Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

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Villain
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Villain »

Marty Mcfly escribió:[Ø]El protagonista al final tiene que elegir entre su mejor amiga, una tarta que habla, o su hija. Una vivirá, y la otra, morirá.
¿Y el tercero a dar palmas?

Fallo mío, aquí no ha pasado nada.
Última edición por Villain el Vie Nov 23, 2018 8:31 pm, editado 1 vez en total.
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Gafas D Kuro escribió:Villa no es hater, solamente disfruta tocando los cojones
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Marty McFly
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Marty McFly »

Villain escribió:¿Y el tercero a dar palmas?
Esperaba que se pillara la referencia:

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M-bill
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por M-bill »

Villain escribió:
Marty Mcfly escribió:[Ø]El protagonista al final tiene que elegir entre su mejor amiga, una tarta que habla, o su hija. Una vivirá, y la otra, morirá.
¿Y el tercero a dar palmas?
La mejor amiga es la tarta que habla.

Estaré atento a este tema.
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Marty McFly
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Marty McFly »

Como voy a estar de viaje este finde y no volveré hasta el domingo, alargo el plazo de entrega por si alguien lo necesita (aunque la mayoría ya lo habéis entregado :neko: ).
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The Buddha
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por The Buddha »

Mal rayo te parta, Link17, no me he enterado de esta edición hasta el día final de entrega. Espero que haya bastante participación, y que el concurso mensual vuelva a ser mensual.
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Arpegio
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Arpegio »

¿Cuándo salen los relatos? ¿No los ibas a poner ayer?
Un perro voraz que ha navegado en dos barcos distintos.
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Marty McFly
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Marty McFly »

Arpegio escribió:¿Cuándo salen los relatos? ¿No los ibas a poner ayer?
Un viajero del tiempo nunca llega tarde. Ni pronto. Un viajero del tiempo llega justo cuando se lo propone.

Perdón por la espera, ayer me fue imposible. Vamos al lío:

La caza
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‘Mierda, se acercan’ pensaba Meno mientras huía desesperado y cojeando por el bosque. Y tenía razón. Los chirridos estridentes y odiosos se acercaban cada vez más rápido, junto con los crujidos de las ramas bajo sus patas.

Estaba desarmado, perdiendo sangre por el muñón del brazo izquierdo. También sentía la pierna derecha entumecida por el dolor de la caída, así que no iba muy atento al terreno. Por eso no vio el terraplén mientras corría hacia él.

La caída fue breve, un suspiro, y el golpe duro, encima de unas rocas grises y erosionadas, rebotando contra un árbol. La poca consciencia que le quedaba le permitió sentir con más agudeza el dolor de su pierna rota y la sangre que le nublaba un ojo. Le costaba respirar, se había clavado una costilla en el pulmón y sentía cómo se le escapaba la vida a cada momento.

Con el ojo bueno vislumbró la llegada de las tres primeras crías: unos reptiles tan altos como él, estilizados y de colores pardos como el bosque en el que cazaban, su territorio. Habían bajado por el terraplén planeando con sus alas cartilaginosas, aún en desarrollo. ‘Por suerte no es la madre’ pensó resignado. ‘No me van a quemar vivo. Qué puta suerte’.
Mientras las crías se acercaban, relamiéndose ante la presa segura, Meno empezó a recordar con angustia el día en que reclutó al equipo, que ahora maldecía por su estupidez y sus peleas…

-0-

Era una mañana soleada y fría en Terma, la ciudad más grande de la región, situada en un valle entre colinas y atravesada por las verdes aguas del Reo, partiendo la ciudad en varias islas, como la de los artesanos, con sus olores a madera, cera y metal quemado, o la central, con su parque cubierto de hierba y custodiado por cientos de árboles y arbustos, y el pabellón donde se comentaban las noticias y cotilleos del valle. Desde la terraza en la que estaba Meno, en una de las faldas del oeste, se podía ver todo el recorrido del río, desde la presa del nordeste a la puerta del sur, donde se perdía y bañaba los campos de las comarcas de ahí a la costa.

Mientras desayunaba, Meno contemplaba fijamente el pomo del portón de una forja enfrente suyo, ya que le inquietaba bastante. Tenía un diseño intrincado y enrevesado, y estaba hecho de varios materiales. No parecía encajar con el lugar por lo inusitadamente elaborado y atípico de su forma y tamaño. La manija era tan larga como un brazo, y más ancha incluso. La parte frontal, en contacto con la madera, era de latón bruñido, de tres palmos de alto por uno de ancho, con una forma ovalada cubierta de incrustaciones florales y naturales, como las ramas de una vid, que surgían del centro mostrando grandes hojas y racimos de uvas. La manija del pomo era de varios materiales: un núcleo de ébano oscuro como la noche y veteado, surcado por tres espirales metálicas con forma de serpiente que confluían en la punta. Una era de cobre, brillante y rojiza, con escamas estrechas y una cabeza alargada adornada por dos pequeños rubíes. Otra, de hierro, era gris mate, y estaba surcada de escamas anchas y aplanadas, terminando en una cabeza aplastada y siseante, coronada por una esmeralda en el ojo izquierdo. La última era dorada y completamente lisa; su cabeza era estrecha y de rasgos afilados, con dos diamantes por ojos y una lengua larga y estrecha.

Después del desayuno y del pomo, Meno entró al local, que estaba abarrotado de gente gracias a él. Había puesto carteles en toda la ciudad y corrido la voz de que necesitaba aventureros para una misión muy apetitosa: cazar crías de dragón vivas y llevarlas a su señor, el barón Yepes, que vivía en su palacete al sur de Terma y tenía un bestiario personal que siempre quería ampliar.

El día se hizo largo y tedioso, con Meno repitiendo las mismas preguntas una y otra vez: la especialidad del entrevistado, la experiencia cazando, la familia o apego a la vida… Los aventureros eran de lo más variopintos: un mago con alergia al polen, una sacerdotisa sin experiencia, un hombre llamado Franxo con una extraña obsesión por los disfraces y otros muchos de los que ni llegaba a acordarse.

Al llegar la noche, Meno reunió en una pequeña habitación de la taberna a los aventureros que había seleccionado para conocerles mejor.

— Buenas noches a los cinco. Os tengo aquí a todos juntos para que podamos hablar y planear nuestro viaje. Son unas tres semanas sólo de ida y hay que pensar bien en las provisiones y armamento que nos tenemos que llevar.

— ¿No va a haber pueblos por el camino? —preguntó Jiv, el armero enorme — Podemos conseguir comida en cualquiera de ellos, y no comprar aquí, que es más cara.

— Es invierno, ya ha pasado más de un mes desde el fin de la cosecha, y la gente no querrá pasar hambre — respondió Pablo, el mayor de los dos gemelos pelirrojos cazadores de grandes bestias—. Además, viendo el grupo que formamos, no creo que la gente se acerque mucho a nosotros.

— Pues vamos casa por casa hasta que... — replicó Jiv.

— Claro, haciendo amigos. — cortó Pedro alzando el tono, el menor de los gemelos —. Aquí nos van a vender lo que sea, y mejor que lo que nos puedan dar cuatro campesinos mugrosos.

— A mí no me levantes el tono, zanahoria con patas, que me caliento y…

— ¿Y qué, mamarracho? Que lo que tienes de grande lo tienes de…

— ¡Callaos los tres! — gritó Lara, la exploradora, joven y de pelo castaño— ¡Si ya empezáis a discutir la primera noche, qué va a pasar cuando llevemos una semana juntos! ¿O un mes?

El resto del grupo la miraba sorprendido, hasta que Meno volvió a hablar. — Vamos a calmarnos. Aquí mando yo y digo que compramos todas las cosas aquí. ¿Qué nos hace falta? Tranquilos, el dinero no es problema. — Dijo mirando a Jiv.

— Yo necesito pólvora, proyectiles medios, repasar los cañones de las escopetas… — enumeró Jiv distraído.

— Nosotros tenemos que buscar un buen afilador para las armas y arreglar los escudos — le dijo Pablo a Pedro, más calmado —. Y reparar las cotas de malla y los jubones de cuero. — contestó Pedro.

— Yo quiero ir a la biblioteca a informarme de la especie que vamos a cazar y sus hábitos, y comprar algo de papel y tinta para anotar lo que nos encontremos por el camino. — contestó Lara.

— Vale, todos tenemos cosas que comprar — sentenció Meno —. Vito, ¿Tú necesitas algo?

— Ni un solo hilo, voy bien preparado —contestó Vito, el trampero y explorador, susurrando—. Estaré más tranquilo cuando el trabajo esté acabado.

Muy… bien — dijo Meno, dubitativo—. Nos vemos aquí de nuevo en tres días al mediodía. Los gastos los ponéis a mi cuenta, yo me encargo de pagarlo todo.

Todos asintieron y comenzaron a levantarse, abandonando la habitación y dejando solo a Meno, contemplando el pomo que daba a la taberna. ‘Miedo me da lo que nos pueda pasar’ pensaba distraído. ‘Ojalá y se dé todo bien, que vaya grupo me he montado…’.

-0-

Los tres días pasaron, y el grupo se volvió a reunir en la taberna, listos para partir al este, a las montañas donde habitan los dragones.

— ¿Todo listo, señores y señorita? — preguntó Meno, mientras acariciaba a su caballo, marrón como el chocolate — No vamos a dar la vuelta hasta completar la misión.

