Aunque es un fic y no sea bueno en exceso me gustaría de dedicarlo a algunas personas, primeramente a @do_flamingo , cuando empece a escribir esto hará 8 meses tu eras el único que no tenías un fic dedicado o escrito de aquel fantástico grupo, y me hubiera gustado solucionar eso antes, pero no he podido XD, en segundo lugar a blacky, mi "correctora", y a @lobo_lunar, catbulgar18, eriadacta por meterme el gusanillo de escribir fics. Sin más espero que os guste esta primera parte y os agradezco a todos aquellos que perdaís vuestro tiempo leyendo esto. La segunda parte la subiré a partir del 4 de julio que será cuando vuelva al foro.
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[center]La carcajada carmesí[/center]
Primera parte
-Mi vida escapa gota a gota. No lo puedo creer ¿todo acaba así? ¿Ni ruido, ni dolor, ni lucha, ni fanfarrias? ¿Un simple desliz y ya? ¿Para esto recorrí el camino, entré y luché? ¿Para no ser más que otra mota de polvo, otra hormiga a la que pisotear? Una simple anotación en un margen de este viejo y grueso libro que es la historia. No, yo no caeré así. Todo por lo que he luchado, todo aquello por lo que sufrí, todas las vidas que aplasté no caerán en saco roto.
-Empezando a recordar... -
En el aire flotaba un olor a tabaco, cuero, sudor y sangre. Tímidamente se podía detectar el olor a incienso que se usaba para tratar de camuflar el olor; ese olor que nunca podré olvidar, el olor de mi niñez, el olor que me empujó a luchar... Sonríe, lucha, sonríe, lucha, sonríe, lucha, y SALDRÁS DE AQUÍ. Ese era mi mantra, mi ley y lo único que daba sentido a mi vida. También fueron las últimas palabras que ÉL pronunció antes de tirarme a ese pozo de desechos humanos.
-Voz autoritaria y fría-: Escúchame bien. No necesito un saco de pulgas lloroso, nunca debiste haber nacido... pero lo hiciste; y tengo una responsabilidad. Hazte grande, fuerte, sobrevive y puede que llegues a ser alguien. Soy tu padre, así que te daré tres consejos:
1º Sonríe, no hay nada que infunda más terror que un sonrisa inalterable, si te golpean sonríe, si te insultan sonríe, si te apuñalan sonríe. Esa sonrisa es tu mejor arma, desconcierta, apabulla e impresiona; nunca lo olvides, esa sonrisa es tu escudo.
2º Lucha, nunca te rindas, solo estarás muerto cuando tu corazón no lata y mientras eso no ocurra, siempre hay una salida.
3º No pierdas el tiempo con banalidades espirituales, no existe el bien ni el mal, olvida esos conceptos. Los vencedores son los que crean los conceptos, su dogma es EL DOGMA. Lucha, crece y esfuérzate. Sé un gran hombre y podrás volver con ella.
Acto seguido, sentí un contundente golpe en la sien, y caí a lo que sería mi hogar durante los siguientes años; la mayor casa de esclavos y gladiadores de la parte sur del Red Line: "La Cuerda y el Muchacho".
También fue la última vez que vi a mi padre en 15 años, la quinta estrella.
Allí aprendí a ser como soy, duro, temible y sangriento, el nombre de aquel antro no era casual, les encantaba los números con cuerdas, y con muchachos, aquello no era agradable, una cuerda, un foso, un cuchillo y treinta mocosos, aquel "entretenimiento" eran uno de los múltiples servicios que esta gran casa brindaba a toda aquel que pudiera pagarlo, cualquier bajeza humana que se requiriera estaba en la amplia carta de servicios de esta casa.
