres.
Cuando salía a la calle, vi a Sakura corriendo como una desesperada. Al verme se acercó corriendo, cogió a Shizuru, mi hermana menor que tenía ocho añitos, y me dijo que su casa estaba totalmente carbonizada pero que no había rastro de sus padres, a la única que había encontrado era a Echico sentada en su percha. Le conté lo que había sucedido con los míos y rápidamente tomó la decisión de postergar su búsqueda y ayudarme a mí con mis hermanas. Fuimos corriendo a la plaza del pueblo donde estaban el resto de los supervivientes, me tendió a mi hermana y buscó por todas partes a sus padres sin éxito. Se dirigió a la base de la marina y fue allí donde los encontró, colgados en cruz con el resto de los marines que allí se encontraban. Al día siguiente nos dedicamos a enterrar a todos los fallecidos, que por desgracia se contaban por centenares. Tras las exequias nos dirigimos a mi casa donde habíamos decidido quedarnos, obviamente acogimos a Sakura en nuestro hogar y que el suyo estaba inhabitable y entre todas nos sería más fácil continuar con nuestras vidas.
En cuanto la conmoción hubo pasado hicimos nuestras indagaciones y descubrimos que aquella matanza la había realizado un grupo de marines bajo el mando de un tal Maximilien. Recibimos la noticia como una dura bofetada, yo aún tenía a mis hermanas pero Sakura se había quedado sola en una noche. Intenté que se quedase conmigo y que ingresáramos en la marina tal y como habíamos planeado durante tanto tiempo pero sin éxito. Un día llamó a la puerta de mi habitación y me tendió a Echico, que era lo único que la ligaba a su antigua vida, y me dijo que se marchaba. Me dijo sin una lágrima que iba a convertirse en una dura corsaria y que, algún día, le iba a dar al tal Maximilien su merecido. Traté de convencerla que la mejor forma de vengarnos era hacer caer todo el peso de la justicia sobre su cabeza, pero ella ya no creía en la justicia que imparte la marina, estaba totalmente obcecada con la idea de acabar con Maximilien, y se marchó.

- Bueno.- Suspiró Hana mientras se enjugaba una solitaria lágrima.- Esa es nuestra historia.- Las otras dos se habían quedado en completo silencio, sin saber que decir.

---

Comencé a caminar, de cuando en cuando sentía un airecillo que aliviaba el calor que aún tenía y que me sabía a auténtica gloria. Tras una breve caminata topé de morros con algo metálico, parecía una puerta así que busqué la manija y abrí, como no escuché a nadie crucé el umbral y caminé hasta que volví a topar con algo en mi camino, extendí la mano y toqué el pecho de un hombre.

- Lástima.- Murmuré.
- ¿Cómo?- Me preguntó el dueño del torso, su voz era tranquila pero fuerte.
- Nada, nada.- Contesté en un murmullo mientras hacía aspavientos con la mano derecha.
- Ha conseguido llegar hasta aquí, por lo que el curandero te visitará. Acompáñeme.- Terminó mientras me cogía del brazo, automáticamente me desasí.
- Primero, no se te ocurra volver a llamarme de usted. Y segundo, soy ciega no imbécil, sé andar yo solita.-
- Como quieras.- Concedió con voz divertida.

Me precedió hasta una nueva puerta, abrió y esta vez cruzó conmigo.
- Aquí no reparáis en gastos, ¿eh? Tenéis más puertas que en el laberinto del chinotauro.-
- ¿El laberinto del chinotauro?- Preguntó.
- No sé.- Contesté encogiendo los hombros.
- Pues aún quedan un par de puertas más.- Me dijo.
- Pues ale, atravesémoslas.-
Como dijo, atravesamos dos puertas más. Cuando cruzaba la segunda se escuchó un fuerte grito.
- BIENVENIDA A MI PALACIO.- La voz trataba de ser fuerte pero no pasaba de estridente.
Y ni que decir que me arreó un susto de muerte y me hizo retroceder de un salto.
- LA MADRE QUE TE PARIÓ.- Grité con la mano izquierda agarrada al pecho y la derecha a la jamba de la puerta.- Como me vuelvas a dar un susto así te meto un masclet en los pantalones.-

---

Tras digerir la historia que les había relatado Hana había vuelto el silencio, pero no dudaría mucho.
- ¿Puedo seguir preguntando?- Dijo Sei.
- Nadie te ata, ¿no?- Le respondió.
- Vale, y si entonces no erais pareja, ¿cuando pasasteis de ser amigas a pareja?-
Hana pensó su respuesta durante unos segundos, finalmente contestó.
- Cada una habíamos tomado nuestra dirección y nos dedicábamos a nuestras respectivas y opuestas carreras. Al poco de ascender a capitana con unos diecinueve años, ya que mi carrera ha sido meteórica.- Apostilló con una nota de orgullo en la voz, nunca había soportado la falsa modestia.- Empecé a escuchar historias de una ladrona implacable una vez había decidido su objetivo, de hecho era tan buena que todavía no se conocía su nombre ya que jamás había sido cogida, tan sólo teníamos una breve descripción que, obviamente, para mí era más que suficiente. Unos meses después se unió a los Dark Hunters y por fin tuvimos un nombre, koraxan. Sólo yo cogí la broma, ya que su nombre no es fruto del azar, Sakura deja pocas cosas al azar aunque parezca lo contrario. Ese nombre se debe a mi hermanita Shiz. Cuando Sakura venía a casa a jugar cuando éramos pequeñas, todos la llamábamos Sakura-chan pero mi hermana que entonces tenía unos tres añitos y no sabía pronunciar bien le llamaba algo parecido a Akura-xan.
Sabiendo que estaba bien y que la protegía una de las mejores bandas pirata me tranquilicé y asumí que se encontraba perfectamente, así que por un tiempo dejé de buscar información sobre ella. Hasta que un día de permiso me la encontré por la ciudad de Alabasta y empezamos a hablar. Yo no estaba de servicio por lo que no ejecuté mi poder de arrestarla, además de que no quería hacerlo. Pasamos todo el día juntas recordando, hasta que a última hora de la tarde se me declaró.-
- ¿Cómo?- Preguntó Sei.
- Ehhh, lo siento pero a eso no contesto.- Contestó Hana mirándola de medio lado.- ¿Estás segura de que no tengo que preocuparme?-
Nuevamente el rubor acudió al rostro de Sei mientras Akane y Hana se reían de ella.

