Re: Historias Piratas, Volumen3.
Publicado: Mié Ago 18, 2010 3:09 pm
por Ramsus
A la vista del enorme éxito que ha alcanzado mi último capítulo, no podía quedarme quieto y defraudar a los fans de las Historias Piratas XDD.
- Spoiler: Mostrar
- Lo que ocurrió aquella noche
Osin tenía razón. Tal y como le había anunciado apenas una hora antes en aquella vieja casa, dos hombres acababan de presentarse ante él para hablarle del paradero de Alira. Pero lo que aquel misterioso tipo no le había dicho era que aquellas personas no serían precisamente unos desconocidos para Ramsus… ni que, a juzgar por la expresión de sus rostros, inesperadamente traerían malas noticias.
- Vicealmirante Ramsus. Mi nombre es Geralt Witcher, honorable cazarecompensas. –Dijo el primer tipo desde el umbral de la puerta con un tono realmente solemne, disimulando casi a la perfección una ligera incomodidad. La misma que Ramsus comenzó a sentir al escuchar su voz.- Y mi compañero es…
- Mi nombre es MaNe. Probablemente me recuerde de…
- Eres el nakama de Ghorrhyon. –Sentenció Ramsus- Me alegra saber que tienes nombre, “kohai”. Gracias a tus cuidados en el Architeuthys las heridas que me produjo aquel Rey del Mar son cosa del pasado.
El joven científico bajó la cabeza algo ruborizado por las palabras del Vicealmirante, pero para nada borró de su rostro la expresión pétrea que tanto él como su acompañante tenían desde que habían entrado en aquel lugar.
Ramsus reparó en ese momento en el aspecto de ambos. El ayudante de su viejo amigo vestía prácticamente igual que el día en que se conocieron, con ropa amplia y cómoda para la navegación, pero con ese extraño toque a “científico excéntrico” que tenían todos los miembros de la tripulación del Architeuthys. Quizá por eso le sorprendió aún más que llevase dos espadas ceñidas al cinto. ¿Uno de los hombres de Ghorrhyon luchando con espadas? ¿A qué clase de peligros se habían enfrentado esos dos visitantes para llegar hasta ese punto? No había visto a ningún miembro de la tripulación de su viejo amigo empuñar una desde aquel fatídico día…
Antes de llegar a sumergirse en amargos recuerdos, el Vicealmirante centró su atención en el otro tipo. Si algo destacaba de él, era sin duda la impresionante armadura que protegía su cuerpo. A juzgar por la brillantez del metal de que estaba hecha, para aquel hombre esa protección corporal era un verdadero tesoro digno de ser cuidado hasta el extremo. Pero para Ramsus, incluso por encima de su armadura, lo que llamaba poderosamente la atención era el rostro de aquel hombre. Pelo moreno, ojos marrones, perfectamente afeitado, gesto impertérrito… Estaba totalmente seguro de que lo había visto antes en algún lugar, pero no era capaz de recordarlo. Primero Berto “El Sanguinario” y ahora ese tipo. El marine maldijo con rabia en su cabeza a la incurable enfermedad que jugaba con sus recuerdos de semejante manera.
- Vicealmirante, nos hemos reunido con usted para informarle de un asunto realmente importante. –Volvió a tomar la palabra el acorazado caballero, tratando de sacudirse la incomodidad que le provocaba ser observado por el marine.
- Sé que tenéis noticias acerca del paradero de Alira. –Las palabras de Ramsus hicieron que tanto Geralt y MaNe, como la propia Ailing dieran, en mayor o menor medida, un respingo de asombro- Esperaba una simple ubicación y un pequeño informe acerca de su estado actual, pero a juzgar por vuestras expresiones desde que habéis llegado, me temo que la cosa se ha complicado más de lo que esperaba.
El silencio sepulcral de los dos hombres, a quienes Ailing comenzó a mirarles de forma inquisitoria fue la única respuesta.
- Como si lo del Saint Andrews y lo de esta noche no hubiera sido ya suficiente… -murmuró Ramsus antes de continuar- Muy bien. Si tienen una historia que contarnos, ha llegado el momento de hacerlo. Les ruego que empiecen desde el principio, incluido el por qué un joven científico ha abandonado la seguridad de su barco de exploración submarina y ha decidido navegar solo acompañado de un cazarecompensas.
MaNe abrió los ojos como platos y miró a su compañero, quien no varió su posición casi marcial ni un ápice. El rostro del científico empezó a enrojecerse y comenzó a balbucear algunas palabras. Estaba claro que no entraba en sus planes ser él quien empezara contando la historia.
- Ehh… bueno… eh… verá, hace… unas semanas mi senpai… es decir… su amigo… me pidió que yo… -MaNe paró un momento y respiró hondo- Verá señor: El motivo por el que salí del Architeuthys es meramente científico, y mi encuentro con Geralt fue meramente casual. Nada que tenga que ver con lo que nos ocupa.
Ramsus arqueó las cejas impresionado ante la firmeza con la que el dubitativo científico había pronunciado esas últimas palabras.