Cada nuevo miembro era cuidadosamente examinado y escrutado, después era asignado a cada una de las tres categorías:
+Carne
+acero
+pupila
Todos los viejos, las mujeres poco atractivas y débiles eran asignadas a Carne , eran extenuados hasta la muerte en explotaciones mineras, agrícolas, ganaderas y cualquier otro tipo de servicio, cuando fallecían eran devuelto a las casa, servían de alimento a las bestias, también estaban destinados al comercio de esclavos, en esta sucia maquinaría que era la casa de esclavos no se desperdiciaba nada sin antes haberle sacado hasta el último berri de beneficio.
Los miembros del acero eran más variopintos. Niños de fuerte constitución, mirada desafiante y toscas maneras, de alta cuna, y muy mala leche, hijos del arroyo con ganas de camorra, tipos duros curtidos en la terminal grey, adultos fibrados, mujeres guerreras, viejos con condiciones óptimas, solo había un requisito, una espíritu de lucha inquebrantable. El peor grupo, pupila , allí iban los más bellos, todos de belleza incomparable, niños de mirada coqueta, dulces damiselas, hombres apuestos y delicados, todos entraban a la casa del vapor·, y allí entre vaporosas sedas, traslucidas cortinas y mullidos almohadones se les suministraba leche de loto, por eso los denominamos pupila , al consumir esta sustancia pierdes completamente tu voluntad, te conviertes en un autómata obediente y tus ojos parecen fundirse y adquirir un color lechoso resaltando aún más la pupila.
Eran vendidos y alquilados como esclavos sexuales, todos ellos, sin distinción de edad, sexo u orientación, era el peor destino que podía tocarte. Juré morderme la lengua hasta ahogarme en mi propia sangre antes de ser seleccionado como pupila .
Por "fortuna" me colocaron en acero , pero pertenecer a este grupo no era tan fácil, debías pasar una prueba, y después ir escalando posiciones, si suspendías la primera prueba, generalmente solo servías de forraje para bestias.
La prueba.
Para esta prueba no tenías ningún tipo de preparación, ni siquiera sabías que ibas a realizarla, después de ser preseleccionado para ser un acero me encadenaron a u grupo de adultos y niños, todos estábamos marcados con un gran número en la espalda, allí fue donde conocí a mi primer gigante, era un niño para su especie, apenas contaba con 30 años de edad, rondaría los 6 metros y medio, de torso ancho y musculoso. Para mi sorpresa no era para nada lento, ni estúpido, como dolorosamente descubrí más tarde. Nos llevaron a una habitación cerrada, no, una habitación no es correcto, nos llevaron a un agujero, colgaron una soga, soltaron cinco puñales, y nos advirtieron con voz monótona mientras soltaban nuestras cadenas,-"tenéis una sola opción para salir de aquí, en el suelo hay una abertura, cuando este abertura se llene, la polea se soltará, solo entonces la cuerda bajará. Una vez agotado el límite de tiempo soltaremos a las bestias y moriréis. Todo aquello que caiga en la abertura, no volverá a salir, tenéis diez minutos y lo que os rodea para llenarlo."-
De repente se abrieron los muros que nos rodeaban mostrando barrotes y jaulas con fieras, y por encima de todo, un anfiteatro, repleto hasta los topes con gente de mirada ansiosa y salvaje, que agitaban puñados de dinero, mientras apostaban, para aquello eran los números, apostaban por quién saldría del agujero. Al fin y al cabo aunque esto fuera una prueba, no dejaba de ser un negocio, e iban a sacar beneficio de aquella orgía de sangre,
Éramos y seríamos gladiadores, luchábamos por nuestra vida, nuestra comida, y una promesa que todos sabíamos falsa, de comprar nuestra libertad si llegábamos al 5º nivel.
