Bounty Hunter: Un camino Alternativo (Alba)

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Drake
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Bounty Hunter: Un camino Alternativo (Alba)

Mensaje por Drake »

Bueno, llevo bastante tiempo escribiendo esta historia sobre cazarecompensas en un mundo de piratas, por ahora solo llevo 1 capitulo completamente terminado pero espero poder seguir con ella bastante tiempo. Aparte de esta pequeña introduccion poco mas puedo decir, mis mas sinceros agradecimientos al señor master en mi mar, por darme nocion de la prosa fantastica, a la señorita Kaira, por opinar y animarme, al señor Matius por corregir la historia (malamente pero se agradece) y todos los que se han animado a leerla y comentarla antes de atreverme a publicarla. Puede que al ojo critico se me acuse de plagiar en tema y presentacion del gran maestro Ghorrhyon, pero que se sepa que esa no es mi intencion y que como fan de Task Force no me gustaria bajarle el liston.
Espero que esto no se quede en el tintero y sea uno mas de mis proyectos inacabados por lo que ojala os guste y me deis vuestra impresion sobre ella.

Sin mas aqui teneis el primer capitulo:

Capitulo 1: Alba
Spoiler: Mostrar
Charles se ocultó entre las sombras de un portal cercano con la escopeta fuertemente sujeta contra su cuerpo, la silueta de un hombre con un farol apareció por la esquina del callejón y se paró en seco.

-¿Quién anda ahí?-preguntó con una voz insegura, pero solo le contesto el susurrar del viento que agitaba su abrigo.

-Gatos…-Concluyó para si mismo mientras se daba la vuelta y desaparecía de la vista.
Sin duda lo que había alertado al hombre era el ruido que Charles había hecho al caer sobre el callejón, pero era necesario ya que estaba cerca de su objetivo y no necesitaba seguir avanzando por los tejados.

El joven se desplazó rápidamente hasta el final de la calle y volvió a esconderse tras un pequeño muro, desde aquel lugar se veía perfectamente la puerta a la que se dirigía, era de madera, como todas las de la calle, sobre ella colgaba un pequeño farolillo que alumbraba un poco el rellano, pero no hacía falta ya que aquella noche era muy clara. Charles miró al cielo de color azul oscuro y en efecto, exactamente sobre el se encontraba la luna, brillando en todo su esplendor.

Un ruido de cascos le obligó a abandonar su observación y a tenderse sobre el suelo para no ser visto, un pequeño coche de caballos se acercaba ascendiendo por la calle y se detuvo exactamente frente a la puerta que había estado observando.

-Hemos llegado-dijo el cochero, un sujeto alto, moreno y robusto, el cual iba vestido con una túnica color crema de aspecto arabesco que contrastaba con sus facciones marcadas y su cabeza completamente rapada, bajo con dificultad y abrió la puerta del compartimiento de pasajeros. El hombre que bajo envuelto en una capa de seda negra le resultaba familiar a Charles, y este no puedo reprimir una sonrisa tras el muro.

Era Den Calicó, pirata buscado y con una recompensa de 20.000.000 Berries sobre su cabeza, era más bajo que su esbirro pero aun así era de una estatura elevada, era de tez morena debido sin duda a sus orígenes en el South blue y lucia 2 grandes pendientes de plata en las orejas, su larga coleta negra le llegaba hasta la cintura y sus ojos rasgados de un marrón apagado escrutaron la calle en todas direcciones antes de adentrarse en la casa. Calicó era un pirata relativamente nuevo en Grand Line, pero la marina, siempre prudente ya le había puesto una recompensa media. Se dio a conocer con un sangriento saqueo de la pequeña isla veraniega de Tinel donde causo una matanza entre los pacíficos aldeanos del lugar, corría el rumor de que todos los cuerpos hallados en el lugar estaban decapitados. Pero fue en Arabasta donde se consagro como un bucanero sangriento y brutal, cuando se enfrentó a un barco de seguridad real en las costas de Nanohana, se dice que después de dejar heridos a todos los guardias prendió fuego al barco y lo dejo a su suerte, a partir de ese momento se le conoció como “el demonio de colores” en alusión a su crueldad y a sus vestiduras.