---

- Has entrado en el palacio del gran Sanbubu.- Declaró el hombre chillón.
- ¿Qué me estás contando?- Murmuré con cara de fastidio.- ¿Tengo que confiar mi vida a un hombre que se llama Sanbubu?-
- ¿Acaso dudas de mis talentos?-
- De sus talentos no sé, pero de su nombre artístico...-
- Calla incrédula.- Me cortó.- Acércate y te curaré.-
Me acerqué con cautela.
- Siéntate.- Ordenó.- Voy a hacerte una revisión de la vista, a ver si se puede hacer algo.-

Tras una revisión bastante larga en la que sólo se dignó a emitir unos gruñidos que yo no sabía se eran buenos o malos, me dijo.
- Con una operación vas a recuperar casi toda la capacidad visual.-
- ¿Una operación? Yo creí que era un curandero. Ya sabe, imposición de manos y esas cosas.-
- Paparruchas, eso no son más que tonterías.- Desdeñó.- Yo soy el alumno más aventajado del eminente médico Tony Tony Chopper.-
- Y es usted muy modesto.- Añadí.
- ¿Qué te ha traído hasta aquí? La mayoría no suelen atreverse a venir.-
- Y yo me hubiese dado la vuelta en más de una ocasión, pero añoro la libertad de la vida en un barco, aunque todavía vivo en uno pero no es lo mismo. Mi incapacidad afecta a mis amigas y es algo que no puedo permitir.-
- Y cómo no has ido antes a un doctor.-
- ¿Está diciendo que cualquiera podría haberme curado?- Pregunté con malicia.
- POR SUPUESTO QUE NO.- Gritó cayendo en mi provocación.
- Pues ale, usted a lo suyo.-
- Muy bien, ve con Exane a la sala contigua y cuando esté todo listo te avisaré.-

Unas horas después estaba tumbada en una mesa escuchando sonidos muy poco tranquilizadores hasta que el sueño inducido me venció.
Me desperté desorientada, no sabía cuánto tiempo había transcurrido, traté abrir los ojos pero no pude. Alcé la mano hasta mi cara y palpé una venda gruesa.
Escuché una puerta que se abría y entró el jodío Sanbubu.

- Menos mal que te despiertas, casi te quedas en la mesa.- Me dijo con total tranquilidad.
- ¿QUÉ?- Grité horrorizada.- ¿Y ME LO DICE ASÍ, SO TARADO?-
- Tranquila loca.- Me contestó.- No es para tanto.-
- ¿Cómo que no?-
- Calla, necesitas descansar. Después me pagarás mis honorarios y te irás de aquí.-
- Eso espero, no quiero tenerle cerca.-
- Desagradecida, me debes la vista podrías mostrar más gratitud. Eres una insolente.-
- Todavía no sé lo que le debo.- Le dije señalándome la venda.- Hasta que no me quite esto no le voy a dar ni medio berry.-
- Tranquila loca. Dentro de unas horas te lo quitaré, mientras descansa.-
- Espere, ¿qué se supone que le debo?- Tanteé.
- Mil millones de berrys.-
Me atraganté con mi saliva del susto, este tío estaba taradísimo apenas tenía quince mil ya que ha Hana la daban por muerta y sus cuentas habían sido canceladas.
- ¿Acaso te parece mucho?- Me preguntó con suspicacia.
- Claro que no, no es más que calderilla.- Sin querer me había salido demasiado sarcástico, por fortuna el jodío Sanbubu pareció no darse cuenta.- Tan sólo en caso hipotético, ¿qué pasa con aquel pobre desgraciado que no puede pagarle?-
- Obviamente me debe una vida de servicio.- Contestó el chalado.
- Y, si esa persona no está dispuesta a servirle, ¿qué demonios le ocurre?- Pregunté ya muy alarmada.
- Oh, le hago una pequeña lobotomía, como a Al. Es el que te ha recogido en el barco.-
- Anda, ahora lo entiendo, pobrecillo pobre.- Reí como una perturbada.
- Muy bien.- Sonrió el loco.- Descansa, luego vendré a quitarte las vendas y a por mi dinero.-
Me tumbé mientras se iba, escuché cómo cerraba la puerta y dejé pasar unos minutos para cerciorarme que no estaba cerca. Cuando me aseguré de ello empecé una actividad frenética, de un salto me levante de la cama y me saqué las vendas por encima de la cabeza. Abrí poco a poco los ojos, para mi regocijo volvían a funcionar aunque por supuesto todavía no lo hacían de la forma correcta, sería un loco pero era un gran médico. Estaba en una estancia con poca luz y amueblada tan solo con la cama en la que estaba descansando y una silla vacía, empecé a buscar la mochila con el mini den den mushi pero con la vista borrosa y la semipenumbra no era nada fácil. Palpando el suelo por fin logré encontrar la tan ansiada bolsa, el tacto todavía era mi mayor aliado, saqué el mini den den mushi y empecé a hablar.