— Sí papá, ya he hecho pipí y caquita — respondió Pablo con sorna, mientras Pedro le reía la gracia por detrás —. Somos mayorcitos, sabemos cuidarnos solos — sentenció con desdén.

— Vaya un imbécil — le dijo Jiv a Lara mientras ésta hacía recuento de las cosas que tenía en su zurrón —. Como siga así el resto del viaje le pego un tiro.

— No empecéis otra vez, por favor — contestó Lara distraída.

— Bueno, como no falta nada, salimos — dijo Meno, ignorando a los demás — ¿Algo que decir, Vito?

— Si estamos preparados, no perdamos tiempo y partamos, que la empresa es gloriosa y la presa jugosa — sentenció Vito.

Y tras esto, comenzaron su viaje, saliendo por la puerta del sur hacia los olivares del este, donde les esperaban más de tres semanas de viaje por campos pardos y pequeñas aldeas con campesinos huraños.

-0-

Atravesaron los cultivos, pasando por las pequeñas aldeas dispersas y durmiendo alrededor de una hoguera al borde del camino. En la falda de la sierra, había un gran pueblo, donde los lugareños les avisaron del peligro al que se enfrentaban, ya que muchos habían intentado lo mismo y pocos habían regresado, y muchos menos de una pieza. Allí tuvieron la oportunidad de comer caliente y dormir bajo techo antes de subir la montaña, en cuya cumbre aguardaban sus presas.

A la mañana siguiente comenzaron la subida hasta llegar a los arbustos chamuscados que marcaban el terreno de los dragones, donde asentaron su pequeño campamento. Por la noche, Meno los reunió alrededor de la hoguera para planificar la captura.

— Bueno, ya que estamos todos vamos a pensar en cómo cazar esos bichos. Lara ¿Qué has averiguado de estos dragones? — preguntó.

— Según lo que he encontrado, esta especie no es muy grande comparada con otras — comenzó Lara —. Los adultos no miden más de veinte metros de largo y suelen volar para cazar a sus presas, ovejas como mucho. Se les ha visto cazar personas, pero no parecemos ser sus presas favoritas. Sólo los adultos pueden echar fuego por la boca, pero las crías también pueden escupir ácido y, creedme, no queréis que os toque la piel.

— ¿Cuántos bichos va a haber? — preguntó Jiv.

— Normalmente son una pareja de adultos y las crías, que no suelen pasar de las cinco. Antes de romper el cascarón, el macho trae comida y la hembra incuba los huevos. En cuanto se abren, el macho se va y la hembra empezará a buscar comida y enseñar a las crías a cazar. Estamos a finales del invierno, así que los huevos que tengan habrán eclosionado y las crías estarán dentro de la cueva. No creo que sean más altas que una cabra, pero aun así son peligrosas y escurridizas.

— Habrá que vigilar si viene la madre entonces. — comentó Jiv.

— ¿Qué planeas que hagamos, jefe? — preguntó Pablo, mirando a Meno.

— Como todavía no sabemos las presas que hay, alguien tendrá que ir a explorar. Cualquiera me vale, pero que vaya con cuidado. Vito, tú te encargarás de poner trampas alrededor de la cueva para que no huyan. Pedro y Pablo vendrán conmigo dentro a atarlas y sacarlas. Jiv, Lara, y Vito, vosotros os quedaréis fuera de la cueva, vigilando la salida y preparados para coger las crías que salgan.

— ¿Vamos a entrar a saco, con esos bichos listos para comernos? — dijo Pablo, intranquilo.

— Ni mucho menos — replicó Meno —. He comprado polvo de amapola suficiente como para dormir a un ejército. Jiv y yo hemos preparado proyectiles. Antes de entrar los lanzaremos dentro de la cueva y esperaremos a que se duerman las crías.

— ¡No hay bicho que aguante mis balas! — se jactó Jiv riendo — En cuanto se disperse el humo, podréis entrar y atar a esos bichos. Un paseo por el campo.

— ¿Y dónde vamos a meterlos en cuanto los tengamos? — dijo Pedro — No creo que los vayamos a cargar a cuestas hasta la mansión de tu jefe.

— He comprado mulas y un carro en el pueblo al pie de la montaña. No tendremos problemas en llevarlas siempre y cuando las tengamos bien atadas y sujetas. ¿Alguna pregunta? ¿No? Pues mañana empezamos a vigilar ¿Quién entrará en la cueva?

— Yo — se ofreció Lara —. Sé sus hábitos y estaré atenta a lo que hagan.

— Muy bien. Recordad: quiero a las crías vivas y sin muchos rasguños. Cualquier daño importante significará cobrar menos — sentenció Meno —. Descansad, tenemos cosas que hacer mañana.

Tras esto, el grupo se alejó de la hoguera y comenzó a prepararse: Vito ataba cuerdas para hacer redes, Jiv limpiaba sus armas y revisaba sus proyectiles, Pedro y Pablo afilaban sus espadas, Lara repasaba sus apuntes sobre los dragones y Meno comprobaba que su equipo estuviera en orden.

-0-

Al amanecer, el grupo comenzó sus tareas. Lara y Vito se fueron a la cueva de los dragones a explorar y preparar las trampas. Los gemelos salieron a cazar en la otra dirección para tener cebos vivos y comida por si acaso, y Meno y Jiv se quedaron preparando sus armas y cargando más proyectiles. En un par de días asaltarían la cueva y querían estar preparados, así que se notaba tensión. Al mediodía, volvieron todos a comer y hablar de lo que Lara había visto.

— He contado siete crías, tres con más de un mes y las otras cuatro recién nacidas. — explicó.

— ¿Cómo sabes el tiempo que tienen? — preguntó Pablo mientras devoraba un conejo asado — ¿Le has preguntado a cada una?

— No, idiota — replicó con desgana, harta de su estupidez —. Recién nacidas son como una cabra, os lo dije anoche. En cuanto pasa algo de tiempo y pueden cazar solas llegan al tamaño de un caballo.

— ¿En un mes? — dijo Pablo, masticando — ¿Cómo lo hacen?

— No son tan grandes, por suerte. No son más altas que yo, y todavía no están completamente desarrolladas, así que son torpes, y no parece que hayan aprendido a cazar en grupo.

— Entonces podemos atarlas sin problemas en cuanto se duerman ¿No?

— ¿Tienes miedo, zanahorio? — dijo Jiv, riendo entre dientes — Te puedes quedar vigilando el campamento mientras los hombres de verdad hacemos el trabajo. — continuó con sorna.

— A lo mejor el que vas a tener miedo eres tú cuando te deje sin dientes.

— Qué pronto se te llena la boca. Levanta la mano si tienes…

— ¡Callaos de una vez los dos! — cortó Meno — En cuanto tengamos el trabajo hecho os pegáis todo lo que queráis, pero ahora mismo os quiero tranquilos. Que parecéis putos críos, joder.

— ¡Pero si siempre empieza él! — gritó Jiv.

— Me da igual quién empiece. Si no te gusta lo que dice, te callas y punto. Y tú, muérdete la lengua o te la metes por el culo si no sabes tenerla quieta, ¿Entendido? — dijo Meno mirando fijamente al gemelo.

— Por el culo le voy a meter otra cosa a éste si no me deja en paz. Y no me pienso callar porque me lo mandes tú, ¿Quién te crees que eres? — contestó Pablo airado.

— El que te ha contratado y el que decide si cobras. Así que no quiero ni una puñetera palabra más. En cuanto cacemos a los dragones, os pago y cada mochuelo a su olivo, ¿Vale? — sentenció alzando la voz.

El grupo se quedó en silencio y así permaneció el resto del día. La tensión se notaba y cada vez quedaba menos para terminar.

-0-

Pasaron varios días de vigilancia, y por fin llegó el momento. Los seis se levantaron al alba y se dirigieron a la cueva. En cuanto la madre se fue volando a cazar, comenzaron el plan. Jiv, Vito y Lara dispararon los proyectiles. En cuanto el humo se dispersó un poco, Pedro, Pablo y Meno entraron a la cueva con pañuelos en la cara para no aspirar el somnífero y cuerdas para atar a las crías.

Después de un rato en que no se oía ningún ruido de la cueva, salió Pablo cargando una de las crías, dormida aunque agitada. Era una de las pequeñas, grande como un carnero, con las alas escamosas y las piernas atadas, de color pardo y con pequeños cuernos en la parte posterior de la cabeza.

— La primera, quedan seis — dijo sin su entusiasmo habitual — ¿Estás seguro de que se van a quedar dormidas todo el tiempo? ¿No va a venir la madre?

— Ha ido a cazar — le contestó Lara —. Nunca la he visto volver antes de la tarde. Tenemos tiempo, pero daos prisa.

— Ya. Vuelvo dentro otra vez. — comentó Pablo, andando hacia la cueva.

Pasó otro rato, y esta vez salieron los dos gemelos arrastrando con dificultad una de las grandes, mayor que un caballo percherón y con escamas más afiladas y pinchos en la cola.

— La cueva es más grande de lo que parece — volvió a decir Pablo —. Además nos cuesta atar a las crías entre el humo, la oscuridad y que tenemos que hacerlo en silencio.

— No estoy tranquilo, tendríamos que estar acabando y nos quedan bastantes — siguió Pedro —. Y encima no se las ve muy dormidas. Dame unas bombas de humo y se las echo encima.

Jiv se las entregó y volvieron a entrar. El humo dentro de la cueva se empezaba a dispersar y se podían oír ruidos dentro. Los tres de fuera estaban intranquilos.