El ruido de la puerta al cerrarse rompió el silencio, Charles se acercó corriendo hasta ella y se quedó plantado a su lado, agudizando el oído.

Aquella era una noche muy especial ya que no todos los días hay un encuentro de capitanes en tierra firme, y menos en una ciudad donde corren el riesgo de atraer a caza recompensas. El joven desconocía totalmente el motivo del encuentro, pero suponía que debía de ser algo muy importante como para no tomar medidas de seguridad.

Echó una rápida mirada al viejo carruaje que tenia ante él, su plan era esconderse en el hasta que la comitiva pirata volviera y así poder sorprenderlos y posteriormente arrestarlos, es verdad que no había contado con el gigantesco acompañante de su objetivo, pero como todo profesional de las recompensas sabía que las armas de fuego ganan a los músculos.

Charles vio con horror como la puerta comenzaba a abrirse de nuevo y se apoyó tan fuerte en la pared que sintió como algunas piedras se le clavaban en la espalda, desde su arriesgada posición vio los anchos hombros del cochero, su túnica, agitada por el viento dejó al aire una afilada cimitarra pendiente de su cinturón. Espero a que cerrara la puerta y puso la escopeta sobre la espalda del hombre…

-No te muevas-Dijo duramente, estaba haciendo todo lo posible para que su voz no temblara .El hombre se paro en seco y sus manos se cerraron en puño.

-Veo que el capitán tenía razón- contestó tranquilamente, su voz tenía un extraño acento árabe, Charles intentó quitarle la cimitarra con un rápido movimiento pero un fuerte codazo en las costillas le hizo caer al suelo, el cochero se dio la vuelta y de un manotazo le arrebato la escopeta.

-Eres un estúpido- le dijo- nadie puede desarmar a un guerrero del sur- Cogió a el joven de la camisa y lo lanzo con fuerza hacia el coche de caballos. Se golpeó fuertemente la cabeza en una de las puertas, la cual emitió un ruido de madera rota. El hombre le lanzo una sonrisa maliciosa antes de pegarle un fuerte puñetazo en la cara y arrastrarle dentro de la estancia.

Charles despertó en la oscuridad, estaba tendido sobre una superficie dura e irregular, como piedras, a lo lejos se escuchaban voces apagadas. Tosió con fuerza y de su boca salió sangre, luego inspiro un poco de aire el cual era frió y húmedo en aquella estancia. Intentó levantarse pero tenía las manos atadas a la espalda y se dio cuenta de que su escopeta había desaparecido.

-No intentes levantarte, te dolerá mucho más el cuerpo-dijo una voz a su lado-puede que te hayan roto algún hueso.

-¿Quién eres?-preguntó sorprendido el joven, la boca le ardió cuando separó los labios.

-Puedes llamarme Pendragon-dijo la voz serenamente después de un momento de silencio- ¿y tu, quién eres?

Charles apoyó la espalda en la pared, invisible que tenía tras el, los músculos le dieron una punzada de dolor lo que indicaba que estaban acalambrados, debía de llevar horas en aquel lugar.

Pero cuando Charles se disponía a contestar se escucho un ruido de cadenas y de pronto una puerta que había estado oculta en la oscuridad se abrió con violencia, dibujando un rectángulo de luz en el suelo de piedra que permitió ver con claridad a su acompañante.
Era un joven también atado, debía de tener más edad que Charles, pero pocos años, tenía el pelo largo y negro como el azabache , el cual le caía sobre la cara enmarañado , tenía la ropa bastante gastada y había manchas de sangre en ella.

