Dioses del metal (Dibujos y pintura ahora)

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Crikrien
Comandante de la Flota
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Aunque no lo lee nadie xDDD Yo al menos lo pongo.

7
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El contacto de sus labios fue furtivo, casi fantasmal. No sentían tal atracción, no eran capaces de saber en que momento se había desarrollado todo. Al borde del abismo, volviendo a pecar, sintiendo que los infiernos y la tierra eran uno solo. Abrazados y pasionales juntaban sus manos, que más que sujetarse parecían garras que se arrancaban, como si el último recuerdo se hiciera mañana.

Sus frentes se rozaban entre si, y sus labios se mordían, enloquecidas sus manos iniciaban sus andaduras por aquellas curvas que rompían con toda lógica, dejando fuera de sí el estado de las cosas. El dios buscaba intensamente el cuerpo de la diosa, sus curvas, sus caderas. La levantó desde sus curvas preciosas, sosteniéndola de sus muslos hasta un pequeño mueble que había cerca.

Ella no paraba de atraer consigo al joven dios, arrancándole la piel hasta que las heridas comenzaron a sangrar, como sabueso buscando su hueso, el occidental de la guerra descendía lentamente por el cuerpo de la reina de la destrucción, encontrando avispado aquello que la reina había estado esperando ansiosa. Con sus manos tirando de los cabellos de Ares apretó el rostro de este contra su pasión sexual intensa, dejándose ver entre el deleite, mordiéndose los labios como hacía mucho que no hacía.

Ares solo podía, aún notando la sangre en su espalda por los arañazos de la oriental, mojar convencido aquello que se le presentaba, era demasiado el ansía que había sentido tras tanto tiempo de encierro, como si de un desamparado se tratase, que al fin encuentra un poco de agua tras una travesía en el desierto.

No se detenía en seguir intensamente, Kalí, que siempre había deseado tiraba de la cabeza, pero no solo de la cabeza, sino del collar de cuero negro y pinchos que adoraba el cuello del belicoso y conflictivo occidental. Completamente empobrecido de moral y absolutamente entregado a la labor de sus deseos, no se detuvo en su tarea. Sus ojos se clavaron desde ahí abajo en la potente y caótica.

Los pensamientos pesimistas del señor de la guerra atravesaban la barrera de la mente, alcanzaban en un éxtasis a la desprevenida Kali, quien no podía sino sentir hasta el profundo de su ser el placer de aquella depravación, de aquella caída libre a lo profundo, sin expectativas de nada, sin presiones, sin máscaras, sin mensajes ocultos, solo la esencia, el espíritu, el principio y final del individuo.

La soga no paraba de tensarse conforme la lengua divina hacía su trabajo, incapaz de soportarlo quiso que aquello la dominase por completo, que la tomase por completo, fusionándose en un horrendo mosaico, mientras de las paredes rostros aún con vida gritaban y miraban a los dos lujuriosos dioses.

Sus gritos decoraban toda la habitación, se podía oír el granate de aquellos mortales que pedían incandescentemente el auxilio y la esperanza de acabar ya, eso a la señora de las cabezas y los temores le resultaba muy apetecible. Tanto como lo que Ares le estaba haciendo desde hacía un rato, que no la dejaba pensar, tanto como para romper su promesa a su esposo. Imposible de controlarse, Kali abofeteó a Ares, y siguió arañando con una de sus manos para poder ver como sus dedos se llenaban de sangre y como la espalda flagelada del dios se volvía borgoñesa. Ares aunque hiciera ahora de animal y perrito, se mostró lobo cuando se abalanzó sobre ella, introduciéndose en ella, bajo la atenta mirada de los muertos y semi-vivos que allí se encontraban, quienes veían como ambos dioses se entregaban por completo.

Sin esperar mucho, las bocas y lenguas de los sedientos sanguinarios se entrelazaban, al instante que las garras de Kalí se clavaban en el torso y descendía hasta hincarse como dientes en el cultivado cuerpo del dios. Quien no detenía su avance, y seguía y seguía, viéndose sudoroso, como un animal que no podía detener aquella misión.

Ahogados en la sangre, en el veneno estival del pensamiento, dentro de una caverna rota y desnutrida de felicidad y paz, los dos podían entregarse a sus placeres, casi suelta y sin tensión la soga quedó suelta. Ares la usó para atarla al cuello de la reina de la muerte, mientras más la acercaba a sí mismo, más forzaba introduciéndose en ella.

No era capaz de dar fin alguno, deseando la muerte, necesitaba un final, como de complejo eran los martirios y gustos animales que incluso en esos momentos de irracionalidad entablamos un discurso de dolor y necesidad.

Mientras yacía se mostraban las carencias de quienes solo ocupaban su vida con la rabia y su silencio, siendo el principio, desde la vida atractiva a la acaba formulación de la vida, dentro de los esquemas efímeros de los principios vacuos de quienes lloran y no someten bajo la triste vela de los iluminados los recientes ofrecimientos. Ante tal alevosía de sin sentidos atados y unidos, los cuerpos se lamían, como si les llevara el alma en ello, carentes de toda virtud, entregados en excelso al vicio. Siendo clave entre los pequeños apartados lo que querías ser.

Sedientos de la sangre, Kali bebió de la espalda del Dios, dejó un camino abierto a los principios básicos de los animales, regalando su condición excepcional, para ser parte de algo tan mundano como simple.

Aquella loca noche dio paso a un sin número de recuerdos invernales de aquellos que veían desde la mirada furtiva de los inmortales, aquellos estigmas que dibujaban el semblante de los dioses, pueden verse o notarse, pueden escribirse. Ares dispuso tras de sí el sonido penetrante de una obra de arte, de lo variable y tenebroso que era aquella existencia, y lo excitante e ilustrado que era la vida de aquellos dos. Desde lo profundo y profuso de sus conocimientos, ardientes locos y amantes.

Jugando en la mesa de los disfraces a ser lo que eran, mientras se manejaban vivaces liberándose de la pesada carga de estar solos rodeados de vida… De manifestarse solitarios aunque deseaban ser mejores. Fundiéndose de nuevo, mientras la pared chocaba con el rostro de Kalí, como la expresión más pura y viciosa que existiese de la creación, tal era su naturaleza, tal eran ellos dos. Villanos miserables…








Cuando acabaron, el dios derramándose por completo en la oriental, dejaron un lugar para el refugio. Quien poseía un collar de cabezas no podía dejar de pensar…
“¿Qué he hecho? ¿Cómo?”

Al caer sus párpados tras la marea de la mente, vio nítidamente aquel suceso anterior a todo esto. Junto a su esposo, que ya pensaba en la familia, en los hijos, ella yacía sentada al fuego de una hoguera.
-Tendremos hijos fuertes… será bonito verlos crecer. Me encantará cuando sean mayores, viviendo eternamente en la juventud, perfectos, unidos como una gran familia.
-Si…

Kali no estaba nada segura de esa vida, en el fondo le tenía pánico, no quería saber nada de niños, ella quería estar con quien amaba a su lado, y poco más unos ratos de sexo, un poco de conversaciones, nada familiar, nada estable, poder destruir, escapadas sádicas y así descargar su frustración. Al fin y al cabo, para aniquilar siempre había tiempo.

Tras disfrutar de una noche en pareja, acallar las voces de la conciencia con bebida, llegó la noche, la diosa no podía dormir…

“Fue entonces…” Se decía a si misma.

No pudo evitar recordar como se hallaba en su habitación tras haber estado la tarde junto a su esposo, de respetable y profundo afecto. Como del sitio más recóndito apareció aquel in fastuoso, que por detrás con lengua serpentina, provocaba temblores por el cuerpo desde los tobillos a la cabeza, alentando intrépidamente a la ruptura de los pactos con su marido. Tras todas las prohibiciones había una voz que la instaba a seguir, a romper las limitaciones las barreras de todo pacto.
-Vamos… ven, ¿O es que no tienes agallas?

Aquellas palabras la retaron, retar a una soberbia y antisocial reina del pánico era poco más que incitarla al pecado. Después la historia era bien sabida. Borró como pudo, aunque no pudo. Rememoró entonces las palabras de su esposo, con la copa delante del fuego.
-No sé si querrás saberlo, pero a ese desgraciado le están dando su merecido.
-¿A quién?
-A tu “amiguito”, la hermandad fue a buscarlo, por lo que parece logró escapar, tal es su fuerza, pero el muy tonto volvió con una diosa de esas occidentales del amor como nuestra Lakshmī, ya sabes, una diosa de la belleza que disfruta con la pasión de múltiples dioses y mortales. Y allí, le tendieron una trampa, no pensaban castigarle, tu “amiguito” no se resistió entonces, asumió la traición. En vista de lo peligroso que resultaba, la hermandad exigió a Zeus un castigo severo, así fue, ahora estará gritando como un perro sarnoso. Se dice que muchos dioses se animan a recuperarle de sus heridas para poder disfrutar de su tormento. Es patético, está solo, nadie le quiere y encima sus propios hermanos le están haciendo padecer mil horrores.

Kalí no dijo nada, pero ahora que tenía al borgoña humano, pudo preguntarle. Mirando a su dios decadente, le preguntó con franqueza, cuestión esta que siempre faltaba en ambos incendiarias deidades
-¿Cómo es que… saliste? Hablaron de… -Decidió callarse.-


Al cerrar los ojos, Ares no habló, pero recordó. Le dejaban las noches despierto, con una gota que caía sobre su rostro, atado, sin poder dormir, totalmente loco, el bélico no podía moverse, por las mañanas, aún con insomnio lo azotaban en la espalda con látigos acabados en puntas de metal, aquellas puntas desgarraban trozos de su piel. Maleros solía susurrar para concentrarse en aquello que no fuese el suo dolor.

“vita detestabilis… Sors salutis et virtutis michi nunc contraria. Oh fortuna…” Mientras su carcelero sin dientes ni ojos se reía escupiendo en la cara de Ares, aquello lo sufrió, pero no le dijo nada a la oriental. Él era una digna deidad, jamás hablaría de aquello, formaba parte de su camino de tormentos, tal era la esencia del dios.

Después le despedazaban las uñas de los pies, por fortuna aprovechaban la virtud divina, gracias a la cual podían curar al dios. Ares sólo podía tararear., tarareaba y susurraba para mantenerse cuerdo…

-Nadie me ama. Los débiles morirán, los fuertes vivirán. Ni Dios me ama. Los débiles morirán, los fuertes vivirán. No les necesito. No les necesito. Los fuertes vivirán, los débiles morirán, los fuertes vivirán, los débiles morirán.

Por las noches solía hablar y hablar en alto, mientras aquella gota caía, mirando con rabia al techo y notando como salpicaba en sus ojos la gota. Era tal la demencia, que tenía varias personalidades.