— Debería entrar alguno. Si trabajamos rápido de veras será más oportuno — empezó Vito —. Mis trampas son certeras, no tendrán problema en atrapar a las fieras.

— No, esperamos fuera — cortó Jiv —. Se está levantando viento y no estoy tranquilo ¿No oís ruidos?

Jiv tenía razón. Se podía sentir tumulto dentro de la cueva, cada vez más cercano. Jiv, Vito y Lara se miraban intranquilos cuando vieron salir corriendo a Meno y a Pedro, muy alterados y con expresión aterrada.

— ¡¿Qué pasa?! — les gritó Jiv — ¿Y el otro zanahorio? ¿Y Pablo?

Al oír ese nombre, Pedro frenó en seco y dio un alarido desgarrador que heló la sangre a los demás. — ¡Está muerto joder! — gritó Meno acercándose — ¡El somnífero era flojo y no llegó adentro! En cuanto giró a un lado, una de las grandes se le tiró al cuello. Hemos tenido que salir corriendo y no hemos visto a las… ¡CORRED!

Una de las crías se había soltado y corría hacia ellos, mientras que la otra estaba quemando las cuerdas con ácido de su boca. Les escupió ácido, que dio a Vito de lleno en el pecho y le hizo caer al suelo por el dolor.

Oyeron más chillidos y gritos a su espalda y vieron a Pedro dando mandobles al aire delante de otras cinco fieras hambrientas, que se abalanzaron sobre él para despedazarle. Jiv disparó su escopeta a una de ellas, abatiéndola y atrayendo la atención del resto. Los otros tres miembros del grupo le siguieron intentando acertar mientras las crías se acercaban zigzagueando, cuando la pequeña que habían capturado, ya libre, mordió con fiereza la mano de Meno y le tumbó partiéndole un tobillo. Vito aprovechó para clavarle un puñal en la cabeza y matarla, pero recibió un fogonazo en la cara y cayó en redondo.

Jiv y Lara estaban espalda con espalda, se habían quedado sin balas y sólo tenían dos lanzas. Una de las crías a la izquierda de Jiv se lanzó a por él, y chilló de dolor al recibir un lanzazo en el ojo. Jiv no pudo ver a la otra, que le rajó el cuello con sus garras y mordió en la pierna a Lara, que cayó al suelo sin salida.

Meno no pudo hacer más que salir renqueando hacia el bosque, aterrado y sangrando. Quería llegar al campamento, montar su caballo y terminar esa pesadilla cuanto antes. Pudo recuperar el aliento y caminar con menos dificultad, pero cada vez sentía los chillidos de las crías más cerca. El dolor del muñón y la sangre de la cara no le dejaron ver el terraplén por el que se cayó.

La caída fue breve, dando a parar contra un árbol con una costilla rota y perdiendo la vida por momentos. Tuerto por la sangre, vio a las crías bajar planeando por el terraplén y aterrizar justo delante de él. No le esperaba nada agradable. Le escupieron ácido por todo el cuerpo, haciéndole retorcerse de dolor, deformando y ablandando su piel y sus músculos, maldiciendo el momento en que había aceptado esa misión, y la panda de ineptos que había contratado.

La más grande se abalanzó sobre su pierna, comenzando el banquete. El resto la siguieron, peleando por sus partes más jugosas, como los brazos, aún vivos, pero incapaces de defenderse. Lo último que sintió Meno fue cómo las bestias feroces rajaban el abdomen y se comían sus tripas, chillando y peleando por la presa fresca que, como otras tantas, había cometido la imprudencia de subestimarlas.