- Chicas, ¿hay alguien ahí?- Pregunté en susurros.
Del otro lado del hilo me llegó un ruido de forcejeos y golpes hasta que se impuso una de ellas, sonriendo mientras imaginaba la escena escuché a Hana.
- Saku-chan estamos todas aquí.-
- Tengo problemillas.- Susurré.- El loco este pretende que le pague mil millones de berrys y...-
En ese momento una mano cayó sobre el mini den den mushi y lo colgó, seguí la mano y vi el borrón de un hombre joven frente a mi.
"es mejor estar callado y parecer estúpido, que abrir la boca y demostrarlo."

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Eratia
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Eratia »

Koraxán: Very, very pretty. Un capítulo que me ha gustado mucho, si señor. Poco a poco has ido juntando una tripulación bastante peligrosa, aunque parece que al final me da que van a ser todas chicas.XD

Por lo demás, es extraño como Maximilien empieza a aparecer como una especie de malo omnipresente. De momento le ha hecho la puñeta a medio mundo... pero nadie sabe como es realmente. O no se sabe como es, o no se sabe que lo ha hecho el (colgándole el muerto a otro), o no saben como se llama. Pero parece que está hasta en la sopa. Empieza a dar mas yuyu que Lemnar, que ya es decir mucho.

En cuanto a lo del curandero... Menudo elemento te has sacado de la manga. Me parece que no tiene un sentido muy correcto de las percepciones, así que, a ver como sale de esta Koraxán con la cabeza intacta.

Muy bueno, muy bueno. Has mejorado mucho últimamente, así que, aunque te haces rogar, la espera merece la pena. Sigue así.
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Gargadon
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

@Insecticida H24: Lamento no contestar antes pero no tenía ganas de hacerlo... Me gustó bastante tu capítulo, aunque si lo vemos por el otro lado, creo que Estella es la menos idónea para decirle a Kyo qué debe hacer con su vida... Sólo digo...

@koraxan: ¿Por qué no te pasas más a menudo? Siempre nos dejas en suspenso y te tardas tus meses para seguirle... O sea, buen capítulo.
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H23
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por H23 »

@Kuro: Primero, gracias por el comment. Segundo, tengo la ligera sensacion de que personaje que hago, personaje que le tiene miedo a la soledad. Ya me paso con mi shini y ahora con Kyo. Pero la forma de ver esa soledad es cuanto menos diferente.

Ademas, Kyo casi no ha contado nada de su pasado y, en el hipotetico caso de que la banda vaya a Maioris, el tiene trama pa un rato.

@Renta, Garandon, o como quieras llamarte: Si bien es cierto que quizas Estella no sea la persona mas adecuada para decirle lo que hacer o no al bueno de Kyo, no queria introducir directamente la proposicion por parte de Kyo: Primero porque considera que ese no es su lugar (Ni su guerra, al menos inicialmente) y segundo porque Kyo necesitaba tener la pelota en su tejado, por el mismo no hubiera hecho nada ni se hubiera planteado lo que dice Estella.
:) :| :P :astuto: :joint: :oops: :roll: 8) :skull:
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Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

@H24: Ya somos dos, y seguramente lo notarás cuando publique aquí (si es que logro terminar el primer capítulo) otro fic bastante... eh... ¿cómo lo digo...? fuera de lugar para un foro como este... Y con "fuera de lugar" no es algo de temática Bleach, Naruto o similares, sino verdaderamente algo fuera de lugar.

Ahora una prueba más de que sigo vivo. Sé que esto de verdad no es lo mejor que pude haber escrito (no se le puede exprimir mucho a un diálogo, pero había que aprovechar las vacaciones), pero bueno, quisiera hablar con los involucrados en este trozo de historia para que me dijeran cómo se va a terminar (paso por paso) el argumento de Syrup. O al menos no dejarla así como así.
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27. Nuevo traidor y decisiones rotundas.

Hace cinco días...
En el puerto de Red Village atracaba un grupo de dos barcos enormes y hábilmente construidos. Ambos portaban en su bandera y en sus velas la cruz azul inconfundible del Gobierno Mundial. La confusión entre los aldeanos se hacía notar de tal modo que los pescadores dejaban su labor abandonando sus botes y redes para intentar acercarse a los enormes navíos.

De un instante y sin avisar, se bajó la rampa para que los tripulantes pudiesen pisar tierra firme. De los navíos bajaron cuatro hombres trajeados de negro al igual que sus sombreros, algunos menos corpulentos que otros, y a los lados, escoltándolos, más de 20 marines quienes con sus rifles y espadas estaban dispuestos a eliminar a todo aquel que se les acercara en plan sospechoso.

Sin decir nada, el grupo de hombres se dirigió a la Plaza Mayor. Se detuvieron por un instante para observar atentamente una enorme plataforma donde se dicta sentencia a toda clase de criminales que osen poner un pie en esa isla, y luego siguieron su marcha hacia un risco, justo en donde se encontraba la base de la Marina de la zona.