-Me abandonan, me han rechazado, me han hundido, quieren que caiga, están esperando a que me hunda. ¡Me he hundido! ¿Padre me has abandonado? ¿Por qué me has abandonado?
-No le necesitamos, ni a Él ni a nadie, que se pudra Dios, y toda su puta madre, que les den a todos. Nosotros somos los señores del mundo. Jajaja
-No digas eso… por favor, controla tu lenguaje. Déjalo no duraremos mucho.
-Que te den, estamos aquí por ti. Si me hubieras dejado escapar en vez de ir a casa de esa furcia barata.
-Por favor, no la llames así.
-¡Pero si te usa la muy puta!
-Solo quería despedirme de ella antes de irme… y no hables así.
-¿Cómo? Vamos no me jodas, los vivos dais pena. Tan tristes y pobres de espíritu, incompetentes.
-No sigas por favor.

Su propia bestia estaba controlando el sufrimiento de Ares, hasta que vio en las puertas de la cárcel a Enyo.
-¿Qué haces… aquí?
Ella nerviosa, abrió la puerta, y liberó al dios de la guerra.
-Rápido mi señor.
Cogiendo su mano, Ares salió de la torre subterránea con Enyo, la miró, acariciando su mejilla, observando sus preciosos ojos melódicos.
-Gracias…
Ella estaba sonrojada, con su cuidado cabello liso, y aquel flequillo egipcio que la endulzaba aún más.
-¿Cómo lo has hecho?
-Mi señor… digo… Ares, yo no fui… ella me ayudó.
-¿Ella?
De las sombras detrás apareció una figura encapuchada, al quitarse la capucha la luz brilló de esa figura, se destapaba la mayor de las luces que pueda haber. Afrodita. Rizos negros que la adornaban, de las sombras, observando el torso desnudo y herido del dios.
-¿Por qué me has salvado? No tenías ningún motivo para hacerlo.
Su melódica voz, casi como un canto inundó los oídos de la propia guerra en persona.
-¿De verdad crees que se necesita un motivo para salvar a alguien?
El dios bélico bajó su rostro, cavilando sobre aquello, aún en shock al respirar aire libre por primera vez tras mucho tiempo.
-Feo… -Dijo con un tono suave. Ella no tenía sentimientos por Ares, no le amaba, o sí… nadie podía explicarlo, sencillamente allí estaba.- Estas muy guapo. –Dijo mientras le tocaba la mejilla con el dorso de sus amorosas manos. Ares las sostuvo con fuerza y las acercó a su tez, cerrando los ojos y sintiendo el aire, la miró.
-Me has liberado, arriesgas mucho.
-No pasa nada, tú has arriesgado muchas cosas por mí, y es la primera vez que he querido hacer algo por alguien.
-Si tú ya no puedes sentir nada, estás en otro plano, diosa del amor.
-Puede… por eso tengo miedo a mi misma, y por eso… quien sabe- “siempre vuelva a ti.” La diosa del amor no lo dice, sabe que no puede exponerse a nada, sabe que no puede decir algo que sea verdad, porque eso la condenaría. Ella es un alma libertino y libre, ella es la reina de los amantes, yace de cama en cama, no puede decir la verdad, no en los juegos del amor donde todo es dulce elixir de certezas enmascaradas y pintadas. –
-¿Quién sabe qué?
-Quien sabe, en un futuro puedas devolverme el favor.
Urania sonrió, era lo único que podía ofrecer al guerrero, ella sabía mejor que nadie, que nunca podría estar ligada a él, le quería, le necesitaba, pero no podría estar con él, no ahora, y tampoco tiene fe en el mañana.

Hay cosas de ese dios que le dicen que debe alejarse a donde no puedan verse. Algo que le dice que no está, que no debe atarse. Que él no es quién pueda darle lo que necesita de verdad, se miente, se dice la verdad, prefiere dejarlo a un lado. Prefiere hacer como si no importase, como algo sin importancia. Al final, esa mentira se convertirá en verdad y dejará de importarle, en el fondo eso quiere que ocurra con todos. Que dejen de importarle lo que piensen de ella. La Lujuria lo sabe, entiende algunas cosas, no puede ofrecer el camino que el destructor le exige, por lo que prefiere olvidarse, no quiere arriesgarse. Había sido creada para sentirse atractiva, sentirse querida, deseada, eso era lo que la mantenía feliz, estable alegre, pero después de eso, sabía que su naturaleza era variable, Ares no podría templar su naturaleza, quizás otro dios sí o el mismo dios belicista podría, en un futuro, mas no ahora.

Elige, como todos, elige. Philopannyx, como la llaman algunos, se besó con Miaiphonos, quien le recitó suaves y sedosas palabras, los hilos del corazón, el último trozo de compasión se desprendía por el momento. Anhelando que en un futuro pudiese compartir algo con alguien, esta noche no era la noche.

-¿Sigues aquí?
De los recuerdos y las plumas de la memoria, el mata hombres volvió.
-Si, no pasó nada, al final, logré escapar, soy un mal nacido ¿Recuerdas?
Kali miró al suelo, observaron la luna llena que los iluminaba. La terrible diosa se levantó, se le veía su preciosas nalgas, firmes y cuidadas, tan redondas e irresistibles, pero miró a un lado. No buscaba más provocación.
-Me temo que tendremos que separarnos para siempre.
-¿Cómo?
Ares, no entendió en absoluto nada.
-Esta será la última vez que tengamos ningún tipo de relación.
Ares seguía extrañado, no sabía que decir, se levantó para mirarla a los ojos, intentando escrudiñar la mirada de la oriental, pero esta no le miraba.
-¿Es por mí?
-No… no es por ti… es solo que… ahora lo saben todos.
-¿Y?
-Que me tengo que ir, no puede ser…
-¿Te vas?
-Si, me tengo que ir.
-Tanto que hablabas de lo independiente que eras y ahora te vas. Y todo por una forma de vida incapaz de competir con nosotros.
-…. ¿Qué quieres que haga? ¡Vamos dime! ¿Quieres que deje todo esto? ¿Qué me vaya a qué? Aquí tengo una forma de existir, una forma de vivir. Además no hay emociones.
Ares no contestaba, cerraba los ojos, sólo cayó una lágrima, así eran los dioses oscuros. No hay lugar para la debilidad, no es posible hacer excepciones, no hay razones para ser vulnerable.
-Llevas razón, haces lo correcto carnicera.
Ares sonrió. Kali no lograba entender al dios, aunque ella tampoco mostraba tristeza, era indigno mostrar cualquier tipo de debilidad.
-Así debe de ser.
Para dos dioses destructivos aquello era lo máximo que podían expresar, aunque sus corazones fuesen un volcán lleno de resentimiento y tormento, nunca habían sabido expresarse correctamente, y en este caso Ares era quien menos podía hacerlo. Así eran los daños entre seres invasores, si a nada Shivá lloraba como una mujer, el occidental no se permitió tal agravio, primero entre muchos, Ares era implacable. Respiraba hondo y se giró, era mejor dar la espalda y no mostrar interés alguno.
-Pues entonces nada, ya nos veremos. Ciao.

Sintiéndose perdedor ni siquiera miró a Kalí, desdeñoso, orgulloso dentro de lo que para él era una sonora derrota. Incapaz de haberse apoderado de ella, de haberla convencido de que se quedará con él. Ares sabía que algún día todo eso debía cambiar, por el momento se mantuvo conforme, pero sintiose corrompido por sus propios pensamientos. Por suerte para los dos no existía amor, solo era sexo y conexión, podían vivir el uno sin el otro… o no. No era fácil saberlo. La duda solo se resolvería con el tiempo.

“Yo soy Ares, no me importará, es la vida que he elegido, el camino que debo tomar, así deben de ser las cosas, mi existencia solo tiene un único sentido. Que hermosos eran los tiempos en los que añorábamos con dicha la muerte, y que patéticos son los tiempos en los que sabemos que no moriremos.”

Ares se había criado solitario y taciturno, cualquier muestra de afecto era una debilidad palpable. La ínfima idea de sufrir ante una separación era un insulto a su poder, un poder independiente y solvente no debía conceder ninguna parcela al sentimiento bajo ningún concepto. Tal era la vida de Ares, infernalmente apartada de cualquiera. Su propia losa existencial exhibía su lucha.




Sus pensamientos le hacían esclavo de sí mismo, le hacían un peón llevado a un sino de infamia y tortura. Por fortuna para él, este tipo de pensamientos le impedían sentir dolor o tristeza, se mantenía inmaculado, consciente de que así han de ser las cosas entre la aceptación y la resignación. Él tampoco sabía lo que venía buscando, nunca lo sabrá la noche oscura oculta lo que puede sentir.

Kali a su vez, no se permitía pensar otra cosa que no fuese autocomprensión… pero también malestar.

“¿Por qué se comporta así? ¿Por qué se pone tan estúpido? ¿A qué viene vacilarme? Son cosas que pasan, ¿Qué diablos quiere que haga? Anda ya… ¿Qué espera de mí? Que se olvide de mí. Mejor ¿No? O yo de él… pero y si ¿No quiero?”

El tiempo continuaba su curso, Ares que jamás cedió lugar a una captura vagabundeaba de aquí a allá, escondido entre mortales, vestido de harapos y huidizo. De todos los lugares no pudo sino detenerse, en ver miserias humanas, y también en jugar con cadáveres.

De entre todas las formas de vida que se ven como arroyos cayendo, los tiempos extraños son donde los cursos más se curvan y luchan por seguir viviendo. La vida es como un río, nace fuerte y aguerrida y se consume pacífica y ensanchada en el mar, volviendo a la inmenso azul.

Desde lo lejos se podía ver como galopaba a caballo, una figura oscura, asustadizo, escondiendo su rostro, perseguido por un grupo de soldados de armaduras níveas, deseosos de atrapar a su presa, como el animal fiero antes de una gran pugna. El humo de su respiración mostraba a través de la espesura verdosa el instinto de supervivencia, pero como siempre ocurre en estos casos, los cazadores saben como frenar a sus víctimas. Con una lanza acertaron en el caballo de quien medroso no levantaba la mirada. Sin embargo, de todo su miedo, se levantó, esperando el final.

-Por traición al infante, debes castigarla.
-Dudo que el infante hable por vuestra boca y no su villano consejero que le ha quemado la mente.
-Debemos hacerlo, señora.
Las espadas silbaban al viento, cuando inesperadamente una mano ejecutora las detuvo. Envestido en telas ruinosas, sucias, el rostro se oscurecía, era una sombra donde la dignidad no tenía lugar, solo el horror. El fuego inundó a los soldados que acabaron cenizas, entre las manos de aquella figura infernal, el polvo humano volaba, los ojos ígneos siguieron el surcar de aquellos restos. La mano del extraño eran garras oscurecidas por costras, cuando el fuego salió de ella amaneció del ébano una mano blanca, completamente joven t grande. El perseguido la tomó para sí. Ambos desconocidos mostraron sus rostros.