- Lo que realmente nos interesa es que hace apenas 3 días nuestros pasos nos guiaron hasta el llamado “Archipiélago de las Cinco Muertes” en el Nuevo Mundo. Había recibido la orden de ir hacia allí de parte del comandante Ghorrhyon, quien de algún modo sabía que la Almirante Alira se encontraba retenida en alguna parte de aquel lugar. –Prosiguió MaNe algo más calmado- Tras visitar dos de sus islas y sobrevivir a sus peligrosas fauna y flora, encontramos una isla envuelta en niebla que no aparecía en las cartas de navegación.
- Thriller Bark… -Murmuró pensativo Ramsus- A pesar de que todo apuntaba a ese lugar, aún albergaba mis dudas. Aun no logro entender los motivos que puede tener Moria para secuestrar a toda una Almirante de la Marina. ¿Por qué a ella y por qué ahora? ¿Y qué demonios pinta Ghorrhyon en todo esto?
Tras esta última pregunta, Ramsus lanzó una mirada inquisitiva a Ailing, quien directamente miró para otro lado.
- Lamentablemente nosotros tampoco pudimos averiguar eso. –Prosiguió MaNe- La orden del jefe la recibí por carta y en Thriller Bark ni siquiera llegamos a encontrarnos con el tal Moria. Al poco pusimos el pie en aquel maldito lugar fuimos atacados sin descanso por las creaciones de ese hombre y el infame doctor Hogback, lo que nos obligó a separarnos.
- Y nosotros perdiendo el tiempo en una cochambrosa copia de mierda… -se quejó Ailing visiblemente enfadada.
- Por suerte el Comandante nos había revelado el secreto para derrotar a esas abominaciones, lo que nos dio una oportunidad para escapar de allí con vida una vez hubiéramos logrado rescatar a los prisioneros.
- Sal. –Dijo Ramsus- Sin embargo con eso no fue suficiente…
- No. Su creador resultó aún más peligroso que todas aquellas criaturas juntas. –MaNe miró hacia el suelo fijamente, inmerso en sus recuerdos- Fue en el jardín de entrada a la mansión cuando escuché claros sonidos de batalla. Cuando apenas me había acercado, encontré tirado en el suelo a un chico algo más joven que yo vestido con el uniforme de oficial.
- ¡¡Overon!! –gritaron los dos marines al unísono.
- Si. Apenas estaba consciente y tenía aspecto de haber recibido una verdadera paliza.
- Pero… ¿Cómo? Había imaginado que estarían encerrados en algún lugar de ese sitio.
- Por lo que pudimos averiguar después, tanto él como la Almirante lograron escapar de su cautiverio y estaban tratando de abandonar Thriller Bark cuando nosotros llegamos. Pero aquello no resultó tan fácil.
- Alira y Overon escaparon. –Interrumpió Ramsus- ¿Y el resto de marines atrapados?
- Vicealmirante… -MaNe bajó la cabeza y apartó la mirada- Muchas de las criaturas a las que nos enfrentamos aquel día aún llevaban puesto el uniforme de la marina.
Ramsus apretó los puños con fuerza tras escuchar aquellas palabras. Por su culpa, por abandonar a sus hombres en busca de un traidor asesino habían corrido semejante destino. Todos habían muerto por su maldita culpa.
- Lo siento de veras. –Acertó a decir MaNe- Si hubiéramos podido…
- Continúa, por favor. –Dijo Ramsus tratando de calmar su ira.
- Eh… Sí… Overon. Apenas pudo pronunciar el nombre de la Almirante y cayó inconsciente. Y al instante apareció ante mí el autor de todo aquello: Hogback. Aquel maldito tipo no se parecía en nada al que los libros describen como el legendario cirujano, aunque sí que era un gran ejemplo de su retorcido talento. De alguna manera, había modificado su cuerpo, implantándose a sí mismo todo tipo de mejoras animales hasta convertirse en una auténtica aberración. -MaNe se detuvo un instante, negando con la cabeza al revivir todo aquello- Fue realmente duro para mí derrotar a ese maníaco, pero por suerte logré salir del combate bastante bien parado. Al menos con las fuerzas suficientes para cargar con el malherido Overon y dirigirme hasta el acantilado de Scurvy Island, lugar que había concertado como punto de reunión con mi compañero Geralt.
El joven científico respiró profundamente y dio un paso hacia atrás. Era como si acabase de soltar una pesada carga. Estaba claro que su parte de la historia había terminado.
- Todos los tripulantes del Saint Andrews muertos y Overon malherido… -dijo lentamente Ramsus, tratando a duras penas de sobreponerse a todo aquello- Ahora entiendo el gesto serio de vuestras caras. Qué noticia tan terrible…
- Pero… ¿qué pasó con Overon? –Inquirió Ailing visiblemente preocupada- ¿Se ha recuperado? ¿Está a salvo? ¿Y Alira? ¿Dónde estaba ella cuando ocurrió todo eso?