-¡Nos vamos!-Gritó el hombre que había entrado en la habitación, no era el mastodonte que había golpeado a Charles antes pero se le parecía bastante en cuanto a proporciones.
Vestía unas botas militares y unos pantalones oscuros, llevaba una gran chaqueta negra de cuero y una bandana de igual color en la cabeza, sus facciones eran duras y sus ojos estaban ocultos detrás de unas gafas de sol.

-Ese tal Calicó quería tu cabeza a toda costa, hemos hecho un buen negocio-le dijo a Pendragon mientras lo levantaba con fuerza y lo empujaba fuera de la celda.
-y en cuanto a ti…Domino ya vera que hace contigo.

Cuando salieron de la casa el cielo empezaba a clarear y Charles se preguntó cuanto tiempo llevaba inconsciente, frente al carruaje en el que había llegado el pirata había otro, de mejor aspecto y de un discreto color negro que contrastaba con el marrón desgastado del otro.

-Súbelos ahí-ordeno un hombre robusto, al parecer compañero del que los había sacado a empujones de la celda, Charles se fijo en que en su chaqueta de cuero había cosida una gran letra D en color blanco.

La puerta del coche de caballos chirrió cuando el secuaz de domino la abrió, en la madera había una profunda y astillada muesca, producto del golpe que se había dado en la cabeza contra ella y las bisagras dieron un crujido desagradable y metálico. El hombre los empujo dentro sobre el raído asiento de tela gastada.

-Más os vale no intentar ninguna tontería, porque a la mínima…-se llevo una mano al cinturón, donde llevaba un voluminoso trabuco- no lo contaréis.

Cerró la puerta con estrépito por lo que algunas astillas cayeron sobre el suelo del coche y una de las pesadas bisagras se desprendió parcialmente y quedo colgando de la madera.

La puerta de la casa volvió a abrirse y de ella salieron Calicó, todavía envuelto en su capa, Shiva y otro hombre al que Charles identificó como Domino, al igual que sus esbirros llevaba una larga chaqueta de cuero con una D bordada, pero no llevaba bandana por lo que su pelo gris y corto quedaba a la vista, su piel era curtida y morena, y sus ojos de un azul oscuro eran penetrantes. Era de contextura robusta y alto, aunque no tanto como su acompañante pirata, en el pecho llevaba cruzadas grandes tiras de balas, plateadas de aspecto pesado y en su cinturón llevaba 2 grandes armas de fuego.
Subieron en el carruaje negro junto con otros 2 hombres, el gigante que protegía a Calicó y uno de los hombres de Domino, mientras que en el carruaje marrón subieron sus otros 2 secuaces, que se sentaron delante, en el lugar del cochero.

Charles, observó el compartimiento en el que iban, la madera en la cual estaba fabricado era vieja y desgastada, la tapicería del suelo estaba levantada, permitiendo ver perfectamente el metal de soporte y el suelo de la calle, delante del asiento en el que estaban había lo que en su tiempo fue un espejo, pero que ahora estaba completamente roto y agujereado, dejando un gran hueco en la pared desde donde se veían perfectamente las grandes espaldas de los improvisados cocheros de delante.

Después de unos segundos el coche de caballos negro se puso en marcha calle abajo y el marrón lo siguió con gran estrépito. Pendragon tenía una expresión tranquila y mantenía la vista hacia delante, escrutando minuciosamente a sus secuestradores, Charles por su parte miraba por la ventanilla intentado entender como había pasado de ser el cazador a ser el cazado, le seguía doliendo todo el cuerpo y el traqueteo infernal que había en el compartimiento no le ayudaba en absoluto.

-Y bien, ¿quién eres?-le preguntó Pendragon, quien había abandonado su posición expectante y ahora parecía atareado golpeando suavemente la puerta con el hombro.

-Ah…, me llamo Charles, te tendería la mano pero…-forcejeó un poco con las cuerdas que tenía atadas en las muñecas, el joven ignoró completamente la gracia pero le volvió a preguntar.

-¿Cómo te capturaron?