La figura huidiza mostró su rostro, largos cabellos negros ondulados, dejando entrever la miraba misteriosa y mágica. Líneas dibujadas como si hubiesen sido a mano alzada, en la expresión minimalista de lo necesario para ser inigualable. Como si el artista, o ingeniero hubiese esbozado unas pocas rectas y las hubiese redondeado lo mínimo para alcanzar el éxtasis. Una imagen que reflejaba la pureza en los límites de los mortales, hasta un grado histérico, una belleza misticista y de una esencia enigmática, oculta, desde puntos insospechados.

Dejó ver su sonrisa y endulzó su voz.
-Gra… gracias…
El silencio era para esperar un nombre de parte de su defensor. Aquel salvador con mirada soberbia, no respondió.
-Yo me llamo Calypso, ¿Y vuestra merced?
Dijo asustadiza la voz.
-No debéis estar aquí. ¿A dónde vais?
-Me dirigía a lejanas tierras.
-¿Sola?
-Sí. –Se mostraba temerosa, pero con suficiente brío miró con seguridad.-

Ambos, dos compartieron camino, con un acompañante taciturno, expectante, era difícil mantener el sendero, resultaba tedioso en su aislamiento. Envuelto sobre sí, como un ermitaño. Aún así, Calypso no se dejaba amedrentar.
-Oye todavía no me has dicho tu nombre.
El vagabundo la miró.
-Perdona, me llamo. –Sus ojos se cerraron, y una de sus manos se acercó a su arma.-Vom Kriege.
-¿Cómo?
-Llamadme Clau, mejor, si así lo preferís.
-¿Clau?
-Sí.

Ese no era su nombre, los dos lo sabían, sin embargo Calypso se hizo la tonta, y siguió preguntando al lado de tan extraño viajero.
-Y decidme, ¿Cómo es que me salvaste? ¿Por qué?
-Una vez me dijo una persona a la que amaba mucho que no se necesitaban motivos para salvar a alguien.
La joven quedó impresionada y aliviada ante tal respuesta, pues aquellas palabras aseguraban el posible buen corazón de aquel ser.
-Ahora, dime tú, ¿Por qué te perseguían?

La muchacha bajó su cabeza, algunas gotas saltaron de sus ojos, pero sus puños permanecían fuertes. Mirando después a Kriege, ando firme, convencida de sí misma.

-Lo cierto es que yo era princesa de aquel castillo y los hombres que me seguían han sido enviados por mi exmarido.

Hacía no mucho tiempo, el reino se hallaba en pleno apogeo dentro de quienes hablaron bajo la señal del virtuoso mensajero del señor, todo pareciera que la guerra podría hacer sucumbir a muchos pueblos, más estaban seguros de ello.


Tras las piedras de su castillo se hallaba la preciosa Calypso, amiga de sus amigos y enamorada de su príncipe, el infante Guillermo. Tal era su amor, que resultaba pleno, habiéndose encontrado los dos juntos desde hacía largo tiempo, desde su adolescencia.

Calypso contaba como podía aquella historia con sus propias palabras, Guerra escuchaba atento, sorprendido por aquella historia.

Los dos príncipes que desde jóvenes se habían querido, solían escribirse en épocas de campaña y en suma lejanía como en esta carta con sumo afecto.

“Echaba en falta el calor de tus manos al tocarme, mi princesa, como echaría en falta cualquier instante que estuviera sin vos. Las noches se me hacen eternas y no dejo de mirar la luna, esperando que su luz me guía hasta vos, siendo demasiado pronto para sentirme caído por los brazos de Morfeo. Respiro profundo en compañía del recuerdo de vuestro rostro y cuando tengo el privilegio de grabarlo en mis ojos cerrados, sé que volveré junto a vos, nunca volvería a sentir algo tan inmenso como esto. Os anhelo.”

Ella jamás con desdén siempre contestaba, se sentía llena y completa tras aquellas palabras de ánimo y amor de su señor.

“Mi príncipe, contigo me siento segura, llena de esperanza, sabedora de que a tu vuelta podré estar entre tus brazos. Cuando respiro el aire de las flores de nuestro jardín, rememoro aquel tiempo maravilloso, donde no haya nada malo y podamos estar juntos. Volando como si fuésemos los únicos sobre la tierra. Si tan solo pudiera notar el vuestro aliento susurrándome el amor que me profesáis, descansaría apacible. Mi amante, os espero con entusiasmo.”

Los regresos eran apasionados y cariñosos, llenos de un sinfín de sentimientos, sin mentiras ni máscaras, sumidos en la profundidad de una vida plena y unida. Una estabilidad difícil de romper, algo de lo que nadie podía sospechar. Los reyes estaban encantados con aquel futuro tan prometedor, parecía que la felicidad no tendría fin, si la mano de la guerra no lo impedía.

-Así éramos, unos enamorados, mi infante era un gran hombre, un caballero servidor de Gabriel, en estos tiempos caóticos que corren, por eso sus hombres visten armaduras blancas debido a su compromiso con la luz. –Ella sonrió con aprecio, aún recordaba a su infante con muchísimo apego, se le notaba que no guardaba odio alguno hacia él.- Sin embargo, cuando uno cree que lleva su vida derecha, pues pasan cosas.

Sucedió en ese instante que de la corte de amistades, una de ellas, una chica como Calypso, hizo amistad íntima con ella.

-Al principio no sabes bien, te llevas bastante bien con esa persona, yo… no me lo llegaba a esperar.

Calypso se detuvo, mirando al guerrero. ¿Sería lícito contar nada? No había mencionado el carácter excepcional de su relación, no sabía de los pensamientos del guerrero. Percatándose de ello cogió una de las manos de la bella princesa y la puso sobre su pecho.

-Desearía que confiarais en mí, mas, bueno, mejor dicho, pero no sé como hacerlo, si lo preferís guardad vuestro secreto.

Los dos pasaron las noches amigablemente, conversando de otros temas, de cómo habían sido sus vidas ajenas ante aquello, más hablaba Calypso de la vida palaciega, Clau evitaba hablar de sí.

-Os envidio.
-¿A mí?

El protector se acercaba a la princesa mirándola fijamente, clavando su pupila en la pupila de aquella preciosa doncella.

-Envidio el amor que transmite vuestro pasado, pero no acierto a saber cómo has acabado así.
-¿Envidias el amor? Que tontería seguro que tú también has amado.

Su expresión cabizbaja detonaba que si o no, fuere como fuere no hubo de ser algo digno de evocar. Calypso tomó la mano de aquel taciturno y conmovedor soldado.

-Ya ocurrirá. Aunque es difícil si vas con esas pintas y encima mientras sobre tu nombre.
-¿Lo sabías?
-Tú eres Ares, deidad sagrada de la guerra.
-¿Cómo?
-Antes de volverme humana era una bruja, prefiero considerarme una divinidad terrenal.
-No es posible… ¿Eres?
-Soy Calipso, hija del titán Atlas, bueno, lo era, ahora poseo cuerpo humano, tras la marcha de Ulises de mi isla, quedé abrumada, no quería seguir viviendo, tras mi muerte, entré en este cuerpo, el cuál adoptó gran parte de mi belleza. Nací de nuevo como mortal. No soy guapa como quisiera, pero no me quejo.
-Sois más que todo eso, la belleza superflua no tiene sentido, en cambio, veros y saber que sois algo más picante o sabroso hace que una parte de mi lata.
-Gracias, viniendo de un dios de la guerra me agrada mucho…
-Imagino que sabrás todo.
-Os conocí en una de esas reuniones entre deidades, entre los dioses y titanes o caías mal o caías bien, no sabría decirte, hablamos un poco con mi forma divina, es normal que no me hayas reconocido. Por eso estaba segura de que no me harías nada, te ganaste buena fama por tu atrocidad, pero con lo poco que hablé contigo, sabía que había algo bueno en ti. Tras mi huida, me enteré de que os perseguían, necesitan saber de que lado estás en la guerra. Hace mucho que te buscan. ¿El dios de la guerra rehúye a la guerra? Raro ¿No te parece?
-Todos tenemos nuestros motivos, la verdad es que te dije que te envidiaba por amar, pero envidio que supieras qué sientes, yo no sé lo que siento, y como no estoy seguro de confiar en amigo o enemigo, al final mi oscuridad y mis ansias de poder me están consumiendo.

Ares se sentía abrumado y decadente, Calypso se abrazó con él, aunque el dios no supiera demostrarlo, agradecía muchísimo ese abrazo, era extraño, la dualidad estaba forjándose en su persona como un pájaro que empieza a volar.

-Seguro que ahora querréis saber el resto, yo sé vuestro secreto y podéis matarme.
-¿Para qué? Ya hay mucha sangre en mi cuenta, iridiscente Calypso.

-Bien, sucedió que conocí a una persona muy especial, al principio no me atreví, más bien me supuso algo complicado, pensé que era una tontería, había mucha empatía entre esa persona y yo.

Tal era el recuerdo que tuvo Calypso, de su corte existía una chica que estaba siempre con ella, la entendía, se comprendían, se llegaron a relacionar tanto que hubo un instante de duda. Aquella ninfa de la corte tenía como nombre Rosa Benhour, un espíritu que rompió con las barreras de la carne y se hizo inseparable de la inolvidable Calypso.

-Esa persona era una chica. -Calypso evitó mirar a Ares, bien es cierto que entre dioses el sexo era muy común, y la homosexualidad no era tampoco cosa extraña, sin embargo para Calypso ya como mortal si le supuso cierta intranquilidad al contar.-, con la que tuve varios problemas, porque primero me separé, luego tuvimos que reencontrarnos, fue algo verdaderamente especial, pero mi esposo no lo entendió me insultó, me dejó sola, puso a toda mi familia en mi contra. Me enfrenté a todo ello, aunque lo pasé mal, salí adelante y después de todo ello, estuve con ella, fue bonito.
-¿Te arrepientes?
-En absoluto.
El dios asesino aplaudió, la embriagada mortal no comprendía bien porqué del aplauso.
-Eres una loca, sin embargo para mí eres una valiente, abandonar todo lo que habías vivido por seguir a tu corazón, es increíble, y lo hiciste con la voluntad de seguir a tus sentimientos.
-Sí, pero hice mucho daño a mucha gente.
-¿Y? ¡Qué les den! Te mereces algo para ti. No estabas haciendo nada malo joder, cosas malas las hago yo todos los días, cortarle la cabeza a alguien es algo malo, no seguir a tu maldito corazón. ¿Cuándo aprenderán los normales a apreciar el verdadero valor? Malditas ratas.
-Bueno…
-Hazme caso, lo que hiciste fue valor en esta puro. Es un honor.
Calypso se sonrojó al ver la reverencia de alguien tan estimado como temido por gran parte del mundo.
-Si me lo permitís, me gustaría que me dierais un beso.
-¿Para?
-Para saber cómo besa alguien que ha movido tantas pasiones, joder, tengo la boca normalmente llena de sangre…
-… No hables de la sangre.
El occidental tuvo que reírse.
-Se me olvidaba, hay personas que no entienden la vida bañada en sangre.
-No me gusta mucho eso, es más, no quiero saber nada de la sangre.
-Perdona, no habrá sangre, lo prometo.