- No se preocupe por él, señorita. –Respondió MaNe- Ayer mismo lo dejamos en la base de la marina que controla la frontera del Nuevo Mundo. Sus heridas eran serias, pero sobrevivirá. De hecho, recuperó la consciencia antes de que abandonáramos el lugar y dijo que él informaría en persona al alto mando de todo lo ocurrido. En cuanto a la Almirante…
El nakama de Ghorrhyon miró de nuevo a Geralt, quien, esta vez sí, le devolvió la mirada y asintió con la cabeza.
- La Almirante Alira cayó sobre mí desde lo alto de la mansión. –Afirmó Geralt, tratando de borrar de su mente la inoportuna imagen de la marine completamente desnuda- Apenas tuve tiempo de presentarme como es debido cuando apareció ante nosotros la criatura más terrible que habitaba en aquel lugar: Habían devuelto a la vida el cadáver de un dragón.
Ramsus y Ailing se miraron atónitos ante aquellas palabras, y en un instante su sorpresa se tornó en amargura.
- Traté de hacerle tragar la bolsa de sal que llevaba, pero para nuestra sorpresa aquel engendro conservaba su capacidad para escupir fuego por la boca y acabó con aquella posibilidad. Aquello nos dejó desconcertados a ambos, y solo gracias a las habilidades de la señorita Almirante creando tornados logramos escapar del dragón y salir de Thriller Bark. En unos minutos habíamos alcanzado el punto de reunión en el acantilado y una vez allí, libres de peligro mientras esperábamos a mi compañero y al sobrino de la señorita, intenté informarme acerca de todo lo ocurrido hasta el momento. –Geralt hizo una mueca de rabia- Nos pilló por sorpresa. Jamás habríamos imaginado que el dragón podría seguirnos hasta allí. Logré sobreponerme a su ataque para hacerle frente, pero la señorita Almirante perdió la consciencia.
Los dos marines y el científico miraban fijamente al cazarrecompensas sin moverse ni un ápice, pendientes de sus palabras.
- Luché con todas mis fuerzas y toda mi alma contra la criatura. Le infligí varias heridas de muerte, perdí mi espada y volví a recuperarla… pero aquel maldito engendro incapaz de sentir dolor era indestructible. Casi sin energías decidí que la única manera de acabar con él era arrojarlo al mar por el acantilado, y a duras penas logré arrinconarlo. Juro por mi honor que le asesté el mejor golpe que conozco. Una antigua técnica de esgrima que envolvió mi espada y todo mi cuerpo en llamas. –Geralt, avergonzado, bajó la cabeza y la melancolía comenzó a inundar sus palabras- Fue inútil. El fuego que me cubría me hizo sentir una agonía insoportable y caí al suelo incapaz de continuar, pero al dragón apenas le hizo moverse un centímetro. Solo el viento hizo que se apagaran las llamas. En apenas un segundo surgió de la nada el tornado más grande que haya visto en mi vida. En lo alto pude apreciar la silueta de la señorita Almirante, que tras flotar en el aire unos instantes, se abalanzó contra el dragón envolviéndolo totalmente. Y entonces… ambos… cayeron al mar.
Un grito sordo escapó de la boca de Ailing. Ramsus se quedó completamente petrificado. Aquellas palabras solo podían significar una cosa, pero era totalmente imposible. El más absoluto silencio se apoderó de la vieja caseta durante unos eternos segundos.
- Ella… ella me salvó la vida. –Afirmó pausadamente el acorazado cazarrecompensas- Permanecí en aquel lugar durante horas hasta que llegó mi compañero.
- Geralt me contó todo lo que había ocurrido cuando lo encontré en el acantilado. Buscamos a la Almirante durante horas por el fondo marino con el Architeuthys pero no encontramos rastro alguno de ella. Tuvimos que abandonar su búsqueda porque temíamos por la vida del oficial malherido. Sus heridas necesitaban una atención médica que escapaban a nuestras posibilidades.
- Ni siquiera pude darle las gracias. –Se reprochó Geralt con tristeza- Lamento mucho todo lo ocurrido. Si hubiese sido lo bastante fuerte como para derrotar yo solo a aquella maldita bestia…
Ramsus se desplomó sobre una silla, con la cabeza entre las manos, negando débilmente, la mirada perdida. “¡No puede ser!” Pensaba una y otra vez. Ni en el peor de sus malos augurios hubiera imaginado una noticia semejante. Era imposible que aquello estuviera pasando. Alira no podía haber muerto. Cientos de escenas de la vida de su amiga comenzaron a desfilar por su mente en aquel momento. Como capitana pirata y como marine. Batallas, juergas, discusiones, risas, lágrimas… Podía sentirla ahí, delante de él, tan cerca y tan real, que no podía asumir que se había ido para siempre.
“Si hubiera sido lo bastante fuerte…” Las palabras de Geralt volvieron a resonar en la mente de Ramsus y súbitamente una de aquellas miles de escenas regresó frente a sus ojos.