Entraron sin tocar, y rápidamente se dirigieron a la zona de entrenamientos y fusilamientos. Los pocos marines que quedaban en la zona esperando órdenes de los superiores suspendieron su entrenamiento y un tanto confundidos, comenzaron a formarse en filas. Pero lo que sucedió después los comenzó a alarmar:
-¡A ver, todo el mundo en silencio! -gritó el más pequeño de los hombres trajeados de negro. -¡Que dé un paso al frente el sujeto conocido como Julius Fletcher, ahora mismo ex-comandante de la marina!

Nadie respondió, por lo menos no iban a responder hasta que se les preguntara.
-¿¡Están sordos o qué les pasa!? -gritó nuevamente el sujeto. -¡Dije que diera un paso al frente quien se llame Julius Fletcher!

De nuevo nadie obedeció.
-¿¡Quién de aquí es Julius Fletcher!? -gritó de nuevo el hombre de negro. -¡Si están encubriendo a ese sujeto, deben saber que les irá igual o peor que a él!
-El... el comandante Julius Fletcher... desertó de la marina hace varios días. -contestó un sujeto con rasgos felinos.
-Preséntese como debe ser, soldado. -gruñó el sujeto de negro.
-Teniente Gran Citan, señor. -contestó de manera recia. -Yo estaba bajo el mando del comandante Fletcher en la operación de captura y ejecución del pirata conocido como Rentarou Satsuma.
-¿Podría decirnos a dónde se dirigió el ex-comandante, teniente?
-Se unió a la tripulación pirata del capitán Long Jhon Silver, señor. Hasta donde sabemos, decidió largarse en su barco pirata después de haber sido vencidos por ellos.
-¿Y conoce de alguien que pueda sernos de ayuda en la localización de esos piratas?
-El... el alcalde de esta ciudad, señor. -contestó el soldado felino. -Resultó ser hermano menor de ese pirata.
-Andando todos, señores. -gruñó esta vez el más grande de los 4 de negro,

Los hombres trajeados se llevaron a los marines de la zona escoltados por sus guardaespaldas justo hacia la Plaza Mayor. Al llegar al lugar, el líder del grupo ordenó a sus guardaespaldas que custodiaran a los marines de la zona mientras ellos se encargaban de los asuntos “importantes”.

Los 4 hombres se dirigieron a la alcaldía, y sin siquiera saludar a la secretaria irrumpieron en la oficina del alcalde, quien algo confundido se atrevió a preguntar:
-¿Qué se le ofrece, señores?
-Venimos a interrogarle sobre su complicidad con el prófugo de la justicia conocido como Rentarou Satsuma.
-¿Y en qué puedo ser de ayuda? -contestó el alcalde un poco temeroso pero para nada asustado.
-Quiero que nos diga toda información que pueda sernos útil para localizar el paradero de ese pirata y de sus camaradas.
-Puede preguntarme todo lo que desee, señor. Tomen asiento, por favor.
-Yo tomaré asiento. -dijo el líder del grupo mientras acercaba una silla hacia el escritorio del alcalde. -El resto de mis acompañantes registrará toda la oficina para encontrar cualquier rastro que nos permita localizar a esos bribones.

Diciendo esto, los otros tres hombres comenzaron a registrar toda la oficina en busca de evidencias que pudieran indicar el paradero de los piratas.
-Y dígame, señor alcalde, ¿qué relación tiene usted con el prófugo del que estamos hablando?
-Soy su hermano menor, señor. -contestó el alcalde un poco desconfiado de las preguntas que le hacía el sujeto de traje negro.
-¿Hermanos de sangre? -preguntó el hombre.
-No, un hombre de la aldea nos adoptó a él y a mí, por ese motivo crecimos como si fuéramos hermanos.
-Interesante historia, señor. -contestó el hombre de negro. -Pero no estoy aquí precisamente para preguntarle sobre la historia de su vida. Quiero que me diga todo lo que ha hablado con él. Si no lo hace, le recordaré que tenemos el poder suficiente para arrestarlo y llevarlo a prisión por encubrir a un criminal.
-No se preocupe. Le responderé todo lo que quiera.
-¿Su hermano le dijo sobre su destino antes de partir de la isla?
-No, no me dijo nada.
-Uno de los marines que estaba a cargo de su captura y ejecución ha desertado de la marina. ¿Puede decirme si habló algo con él?
-Solamente sé que era subordinado de mi hermano, y sólo le pedí que liberara a mi hermano, pero nunca lo hizo.
-Perfecto, perfecto. -contestó el hombre. -Verá, durante mi corta estancia en la isla noté que hay algunas casas en ruinas. ¿Eso no lo hicieron los piratas?
-No, eso lo hizo un monstruo marino que mi hermano llamaba “rey del mar”.
-No le creo, señor. En esta zona del mundo no viven los reyes del mar. -contestó enfadado el sujeto. -Le dije hace unos instantes que si está encubriendo a su hermano, podemos arrestarlo a usted. Además dejará mal a su aldea.
-Puedo decirle que todo lo que le he dicho es la verdad, señor. Sólo he visto a mi hermano esporádicamente y no tengo idea de lo que esté tramando.
-No encontramos nada, señor. -contestó uno de los hombres que registraba el lugar.
-Bien, dejemos esto por hoy. -contestó el líder del grupo. -Señor alcalde, -siguió diciéndole al alcalde. -volveremos pronto. Hasta ahora no hemos encontrado pruebas que lo incriminen, pero si en algún instante le llegamos a descubrir, créame que caerá sobre usted todo el peso de la ley.
-No se preocupe, señor investigador. -contestó el alcalde a punto de titubear.