En ese momento lechuza, que descendió de los cielos para hablar al dios. Aquella lechuza era de color blanquecino, de la especie de tyto alba, aquel animal susurró algo al señor de las guerras occidentales. Su rostro no se inmutó ante las noticias y la lechuza marchó. Aquella lechuza se llamaba Enialio, en honor a su viejo título que ostentaba en lo añejo de su existencia, pese a su juventud.


-¿Qué pasa?
-No es nada, es un mensaje de Enyo, preguntándome por como estaba.
-Ahora contaréis alguno de las razones por el recelo al amor.
-Primero un beso vuestro.
El guerrero sonrió, ansioso, Calypso se acercó a él, en el momento de rozar sus labios le besó en la frente.
-Frenad vuestros deseos, no puedo besaros.
Ares entendió, no le molestó le agradó en vista de tal virtud demostrada por la mortal. Gustó de mirar alto, como si a través de las estrellas pudiera escrudiñar una verdad por encima del mundano y efímero terreno que les cercaba.
-En cuanto a mí, qué puedo deciros…

Ares no dudó en hablarle de Afrodita, de Kali, e incluso de otras a las que había conocido en su larga andadura por occidente, siendo así el inicio de algo poco normal en un dios, que conforme pasaban los años se volvía más huraño. Aquel relato conmovió a Calypso, notando el valle de espinas, sin embargo sabedora de sus atrocidades no pudo exculparle. Aunque le caía muy bien, le parecía un alma noble dentro de lo degradado de sí mismo.
8
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Sentada en su diván, con una copa de sangre, los labios saboreaban con goce aquella dicha que la seducía, de entre todas las reinas del caos, ella ocupaba un lugar de preeminencia. Acicalada como una diosa de verdaderas y pronunciadas curvas, dispuso de entre los focos de las antorchas a sus esclavos serviciales. Vestía seda transparente, con un conjunto violeta que tapaba sus partes embellecedoras de su figura.

Particularmente animada miraba a través de los vientos desde su balcón en movimiento mientras se apoyaba, observando con pleitesía y ánimo apaciguado las estrellas fugaces. El aire mecía sus alardes, obsequiando a quienes la miraban el emblema de la diosa destructora y seductora.

Al subir a una colina, el panorama cambió, las llamas de los fuegos eran grandes, una ciudad ardía por completo. Tras de sí, un humano envilecido, con cabeza gacha habló a la destructora.

-Mi grandísima y excelsa destructora nos acercamos al castillo. Parece que el veneno de Dios combatirá sin tregua.
-Para gobernar el mundo, primero hay que destruir a las viejas reliquias.

Sammael, ya ciego, tras la muerte de Lilith, era uno de esos ángeles caídos que no apoyaba el enfrentamiento del príncipe de la oscuridad. Antaño guardián y ahora un viejo pasado que debía ser aniquilado. Sus hermosas doce alas ya no eran tan brillantes como antaño, un par cubría su rostro que solo Dios puede ver, otro par que cubre sus brazos, otro su cuerpo, otro sus piernas y los dos últimos pares para volar.

El viejo ángel guardián de la fuerza ya no era el temido señor, era por ello que Luzbel se encargaría de dar final a sus poderes para absorberlos. Chamuel o aquel que veía a Dios era un obstáculo para el ambicioso príncipe de las tinieblas. Un antecesor que hacía gala de sus virtudes, que estuvo enfrentado con Dios, pero que su rebelión no fue tan grave como la de Satán.

Su gran amor fue Lilith, sin embargo ella era libre, cabellos rojizos imposibles de emular por ninguna otra mujer, libre, independiente, iba de aquí para allá, una vez con uno otra vez con otro, disfrutaba de su plena libertad hasta que fue asesinada por el príncipe oscuro en su deseo por erradicar las viejas glorias que le hicieran frente.

La oscuridad aplacaba el mundo detrás de Kalí, era como si la gravedad ocupase todo el espacio y fuese difícil mantener el cuerpo erguido. Era Luzbel desplegando parte de su poder, con sus alas negras y su armadura con motivos diabólicos. Habló al oído de la diosa oriental de la muerte.

-Espero que no me defraudéis y termines pronto con esto.
-Rimmon ya está luchando contra los dos millones de ángeles de Sammel y sus perros dorados, mi lord.
-Rimmon no es un diablo digno de nombrar como seguro de victoria.
-Dio buenos resultados en Damasco, mi lord.

-Puede ser, mi preciosa Kali, pero espero que hagáis vos misma el trabajo.
-Mi lord, me gustaría preguntaros. ¿Cuándo veré a Ares?
-Pronto pequeña, pronto.

Rimmon tenía cabeza de león violeta, alas de águila azules y una túnica, con garras de tigre. Era una bestia multiforme que podía andar como un cuadrúpedo y también como un bípedo. Kalí no terminó de convencerse y levitó hasta el castillo donde en la plaza central estaba Samael combatiendo contra Rimmon.

Kalí intentó ayudar al diablo con polvos helados, pero Samael con la fuerza de sus alas hizo chocar a la diosa contra la pared, tras después transportarse hasta Rimmon y clavar su lanza negra. Con una voz cruel se reía y gritaba.
-¿Qué intentáis patéticas bestias siervas de un niñato? Yo soy el guardián, el ángel de la fuerza de Dios.
Como si la gravedad hiciera lugar, Samael se tuvo que arrodillar ante la sombra de Luzbel, cansado por la guerra no pudo ver como la espada del mal, aquella que había encumbrado en la guerra a Lucifer estaba ensartando el cuerpo del viejo ángel, quien moribundo alzaba su tez para ver mejor a su asesino.
-Eras un ángel poderoso, ahora no eres más que un lascivo anciano, o acaso ¿Hubiera podido hundirte mi acero con tanta facilidad?
Lucifer arrancó el corazón de Samael y se lo comió, aún palpitante.

Los largos cabellos de ébano, brillantes a la luz de la luna mostraban la hermosura extrema del príncipe negro. Rimmon aún con vida se arrastraba hacia Luzbel.
-Por favor… ugg... señor… cúreme.
Pwcca escupió a Rimmon y le cortó el cuello.
-No hay lugar para andrajos como tú entre mi corte.
Sus ojos se posaron ahora en Kali, quien preocupada estaba dispuesta a defenderse ante un ataque del ángel caído.
-No os haré daño, mi bella Kalí, pero muévete de una vez y aligera.

“Gilipollas.”

Kalí recordó como entró a formar parte por un pacto de sangre a las huestes del príncipe negro. Asmodeo hizo gala de sus lujuriosas artes, tras haber decidido apoyar en la guerra a Lucero, fue encomendado para convencer a la diosa para que se uniera a su nuevo señor. Considerado un demonio de la carne pudo convencer mediante la pasión sexual a la reina de los coros de cadáveres.

-Únete a nuestro príncipe deja esta vida patética.

Nada pudo hacer que cambiase de opinión, Asmodeo lo intentó, pero lo que hizo que las palabras de la reina se cambiasen fue.

-Y si te dijera, que podemos llevarte a donde está Ares.

El pacto con el bando oscuro, se realizaba en una sala circular de gran tamaño, mientras los grandes “duques” del mal.

Eran las hogueras demoníacas, los cultos de los muertos que amaban el baile violento y la risa fogosa de Kalí. Mientras debajo de su cama yacían múltiples cadáveres descuartizados, idas por completo tras lo sucedido, se había visto en la necesidad de escapar de la separación.

Agitando sus cabellos completamente salvaje, la diosa de las cabezas cortadas pisoteaba los cráneos y los ojos, la sangre salpicada manchaba por completo su cuerpo, le gustaba de entre muchos placeres lamerse los dedos, y poder beber el líquido vital como una felina que lame la propia muerte.

Sus dientes habían perdido el blanco, para ensuciarse de la sádica virtud de una asesina, tras ella colgados en las paredes los luceros de la tortura, las víctimas gemían pidiendo auxilio, mientras la oriental se reía. Hacía tiempo que no se deleitaba con tales virtudes, agasajándose escupía en sus prisioneros, mientras les abofeteaba, mujeres y hombres, esclavos que solía herir para guardar su sangre en copas.

-Juráis fidelidad al príncipe de las tinieblas.
-La juro.
Moloch Baal, mano derecha de Satanás ungió con sangre a la hija de la destrucción, permitiéndola entrar a los infiernos, le tatuaron el símbolo de Caín. Así la reina de la discordia se convirtió en allegada del mal, bajo bandera luciferina.

Baal era un ángel, quien se situaba en la diestra del príncipe oscuro, considerable enemigo de las fuerzas celestiales, y gran perseguidor de lo que unos llaman el reclamo de los muertos. Para Baal, este reclamo es tan secreto que ni sus creyentes conocían de él, es un viejo reclamo que puede llamar a las fuerzas ancestrales de la creación, aquellas fuerzas que nacieron al poco de nacer Dios.
9.
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Observaban las tropas celestiales como huestes de magma negro se avecinaban sobre el castillo dorado, a las puertas del Tajo, atrincheradas en el casco antiguo de la vieja ciudad toledana, dónde encerrados podían soportar gracias al nuevo sistema amurallado los infames productos de los pozos del infierno.

Monstruos de cuatro patas que escalaban con sus garras, en una guerra sin cuartel, frente el archi-diablo Azazel, distinguido señor que dirigía las hordas demoníacas. Vestido con una túnica negra y con sus alas negras, ojos blancos. Sentado en su silla de alto respaldo, observando desde su morada los infiernos que se cernían en su tropa. Además gozaba de las inmensas bestias bípedas rodeados de llamas, las cadenas eran tan grandes como personas.