Thorston
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Billy no entendía porque Harry lo estaba mirando así. De pronto le dio la risa y él seguía sin entender nada.
Cuando se despertó e inspeccionó el lugar, no reconocía nada. Ni siquiera a Harry. ¿Realmente era Harry? Suponía que era él por esa cicatriz tan característica que tenía en la mejilla.
Billy sabía perfectamente cómo Harry se había hecho esa cicatriz. Fue culpa suya. Una noche loca de 2078, mientras salían de fiesta con un par de chicas, Harry intentó, torpemente, lanzarse sobre el cuello de una de ellas, con tan mala suerte que acabó de cabeza en el asfalto. Sobra decir que llevaba algunas copas de más (y otras sustancias) que lo hacían altamente inestable. ¿Y por qué era culpa de Billy? Pues porque él simplemente había dejado que ocurriera. Dejó que su amigo de la infancia bebiera y se metiera drogas con nombres difíciles de pronunciar; todo esto para que se estabilizara sentimentalmente después de que Ivy lo destrozara con una ruptura.
Harry se acercó a escasos milímetros de la cara de Billy y lo olisqueó. Como si no lo reconociera le preguntó que dónde estaban y cómo habían llegado allí. Billy no sabía la respuesta a ninguna de esas preguntas. Tendrían que averiguarlo.
Ambos se levantaron del suelo y decidieron abrir esa puerta roja que tanto brillaba. Todo fue en vano porque la puerta estaba cerrada a cal y canto. Harry, que parecía el más fuerte de los dos, golpeó repetidas veces la puerta con su hombro. Cada vez que dejaba de intentarlo, sonaba un ruido metálico en el exterior. Billy lo detuvo antes de que volviera a golpear la puerta. Esta vez ambos pusieron atención; solo había silencio. Sin embargo, unos segundos más tarde volvieron a escuchar ese ruido metálico y, al fin, lo que parecía una voz. Fue muy leve y no sabían distinguir a qué pertenecía. Tenían que dar con la forma de abrir esa maldita puerta.
Hicieron una búsqueda rápida por la habitación, pero a primera vista parecía no haber nada útil: un mugriento colchón, una botella de plástico vacía y un póster en la pared. Debían encontrar algo para abrir la puerta ya que a la fuerza no funcionaba. Quizás el póster estaba colgado con alguna chincheta o clavo. Por desgracia no fue así. El póster se encontraba anclado con una especie de masilla blanca. Harry pensó que tal vez el colchón fuera de muelles y podrían sacar uno. Sin embargo, no tenían forma de romper el colchón. La única esperanza estaba depositada en la botella de plástico. Billy suspiró pensando que no tenían salida, que estarían encerrados para siempre en ese cubículo. De pronto, se sobresaltó al escuchar un leve grito de sorpresa proveniente de Harry. Se acercó apresuradamente y comprobó que Harry estaba pasmado frente a la botella. Dentro de ella, en el fondo, se veía una llave dorada. Billy le arrebató la botella de las manos y comenzó a agitarla con fuerza intentando sacarla. No hubo suerte. La llave estaba pegada y no se movía ni un milímetro. Otra vez estaban como al principio. No tenían nada. No habían encontrado nada que les sirviera para abrir la puerta, así que tampoco para abrir la botella. Billy y Harry se desplomaron en el suelo, con los ánimos alicaídos, y escuchando de fondo la leve voz que venía del exterior.
Durante lo que habían parecido horas, ambos se habían metido en un estado casi catatónico. Billy fue el primero en hablar. Pensaba que había algo que se les escapaba, que allí dentro tenía que haber algo que les ayudara pero que no lo veían. Debían ser más observadores. De repente, observó las manos de Harry, que sujetaban fuertemente la botella con mucha frustración. Con los ojos como platos, pegó un salto y se puso de pie frente a él. Ahí estaba la clave. Harry podía abrir la botella con sus manos. Todo el tiempo habían tenido la respuesta en sus narices.
Billy lo zarandeó para despertarlo de su estado. Le gritó que usara sus manos. Entonces Harry despertó de su trance, se observó ambas manos y lo entendió. Se levantó muy despacio, levantó su mano derecha y le asestó un fuerte golpe a la botella. Esta se rajó por la mitad, quedando libre la llave. Fue Billy quien tuvo que meter sus finos dedos dentro de la botella para coger la llave, ya que Harry tenía unas manos grandes y anchas.
Parecía una tontería, pero Billy se encontraba nervioso ante la situación. ¿Y si la llave no correspondía a esa puerta? ¿Y si no tenía nada que ver con esa habitación y alguien los estaba engañando? O peor, riéndose de ellos mientras sufrían.
Harry apareció para alentarle. Tenían que probar si la llave abría la puerta roja. Con sus minúsculos dedos, introdujo la llave en la cerradura. De momento todo parecía ir bien ya que la llave había entrado en su lugar. La giró suavemente y sonó un pequeño chasquido. Harry, con toda la impaciencia del mundo, empujó la puerta y lo que vio lo dejó anonadado.
Se encontraron de bruces con un pasillo oscuro. Ambos se encontraban bajo el marco de la puerta boquiabiertos. La voz ahora se escuchaba más clara. Los dos recorrieron el pasillo tanteando con los dedos la pared. Se dejaron guiar por el sonido hasta que, por fin, dieron con una puerta. Billy colocó su oreja y se dispuso a escuchar mejor. Aquella intriga lo estaba estresando. ¿Quién estaba tras la puerta?
Harry reconoció la voz. Era Ruby.
Ruby estaba tras la puerta muerta de miedo. Por su pequeño rostro caía un mar de lágrimas. Había intentado forcejear la puerta, darle golpes e incluso encontrar algo que le sirviera para abrirla, pero en esa maldita habitación no había nada útil, solo un armario vacío. Ahora ella se alegraba de que alguien la hubiera escuchado; por fin saldría de allí. La voz del otro lado le dijo que buscara algo donde se encontraba. Ella le contestó que la habitación estaba completamente vacía. Tras mucho meditar, Harry y Billy pensaron que tal vez su llave funcionara ahí también. No perdían nada probando. Billy, quien aún conservaba la llave, la introdujo en la cerradura y la giró. Sin embargo, la llave no hizo nada, parecía atascada. Harry lo apartó de un pequeño empujón, cogió la llave y con una fuerza brutal forzó la llave hacia la izquierda. Billy le gritó pensando que podía romper la llave, pero lo que pasó fue que la llave emitió un sonido: clic. Ambos empujaron la puerta y se encontraron a Ruby, pequeña y encogida, mirándolos desde el suelo.
Al principio, Ruby parecía no reconocerlos, pero, poco a poco, fue dándose cuenta de a quién tenía delante. Entre lágrimas los abrazó. Se alegraba tanto de verlos en aquel instante que besó a Billy en los morros. Harry intentó quitarle hierro al asunto, sobre todo al darse cuenta de que Ruby se había sonrojado, y se dirigió al fondo de la habitación, donde estaba el armario. Lo abrió y rebuscó dentro pero no había nada. Al cerrarlo se dio cuenta de que en el suelo había unas muescas, por lo que parecía que había sido arrastrado y movido de su sitio. Con toda su fuerza, cogió el armario por los lados y lo arrastró hacia la derecha. Billy y Ruby se acercaron a ver lo que había.
Detrás del gran armario encontraron una nota: “Bienvenidos a Thornton, el escape room más complejo y real que existe. Todos tenéis una habilidad concreta. Para salir tendréis que colaborar, investigar y pensar. Solo hay una puerta correcta. Si entráis en alguna incorrecta moriréis en el acto. Os quedan sesenta minutos. Buena suerte”.
Aquello los dejó pasmados. ¿Cómo que morir en el acto? Pero qué clase de juego macabro era ese.
Billy, que era el más sensato, pensó que sería buena idea ir los tres juntos investigando el pasillo. Tal vez la llave sirviera para abrir más puertas. Y debían darse prisa.
Como todo estaba a oscuras, decidieron ir agarrados de las manos. Harry iba en cabeza, tanteando la pared, hasta que topó con un pomo; lo giró y la puerta se abrió sin más. Los tres entraron. En la habitación había una lámpara de pie encendida y una caja fuerte. En un lateral de ésta, había pegado un papel con lo que parecía un enigma. Billy pensó que seguramente debían resolverlo para abrir la caja fuerte. Quizás había otra llave o una linterna. En el papel se podían ver las imágenes de cuatro relojes de aguja, los cuales estaban girados en diferentes sentidos, todos menos uno que estaba en la posición correcta. Al lado había una imagen de la caja fuerte con esto escrito en el centro: {1:00}.
Después de darle muchas vueltas, Ruby cayó en la cuenta de que el 1:00 se refería a la hora. Y era un código de cuatro dígitos porque había cuatro relojes. Tenían que fijarse en la posición de los relojes, en el número que se encontraba donde marca la 1:00. Ruby fue diciéndole los números a Billy, que los fue girando en la caja fuerte. 3618. La caja se abrió y dentro había una llave, con lo que parecía el número siete. A lo mejor había una puerta con ese número.
Salieron al pasillo y, agarrados de la mano, siguieron tanteando la pared. Qué bien les vendría una linterna… El pasillo se estaba haciendo interminable. Harry no encontraba ninguna puerta ni nada sobresaliente, solo una pared lisa que parecía ser infinita. De pronto escucharon un ruido. Sonaba como una puerta abriéndose. Y enseguida escucharon unos susurros. Todos, instintivamente, se quedaron quietos. Los susurros se convirtieron en unas voces cada vez más cercanas y se añadieron pasos. Lo que sea, o quien sea, se estaba acercando a su posición. Les entró el pánico y lo único que Harry supo hacer fue tantear en el aire buscando el otro lado del pasillo. No encontraba nada, por lo que intentó volver atrás, pero lo hizo sin previo aviso y Billy y Ruby estaban agachados por lo que Harry tropezó con ellos y cayó de bruces al suelo. Aquel ruido estrepitoso llamó la atención de todos. Enredados en el suelo quedaron cegados por una luz que los alumbraba.
Ivy estaba alumbrando con su linterna a un grupito que estaba tirado en el suelo. Habían hecho tanto ruido que no habían tenido más remedio que dirigirse hacia allí. Ella iba en cabeza, seguida de Carry y Sully. Acababan de salir de una puerta y no se esperaban que fueran a encontrar otro grupo. Cuando se dio cuenta de quién estaba en el suelo, Ivy retiró la luz y tendió su mano.
Harry por fin pudo ver y se encontró con una mano que quiso ayudarlo a levantarse. Cuando estuvo de pie se dio cuenta de que quien estaba ayudándolo era ni más ni menos que Ivy, su exnovia. Estaba algo cambiada, pero era ella. Además, la acompañaban Carry, una de sus mejores amigas, y Sully, su nueva pareja. Los tres habían formado un grupo como él junto a Billy y Ruby.
Después del reencuentro y ponerse al día, decidieron continuar el camino juntos. Ya que Ivy tenía una linterna y era una fiera, decidió ponerse en cabeza por si había algún problema. Billy le dijo que necesitaban encontrar la numero siete, ya que tenían su llave. Recorrieron el pasillo, buscando en cada puerta hasta que dieron con lo que parecía un siete encima de una puerta azul. Billy sacó la llave y la introdujo en la cerradura, aunque esta no hizo nada. Tal vez había otra puerta con el número siete o esa llave era para otra cosa.
Sully le dijo al grupo, que ahora se había convertido en un gran grupo de seis, que deberían continuar y buscar alguna puerta que estuviera abierta. Ellos tampoco tenían nada nuevo; lo único que habían conseguido era salir de la habitación donde estaban encerrados al inicio y un papel el cual explicaba dónde se encontraban. Al resto les pareció adecuado así que continuaron recorriendo el pasillo. Ivy iba probando cada puerta que encontraba hasta que dio con una en el que el pomo giró y se abrió.
El primero en entrar fue Sully. Le gustaba destacar por encima de los demás, ya que era el más grande y robusto. Tenía una inteligencia sublime y los enigmas se le daban muy bien. Al entrar en la nueva habitación se encontraron un maletín en el centro. Ruby se acercó a inspeccionarlo más de cerca. Se trataba de un maletín de cuero negro con dos cierres metálicos a ambos lados. Se fijó que en el cierre izquierdo habían escrito las letras “DDD” y en el derecho “UUU”. En el centro del maletín, de color blanco, estaban escritos los siguientes números: 24 53 71. El grupo se acercó para verlo de cerca y Ruby les dijo lo que había visto. Entre todos se pusieron a pensar cual podía ser la combinación para abrir el maletín.
Sin duda, Ruby era pequeña pero la más lista, mientras que Billy era muy astuto. Entre los dos se pusieron a pensar diferentes combinaciones. Tardaban mucho, demasiado. Y no tenían tanto tiempo. Harry se desesperó, como era normal en él. Quería la respuesta ya y zarandeó a Ruby para que pensara más rápido. Enseguida Sully se interpuso entre ellos, defendiéndola de su ferocidad. Estaba claro que Harry y Sully eran enemigos. Los ánimos se crisparon y la única que supo poner calma al asunto fue Carry. Ella era muy alta y apenas hablaba por vergüenza, pero cuando lo hacía era con mucha sensatez y tranquilidad. Mientras el grupo se dispersaba, Carry pensó que podía tener una solución. A lo mejor era una tontería, pero decidió compartirla con el grupo. Quizá las letras D se refiriesen a las décimas y las U a las unidades, por lo que el código de la izquierda era 257 y el de la derecha 431. Como no tenían nada mejor decidieron probar. Billy introdujo cuidadosamente los números en cada cierre metálico. Primero lo hizo en el de la izquierda y luego en el de la derecha.
Se escuchó un fuerte clic y pudo abrir el maletín. Dentro había un montón de papeles: algunos folios en blanco, unas páginas de periódico del año anterior y unas cuartillas escritas a mano. Además, había un sobre marrón con algo dentro. Billy le entregó las cuartillas a Ruby para que las leyera y miró por encima los periódicos. No parecían contener nada importante a simple vista. Abrió el sobre y se encontró con otra llave con el número siete. Esta vez podría ser de la puerta anterior. Ruby leyó las cuartillas; contenían una especie de instrucciones y un mapa. El mapa era del pasillo. En él se podía diferenciar las puertas, aunque ahí no tenían ninguna numeración. Había muchas, al menos veinte. No sabía cómo iban a encontrar la correcta en tan poco tiempo. Las instrucciones decían que debían dirigirse a la cuarta puerta en dirección norte y que a partir de ahí solo les quedaba una puerta más, el último gran enigma. No sabía si fiarse de esa información.
Salieron de allí e intentaron orientarse para encontrar la siguiente puerta. Si tuvieran una brújula todo sería más fácil. Sin embargo, a Ivy se le daba muy bien orientarse, era como una brújula con patas, así que la siguieron de nuevo. Se topó con una puerta que creía correcta. Primero giró el pomo por si tenían suerte, aunque supuestamente su puerta necesitaba una llave. Al girarlo se abrió, pero todo lo que había dentro era oscuridad. Sully la agarró antes de que ella diera un paso. Harry también pensó que sería peligroso, ya que no era la puerta que buscaban y esa oscuridad era tétrica. Ivy alumbró con su linterna, sin embargo, la linterna parecía no alumbrar nada, la oscuridad seguía ahí, persistente. Lo mejor era cerrar la puerta y seguir buscando. La cuarta puerta dirección norte, si no se equivocaban, era una puerta amarilla con el número siete en su pomo. Billy, quien parecía el guardián de las llaves ya que siempre las llevaba consigo, introdujo la nueva llave en la cerradura y esta se abrió al instante. Toda su esperanza de que la nueva llave número siete abriese la puerta anterior se esfumó. Pensó que la primera llave tenía que abrir alguna puerta importante.
De nuevo volvieron a encontrar una caja fuerte. En su lateral había un papel pegado con unos dibujos. Esa parecía ser la clave. Esta vez el enigma era un poco más complejo; solo aparecían cuatro dibujos de animales: un flamenco, un pulpo, un tigre y una hormiga. Parecía un código de cuatro cifras, pero no sabían qué relación tenían estos animales.
Como la otra vez, Ruby se encargó de pensar en el enigma. No podía entretenerse mucho así que lo primero que se le vino a la cabeza después de un par de minutos fue las patas. La única relación numérica que tenían los dibujos era las patas. El flamenco tenía dos, el pulpo ocho, el tigre cuatro y la hormiga seis. Esta vez fue ella misma quien giró la rueda de la caja fuerte e introdujo el código 2846. Efectivamente funcionó. Dentro encontró otra llave con el número siete.
Billy pensó que esta vez sí podía ser la buena, la llave que abriese la primera puerta con el número siete. Convenció al grupo para volver a esa puerta. Sin embargo, Carry no pudo soportarlo más, aquello era demasiado aburrido. Lo único que quería era salir de allí cuanto antes. Así que, sin previo aviso, abrió la puerta que encontraron anteriormente. El resto se giró y con un fuerte grito instaron a Carry para que no abriera. Ella sonrió, giró el pomo, entró y la oscuridad la engulló.
Todos quedaron afligidos. Ivy estaba llorando en los brazos de Harry, ante la atenta mirada de Sully. Billy no quería ser inoportuno, pero debían continuar, el tiempo se les agotaba. El grupo volvió a unirse y esta vez fue Harry quien iba en cabeza. Ivy estaba demasiado triste ante la desaparición de Carry. Habían sido amigas desde la guardería y ahora ya no estaba. Después de caminar algunos metros, Harry encontró la puerta azul con el número siete. Billy se colocó delante, sacó la llave y la introdujo con sumo cuidado. La giró dos veces y se escuchó un chasquido. Aguantando la respiración giró el pomo y abrió la puerta hacia dentro. La habitación destellaba una luz blanca cegadora. Cuando por fin se adaptó a la luz, pudo ver que en el centro de la habitación había una caja fuerte y al fondo otra puerta azul. Todo el grupo entró. Sully y Harry observaron la puerta del fondo. Tenía dos cerraduras. Una de ellas tenía grabada el número siete y la otra el número cuatro. Billy llegó y lo vio. Pensó que la primera llave sería por fin usada. Mientras tanto, Ivy y Ruby investigaban la caja fuerte. Como venía siendo común, en el lateral se encontraba un papel con el enigma. Esta vez solo había unos números colocados unos debajo de otros:
379 595
286 363
Por mucho que Ruby pensaba no había forma, no se le ocurría ninguna cosa. Algo se le escapaba, tenía que haber alguna pista más. Simplemente con esos números no se le ocurría ningún código, nada que tuviera lógica. Ivy tampoco fue de ayuda, ella era más de actuar. Sully y el resto vinieron a ayudar, pero tampoco entendían el código. Nada tenía sentido. Ruby desesperada suspiro y miró al techo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había un panel con una cuenta atrás. Seguramente, en cada habitación, hubo uno de esos paneles, pero ninguno se había fijado. El tiempo se les escapaba. Les quedaba menos de tres minutos para resolver el enigma. Lo más posible es que hubiera otra llave dentro de la caja fuerte, esta vez la numero cuatro, y podrían abrir la puerta azul del fondo junto con la primera llave siete. Esa sería la puerta final, la salida. Tenían que darse prisa. Les explicó el descubrimiento que acababa de hacer y todos se pusieron muy nerviosos. Aquello era imposible de resolver, no podían hacerlo. De repente, Sully chilló y todos se acercaron. Había descubierto unas líneas debajo de los números. Cómo era posible que no se hubieran dado cuenta antes. Debajo de la columna de números izquierda la línea se inclinaba hacia la derecha y debajo de la columna derecha se inclinaba hacia la izquierda. Ruby rápidamente dio con la respuesta. Los números que tenían que elegir eran los que pasaban por la línea, según su inclinación. Así que el código era 3635. Sin pensar giró la rueda de la caja fuerte y esta se abrió, dejando ver una llave con el número cuatro. Harry gritó que les quedaban menos de dos minutos. Habían perdido mucho tiempo. Ruby no pensó, solo actuó. Fue corriendo hacia la puerta, adonde Billy también se dirigió. Juntos introdujeron ambas llaves, la siete en la cerradura siete, la cuatro en la cerradura cuatro, y las giraron al mismo tiempo. Esta se abrió de forma automática y todos entraron del golpe.
Cuando entraron en la habitación se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. No era la puerta correcta. La habitación estaba repleta de espejos y poco a poco era engullida por la oscuridad. Cada uno de ellos se colocó de frente, observándose detenidamente. Harry se vio el hocico y sus largas orejas, Harry sus largas patas y sus dientes torcidos, Ivy sus enormes garras y su pelaje dorado, Ruby sus bigotes y sus patitas cortas, y Sully su gran tamaño y larga trompa.
El panel marcaba el fin. Los sesenta minutos habían terminado y ninguno de ellos había conseguido encontrar la puerta correcta. Juntos, en círculo, se cogieron de las manos y allí mismo se desintegraron.
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Marty McFly
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Marty McFly »