-Bueno…se podría decir que mi plan no resulto del todo efectivo.

-¿Plan?..¿Acaso sabías que iba a realizarse una reunión?-preguntó intrigado mientras seguía enfrascado en la puerta.

-Cuando uno es un cazarrecompensas debe mantenerse informado.

-¿Y tu plan era entrar en una habitación llena de piratas y mercenarios armado simplemente con una escopeta?

-No exactamente, pero algo similar…-dijo Charles un tanto avergonzado, había que admitir que la idea era descabellada desde todos los puntos de vista y ni siquiera el podía creerse el haber intentado llevar acabo semejante estupidez-Quizás los 20.000.000 de Berries me hayan vuelto un tanto imprudente…¿y tu?,¿como llegaste a ser prisionero?.

Pendragon guardó unos momentos de silencio.

-Es una larga historia, pero si conseguimos salir de esta puede que te la cuente algún día.-Dio un golpe mas fuerte de lo habitual y una de las bisagras produjo un sonido sordo al caer sobre el asiento de tela.

-¿Intentas tirarte de un carromato en marcha?-preguntó sorprendido mientras Pendragon estaba forcejeando para coger la bisagra con las manos.

-Eso sería demasiado peligroso… y además no serviría de nada, la avenida por la que vamos es demasiado ancha y se darían cuenta al instante.- el joven tenia razón, la gran avenida tenia unos 3 carriles para facilitar la subida, carga y descarga de vehículos procedentes del puerto, por lo que cualquier intento de huida seria en vano.
-¿y para que necesitas la bisagra entonces?-pregunto Charles, pero el inconfundible sonido de cuerdas rasgadas le dio la respuesta, Pendragon liberado ya de sus ligaduras desato rápidamente a su acompañante.

-Tenemos que fingir que seguimos atados hasta llegar al puerto, allí ya te diré que hacer- le advirtió volviendo a su posición meditabunda habitual.

Ambos carruajes siguieron calle abajo mientras amanecía, Krokena era una isla habitada mayoritariamente por comerciantes y mercaderes, ya que el clima perpetuamente otoñal de la zona favorecía la llegada de barcos, lo que ayudo que a pesar de su pequeño tamaño se convirtiera en un punto medianamente importante en las rutas marítimas, pero últimamente había quedado eclipsada por las otras islas del archipiélago, con mejores puertos, mejores transportes y sobretodo mejores posadas. Krokena constaba solo con una pequeña ciudad, de la cual la mayor parte pertenecía al puerto y a los almacenes de mercadería circundantes, la escarpada geografía de la zona hacia complicada la construcción y todas las casas comenzaban a las faldas de la montaña que ocupaba todo el centro de la isla. Los habitantes de la ciudad eran secos y apagados, raramente se veían a personas que no estuvieran trabajando o volviendo de sus trabajos.
La gran avenida acababa en la misma entrada del Puerto, el cual se encontraba vacío a aquellas horas, una gran cantidad de carretas, barriles y cajas se hallaban desperdigados por el lugar, además de aparejos, cuerdas y sogas se disponían como serpientes en el suelo.

Los carruajes se detuvieron junto al embarcadero y Charles puedo ver a través de la sucia ventana siluetas de barcos, uno de ellos era enorme mientras los otros parecían pertenecer a una pequeña flota. Observo fijamente a los cocheros quienes empezaban a moverse y después miro a Pendragon, quien seguía teniendo el semblante tranquilo habitual en el. Uno de los hombres bajo del pescante y desenfundo su trabuco, dio unos cuantos pasos y abrió la puerta de los prisioneros. Cuando apenas había mirado el interior pendragon salto hacia el con una agilidad increíble, se subió a horcajadas en sus hombros y con un movimiento rápido y certero lo degolló con las bisagra, la sangre broto a chorros de su cuello y salpico las paredes y la tela del asiento.