Desde el cielo los ejércitos de Dios se lanzaban con sus lanzas y espadas ebrias de luz, desde las murallas y por el río Tajo, los cuadrúpedos hacían frente a los humanos de honor, caballeros, militares, pistolas, espadas, no importaba lo que se usara, lo importante era sobrevivir. En la primera línea Gabriel, mostrando a todos la pureza del Señor.

De entre todos los valientes, Gabriel era el más amado, el mensajero de la luz, el bendito. Gabriel era magnánimo a diferencia del bélico San Miguel.


Azazel congeló el río, y tras ello creó tierra sobre el hielo, dejando un espacio completamente libre para el acceso de los malditos. Gabriel desenvainó su amada “Lux” y corrió presto hacia el archi-demonio. Lo primero que hicieron esgrimiendo el acero fue mostrar a la guerra a un estado de supremacía. Los vientos movían a los jóvenes, ambos servidores de alto grado se sonreían ante la suerte de vencer al rival.

Tal era la magnitud de la contienda las nubes y cielos vociferaron, los propios y extraños se quedaron observando la fuerza de aquellos que se enfrentaban. Desde sus luces y sombras se podían ver a kilómetros a la redonda. Impresionante e inmaculado baile de enemigos que sin haber mediado palabra se conocían como hermanos.

Azazel poseía cuernos de cabra en su cabeza, era conocido como el chivo expiatorio, su lugar dentro de la jerarquía demoníaca era muy alto, dado que aglutinaba las almas de todos lo que vagaron por el desierto como sacrificios. La cabra del emisario y conocida como una de las formas más poderosas de Luzbel.

Gabriel de rizados cabellos dorados, alas de nácar resplandeciente y unos ojos azules cristalinos era la fuerza de Dios, el mensajero del señor. Tras su preciosa espada, guardaba como último recurso su guadaña. Azazel pudo mediante sus artes infernales crear un reflejo suyo que distrajo al ángel, quién se lanzó orgulloso de su victoria. Azazel hizo sucumbir a Gabriel. Su espada incrustada en el estómago del ángel se estremecía, girándose como un virus que tomaba el cuerpo del mensajero de Dios.

Azazel se acercó al oído de la fuerza de Dios, y susurró.
-He aquí la justicia de quienes sirven al verdadero opresor de las voluntades.
Gabriel ensangrentado por la boca, tras adoptar forma corpórea, solo pudo enunciar.
-Hijo de Dios, ¿A quién sino le debes lealtad sino a tu padre? A quien abandonaste a su suerte y luego le buscaste para matarle.
Azazel retorció su espada en el torso del ángel, su guadaña ya estaba en la fría piedra de la muralla, mientras los ojos de aguamarina se volvían completamente blanquecinos, aunque conservaban su brío. Mirando al cielo y llorando. Gabriel habló con su padre.
-Perdona mi señor, pues he fallado en traer tu palabra y mensaje como aquella vez. En aquella intemporalidad fueron 21 los tempos que sufrí como cadenas, hoy será la eternidad…
Caído Gabriel, los demonios se sentían gloriosos e invencibles, pero de entre las tropas celestiales saltó hasta la muralla Ares, empuñando su fiel espada de fuego.
-Dios destructivo ¿Lucharás por un miserable entre los miserables?
Tomando al virtuoso del señor, y viendo como entre las cuadras su caballo, Haizum, gemía de dolor ante la muerte de su amado jinete, Ares no pudo evitar mirar aquellos ojos que se desvanecían, de quien fuere virtuoso y vengador, mientras el agua rodeaba parte de su cuerpo yaciente.
-Dame un último deseo, trae junto a mi fuego infernal la lluvia que purifique el mundo.
Las nubes comenzaron a gritar y llorar, tal era el padecimiento de Dios ante la muerte de su hijo. El cielo se volvió gris, Ares dejó bañar su rostro por las lluvias, apretando su puño miró con rabia a Azazel.

Los primeros intercambios fueron fructíferos para la cabra infernal, quien gozoso y alegre se mofaba del joven dios.
-¿Eso es todo lo que puede hacer? ¿Por ti se ha roto el equilibrio? Tan patético…Podemos decir que la victoria es nuestra.

Los ángeles caían a millares, adornando los cielos con sus cuerpos mutilados por las horribles formas de los infiernos, sus armaduras doradas no eran lo suficientemente resistentes frente a la furia invasora de los oscuros. Llevado por una causa opresora de la existencia de Azazel, el maldito asesino de hombres y dioses no dudó ni un instante en traer consigo bolas de fuego que lanzaba alocadamente al chivo. Su risa colmaba por completo el lugar.

El fervor no fue suficiente, y tras varios lances, su rodilla lamía el suelo. Solo y desamparado miraba feroz al ángel carnero que sabedor de su triunfo se preparaba para cortar la cabeza de Ares. En ese momento, y sin esperarlo nadie Haizum, corrió hasta Ares, chocando con Azazel, Ares, en una maniobra pudo llegar hasta la guadaña y gracias a la capacidad para volar de aquel corcel divino, sesgó el cuello de la cabra.

Su cabeza iba por un lado distinto a su cuerpo, tal fue la vorágine de sangre que inundó a los demonios cayendo como una cascada inmensa, los ahogó con el veneno de la sangre. Ares fue hasta el cuerpo del mensajero de Dios. Su caballo lloraba diamantes. Ares pudo tomar sin que nadie le viese el cuerno del cuerpo del ángel. Tras la victoria no hubo festejos.

Los arcángeles se reunieron en torno al féretro, una luz en el oeste atravesó las nubes y los jóvenes ángeles mostraron pleitesía hacia uno de los líderes de Dios. Las lágrimas hicieron de aquel viaje un llanto perpetuo, quienes aún pueden recordarlo vieron a seres fuertes esgrimiendo su tristeza.

Aquello hizo recordar a Calypso…quienes tomaban contacto con él acababan hundiéndose.

Tras el velo negro de una imagen sobre otra, el dios de la guerra pudo ver en fotogramas como aquella bruja se interponía entre las flechas para protegerle de la muerte.

Sus ojos se enternecían con sus últimos hálitos, sintiendo desde el principio que el tiempo pasado fue un tiempo disfrutado, Calypso sonreía, dichosa por la vida que había llevado como humana.

Con el fuego abrasador controlado Ares, la sostenía entre sus brazos, mirándola, pero no reparó en decir nada, Ares nunca diría nada, ella lo dijo por él.
-No te cierres nunca más, vales más de lo que crees.
Ares se rió entre algunas lágrimas.
-Yo soy el único, el grande. El gran dios de la discordia.
Sus ojos se mezclaban con las lágrimas, pero dentro de su corazón la apreciaba por lo poco que habían podido cuidarse, hasta el punto en el que el occidental estuvo a punto de escapar del agujero negro que lo absorbía.

Yaciente entre sus brazos, el dios que había compartido muchos ratos y horas con aquella amiga tuvo que llorar sintiendo como pocas veces había sentido algo que le ha sido arrebatado.

Con su poder abrasador hizo quemar a todos los que les atacaban y enterró en una colina que llamó Calypagos, uniendo Calypso con pagos, la colina de Calypso. El asesino despiadado miraba frío, ya no pudo llorar más.

Él solo llora una vez cada mil años por otros, y con ese instante había gastado todas sus gotas por otra persona. Ya no quedan lágrimas.

Eran días azules y luminosos, pero en el corazón de Ares fueron días tristes y solitarios. El funeral del arcángel le hizo a Ares saber lo que era una derrota, porque Gabriel fue de los pocos ángeles que aceptaron sin reservas al dios asesino.

Ares, cruzado de brazos miraba sabedor del cambio que esto suponía. No era una victoria, era el camino para Miguel. Miguel era muy distinto a Gabriel, Gabriel al fin y al cabo era más cercano al perdón. “¿Quién como Dios?” mostraba siempre armadura, una túnica enrojecida que lo cubría, unas alas doradas, portaba una lanza que acababa en cruz. Le gustaba del fuego como Ares, pero según sus palabras aquel fuego era “purificador” y no una blasfemia de dioses inferiores a la corte celeste. Mijaíl era despiadado, y no había pasado un día del funeral de Gabriel que dispuso a los ejércitos de Dios, entre ellos sus camaradas “de los cuatro”, ahora “tres”, hijos superdotados de Dios.

-Es tiempo de abandonar la justicia laxa, de abandonar por completo los débiles sueños de diplomacia para confinar a una sola meta, que los ángeles sean quienes lleven al dragón a los pozos profundos de la perpetua cárcel.

Ares sabía que todo esto sería una carnicería, y la idea le gustaba, aunque con el tiempo algo dentro de sí se había rebelado preocupante. Ver a Gabriel caer entre los lazos de la muerte, le hizo sentir empatía hacia el enviado divino.
Entonces recordó la frase enunciada ya desde tiempos antiguos e ideada por hombres que aquellos actos que nos describen como seres vivientes, ocuparán su lugar en la inmensidad del tiempo.

Miguel tomó presto a las tropas celestes, y con él comenzó una época que quedará para la posteridad. Quizás no fue esto para lo que fue combatiente Ares.

El ángel protector y luchador mandó llamar a Ares, quien gustoso se mostraba jactancioso y prepotente, frente al jefe de los celestes.

--¿Qué debo hacer contigo? Servís con lealtad, pero no habéis firmado pacto alguno, y no olvido vuestra afrenta en Jena. Vuestra injuriosa amistad con una traidora.

Ares recordó como entró del bando de los ángeles, tras la pérdida de Calypso, galopó contra todos aquellos que le rodeaban, pero entró en guerra bajo la bandera de los celestes una vez llegó a la ciudad de Roma. A las afueras, fue dónde sin entrar en guerra todavía encontró a Gabriel. El mensajero ayudándole se ganó la confianza del guerrero.
En un momento crítico, en el que Marte lloraba sangre, Gabriel no hizo muerte del Dios, quien sorprendido preguntó.
-¿Por qué? ¿Por qué me ayudas?
-¿Hace falta una razón para ayudar a alguien?
Gabriel antes de atacarle le tendió la mano, mirándole a los ojos, jamás empuñó espada alguna y aunque Ares le atacó, derrotándolo, le perdonó la vida. Gabriel vio en los ojos del dios el sueño de un mañana mejor.

Ares vio con respeto este gesto y mantuvo una amistad cercana a Gabriel, aquel insólito dúo cambió el curso de la guerra, ante la cobardía de muchos dioses olímpicos, y hermanos divinos. Escondidos entre el pillaje y las cuevas, rodeados de sus fieles siervos.

Ahora los tiempos habían cambiando, Miguel dirigía con un brazo ejecutor, pero aún cauto no manifestaba sus intereses solo se amparaba en la justicia. Aún guerrero y más radical que Gabriel, Miguel solo servía como soldado, no era un ángel carismático y sí resultaba ángel destructor.