Voz en la penumbrá
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Lo llamaban la Rosa Dorada, aunque hacía siglos que el latón de su casco había cedido al salitre, los raspones y las huellas de colmillos, explosiones y zarpas.O que la nombrada rosa no era más de un conjunto de flechas y líneas difuminadas. Su forma de jarrón, con su cuello estrecho más cercano a la cubierta principal, había permitido a aquellos gigantes ciegos hacerlo girar con las palmas de sus garras. Desde hacía siglos ninguna de aquellas criaturas había vuelto a posar sus huellas sobre sus superficie, agujereada y repleta de pequeños cuartuchos y mástiles en los cuales tensaban las velas. Los ornamentos, los arcos y figuras geométricas que tan delicadamente habían sido tallados en su frontal yacían en las profundidades acuosas, en una oscuridad de olvido y abandono. La base que le había unido a su puerta era ahora la raíz de unos robustos mástiles que exhibían con orgullo sus orígenes como palillos para los dientes. Alrededor de aquella reliquia mecánica de óxido y propósito renacido habían crecido habitáculos de madera, y cartón. Adheridos a las paredes internas de latón a base de una sustancia pegajosa soportaban el peso y las rutinas de sus habitantes.
El mismo hilo dental que se utilizaba para manejar el velamen era utilizado para asegurar los puentes colgantes y los trapos lavados…

-¿y los palillos tio?-surgió un eco desde las sombras, un eco chillón que botaba a lo largo de los muros de piedra y humedad.
-¿Qué pasa con los palillos?-respondió un segundo eco más grave, traído de ningún lugar en particular.
-¿eso, los palillos?-cuestionó una tercer eco, aún más chillón que el primero y tan misteriosos como este.
-¿cómo estaban unidos los palillos del gran mástil?-volvió a retumbar el primer eco.
-Por….por pelos,si, por cabellos tan blancos como la luna llena…
-¿De qué? ¿de que?-las voces, se mezclaban en los rincones de la oscuridad, los ecos se desparramaban sobre la cubierta y asustaban a la peluda tripulación.
-¡De princesa, los pelos de Princesa, la gata más malvada de los sotanos !
-¡Princesa no es malvada!-chilló el tercer eco, provocando un pequeño oleaje sobre la superficie del canal-solo juega con ellos…
-...si, comiendoselos.
-¡Vamos, vamos!-intenta calmarles el segundo eco, flotando como una suave brisa que henchía las velas- Quizas princesa no sea tan malvada Alicia , pero es una gata

...y como gata, seguía sus instintos. Para terror de nuestros pequeños y dentados navegantes. Pues, como habréis adivinado, nuestros marineros son ratas y la oscuridad que les rodea es lo que nosotros llamamos alcantarillas,

-¡y la Rosa Dorada es el pomo de un portón !

Fue, Alicia, fue el pomo de un portón , pero ya no había ni puerta ni casa, solo quedaba la Rosa Dorada ¿y sabéis qué? después de estar años y años en el mismo sitio, girando cuando se lo decían, siempre el mismo paisaje, siempre las mismas manos… había decidido irse de viaje. El día que terminó en el vertedero llovió mucho, se lo llevó la corriente hacia las cloacas más cercanas. Y fue allí donde lo encontró el clan del Mareas, conocidos en todo el Bajomundo, lo que nosotros conocemos como alcantarillas,
-¿El clan de las Mareas, en las alcantarillas tio?-volvió a retumbar el canal con un eco chillón, proveniente de ninguna parte.