El grupo de hombres de traje negro se retiró del recinto, mientras el alcalde se apoyaba sobre sus codos en el escritorio, y tapándose la cabeza, empezó a pensar con mucha dificultad. Quizás debía contarle a su hermano lo que pasaba y alertarle de que no se acercara a la isla por lo menos por algún tiempo...

Mientras el grupo de hombres de traje negro se dirigió a su escolta, mientras el líder del grupo contestó rotundamente:
-Ustedes deberían estar deteniendo a esa perra llamada Bianca, en vez de quedarse como idiotas dejando que piratas de poca monta se les escapen. Es más, ahora mismo me derriban esta base de la marina y se me van directo a Serafia. El primer ataque que reciben y no ha servido de nada, por su incompetencia y estupidez, ¡esta base de la marina queda clausurada!

Los marines de la zona comenzaron a protestar por aquella decisión que consideraban, se había tomado demasiado a la ligera. Aunque a ellos no les afectaba mucho (recordemos que los verdaderos ocupantes de la base se encontraban en Serafia), el hecho de dejar sin base a una isla les dejaba más indefensos y más propensos al ataque de piratas.
-¿Y qué haremos con ese desertor? -preguntó uno de los “guardaespaldas”.
-Como todo traidor del Gobierno Mundial, -contestó el líder del grupo de hombres trajeados. -se le condenará a pena de muerte, además de tener una recompensa propia y una búsqueda exhaustiva. El precio a colocar se decidirá más adelante.

--------------------------------------------------------------------------------------

Fletcher se había dirigido a la mansión de la señorita Kaya desde primeras horas de la mañana, más temprano de lo acostumbrado, quizás incluso sin que el resto de sus camaradas se diese cuenta, para visitar a su antiguo capitán. Al llegar hacia allá lo recibió el mayordomo Merry quien amablemente lo llevo hacia la habitación donde atendían a su antiguo capitán.

Al entrar a la habitación, notó una montaña de platos de comida. No había duda, su amigo ya estaba recuperado por completo. Y lo había notado desde ayer, pero por órdenes de la señorita Kaya, decidieron quedarse un día más por si había alguna infección escondida por ahí que no se desarrollara aún. Rentarou aún se encontraba recostado en su cama, leyendo un periódico a la vez que bebía un gran vaso de jugo de naranja. Al verlo, Fletcher se acercó hacia él, tomó una silla y se sentó en ella.
-¿Cómo se encuentra, capitán?

------------------------------------------------------

En el comedor del Caledonia, mientras Roca servía la comida a los presentes, de pronto Silver comenzó a carraspear antes de darle un sorbo a su bebida.
-¿Qué pasa, Silver? -preguntó Roca mientras le servía un plato de sopa.
-Creo que me voy a resfriar, eso es todo. ¿Dónde está nuestro nuevo camarada?
-Seguramente fue a visitar a Rentarou. -contestaron todos los tripulantes del barco al mismo tiempo.

------------------------------------------------------

-Ah, terriblemente mal, Fletcher. -le contestó Rentarou con un tono totalmente aburrido y dejaba el vaso vacío sobre una mesita.
-¿Cómo que mal? -preguntó asombrado Fletcher. -¡Ya se ha comido 6 platos de... de...!
-De sopa de pollo. Y fueron 10 platos.
-¡Diez platos de sopa de pollo! ¡Y ya recuperó su tono de piel! ¿¡Cómo puede decir que se siente mal!?
-Me tienen prohibido fumar. -le contestó Rentarou sonriente. -Ya sabes, por lo de la señorita Kaya y eso... Además ya estoy aburrido de quedarme acostado sin hacer nada. No puedo esperarme a salir de nuevo al mar y regresar a mis labores. Y eso no es todo, he tomado más de diez píldoras y cinco cucharadas de jarabes y apenas está amaneciendo.
-Sí, lo entiendo... -dijo Fletcher mientras echaba un vistazo a la primera plana del periódico. -Pero al menos se encuentra bien de salud...
-¿Qué tienes? -preguntó Rentarou al ver a su viejo subordinado con la mirada perdida en la primera plana del periódico.
-Estaba... estaba viendo mi fotografía en el periódico. -contestó apresuradamente.
-Ah, ¿eso? -le respondió Rentarou a punto de reírse. -¡Eso te iba a contar en cuanto llegaras! ¡Ya los altos mandos del Gobierno Mundial se dieron cuenta de que renunciaste y decidiste viajar con nosotros! ¡Pronto vendrá tu recompensa y podrás presumir de ser un prófugo de la justicia! Aunque nos acusan de hacer destrozos en la isla...
-Sí, eso... eso estaría bien. -dijo Fletcher un tanto pensativo y en voz baja.
-Oh, vamos. -le dijo Rentarou animosamente. -En cuanto volvamos al mar, vamos a beber hasta perder la conciencia, y ya verás cómo se te olvida.
-¡Siempre resuelve las cosas bebiendo! -le recriminó su antiguo teniente.
-¡Eso y con otras cosas, muchachito! ¿O no recuerdas qué salíamos a buscar en las calles después de una preciosa borrachera? -preguntó Rentarou carcajeándose y con una sonrisa que hacía indicar que no pensaba en nada bueno.