En la lejanía del continente, Kalí observaba a los demonios, quienes tenían una plaza hoguera para divertirse con los esclavos que hubiesen capturado en el momento. Vestía sus atuendos de fina seda. Una túnica semi-transparente adornaban sus preciosas curvas, mientras que el violeta decoraba su ropa interior a la vista de todos, llevaba brazaletes de oro en sus brazos y una diadema de brillantes.

Primero se paseaban las mujeres desnudas, mientras los demonios soltaban sus babas sobre su cuerpo, solían dar doce vueltas para “honrar” a Dios y sus doce alas, después se las ataba juntas a un mismo poste donde las violaban reiteradamente entre bestias, demonios y humanos. Algunas se desangraban debido a la dificultad física provocada por la diferencia ósea entre bestias y humanas. Cuando hubo terminado el festín, aquellas que estaban heridas eran devoradas por los cuadrúpedos amantes de la carne de mujeres.

A las que quedaban vivas se las marcaba a fuego y se las numeraba, después se las vendían a diferentes nobles humanos. Porque no nos engañemos la humanidad si puede, actuará según sus necesidades para con sus congéneres, pero no solo había viles entre los demonios, uno de ellos el duque Manson, solía proteger a las esclavas que llegaban a su familia demoníaca.

Lo gracioso de todo era que la mayoría de los diablos vestían trajes blancos, impolutos usados para mofarse de la condición celeste, les encantaba ceñirse en ropajes nácar para satisfacer sus profundos egos.

Kali se enaltecía cuando le permitían seccionar con puñales de “Idi Amín Dada” (Creados en honor a su persona.) a los hombres que le entregaban, normalmente solía atarles de brazos y piernas y luego les iba extrayendo toda la sangre con heridas por todo el cuerpo con pequeñas agujas de hielo, usaba el frío para quemar la piel de sus víctimas. Y de paso se permitía el lujo de tomar esa sangre fría por el efecto de congelación de su cuerpo.

Los reos solo miraban al suelo, conscientes de que todo lo que eran se desvanecía como un arroyo de agua a través del desierto. Mientras se les ponía en pie la diosa pasaba entra las filas de prisioneros, quienes nunca alzaban la mirada. Amedrentados y solventados a un destino fatal…

La risa enfatizada de la diosa le mostraba la sensación que aspiraba a tener conforme pasaba los apuñalaba para que fueran cayendo, sin ningún miramiento. Tras disponerlos en filas y cortar sus cabezas, el pasatiempo preferido de la diosa era beber su sangre y jugar con barras de hielo a destrozar las cabezas de aquellos que mantenían en su infortunio la vida de hallarse frente a la diosa.

Cansada los apilaba en la hoguera, aquellos cadáveres eran transportados por sus propios camaradas, otros prisioneros que también morirían quemados. Ellos estaban vivos sus hermanos de destino no.


Desde el horizonte, Kali, miraba aquella montaña negra de humo y fuego. Una montaña de gritos por quienes seguían con vida dentro de esa pila de quemados. Sus ojos brillaban, encendidos por la pasión al ver a la parca campar por aquel lugar.
-Ares… ¿Dónde estás? –Susurró la reina del caos.
El silencio gobernaba el aroma. La tensión de los vencidos y vencedores, hasta el punto de endulzar con el sabor de la desgracia. Hasta el punto de narrar bajo el golpe del acero el futuro de quienes no tuvieron acero para defenderse.

Ares estaba sentado atónito sosteniendo su rostro con la mano que se apoyaba en el respaldo, viendo como las tropas angelicales llevaban en cadenas a diablos y “malvados”, quienes no seguían la moral del “bien”. Niños, mujeres, hombres, que al fin y al cabo vivían de una forma diferente.

Entre esos “malvados” estaban los que hablaban con poca educación, los que se rascaban en zonas inadecuadas, los que actuaban contra su salud, fumando viejas hojas, los que cabalgaban veloces con sus caballos sin respetar las normas de Dios, quienes discriminaban a los débiles, aquellos que eran intolerantes, los que hablaban con la boca llena, los que robaban, los que mataban, los que no respetaban otras culturas, quienes no querían ser felices, los que solo pensaban en sí mismos, los que creían en su independencia, quienes eran ambiciosos, avariciosos, mentirosos, envidiosos, aquellos que hacían daño a los demás, los que se hacían daño a sí mismos, los que pensaban algo diferente a la moral del “bien”, quienes no cuidaban su cuerpo, quienes lo cuidaban demasiado, los superficiales, quienes no querían ser como los demás. A todos ellos y muchos más se les ajusticiaba con un sinfín de cargos malditos.

Delante de la ciudad de Paris, reconstruida por los aliados de Luzbel. Dirigida por el noble demonio Mefistófeles, quien observaba sin pavor aquel espectáculo desde lo alto de su muralla. Los ángeles disponían filas y filas de condenados que ahorcaban, uno tras otros, para luego quemarlos. A otros directamente los ajusticiaban arrodillados a lanza y espada, todo ello delante de las puertas de París.

De entre esos viles, un niño, castigado por crueldad con los animales y por infamia contra las criaturas del señor, sin contar con perjurio y mentira, además de envidia y humillación hacia sus pares, Ares sabía que lo único que había hecho ese niño era tirarle una piedra a un gato, querer la espada de madera de su amigo y reírse de un compañero que había perdido el equilibrio en una carrera diciéndole “gordo”, después al ser juzgado, por terror mintió. No existía piedad en la justicia divina desde que campaba por el mundo de los mortales. El niño de cabellos sucios, tendría quizás diez años no más, ojos azules y piel ennegrecida por la falta de aseo a los reos.

Aquel niño mirando al suelo comenzó a cantar con el rostro bañado de lágrimas.


“Dios y sus ángeles
Nos robaron la vida
Nos ofrecieron la muerte
Nos prometió que nos amaría
A cambio de la salvación
Un fatal final
El cielo es nuestro
Nos pertenece
Aunque lo quieran negar
Dios y sus ángeles
Non Dei, mis hermanos
Alzad el dolor
Miserables y bellacos
Siempre diremos
Nunca te amaremos
Non Dei, mis hermanos
Alzad el dolor
Miserables y bellacos
Siempre diremos
Nunca te amaremos”

“… ¿Qué estoy sintiendo?”
Una pequeña lágrima, solo una, cayó de uno de los ojos de Ares, más no podía llorar. La cabeza del niño rodaba, hacía tiempo que el bélico mezcló a su habitual placer por la sangre, un nuevo sentimiento, malestar… No paraba de mirarse las manos y de cerrarlas para asegurarse de que estaba vivo, de que existía, que todo este parásito que le invadía eran sentimientos más allá del odio y el deseo.
Última edición por Crikrien el Vie Sep 09, 2011 11:30 pm, editado 3 veces en total.
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Crikrien
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Mensaje por Crikrien »

Como se puede comprobar, si alguien lo lee cuando la gente se quejaba de que tenía a los personajes estereotipados, a esto me refería, todo estaba tan claro y con el paso de la historia todo se vuelve difuminado, es donde pretendía ganar enteros, ahí estaba la gracia de la obra, pero parece que no di tiempo a que se viese.

Por cierto, los capítulos no siguen necesariamente una cronología lineal, se puede ver en estos dos que he subido, y en la parte de Ares donde hay una referencia al pasado. Por eso os decía que hay que leerlo con cuidado y entender que los capitulos no siempre son lineales en el tiempo.

10
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El huidizo clamor hizo mella en un cada vez más aislado señor de las armas. Tuvo que marcharse lejos de la matanza. ¿Dónde estaban esos sentimientos? ¿Ese gusto por lo muerto? ¿Aún permanecían para Ares? ¿En qué momento habría de vender su alma divina? Sentado tras de sí, habiendo abandonado a esos asesinos ángeles, siendo olvidado y desterrado del bando celeste por motivos no ajenos a su actitud. Desde hacía mucho, Ares mostraba su casco como símbolo de orgullo guerrero, antes escondía el fervor de la guerra, para entregarse a las pasiones de los muertos. Hoy ya no era ese dios psicópata.

Sus irascibles maneras habían caído bajo el telón, el velo del borgoña daba a un velo violeta que confundía sus sentimientos.

Hasta el punto del hastío del cansancio, sentado en la penumbra, con su mano sujetando su rostro, Ares no cedía al espanto…
-Incluso la propia muerte ya no me satisface. Llevo viviendo, matando, ¿Hasta cuándo me llevará esto? Siento un dolor que no se apaga con nada, y soy incapaz de sentir amor, porque lo detesto, solo amo al odio, él mismo que me consume; Que me está absorbiendo. No puedo permitirme los lujos de compartir nada con nadie, al final solo me traerán problemas, si el riesgo es alto, son solo problemas.

Ares se levantó mirando la preciosa colina y su sol crepuscular, sabiendo que dentro de poco se hundiría bajo sus actos en una carrera hacia la gloria decadente.

-“¿Debo seguir desterrado de la guerra? La mayor lucha que existe, y siento que mis fuerzas me abandonan. Que no quiero combatirla. No es posible.” ¿Dónde estás destructiva?

Hasta el punto de no encontrar respuesta, vagando entre los vivos y los que habían caído. Tal era la fragilidad de la guerra, tal era la fragilidad del alma de quienes viven y pernoctan. Como los cuervos rodeaban su cuerpo. Los buitres le seguían también, perros y lobos se reunían con él. En su guarida, distraído hasta el momento de hacer algo.

Kalí en su haber, sentada solitaria no se hallaba convencida, sus decisiones habían sido las correctas… En el oriente aún aguardaba su amado, el único y verdadero que ha tenido durante toda su vida, mientras en parte de su pensamiento recordaba no sin ánimo indulgente a un demacrado y decadente dios occidental. Allí entre demonios que buscaban satisfacerla, era dónde se encontraba más sometida a forzar el olvido.

Mascullaba siempre el odio que profesaba por el occidental, tal era la huella que ambos se habían dejado. Los demonios que conocían mataban por pura obligación, porque era el sino de sus almas. Habían nacido para eso y sus genes les ordenaban lo que debían hacer. Matar sin ningún tipo de piedad.





Kali se puso en marcha y fue hasta las inmundicias esparcidas, en una caverna oscurecida, rodeada de dioses cobardes que habían deseado huir. Fue atendida, moviendo su cintura como la de una avispa, siempre atractiva a ojos lujuriosos de cualquier engendro. Aquel sitio estaba en ruinas, escombros y velas tenues.

Sentado en un andrajoso sillón, estaba el deleznable Apolo. Con los cabellos tapando las quemaduras de su ojo derecho, la mirada llena de odio, exhalando el humo de su cigarro y mirando al techo.