-¡ahí está de nuevo! ¡de arriba, viene de arriba!
-’¡No las escuches! ¡No las escuches, o te quedarás atrapado para siempre!-una de las ratas, tuerta y con el pelaje quemado en varias partes, se abalanza sobre las orejas de su compañera-¡son los maullidos de Mas abajo!
-¡y ahora parece que intentan susurrar!Pero viene de popa…
-¡De arriba te digo, de arriba! lo escuchas detrás por el eco.
-¡Los maullidos de los canales os digo! ¡los maullidos!
-¡Chiton con los maullidos!-otra de las ratas, que parece haber perdido la cola y parte de los dientes se lleva las manos al morro-¡Hector, se que eres tú, baja y saluda a un viejo amigo!

-¡Nos han pillado tio, nos han pillado!grita Alicia, con los colmillos afilados y las garras intranquilas-¿podemos bajar, podemos?

-Podemos, sería de mal gusto no responder ahora que nos han visto.
-¡bien, bien, piratas!-el eco de las voces se pierde en el centenar de ecos que provocan tres alas. Se abalanzan sobre la Rosa Dorada tres sombras, tres sombras de altas alas y hocicos achatados.

-¡Murciélagos!-se sorprende la rata tuerta-Son Murciélagos
-Mi nombre es Grosso-se cruza de brazos y mira a este murciélago con cierto reproche, desde un único ojo-y no somos piratas chico ¡aventureros! ¿ves esos pelos de ahí, los del mástil? ¡Son de la Princesa, la gata más feroz que ha existido en los Callejones! son nuestro trofeo al derrotarla.

A uno de los pequeños murciélagos se le ilumina la mirada, perdiéndola entre Grosso y los cabellos del mástil.

-¿Por Qué habla este en tercera persona todo el rato?-las ratas de agolpan alrededor del murciélago más grande y viejo, al que antaño llamaron el Narrador de la corte del Bajomundo.

-Claro, la deformación profesional ¿eh?- Grosso, sonríe de forma tuerta,enseñando los dientes.
-Sin duda alguna tuerta.
-Acercaos muchachos, os presento a Hector hocico de brillo, cuyas historias dormían a príncipes y fieras-El capitán, una rata con una cáscara de nuez por sombrero y una cicatriz desde el cuello hasta el vientre se acerca, el viejo narrador le tiende el ala en forma de saludo- y supongo que estos serán tus sobrinos ¡encantado, no tan pequeñines!
-Yo me llamo Tomas.
-¡Y yo Alicia!
-Si no sois piratas ¿estáis en una aventura?
-¡Volvemos de una!
-¡y nos embarcamos en otra!-Grosso y la rata coja se acercan a los sobrinos, de este narrador, con el pecho henchido y los brazos en el hombro del otro, detieniendose brevemente para mirar al murcielago más mayor un poco desconcertados.
-Es un tanto inquietante….
-Un tanto inquietante sin duda.
-Pero definitivamente no son los Mauillidos.
-No señor.
-¿y a donde vaís? ¿a donde?
-Ha Musgosidad, más allá de la Esclusa número 34-despliega el capitán un trozo de tela, una carta de los canales, una bitácora de conocimientos, una huella de las travesías y el coraje de aquellos roedores había demostrado para que cada milímetro, cada cura y lugar descubierto, pudiera ser plasmando-gracias , estimado Hector ¿la veis aquí?
-¡Esta casi al final!
-Pero más cerca de lo que crees, porque nosotros estamos aquí.
-Entonces, solo tenemos que ir por aquí ¿no? para seguir la corriente -Alicia apunta con su ala a dos flechas bien marcadas sobre el dibujo de los canales-¿señalan hacia dónde va la corriente?
-¡Exacto! Alicia, veo que tienes hueso de aventurera-El capitán vuelve a señalar la carta, a una de las flechas-Pero hoy ha llovido mucho en el Arriba y la corriente es más fuerte, por lo que tendremos que rodear por los más amplios.
-¿Podemos ir tio? ¿podemos ir?
-Puede ser peligroso...más una hazaña que pueda ser contada.
-En una aventura no todo es guano, bonito y barato-Grosso le da un codazo a su compañero, riendose de forma baja y grosera ante tan sordo sentido del humor.

Navegan pues por los canales, con una corriente llena de furia y falta de paciencia. La Rosa Dorada y sus ocupantes surcaba la oscuridad con las velas henchidas, con los dos sobrinos del cuenta historias colgando del velamen. Comenzaron a iluminar las cavernosas profundidades un musgo fluorescente, una luz tímida que hacía más imponentes y misteriosas a las sombras, el murmullo del agua al otro lado de los muros de piedra se hacía prominente. Y con cierta inquietud se refugiaba Hector en las promesas de las historias que serían contadas.
-De verdad que no me acostumbro-Grosso se rasca el hocico-es como tener una vocecilla susurrandote todo lo que haces.
-Bueno, piensa que se te recordará como aquel que se metia el dedo en el hocico.
-Lo único bueno que voy a escarbar en mi vida, recuerda mis palabras.
Las dos ratas ríen al unísono, y el eco de sus carcajadas cubre por un leve momento el murmullo de las aguas enfurecidas.
-Si como dice el capitán, formasteis parte de la corte del Bajomundo, imagino que tendréis alguna historia interesante que contar….
-Ese era mi trabajo….-Hector se rasca la mandíbula y escarba en la maraña de sus recuerdos, ciertamente más interesantes que el hocico de Grosso.
-Hey
-Podría hablaros de la guerra civil más corta de nuestra historia, la conocida como la guerra de los treinta y siete puñetazos-nota el narrador cómo se reúnen los navegantes a su alrededor, como sus sobrinos tuercen el cuello de la arboladura-como sabreís, la corte del Bajomundo la componen todas las especies que habitan estas cloacas y que puedan hablar…

“Pero en los tiempos del rey Caiman III los topos aún eran considerados terrosos, ajenos al mundo de piedra y acero de las cloacas. Aunque aquellos ciegos peludos se habían extendido por toda la red del Bajomundo. Cansado de las disputas y los ataques a sus gentes, el más sabio de ellos se había presentado ante el rey con el favor de los clanes de las ratas, los murciélagos y las cucarachas-majestad-dijo en tono solemne-solicitó humildemente ante vuestra majestuosa colmillada que se nos considere Acuosos, es decir, habitantes de las cloacas. Caiman III, conocedor de la gran habilidad de los topos como constructores y masones de la tierra, pues su habilidad para abrir túneles secretos era bien conocida, hizo que los miembros de la corte votaran. Se opusieron los sapos y las serpientes, que desde hace tiempo intentaban introducir en la corte a sus primos lejanos los lagartos y las tortugas, de forma un poco hipócrita esta últimas si se me permite. El empate de votos era evidente y las palabras o los argumentos sólo parecían alimentar el odio. La disputa comenzó cuando uno de los sapos intentó cazar con su lengua al topo. Se interpuso entonces una rata, tirando de la lengua y golpeando con un derechazo un ojo del sapo. Fue la chispa, el ding de la campana y el sonido que reverbera. Se lanzaron las tortugas sobre las ratas, los murciélagos sobre las serpientes y los sapos sobre los topos y las cucarachas. pero terminó todo tan pronto como había comenzado. Con el primer sapo en las fauces del rey y un silencio de muerte entre los presentes.Los topos fueron aceptados y aquella guerra, que yo conté y os he contado, solo duró treinta y siete puñetazos ”

-Bien merecido final para el sapo, no te puedes fiar de tal papada…
Al terminar la historia y apagarse su voz , descubre el narrador que el murmullo tras las paredes se ha trasladado a sus espaldas, que la marea ha subido y el techo está más cerca, que la espuma les rodea y el capitán grita órdenes a lo largo de la cubierta. hecto lo siente, nota las vibraciones que recorren el túnel, sus sobrinos también las sientes, se lanzan a las alas de su tío.

Un muro de agua, hijo del diluvio que acontece en la superficie, ha provocado una sobrecarga en las alcantarillas. Y por algún lugar debe de escapar tal fuerza de la naturaleza.
Y es entonces cuando Hector recuerda lo que su padre solía decirle, en esos instantes previos a un silencio perpetuo
“Hijo mío , algún día te perderan tus historias”


No te rindas, Goofy
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− Michael, responde joder. Dime al menos que estás vivo.

Estas palabras salían del walkie-talkie que colgaba del pantalón de Michael, que tenía sus manos demasiado ocupadas degollando al zombie al que estaba agarrando. Mientras clavaba el cuchillo en su cuello e iba atravesando su garganta de lado a lado, la sangre caía por todo su cuerpo, el cual, tembloroso, se iba moviendo cada vez menos y menos. Michael estaba en una sala de control de seguridad de un centro comercial, con muchas pantallas encendidas a su alrededor. Cuando el zombie, ya sin vida, cayó a sus pies, se limpió las manos en su ropa y accionó el walkie.

− Lo estoy, sólo había uno en la sala de control, pero ha dado guerra. Me ha puesto perdido, hasta me ha salpicado algo en la cara.

− Eso fue lo que dijo ella –dijo una voz de mujer a través del walkie, soltando una pequeña risa.

− Sigue sin ser gracioso, Lily.