-¡Joder!-exclamó Charles apartándose de la sustancia rojiza-¡la próxima vez avisa!

-Toma-dijo Pendragon lanzándole el trabuco-esta cargado. Charles lo cogió, se dio la vuelta y disparo al cochero, quien se había girado alertado por el sonido, su cuerpo cayo hacia atrás con un ruido sordo y el olor a pólvora lleno el compartimiento.

-Bien, ahora tendremos que escapar-le dijo el joven mientras le quitaba un cuchillo al cadáver del hombre.-Cúbreme las espaldas mientras intento llegar al barco de Calicó, tengo allí algo que necesito-acto seguido se fue corriendo hacia los montones de cajas y barriles que tenían enfrente. Charles se parapeto tras la desgastada puerta del carruaje sin saber que hacer, observó con detenimiento el arma, no era un trabuco normal, a pesar de tener prácticamente el mismo aspecto tenía un compartimiento de balas en la parte trasera, si era así no necesitaría recargarla con tanta dificultad como con los trabucos tradicionales.


Una ráfaga de balas destrozo el cristal de la puerta e hizo saltar astillas en todas direcciones. Charles contesto con 3 disparos ciegos, ya que no tenia contacto visual desde su posición y el silencio siguiente le indico que había fallado. Corrió desesperadamente unos metros hasta cubrirse tras un barril cercano, una segunda ráfaga de balas destrozo completamente la puerta del carruaje y agujereo las paredes.

Pendragon se movió con dificultad entre el laberinto de carretas y cuerdas, el sonido de disparos lejanos, le indico que su estratagema había funcionado, sentía un poco de lastima por el joven que había dejado atrás, pero la supervivencia esta por encima del resto y además nadie le había obligado a aceptar cubrirle las espaldas. Se detuvo detrás de una alta pila de cajas y observo el tiroteo.

Domino, rodeado por una docena de secuaces salidos de los barcos se encontraban junto al carruaje negro descargando sus armas contra el otro, el cual se hallaba completamente destrozado, Calicó se hallaba parsimoniosamente sentado en el compartimiento y Shiva estaba de pie junto a la puerta, al contrario de su capitán este se mostraba nervioso y miraba en todas direcciones constantemente. Pendragon se fijo en las embarcaciones, los 3 pequeños barcos del cazarecompensas se encontraban activos, había varios hombres sobres las cubiertas que miraban el tiroteo mientas que el Irokaze, el barco de calicó, se encontraba oscuro y silencioso, como esperando su vuelta. Podría llegar hasta el rápidamente y así volvería a reunirse con su preciado tesoro. Dio un ultimo vistazo al carruaje antes de escapar de allí, se encontraba completamente agujereado, el techo prácticamente se había desprendido y lo único que se encontraba intacto eran los metales de la ruedas, era imposible que alguien hubiera podido sobrevivir a tal balacera, aparto la vista dolido y sus ojos se encontraron con otros, rasgados de un marrón apagado.

-Shiva-dijo Den Calicó, con una voz grave, pausada y algo tétrica-detrás de esas cajas esta a quien le debemos venganza, te concedo el honor de acabar con el, un simple asesino no debería suponer un gran reto para un guerrero del sur.-Shiva le miro sorprendido, sus vivencias le habían hecho entender que aquel hombre no era un simple asesino, si no el mismo demonio en persona, mas aun que su propio capitán
.-Cuando hayas acabado con el tráeme su cabeza, es posible que su cráneo quede bien en mi colección.

Shiva desenfundo su cimitarra y se dirigió hacia la barricada de madera que tenía ante él, había sido instruido en el arte de la lucha con espadas desde que era un joven aprendiz, recordaba como si fuera ayer las largas clases y eternas batallas de entrenamiento en aquel templo ritual en el South Blue, pero nada le había preparado para lo que vivió sobre la cubierta del barco, de aquel mismo maldito barco que ahora se encontraba amarrado silencioso e inerte a solo unos metros de el.
Suerte.