-¿Qué viene a buscar una gatita peligrosa?
-Tú sabes a lo que vengo.

La sonrisa de Apolo no escondía sus deseos más sombríos.

-Tu novio me hizo esto en la cara.
-Ya no es mi novio, nunca ha sido nada de eso.
-Entonces tenemos… objetivo común.

Kali asintió. Los camaradas del dios solar miraban deseoso de la carne de la diosa.

-Si quieres jugar con nosotros, deberás hacer un par de cosas por nosotros.
-Yo decido con quien hago un par de cosas.
-Yo suelo ser muy diplomático, y no eres la única que buscas a mi hermanito. Después de lo que hizo en Paris, todos son enemigos de él. Y más aún, después de lo que me hizo a mí, me decidí a montar este pequeño grupito de víctimas vengadoras. Ahora todos le odian, ángeles y demonios. Por cierto, hay alguien, que está esperándote. Parece que tiene muchas cosas que hablar contigo.

La figura oscurecida por la nocturnidad, siempre ha sido y será conocida y amada por Kali. Sus ojos atravesaban la bruma opaca de aquel sitio.
-Cuanto tiempo amor mío.
-… ¿Eres tú?

11
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Se borró la luz. Aparecido entre multitud de cadáveres, como un fantasma. Lo último que oyó fue el canto de aquel niño. Aquellos presos ajusticiados, luego solo las manos llenas de sangre y el niño vivo mirándole horrorizado.
-Eres el final… -No pudo evitar orinarse al verle.-
“¿Qué he hecho? Están todos muertos.”
Ares se marchó, dejando una enorme espada junto al niño, una de sus espadas segundarias aparecida de la llama.
-Tómala y lucha por tu vida.
“¿Qué habrá pasado?”
Desconcertado siguió su camino, y alzando su rostro recordó a su bella psicópata oriental.
-Ya sé que no soy para ti. Lo que todo el mundo esperaba de mí. Soy el caos que da forma a un principio.
La noche rojiza rodeaba el camino del guerrero miserable que había renegado, quién ya no tenía ni buenos ni malos.

Los meses pasaron, con un huidizo y cabizbajo Ares, que vagaba como un muerto en vida. Sus pasos le llevaron tras atravesar una pequeña ciudad destruida hasta una pequeña colina donde pudo ver el paisaje con cierta claridad.

Cerca de la ciudad, el campo era un yermo, frente a Ares sólo había montañas lejanas, detrás los restos de la ciudad, de entre esos restos se escondía, Shivá. El marido de Kali se escondía lleno de odio, su imagen se llenó de rabia.

El pasado, situó la mente del oriental en aquel fatídico día donde se encontró con su esposa una vez más. Fue cauto a verla, a su izquierda estaba Apolo sentado mirando. Ella no supo que decir, sufrió mucho al verle.

La pareja se fue a una habitación, deseaban hablar, ella no podría odiar a su esposo, quien nunca le había hecho mal alguno. Él no podía mirarla a la cara, aguantándose las lágrimas y las ganas de no verla.
-Entiendo que no lo puedas admitir. Yo…
-Cállate. Sólo quiero saber, el por qué.
-¿Nunca supiste que estaba mal?
-¿Mal? ¿Tú? No… lo normal, estábamos bien juntos.
-Si, y me lo pasaba bien contigo.
Ella no se atrevía a acercarse, pero Shivá la miraba deseoso de besarla. Conteniéndose, era verdadero amor, y no la denigrante deformación que tenía Ares por ella. Estaba claro que Shivá quería verla feliz.
-No me dijiste nada.
-No supiste verlo.
-Pero yo hubiera hecho todo lo posible porque estuvieses bien.
-Ese es el problema, tú quieres que cambie, por eso prefiero ocultarlo, y he vivido mucho tiempo mintiendo, no hay problemas hasta que ha sucedido todo esto… Yo… no quería separarme de ti.
-Pues ¿Por qué te fuiste?
-No lo sé.

-¿Por él?
-No lo sé.
-¿Él te lo pidió?
-Sí, pero le dije que no cuando me lo dijo.
-¿Entonces?
-¡No lo sé! ¡Deja de preguntarme por favor!
Kali se sentía saturada por la situación, no supo llevarlo. Le dolía mucho y estaba confundida.
“Ares… ¿Por qué pienso en ti? No nos conocemos, joder… ¿Qué me has hecho? Esposo mío, perdona… yo realmente no sé…. Me duele mucho la cabeza, no para de pensar de un lado a otro.”
-… no sigas por ese camino ¿Vale? Así conseguís que os odie a todos y no quiera saber nada de vosotros.
-Me has hecho mucho daño con todo esto.
“Yo también sufro… joder.”
Kali no tenía el valor suficiente para expresarse. Shivá se levantó y se marchó, no sin antes dejar un último recado.
-Mataré a ese hijo de puta, traeré su cabeza aquí y todo volverá a ser como antes.

Shivá recobró la mente, allí delante suya estaba ese malnacido, el responsable de todos sus males, el iniciador de la guerra. Quién había jodido el mundo con sus actos, él era el hombre a quién debía eliminar. Ahí andando delante suya estaba.

Sin perder un segundo se lanzó por la espalda, como las ratas, colérico por la marcha de su amada. Ares pudo detener con su espada el golpe del dios oriental, tras lo cual le agarró con fiereza el brazo, haciendo que éste se debilitará, para con posterioridad hundir con su mano la cabeza oriental en el suelo. Luego lo arrastró y elevó hasta la pared.
-Cesa en tu banalidad. Yo no soy como tú. No he nacido en una familia amada, ni siento misericordia por nadie como nadie la sintió por mí. Tus patéticas pasiones no significan nada para mí. Yo no cedo ante ninguna criatura, divina o mortal. Viva o muerta.
Los lloros del oriental cayeron por la mano de Maleros. Como un crío susurraba, balbuceaba con rabia e impotencia.
-Tú me la arrebataste, la cambiaste, hiciste que se fuera de mi lado.
-Es inútil, resígnate.
-¡Nunca! ¡Eres el culpable de todo esto!
-Yo no hice nada, fue tu forma de vida la que lo hizo todo. ¿Entiendes? Fue tu miserable existencia la que hizo todo. Yo sencillamente le mostré el camino de la libertad. Un camino que ella conocía de antes. Que abandonó para juntarse con semejante escoria. No sigas, enfrentarte a mí, es perder el tiempo. Estoy muy por encima de ti. Ella ahora es libre.

Soltándolo le dejó caer.
-¿Libre? No es libre, es una esclava de los enemigos del padre, será asesinada. Tengo la esperanza en que recobre el sentido común y se libere de esas cadenas.
-No hay lugar para la esperanza si se busca la libertad. Shivá sois fuerte, pero no podéis competir conmigo. Yo soy mucho más poderoso y vuestra amada no significa nada para mí.
Shivá no se detendría.
-¡MORIRÁS!
-¿Vivir o morir? Que más da.

Los golpes a ciegas de Shivá, eran fácilmente esquivados por un apático Ares, quien en su soberbia se mostraba como un verdadero gigante haciendo frente a las pataletas de un niño pequeño. Con una patada hizo caer al dios oriental.

-Desiste. Ella no merece la pena tanto esfuerzo.
-No.

Los ojos llenos de hiel de Shivá miraban sin cesar al occidental quien encima se jactaba de lo poco que le importaba el amor de su vida. El guerrero occidental sabía no dejar rastro a la debilidad, sabía que mantener una postura ajena a cualquier unión o mostrar cualquier compasión o afecto era una muestra de vulnerabilidad. El dios violento jamás cedería a tal infamia sobre sí.
-No podéis enfrentaros a mí. Sólo tengo una función, la guerra. No tengo nada más, no hay más dones en mi haber. Estoy solo y solo tengo mi poder. ¿Puedes sentirlo?
Shivá se resignó y bajó la cabeza asumiendo su derrota.
-Estoy de acuerdo occidental, no os atacaré más. Lleváis razón. Ella eligió su camino y yo no puedo hacer absolutamente nada.

El manchado de sangre se dio la vuelta y prosiguió su camino, pero sabedor de que las pasiones y el amor llevan a la irracionalidad, supo de la embestida del dios oriental, esquivándola, tuvo opción para insertar su lanza sobre él y clavándola en el suelo dejó el cuerpo de Shivá de pié.

-Bastardo…-La sangre decoraba la comisura de los labios orientales, le era dificultoso mantener sus ojos abiertos, e incluso hablar.- A ti no quiere nadie.-Mientras intentaba reírse.- Nadie te quiere.
-Ahora. Adiós. –Sentenció Ares.-

El agresivo dios occidental no mostró sentimiento alguno, hizo como si aquello no fuese con él y siguió su camino, tras lo cual alzó su brazo y mandó una llama al cielo, mientras Shivá seguía gimiendo y llorando del calvario sometido.

Tras aquel gesto los buitres de Ares bajaron de los cielos comiéndose los ojos y el cuerpo de Shivá, mientras gritaba de dolor, aún con vida. Los picos arrancaban los trozos de piel, que colgaban libres al fin, mientras ya ciego y ensangrentado no podía ni llorar ni hablar del tormento sufrido. Los buitres jugaban entre ellos con tiras de sus intestinos, peleándose para ver quién coge el mejor trozo del oriental.

El festín para sus buitres fue glorioso, sus sirvientes animales disfrutaron con el sabor de la carne divina, y de aquella ingesta se volvieron más grandes y poderosos. Que unos animales pudieran comerse a un dios vivo, fue obra del metal de la lanza hefestina que usaba Ares, tal lanza podía someter a la energía divina al estado orgánico, y no dejarle salir de la cárcel, lo que le llevaba a un estado de mortalidad.





En ese instante sobrevino a la mente de Ares un recuerdo de su pasado.

“[…]
Miserables y bellacos
Siempre diremos
Nunca te amaremos”

Aquellas fueron las últimas palabras que oyó, Ares sintió y perdió el control, ahora comenzó a recordar parte de lo sucedido, primero reunió junto a él todas las llamas. Generando una verdadera torre ígnea incineró su tienda de campaña y junto a él a los ángeles siervos de Miguel. De sus ojos lloraba la sangre, sus dientes se hicieron mucho más afilados y largos. Sus manos y pies se volvieron garras, de su espalda salieron alas flamígeras negras.

Y un grito que calló a todos los ejércitos.
-¡PARAD!

En su cabeza solo existía una sola idea.

“Matar, matar, matar, matar, matar, matar, matar, matar, matar.”