Michael cortó la comunicación y sonrió, mientras observaba las pantallas que tenía delante. Había una tienda de golosinas, un pasillo central con algunos zombies en él, un supermercado…

− De acuerdo, he localizado el súper, deberíamos encontrar algo de comida allí. También veo algunas presas por la zona, pero no parecen muchas. ¿Dónde estáis vosotras?

− ¿No nos ves? Kelly está mirando a cámara y todo…

Michael miró más detenidamente las pantallas, una a una. No le gustaban este tipo de juegos, y menos cuando había presas sueltas.

− No habréis sido capaces de…

Del otro lado del walkie se escucharon unas risas, y en la tienda de disfraces un muñeco de Goofy empezó a saludar a la cámara. A su lado, dentro de una tarta gigante típica de despedidas de solteros, salió la mujer con la que estaba hablando.

− Han pasado un par de presas y ni han entrado en la tienda. Es curioso el nivel de percepción que tienen, han dejado atrás incluso maniquíes con ropa, y no se han acercado a la tienda de animales. Si no fuera porque sus ojos no tienen vida, cualquiera diría que son capaces de analizar el lugar en busca de humanos.

− Eso es interesante –respondió Michael−. Quizás deberíais dejaros los disfraces puestos, y esperar a que pueda asegurar la zona.

− Pero dan calor, me estoy asando, y me queda muy estrecho –protestó Kelly−. Necesitaría algo más grande.

− Eso fue lo que dijo ella –respondió Lily como un resorte automático, haciendo que Kelly entornara los ojos.

− Aguantad un poco más en ellos, ahora voy hacia allí – dijo Michael, mientras observaba a un grupo de presas corriendo hacia la tienda−. Rápido, escondeos, vienen más presas.

Pero no eran sólo presas. Michael distinguió un hombre algo mayor, de unos cuarenta años, huyendo de tres zombies que intentaban cazarlo. Supuso que se había quedado sin munición, y estaba buscando algún sitio donde esconderse. Michael esperaba que pasaran de largo, pero la ley de Murphy hizo acto de presencia y el perseguido decidió que sería buena idea resguardarse en la tienda de disfraces. Una vez dentro, buscó con la mirada algo que le sirviera para contraatacar, y cogió un escudo del Capitán América.

− Con eso no vas a conseguir mucho, amigo –comentó Michael entre dientes.

El hombre mayor esperó escondido detrás de la tarta donde se encontraba Lily a que entrara el primer zombie, al cual estranguló sigilosamente. A pesar del poco ruido que hizo, los otros dos zombies entraron en la tienda y le atacaron. El hombre utilizó el escudo para protegerse de ellos, y usándolo como pantalla, logró empujarlos y tirarlos al suelo, aprovechando su oportunidad para clavar el escudo en la boca de uno de ellos repetidas veces hasta que separó la cabeza del resto del cuerpo y el escudo quedó destrozado. El otro zombie, desde el suelo, le agarró una pierna y le hizo perder el equilibrio, dejándolo a su merced mientras intentaba morderle. El hombre intentaba zafarse de él inútilmente, y cuando creía que había llegado su fin, vio cómo Goofy sacaba un revólver y disparaba a la cabeza de su agresor.

− Joder tío, ojalá se me abalanzaran a mí los hombres como se te ha tirado esa presa –dijo Lily, saliendo de la tarta para sorpresa del hombre−. ¿Estás bien?

Alterado aún por el ataque, no respondió. Se quitó como pudo el zombie que tenía encima, y palpó su piel para descartar posibles mordeduras.

− Tranquilo, no le he dado tiempo a morderte –dijo Kelly sonriendo, mientras se quitaba la cabeza de Goofy y le tendía una mano para ayudarle a levantarse. El hombre mayor le devolvió la sonrisa, cogió su mano, y con un gesto rápido la atrajo hacia sí, agarrándola por el cuello y quitándole la pistola.

− ¡Eh, tranquilo cowboy, te acabamos de salvar la vida! –gritó Lily, asomando medio cuerpo por la tarta.

− ¿Qué cojones está pasando ahí? –se escuchó decir a Michael por el walkie.

El hombre, pausadamente, apuntó a la cabeza de Kelly mientras miraba el walkie que llevaba Lily.

− No creáis que no os agradezco el detalle de acabar con la presa que estaba a punto de matarme. Pero vienen más. Muchos más. Y necesito munición y un cebo –respondió mientras tiraba de Kelly hacia fuera de la tienda−. ¿Disfraces? No estáis preparadas para el mundo en el que vivimos.

Michael, desde la sala de vigilancia, comprobó que sus palabras eran ciertas. Había estado tan atento a lo que pasaba en la tienda de disfraces que no había visto cómo una horda de zombies había entrado en el centro comercial, el cual inundaban como si fueran clientes que vienen a comprar. El hombre mayor salió de la tienda y arrastró a Kelly con él, en dirección opuesta a donde venía la horda.

− Papá, ¿qué hacemos? –preguntó Lily histérica por el walkie.

− Quédate ahí. No salgas bajo ningún concepto, ni aunque entren en la tienda. Escóndete bien y no hagas ningún ruido. Yo voy a salvar a Kelly.

Michael recogió su mochila y salió corriendo de la sala. Por el camino fue cargando su escopeta, intentando esquivar los pasillos por los que sabía que había zombies. Mientras avanzaba, ellos aparecieron al doblar una esquina. Kelly intentaba zafarse como podía, pero él le tiraba del pelo, haciendo que ésta gritase.

− Calla joder, así sólo atraerás a más presas –le dijo el hombre apretando la pistola contra su sien y colocándose detrás de ella mientras miraba a Michael−. Amigo, no sé qué pretendes viniendo hasta mí, pero no te va a salir bien. A mí me importa una mierda que se la coman las presas o cargármela yo, el resultado es el mismo, ella muere y yo escapo con vida. Por lo que si quieres que siga viviendo, deja la escopeta a tus pies y tírala hacia… −dijo sin terminar la frase al sentir una punzada de dolor en el hombro. Detrás de él, un zombie había doblado la esquina encontrando su banquete, y no había vacilado en hincarle el diente. El hombre gritó de dolor y Kelly aprovechó para zafarse de él y empujarle contra el zombie, cayendo los dos al suelo y tirando la pistola al suelo, que recogió la chica mientras apuntaba a ambos. Esta vez nadie lo salvó de los bocados que fueron clavándose a lo largo de todo su cuerpo, haciéndole gritar más y más alto. Pronto, más zombies llegaron y se unieron al festín, mientras Michael y Kelly huían hacia la sala de control. Una vez allí, Kelly se quitó el disfraz y repitió la operación de buscar mordeduras por su cuerpo.

− ¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño?

− No, estoy bien. No te preocupes. ¿Dónde está Lily?

− En la tienda, escondida dentro de la tarta.

Ambos miraron hacia la pantalla que mostraba el interior de la tienda. Estaba todo atestado de zombies, que daban vueltas por el lugar impidiendo ver la zona en la que se encontraba Lily. Michael hizo el ademán de hablar por el walkie, pero Kelly se lo impidió.

− Si lo haces, la oirán. Hay que buscar otra forma de distraerlos.

Michael asintió, y ambos miraron a las pantallas de nuevo.

− ¿Ves eso? –dijo Michael, señalando a una de ellas−. Es una tienda de instrumentos. Me colaré allí y cogeré cualquier cosa que haga mucho ruido, los atraeré y así tú podrás hablar con Lily y guiarla hasta aquí –le dijo dándole el walkie−.

− De acuerdo. Pero ten cuidado, quiero que salgamos los tres de una pieza de aquí.

Michael cogió su escopeta y su cuchillo, y se dirigió a la tienda. Al llegar a ella, comprobó que había sido saqueada en su mayor parte, pero quedaba un gran tambor intacto, detrás del mostrador. Se lo colgó como pudo para tenerlo a la altura de la cintura, y buscó unas baquetas a juego, pero no encontró ninguna. Tendría que tocarlo con la palma de la mano. Se lo llevó con él, para ir guiando a los zombies por los pasillos y así poder alejarlos de la tienda de disfraces. Al salir, empezó a aporrear el tambor, retumbando a lo largo del centro comercial, y provocando un sinfín de chillidos y gemidos que se dirigían hacia él.

− ¡Vamos! ¡Aquí estoy! ¡Venid a por mí! –gritaba mientras corría por los pasillos, atrayendo zombies de todas las tiendas y esquivando a los que les venían de frente.

Dentro de la tienda de disfraces, poco a poco, uno a uno, los zombies fueron saliendo de la tienda y uniéndose a la horda que perseguía a Michael.

− ¡Está funcionando!

Kelly veía a Michael correr por las pantallas perseguido por la horda, la cual arrastraba a cientos de zombies. La tienda de disfraces se fue despejando poco a poco, mostrando finalmente la tarta, o lo que quedaba de ella. Había sido totalmente destrozada, aplastada por el peso de tantos zombies. Era como si alguien se hubiera sentado encima.

− ¿Lily? ¿Lily? Dime que estás ahí, por favor, respóndeme − Kelly cogió el walkie, nerviosa. Los pocos zombies que quedaban dentro se volvieron hacia la tarta, buscando el origen del sonido. Uno de ellos cogió un brazo del interior y lo apartó, mostrando en la pantalla el walkie con el que intentaba comunicarse Kelly−. No, no, no puede ser… −dijo entre lágrimas. Quitó la vista de la imagen de esa pantalla, y vio a Michael en otra, disparando contra un círculo de zombies que le rodeaba. Pudo ver cómo el círculo se hacía cada vez más estrecho, y cuando Michael se detuvo a recargar, de abalanzaron sobre él−. ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! –Kelly no podía decir otra cosa, mientras veía a su mejor amigo siendo devorado por la horda−. ¡No estábamos preparados, no estábamos preparados! –gritó Kelly sin dejar de llorar, viendo como el centro comercial se llenaba de más y más zombies, y cómo se iban aproximando a su puerta tras oírla. Aun llorando, cargó la pistola, la dirigió a su cuello, y cuando notó que la puerta estaba a punto de ceder, apretó el gatillo.