Creo que es hora de que os explique como se estructuraba la rama de acero en esta casa, como el acero, éramos moldeables en el calor de la forja, así se llama a la arena, la forja, constaba de cinco niveles,hierro,fundición,moldeado, templado y forjado. Todos empezábamos como hierro, teníamos que pasar la prueba de iniciación y si sobrevivíamos lo suficiente, seguíamos enfrentándonos a otros hierros y fieras, eran combates típicos, por parejas, individuales, pruebas en el "crisol", así es como llamaban al foso, si conseguías seguir vivo durante un año, ascendías a fundición, podías elegir tu indumentaria, en este rango tus combates, necesitaban ser más, como decirlo, más espectaculares, enfrentamientos contra grupos, luchas desarmado contra animales, interespecies, contra usuarios de frutas, etc. Tras un tiempo determinado, si sobrevivías claro, eras ascendido a moldeado, empezabas a contar con algunas ventajas, recibías entrenamiento marcial, podías tener tus propias armas, e incuso te daban una manta y un cuenco de comida propio. A partir de aquí solo tenías que molestarte en dejar de ser un simple número, debías conseguir un apodo, un nombre, las luchas eran más encarnizadas, aquí ya no era un simple juego, empezabas a mover dinero de verdad, se hacían apuestas sí, pero de grandes sumas, se conseguían padrinos, que movían las apuestas, intrigaban para diezmar a tus rivales, contrataban asesinatos para allanarte el camino, pero claro, tus rivales también tenían padrinos ..., los dos primeros rangos, eran espectáculos menores, simples teloneros, la mayoría de las veces luchaban en "el crisol" en el juego de subir la soga, tras dos años como moldeado y si aún seguías manteniendo todas tus extremidades y movilidad eras ascendido a templado, tenías un pequeño cuartucho propio, con catre, tu comida incluso era apetitosa, y tenías, bueno, acceso a la casa de vapor..., tus obligaciones consistían en entrenar a los rangos menores, luchar en la arena de forma muy ocasional y cierto tipo de misiones externas, asesinatos, contratos de mercenario, las cuales ocupaban casi todo tu tiempo, por supuesto el dinero se lo llevaban tu padrino y la casa, no tú, también ejercían como guardaespaldas y/o paladínes en la arena de sus señores padrinos si este lo reclamaba, previo pago a la casa. Si conseguías sobrevivir y demostrar tu dominio, algo así como sobrevivir unos 4 años, se te permitía desafiar al forjado, era el campeón de la arena, el demonio divino, era el único gladiador que ganaba dinero, cuando llegabas a este nivel volvías de manera regular a los carteles de la arena, se te fijaba un precio, si conseguías reunir la cantidad suficiente como para pagarlo, podías ser libre, aunque nadie conseguía vivir lo suficiente como para pagar su precio, al fin y al cabo la vida de gladiador es peligrosa, y con cierta regularidad ocurrían, … “accidentes”.
Un forjado era el capitán de la unidad de templados cuando salían en misiones de mercenarios o guardaespaldas, era el elegido de la arena para luchar contra otros campeones de otras arenas, y era el guardaespaldas personal del domine de la arena. Cada trabajo le dejaba una comisión del 2%, por lo que como ya he dicho, casi ninguno llegaba a pagar su precio. Como tal se le instruía en dotes de mando, se le daba algo de educación y algunos conocimientos sociales y de historia.
Os preguntaréis por los padrinos, que sacaba alguien de apadrinar a un muerto de hambre, a un gladiador, pues un jugoso porcentaje, ventajas en las apuestas, y como no, descuentos en la compra de Carne y el alquiler de pupila .