Fletcher no respondió nada, a final de cuentas él era el compañero de parranda de su antiguo capitán cada vez que terminaban una misión con total éxito. “A beber todo lo que podamos, para el caso no estamos en servicio”, le mencionaba a sus soldados siempre que llegaban a una taberna después de haber peleado arduamente en cada misión.

Un sonido bastante gracioso empezó a repetirse en el cuarto. Rentarou tomó la chaqueta que colgaba en una esquina de la cama, y de sus bolsillos sacó un Den Den Mushi un tanto pequeño. Una llamada así era un tanto desconcertante, puesto que sus amigos ya sabían dónde se encontraba. Para el caso no podían ser ellos.
-¿Quién habla? -preguntó Rentarou desconfiado.
-¿Eres tú, hermano? -preguntó alguien a través del caracol.
-¿Seiji? -preguntó Rentarou cambiando su voz de desconfianza a una de alivio.
-¿Señor alcalde? -preguntó Fletcher en voz baja.
-¡Qué bueno que pude hablar contigo, hermano! ¿Cómo estás? No estás herido, ¿verdad?
-Tranquilo Seiji. Tranquilo. -le respondió Rentarou para tratar de tranquilizarlo. -Solo tuvimos un pequeño incidente pero todo está bien.
-Qué bueno que estés bien. Por un instante pensé que te habían capturado. Han pasado muchas cosas estos días en la isla...
-¿Como cuáles?
-Verás... -empezó a relatar el alcalde un poco temeroso. -Vinieron unos hombres vestidos completos de traje y sombrero negro a preguntarme si te conocía y eso.
-¿Podrían ser algo de los Cipher Pol? -preguntó Fletcher.
-Seguramente. -le respondió Rentarou. -Pero no creo que se tomen la molestia de recabar información sobre un simple pirata...
-No sé lo que sean. -dijo el alcalde. -Pero vinieron a revisar la oficina y preguntarme muchas cosas.
-¿Qué clase de cosas? -preguntó Rentarou intentando tragar saliva.
-Cosas como qué parentesco teníamos, si te hablaba a menudo o si tenía que ver con el comandante Fletcher.
-Entonces sí nos buscaban. -contestó Rentarou algo preocupado. -¿¡En dónde estás!? No estarás en tu oficina, ¿cierto?
-Para nada. Ahora estoy en la vieja casa. -contestó Seiji. -Por un instante pensé que fueran a ser espías. Por eso después de que se fueron comencé a registrar mi despacho y encontré siete Den Den Mushi que no eran míos. Supuse que los pusieron para monitorearme, por eso decidí dejarlos ahí. Me amenazaron con mandarme a prisión si te encubría o algo, y por eso tengo un poco de miedo.
-Entonces no vuelvas a hablarme por un largo tiempo. -contestó rotundamente Rentarou.
-¿Cómo? ¿Pero por qué? -preguntó el alcalde bastante enojado.
-Porque si te descubren hablando conmigo, probablemente te lleven preso. No quiero que te suceda algo. Si tienes miedo no vuelvas a hablarme hasta que te sientas más tranquilo y estés seguro de que no pasará nada. Te tienen monitoreado, y ante cualquier movimiento sospechoso te podrían hacer algo. Estate tranquilo que yo estaré bien. Primero preocúpate por ti y luego hazlo por mí, ¿de acuerdo?
-De acuerdo, hermano. -dijo el alcalde más tranquilo. -Por cierto, debo decirte una cosa más.
-Dime, dime.
-El cuartel de la marina ha sido derribado por completo. Al parecer ya no tendremos militares por aquí nunca más.
-Eso... es algo que lamento mucho, Seiji. -contestó Rentarou.
-Pensé que te alegraría.
-No tanto como lo crees. -contestó Rentarou. -Sabes bien que quiero que la aldea se encuentre en buenas manos y no les pase nada. Con esto sólo lograrán que les ataquen más a menudo. Y sabes bien que la defensa de la aldea no es algo que podamos mantener bien sin ayuda.
-Eso mismo lo pensé. Un grupo de constructores de la localidad me pidieron que les apoyara en la construcción de una enorme muralla, por supuesto que acepté. Mientras podamos mantener a salvo la isla, será suficiente.
-Espero que con eso puedan resolver sus problemas. Espero que lo logren. Aunque por otro lado eso indica que podré regresar cuando pueda... -dijo Rentarou a punto de reírse.
-¿Está por ahí el comandante Fletcher? -preguntó el alcalde para cambiar de tema.
-A... aquí estoy, señor. -contestó un poco confundido.
-Esos hombres vinieron a capturarle, debe tener cuidado porque lo están buscando por traición.
-No te preocupes hermanito. -contestó Rentarou quitándole las palabras a su antiguo subordinado. -De la misma forma en que él ha decidido protegernos, de ese mismo modo le protegeremos. ¿Verdad?
-Si, así es, capitán. -le contestó Fletcher en un tono recio y serio.
-Eso me alegra. -contestó el alcalde como punto final. -Les deseo suerte a ambos, no dejen que les pase algo malo.
-Despreocúpate Seiji. -le contestó Rentarou. -Ya verás que todo saldrá bien.