Plazo para votar los cuatro relatos: domingo 16. Recordad, la votación es en formato eurovisivo y al menos los escritores están obligados a votar. Mucha suerte a todos.
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Gentlebellota »

Marty McFly escribió: Plazo para votar los cuatro relatos: domingo 16. Recordad, la votación es en formato eurovisivo y al menos los escritores están obligados a votar. Mucha suerte a todos.[/color]
Perdone usté mi ignorancia.
¿Como se vota?
¿Formato eurovisivo?
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Arpegio »

Gentlebellota escribió:
Marty McFly escribió: Plazo para votar los cuatro relatos: domingo 16. Recordad, la votación es en formato eurovisivo y al menos los escritores están obligados a votar. Mucha suerte a todos.[/color]
Perdone usté mi ignorancia.
¿Como se vota?
¿Formato eurovisivo?
Como hay cuatro relatos, al que más te guste le das 4 puntos, al siguiente 3, al tercero 2 y al último 1.
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Gentlebellota »

Arpegio escribió:
Gentlebellota escribió:
Marty McFly escribió: Plazo para votar los cuatro relatos: domingo 16. Recordad, la votación es en formato eurovisivo y al menos los escritores están obligados a votar. Mucha suerte a todos.[/color]
Perdone usté mi ignorancia.
¿Como se vota?
¿Formato eurovisivo?
Como hay cuatro relatos, al que más te guste le das 4 puntos, al siguiente 3, al tercero 2 y al último 1.
Bien, eso me responde a la segunda pregunta. Me falta la primera. Las puntuaciones se mandan por aquí visibles para todos o por privado?
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Marty McFly »

Gentlebellota escribió:Las puntuaciones se mandan por aquí visibles para todos o por privado?
Por aquí, visibles.
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Bicornio »

Mis votos:

*Voz en la penumbrá:4
*Thorston:3
*La caza:2
*No te rindas, Goofy:1

Marty McFly escribió:Plazo para votar los cuatro relatos: domingo 16. Recordad, la votación es en formato eurovisivo y al menos los escritores están obligados a votar. Mucha suerte a todos.


Espero poder participar para la proxima ya que recien vi el tema en cuestion.

Y si el plazo para votar es hasta este 16 ¿para que fecha estarian los ganadores oficiales?, ¿el ganador del concurso hasta cuando tiene para elegir el proximo hilo?(lo pregunto para comenzar a pensar en la historia lo antes posible).

¿Que hacen el resto del mes que no hay relatos?. Si no se hace nada en si, propongo que se hagan Microcuentos para mantener el tema aun mas activo. Bueno que derrepente es dificil escribir de tantos temas distintos y seria como pedir demasiado, peeeeero, pienso que es mas facil escribir microcuentos para usuarios que no esten familiarizados con hacerlo, y asi este tema invitaria a mucha mas gente a participar, ya que escribir un relato de unas 3500 a 4000 palabras para algunos es mas dificil(aunque no es tampoco como que halla visto los primeros concursos porque no se cuanta gente participaba antes).





Edito:Revisando paginas atras(62), me di cuenta de esto:
javisba escribió:Todos sabemos ya como va esto de los votos pero porsiaca:

Se votara puntuando de 1 a 2-3 puntos según cuanto te haya gustado un relato, los autores empezaran a votar a partir de los 2 puntos y la gente que no haya escrito a partir de 3, dando el maximo de puntos al que más haya gustado, 1 punto al que menos y argumentando un poco, os pongo un ejemplo:
2 puntos para Titulo del relato más legendario jamas escrito. Me ha gustado como trata la trapalantia ademas tiene muy buen uso del léxico y blablabla
1 punto para Titulo del relato que si lo vieras por la calle te cruzarías de acera. Aquí se plantea un punto de vista respecto al nirvana y el cubismo intrínseco que me dan ganas de dar por el c**o al autor.
Intentad no usar comentarios soeces el ultimo ejemplo es como no debéis criticar. Tratad de que sea constructivo no de hundir en el fango al autor, que a todos nos salen malos relatos de vez en cuando xD.

Ademas se les restaran 2 puntos a aquellos autores que no voten. Si quieres que te lean que menos que molestarte en leer tu.
La verdad es que hiba a comentar sobre cada relato, pero teniendo tantas preguntas y queriendo participar lo mas pronto posible se me a ido por completo. Asi que cuando este todo listo, vuelvo a editar para dejar la opinion de cada relato.



Edito 2:

-Voz en la penumbrá:El relato de estas pequeñas ratitas me encanto, sobre todo por este pequeño mundo que se armo ..."El bajo mundo" ... donde todos estos animales vivian y reinaban, la verdad que este relato revivio mi niño interior, y quede con muchas ganas de seguir leyendo como seguia la historia. Pienso que facilmente quien escribio esta historia si quisiera podria seguirla, ya que es un mundo muy grande el que armaste en torno a este relato e incluso podrias sacar muchisimas mas historias entretenidas.

-Thorston:El relato se me hizo parecido a Saw, pero aun asi me entretuvo arto con sus acertijos, ya que incluirlos en una historia y hacerlos interesantes es bastante dificil, 1 punto a eso. De alguna manera sabia que todos hiban a morir al final, pero tras pasar los 60 minutos pense que al estar todo oscuro apareceria alguien tipo Leatherface y se los garcharia a todos, hay creo que no se aprovecho la oscuridad del entorno(aunque creo que estabas en el limite de palabras y por eso lo pudiste haber acortado).

-La caza:Me encantan estas mierdas que empiezan con el final ... y te cuentan los sucesos a base de recuerdos, pero la mayoria de estos recuerdos eran las peleas y riñas internas de este grupo de aventureros que nada tenian en comun excepto el trabajo por el que se les contrato. Tras leerlo pienso que me pude haber saltado algunas de sus riñas(no leer algunas partes) y retomarlo cuando llegaron a la madriguera del dragon y hubiese sido igual.

Leyendo llegue a un punto en que crei que estos cazadores por tantas peleas y riñas internas no llegarian al lugar y que de pronto apareceria mamá Dragon para digerirselos... Y que la escena del principio de la historia donde Meno salia escapando, seria por que escapaba de la madriguera donde mama dragon le daba a sus crias de comer de estos humanos, pero no, ninguna sorpresa en el relato, una historia demasiado lineal, donde si ya le conocias el final, al menos tiene que haber algo que a mitad de la historia vuelque por completo los planes de los protagonistas.(solo son consejos, disculpa si fui muy duro).

Me gusto que conocieras los terminos y nombres que se ocupaban en esta epoca, lo hace parecer mas real.

-No te rindas, Goofy:Mmmm... No se, nunca me han gustado las historias de zombies, no me convencen, matar/correr/esconderse/comer/dormir/matar/correr/esconderse/comer/dormir/matar/correr/esconderse/comer/dormir/, si aunque sea se pudiese negociar con ellos ...

En el relato no sabia que edad aproximada tenian los protagonistas, aunque por como hablaban me imagine que eran unos cachorros, ¿unos quinceañeros tal vez?, encontre que eran demasiado emotivos para el mundo en el que vivian y al final Kelly Llorando en su terror se suicido... Si no se hubiese puesto a llorar y gritar no la hubiesen encontrado, tal vez con unos personajes mas frios de caracter habria funcionado mejor.
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por Gentlebellota »

VOTOS:
Thorston(4): Entretenido e inteligente. La única pega que le pongo es que termina muy abruptamente y te quedas con ganas de que se desarrolle aun mas.

La Caza(3): Me ha parecido muy entretenido. Me gustan las aventuras de este estilo. La pega que le pongo es que me ha parecido incoherente lo preparados que iban y lo mal que les salio todo. Se dice que subestimaron el trabajo pero sus acciones demostraban que no. Me han gustado los personajes y me encantaría haberlos visto en una historia mas larga donde interactuen mas.

Voz en la Penumbra:(2): No le veo realmente ninguna pega pero no me ha gustado al nivel de los dos anteriores. He perdido el interés pronto. Creo que quedaría mejor si no especificas que son ratas, como bien dices se adivina perfectamente.

No te rindas, Goofy(1): Me ha parecido que tenia menos sustancia que las otras historias. Quizás es porque es mas corto. No se quizás es porque la temática Zombie esta muy trillada estos días.
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Re: Concurso mensual - 46ª Edición: Aventura

Mensaje por The Buddha »

Bicornio escribió: La verdad es que hiba a comentar sobre cada relato, pero teniendo tantas preguntas y queriendo participar lo mas pronto posible se me a ido por completo. Asi que cuando este todo listo, vuelvo a editar para dejar la opinion de cada relato.
Si vas a participar, por favor, cuídate de no escribir así. Aunque presentes el mejor relato del mundo, si veo esto, nunca te votaría. No te lo tomes a mal, te lo digo como consejo.
Quo usque tandem abutere, Oda, patientia nostra?
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