Volviendo a la prueba, inmediatamente todos supimos a lo que se referían con llenar la abertura, los más astutos se lanzaron a por los puñales, los más tontos se dedicaron a coger a los pequeños y lanzarlos contra las estacas del fondo de la abertura, yo me quede parado, atontado durante un segundo, fue demasiado, cuando pude reaccionar por fin, mi querido amigo el gigante me levantaba sobre su cabeza para estamparme contra esas bonitas y ya rojas varas puntiagudas, de repente lo entendí, iba a morir allí, no la volvería a ver, no volvería a jugar con ella, y algo se rompió dentro de mí, me empecé a carcajear como un histérico, no era un risa divertida, era un risa tenebrosa y tétrica, era la risa de alguien que se ríe de la ironía de la vida, de la certeza de su muerte, era la risa de un maníaco, la risa de un demente, desde donde estaba alcanzaba sus ojos, se los saque con mi propias manos, el apretó más, me rompió un par de costillas, no me importo, simplemente seguí riendo y empujando, recorrí con los puños las cuencas oculares, hasta tocar algo blando, tiré, el rugía, aflojo la presión me deja caer, aún agarrado a esa cosa blanda, cayó muerto al instante, sobre la abertura, le había estado tirando del nervio óptico con tal fuerza que le había empezado a sacar la materia gris. Mis brazos eran una mezcla entre rosa y gris hasta la altura del hombro, me los miré sin poder parar de reír, la mayoría se me quedó mirando extrañados, para muchos fue fatal, sus competidores más listos, aprovecharon las aberturas y poco a poco el foso se fue llenando de cadáveres, yo estaba en el centro de la vorágine riendo a carcajadas, sin saber cómo me había lanzado contra el resto, yo un pequeño crío con la mirada perdida, y la risa histérica, supongo que les desconcerté porque muchos cayeron ante mí, e incluso logré hacerme con uno de los puñales, entre los que estábamos armados nos encargamos del resto, y fuimos llenando la abertura, por fin cayó la soga, como era el más pequeño me dejaron subir el primero, tonto de mí, simplemente les daba miedo, cuando llegue a un altura peligrosa, me tiraron de la cuerda, por fortuna, la abertura rebosaba, y amortiguo el golpe, ese día en ese foso aprendí tres cosas, mi padre tenía razón, la gente común, en situaciones de vida o muerte se vuelve despiadada y tramposa, y que odio las traiciones, me lancé como un poseso hacia la cuerda, aún tenías ganas de reír, así que seguí riendo mientras les alcanzaba y les cortaba los tendones a lo que subían por encima de mí, las bestias esperaban abajo, ellos cayeron entre alaridos, yo me empape de ellos, y de su sangre, ese día el único que salió del foso fue una pequeña mancha rojiza, con el número treinta a la espalda, y que no paraba de sangrar y reírse, las bestias se hartaron de sangre, y los otrora bulliciosos espectadores guardaban un silencio sepulcral, el espectáculo había superado todas sus expectativas de sangre y violencia, además estaban mudos de asombro, nadie había apostado por esa pequeña mancha temblorosa, por el numero treinta.
Esa fue mi carta de presentación, y a pesar de solo ser un simple hierro yo ya tenía nombre, la carcajada carmesí, pronto me hice famoso, y escale puestos entre la jerarquía de mi nivel, y fui ascendiendo, me entrenaba, luchaba, mataba, pero sobre todo reía, la risa era mi escudo, mi firma, mi poder, aprendí a luchar con cuchillos, con kamas, con espadas, con martillos, pero mis preferidas, sin duda, no eran armas en sí, fueron el primer regalo de mi padrino, dos pequeños yoyos, con hilo de acero, rápidas, mortales silenciosas, y en apariencia inofensivas, mi sello, mi firma, mi arma, empecé con un par, pero pronto acabe dominando el estilo de lucha que finalmente desarrolle, cinco yoyos por manos, diez filos, diez golpes, y el control, pero eso no fue nada, pronto me di cuenta, que si quería triunfar, y salir de aquel antro y reunirme con ella tenía que destacar, gustar, y mover mucho dinero, tenía que convertirme en un show man, pronto me hice con una capa de plumas muy vistosa, rosa, y enorme, y unas gafas, esas gafas eran mi refugio, nunca me las quitaba, eran el paño que me alejaba de esa locura, el breve puente que mantenía cuerdo, además, me hacían más temible, junto a mi risa, si no se veía la expresión de mis ojos el temor en mis rivales aumentaban, y eso, junto con mi bonito espectáculo de marionetas, misterioso, pues desde la gradas no se veían los cables, me hacían la estrella, inevitablemente eso me hizo blanco de mis rivales, durante las frías noches tenía que dormir a rachas, vigilante de los “regalitos” de mis compañeros de profesión, hasta aquel día, el día de la lucha grupal.