Y así terminaron la conversación.
-Se lleva muy bien con su hermano, ¿verdad capitán? -preguntó Fletcher para romper el hielo.
-Bastante. Tanto que cuando éramos niños, yo era el que salía a defenderlo. Aunque nunca lastimaba a los que le hacían daño, yo pagaba los platos rotos y me llevaban con mi padre adoptivo. Pero como mi padre adoptivo sabía que yo no había hecho algo malo, sólo aparentaba que me regañaba frente a todos, y cuando se iban se disculpaba conmigo.
-¿Padre adoptivo? -preguntó intrigado Fletcher. -¿Y sus verdaderos padres?
-Murieron cuando era un niño.
-¿Puedo saber cómo?
-Asesinados por piratas. Es terrible cuando los ves morir a escondidas y no puedes hacer nada.
-Lo siento mucho, capitán. -contestó Fletcher apenado.
-No pasa nada. -contestó Rentarou para tratar de tranquilizarlo. -Eso es algo con lo que ya he estado acostumbrado a seguir, aunque es doloroso, es algo que ya superé hace mucho tiempo. Y espero que tú superes lo tuyo pronto.
-Mientras esté usted aquí, eso será garantía suficiente de que nunca haremos nada malo. ¿Y por qué quiso ser un pirata?

Rentarou tomó aire y comenzó a darle una explicación bastante simple pero a la vez satisfactoria.
-Te mentiría si te dijera que ser pirata ha sido mi sueño de toda la vida. Es más, hasta los odiaba y decía a cada rato que debían estar muertos o torturados en prisión para que sintieran por lo menos un poco de lo que nos hicieron sufrir.
-¿Y entonces? ¿Por qué?
-Quizás es la suerte la que me orilló a venir aquí. También han hecho tantas cosas por mí que no podría pagarles ni con mi propia vida.

Fletcher pensativo, hizo quizás una pregunta un tanto fuera del momento.
-¿Y qué pasaría si Silver muriera?
-¿Por qué preguntas eso? -preguntó Rentarou un tanto desconcertado.
-Sólo por curiosidad, puesto que veo que lo admira tanto. -contestó Fletcher algo apurado.
-No soy el más indicado para contestarte eso, puesto que soy el que menos tiempo lleva acompañándoles. Sin embargo, eso que dices quizás ya lo he vivido antes.
-¿Cómo dice?
-¿No te has preguntado por qué un pirata después de sus años de gloria decide cambiar su nombre y enmendar su camino?

Fletcher no contestó nada, a lo que Rentarou siguió narrando.
-La piratería no es divertida si no es con las personas a las que aprecias. Hace mucho tiempo nos abandonó dejándonos a la suerte a todos nosotros. En ese entonces no sabíamos siquiera qué hacer. No tenía sentido seguir siendo perseguidos si no podíamos volver a navegar juntos. Separamos nuestros caminos y, por mi parte, decidí refugiarme en las sombras. No sabes cuántas semanas pasé borracho desde el día en que supe de la “muerte” de Silver. Pero más tarde recapacité, y me dije a mí mismo que no podía seguir así, que quizás era mejor cambiar de vida, dejar atrás un pasado de delitos y seguir adelante. Quizás, era lo que Silver hubiese deseado para todos nosotros. Una cosa me llevó a otra y cuando me di cuenta, ya tenía un rango de capitán en una base lejana. Sucedió todo tan rápido que por algunos años olvidé que fui buscado por la justicia.

Tomó más aire y siguió contando.
-Lo que te quiero decir es que, aunque esta es una nueva oportunidad de volver con mis viejos conocidos, sé que todo terminará pronto. Estoy preparado, sí, pero también sé que será doloroso el día en que tengamos que separarnos de nuevo, y quizás esta vez sea para siempre. Por eso trato de estar con ellos todo el tiempo que se pueda, ser útil todo lo que se pueda y hasta morir si es necesario por ellos. Incluso, hasta llegar a hacer que el mundo se ponga nuevamente de rodillas hacia él. Si Silver muriera, por mi parte dejaría la piratería.
-¿Sabe, capitán? -dijo Fletcher al escuchar el discurso de su antiguo capitán. -Siempre pensé que los piratas delinquían sin razón alguna, o simplemente por el placer de hacerlo. Jamás había escuchado de alguien que se hiciera “pirata”
-Hay muchos que así lo hacen. -contestó Rentarou. -Y durante nuestros años de servicio nos hemos topado con toda clase de piratas. Pero como te dije hace días, no todos son iguales. Y créeme que si en mi vida hubiese visto a Silver o a alguno de los suyos secuestrando o asesinando gente o estafando a inocentes, tendrías por seguro que no estaría acompañándoles. Sé lo que es estar bajo la tiranía de unos bastardos, y no me gusta repetir una dolorosa historia.
-Todo lo que me ha dicho, no se parece nada a la historia que contaba antes, capitán. -le recriminó Fletcher.
-Por supuesto, Fletcher. No iba a andar por el mundo diciendo que era un pirata si ya no lo era. Por eso me inventé un pasado que no existía para disimular y evitar levantar sospechas.

Se hizo un silencio enorme y eso a Rentarou le extrañaba por completo. Por lo general a estas horas escuchaba las pláticas entre Brook y Kyo, o la visita de Franky, o algunas explosiones típicas que, según le contaban, provenían del taller del capitán Usopp.
-Está todo tan tranquilo. ¿Qué pasa?
-No lo sé. -contestó Fletcher. -A todos los veo algo distanciados, como por ejemplo los dos carpinteros del otro barco. Pareciera que la noticia sobre un tal Monkey D. Luffy les tuviese así.
-¿Noticia? ¿Qué noticia?
-No quería meterme en su plática, así que sólo escuché que ese sujeto no estaba muerto sino que lo tenían preso.
-¿Qué dijiste? ¿Estás seguro de eso? -preguntó Rentarou sorprendido.
-Tanto como seguro, no mucho. Pero eso fue lo que escuché.
-Entonces seguramente irán a rescatarlo, un plan suicida seguramente.
-¿Cómo dice, capitán? -preguntó Fletcher algo intrigado por la sentencia de Rentarou.
-Si lo que dices es cierto, entonces al rey de los piratas lo tienen encerrado en Impel Down, la prisión más segura del mundo. Si es así, y desde que se coronó con ese título hasta ahora no teníamos más noticias de él que su supuesta ejecución, entonces quiere decir que todo este tiempo ha estado en prisión.
-¿Y eso qué quiere decir? -preguntaba Fletcher sin entender todavía a qué quería ir Rentarou.

-No sé si lo sepas, pero él ha sido el único que ha entrado infiltrado a esa prisión, y ha podido escapar de ella vivo. Si durante todo este tiempo ha estado en prisión, eso quiere decir que no ha tenido oportunidad alguna de escapar. Entiéndelo. El “Rey de los Piratas” está en prisión. Si él no ha podido escapar cuando ya lo ha hecho hace algún tiempo, es que algo malo le ha pasado. Si los conozco bien, seguramente su vieja tripulación irá ahora mismo a rescatarlo, y quizás empezar una nueva era de la piratería.
-¿Van a ir a rescatarlo? -preguntó Fletcher bastante asustado.
-Lo más probable, a pesar de que a ojos de los demás parezca un acto suicida, es posible que hasta a ellos los encierren, y no puedan salir de allí nunca más.
-¿Y quiénes son su vieja tripulación?
-Hasta ahora de los pocos que he visto reunidos aquí, son el hombre de familia de esta casa, el de la nariz larga; el esqueleto que va trajeado, el carpintero que no usa pantalones y la señorita de pelo negro y bastante reservada.
-¿Pero por qué piensan ir allá a pesar de ese riesgo? ¿Acaso están locos?
-Locos no creo. Más bien están preocupados. Han estado viviendo engañados por mucho tiempo, y esta es una esperanza de poder ver de nuevo a su capitán. Quizás ya saben que es un riesgo enorme, pero seguramente se aventarán a ese riesgo, a pesar de las consecuencias. Aunque no entiendo qué tenga qué ver eso con su distanciamiento.
-Quizás no quieran hablar de nuevo para evitar una despedida dolorosa, aunque no me queda claro eso.
-A mí tampoco me queda claro. La verdad, si supiera que no veré de nuevo a mis amigos, hablaría con ellos más tiempo. Me dolería más no despedirme de ellos, y peor si existe una posibilidad de que mueran.
-Capitán... -dijo Fletcher bajando la cabeza. -si el capitán Silver estuviera en los mismos aprietos que el Rey de los Piratas, ¿usted haría lo mismo que ellos?
-Por supuesto. -contestó rotundamente Rentarou. -Yo y los demás estaríamos dispuestos a dar nuestra vida por él, del mismo modo que lo haríamos por alguno de los nuestros. Suena descabellado, pero si nos ha dado la oportunidad de navegar de nuevo como camaradas, es lo menos que podemos hacer.
-Nunca había escuchado hablar así a un pirata, de verdad no me imaginaba que existiera tanta camaradería entre ellos. -contestó Fletcher un poco desconcertado ante las palabras de su viejo amigo.
-Ahora te pregunto, ya que estás junto a nosotros, ¿tú qué harás?
-Creo... -contestó Fletcher. -Creo que eso es lo menos que puedo hacer también. Es decir... me recibieron a pesar de lo malo que pude parecer en un principio, y además que no dejaron que me llevaran preso y todo eso, no podría estar más agradecido por todo. Cuente conmigo, daré lo mejor de mí ahora que estoy aquí.
-Espero que estés consciente de lo que has dicho. -le aconsejó su antiguo capitán.
-¿Y nosotros no iremos con los camaradas del rey de los piratas? -preguntó Fletcher.
-No, ya tenemos nuestros planes y no podemos retrasarnos más. -le contestó Rentarou.
-Ca... capitán Satsuma... -quiso decir el antiguo comandante de la marina. -¿y cuáles son esos planes si se puede saber?

Rentarou empezó a pensarlo por un instante. Pero era imposible responder esa pregunta. Él no sabía siquiera lo que pasaría más adelante, pero lo peor de todo es que no sabía a qué se dirigían a la siguiente isla. Era como si, a pesar del tiempo que llevaba en la banda, aun no conociera lo que le pasaba a su capitán o lo que tenían qué hacer...


Continuará...
@Silver: Sé que te debo el "What if...?" pero dame tiempo, sólo dame tiempo y lo tendrás. Sólo una cosa, me vas a tener que asesorar en muchos puntos...
Ahora una pregunta que te haré...
Spoiler: Mostrar
-¿Cómo es posible que en algunas partes de tu relato nos muestres que el Caledonia estaba peor que un barco abandonado (según los informes y eso), y que cuando lo mostraras reluciera igual o mejor que como siempre?
EDIT: Unas cosas más que metí y listo...
OTRA VEZ: Una pregunta que metí y ya dejo de editar...
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