El primero en atacarle fue un ángel, cuya cabeza acabó en la mano derecha de Ares con una facilidad enorme, el chorro de sangre salpicó su rostro y con su lengua lo lamió totalmente ebrio. Sus ojos estaban ya rojos llenos de la borgoña vida que manaba de ellos. No paraba de rugir como un monstruo.

Desde atrás otros dos ángeles se abalanzaron sobre él, quien con el fuego los ató de los cuellos quemándolos por dentro, y viendo como la sangre angelical se evaporaba por los poros debido al calor.

Ares perdió la conexión nuevamente con lo sucedido entonces, al recordarlo vomitó sangre y tuvo que apoyarse en el suelo. Se miró la mano, cerrándola…
-¿Qué soy?
Última edición por Crikrien el Mié Sep 07, 2011 2:42 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Crikrien »

Pues ahora me he quedado en dique seco, sé más o menos lo que debo hacer, la idea y tal, peero no tengo mucho tiempo y la cabeza no está bien amueblada.

12
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Sentado junto al viejo gran demonio de rostro embrutecido, se encontraba un joven. Al viento, frente a las innumerables tropas de los ángeles. Aquel que ayudó en la guerra al gran Monstruo, ahora ya no tenía a su gran familia para apoyarle. Estaban sus músculos y su voluntad donde solo la muchedumbre sin anhelos vence.
-Ares… no necesito de tu ayuda. No eres ni frío ni caliente, andas entre todos los mundos sin servir lealtad a nadie. Algunos dirían que eres tibio. Yo pienso que eres vomitivo y egoísta.
Ares se levantó, enfundando su lanza.
-Yo solo sirvo a mi voluntad.
Su cuerpo se rodeó de llamas, su sonrisa solo fue el preámbulo. El gran diablo quien medía tres metros y eran una mole no tuvo reparos en ser acompañado junto al dios, sin embargo sus palabras parecían declarar lo contrario.
-No te necesito.
-No he dicho que me necesites.
Los hijos del gran señor lloraban la pérdida de su padre, quién los acogió cuando andaban solos y sin nadie a su lado. Su gran padre les había pedido que se marchasen y siguieran con vida por él. La guerra estaba perdida y había conseguido salvar a muchos de sus hijos, pero el ébano los engulló a todos.

Los libertadores atacaron en masa sobre dos combatientes nobles, el rostro del gran demonio era una enorme sonrisa frente a los ceños fruncidos y llenos de odio de aquellos salvadores que hablaban de paz. Ares disfrutaba mientras podía permitirse el lujo de luchar junto a tan valeroso demonio.

Mas el número fue demasiado, y la calidad no tuvo opción, el gran señor hincó la rodilla ante magnos golpes de innumerables enemigos. Recordó entonces cuando empezó todo para él. En los tiempos del principio. Cuando sus hermanos demoníacos se repartían los botines de los mortales. Cuando formó parte de los rebeldes infernales que saqueaban a los ángeles.

-¿Y qué harás con tanta riqueza?
-¿Yo? Rescataré a quienes vivieron como yo…les daré un hogar.
-JAJAJAJA JAJAJA Pero si eres un demonio, jajaja, les darás un hogar ¿Dices? Estás realmente enfermo.

Él ya se destacaba y siempre pensaba…
“Pobres, no lo comprenden. En la vida el oro no compra lo que eres, ni lo que necesitas, sencillamente compra lo que puedes usar durante un tiempo. Un hogar, hubiera cambiado toda la riqueza del mundo si cuando comencé a andar hubiera tenido un hogar en vez de vagabundear en los recintos de esclavos que tenían los ángeles en el paraíso.”

Las flechas celestiales, las mismas de las que huyó en el pasado, ahora se clavaban profundamente en su pecho. Esta vez no pudo esquivarlas, porque esta vez no huía, esta vez hizo frente con orgullo.



Los ángeles se incrustaron con sus espadas angelicales literalmente en el cuerpo del viejo. Tal era su altura y poder que se quedaron como clavos en una pared. Parecía que iba a caer.
-¡Viejo!
-¡Quieto! –Apretando su puño, el gran señor se levantó.- Estos estúpidos no me conocen… ugg ¡Ja ja ja ja ja ja! –La gran carcajada se oyó por todo el campo de batalla.- ¡Yo soy EL MONSTRUO! ¡Soy vuestra pesadilla! –Cuando su mano con aquella gran lanza destrozó los cuerpos hizo volar a otros cientos por los aires y con sus puños desmembró sus cadáveres aireados, por último cogió con una mano la cabeza de uno de ellos y la comprimió hasta que no quedó nada más que cráneo molido.

Aún así los ojos del gran señor lloraron al ver como todos sus esfuerzos parecían ir en balde, fueron consumidos por la sombra. La angustia.
Sus fueros interiores hablaban…
-El desaliento y tanto sufrimiento para esto. Maldito cuerpo. ¡Contéstame! ¡Vamos responde! ¡Adelante niñatos! Yo me las sabía todas cuando aún estabais en el canasto.

Desde la lejanía ese poder aún más sombrío y oscuro se transportó junto al gran padre, era Luzbel, quién dio muerte al gran diablo. Golpeando a Ares que no pudo hacer nada para detenerlo en su paso. Luzbel que medía uno ochenta parecía un pequeño niño frente al gran padre. Se acercó a él.
-Ve en paz. –Fueron las palabras que susurró.
-No… es posible, pequeño bastardo… Al menos moriré de pie.
-Que sea como vos queráis.

El señor se levantó con orgullo jactancioso. Para que después sin pudor alguno Luzbel su verdugo extrajese su corazón, mientras su cuello se doblaba para verle en perspectiva. Con el corazón palpitante en la mano decidió comérselo.

Ares intentó con sus llamas hacer frente a Luzbel, pero este las repelió. Sus largos cabellos negros se ondulaban al viento, tez nácar y unos preciosos ojos, Luzbel se acercó al dios colérico. Con su energía arrodilló al occidental, sin que este pudiera moverse lo más mínimo. La dulzura tomó lugar cuando le acarició.

-Mi pequeño dios de la guerra. Yo os amo ¿Por qué no venís junto a mí? Nadie os ha querido, estáis solo. Nadie os ha amado. Estás solo. Ni un abrazo sincero ¿Verdad? ¿Cuántas veces han dicho lo importante que erais y al final nunca ha sido cierto? ¿Cuánto has odiado a nuestro Padre por el infortunio de tu vida? Kali te busca para matarte de verdad, ya no le importas, al igual que todos los demás. No estás ni con los diablos, ni con los ángeles, el cielo te detesta por traidor, los humanos te temen por tus atrocidades, los dioses y familiares te han abandonado. Nadie te recuerda ya. Sois alguien irrisorio que osáis enfrentaros a todo porque no sabéis pedir. Y cuando os atrevéis a pedir nadie oye, nadie os responde. Esa es la vida que os espera. Venid conmigo, sed un fiel perro, matad en mi nombre y cuando gane la guerra os entregaré inmensos poderes.

Los ángeles cercaron a Luzbel, pero incapaces no supieron hacerle frente, temerosos mantenían las distancias.
-¿Ves? Esto es poder. Me temen, no porque sea un individuo. Me temen porque soy yo y todo mi ejército. Tú, en cambio, combates solo, a ti nadie te teme, saben que aunque eres fuerte estás solo y nadie vendrá en tu ayuda. -La cabeza de Ares se levantó, mirando lleno de rabia a Luzbel.- Eso es lo que busco, eres un diamante en bruto. Al haber sido condenado a ser un maldito lo haces todo más divertido, te niegas a tu propia penitencia, aunque a veces te resignas a ella. Toda tu voluntad hace que luches, quieres amarte a ti mismo y romper los lazos con el resto del mundo. Fracasarás si no me sirves, fracasarás porque solo no puedes hacerlo.
-Ca… cállate.
Luzbel se mostraba contento ante la respuesta del occidental.
-Después de todo has llegado hasta aquí, incluso cuando nadie te ha querido, y los que te han querido no te entendían por lo que terminaron huyendo de tu odio. Eres un grito entre el silencio de los mortales. ¿De qué puta te enamorarás ahora? Primero fue aquella, como era,-Luzbel miró al cielo.- ah… no sé, has tenido demasiadas pasiones para ser un Dios de la guerra. Quizás las usabas como excusa, o puede que seas un enamoradizo empedernido. Te gusta el riesgo y el sufrimiento más que a nadie ¿Verdad? ¡Ejercer el control sobre tus emociones! ¿Pero quién puede controlar las emociones si no las siente? ¡Ja ja ja ja! Se te ha ido de las manos, pero dentro de lo que cabe, aunque estés al borde del suicidio siempre tienes una última sonrisa. ¿Por qué?
-… Una vez… ug… una vez… oí una frase: La… la… muerte nos sonríe a todos, así que devolvámosle la sonrisa.
Luzbel soltó una carcajada.
-¡Fantástico! ¡Abrumador! ¡Delicioso! No te preocupes, pequeño psicópata divino con deseos de suicidio. Tú eres real, te lo digo, porque conocí a la última puta con la que te encamaste, y su realidad no es la tuya.-Luzbel sonrió cerrando sus ojos, mientras se acariciaba su larga melena.- Te respetaré, pero si me atacas te hundiré. –En ese momento sus ojos abiertos se clavaron en el dios occidental. Con un gesto lanzó un millar de espadas negras de la tierra y atravesó a un millar de ángeles, quienes retrocedieron atemorizados ante tal poder.- Podéis elegir angelitos, o firmamos una tregua y no muere ninguno de vosotros o morís todos. Como sabréis mi ejército está al caer y no tenéis a ningún arcángel que pueda hacerme frente, seré una mantaza para vosotros.
-Él es el responsable del magnicidio. Debe ser castigado. –Dijo una voz furiosa de entre los soldados angelicales.-
-Si le queréis tendréis que pasar por encima de mi cadáver.

Luzbel hizo a los divinos celestes retroceder y éstos decidieron retirarse.
-¿Y bien magnicida? ¿Vienes conmigo?
El dios guerrero negó con su cabeza; Luzbel se marchó levitando en una nube negra, mientras Ares pudo levantarse y observar al príncipe de las tinieblas.
“Hay algo… que me atrae de él. No puedo entenderlo. Siento que una parte de mí desea obedecerle y tener un objetivo. Una meta. No escuchar esas voces.”

La cabeza de Ares se fundió con el pasado de nuevo, rememoró lo que sucedió aquel fatídico día. La cohorte angelical se reunió frente al dios iracundo, lleno del rojizo mezclado con el calor. De su cuerpo las cuerdas de fuego se convirtieron en brazos y piernas que hicieron al señor de los tracios convertirse en una especie de monstruo de doce extremidades.



Con el fuego arrasó a las tropas de celestes que se encontraba a su paso, hasta que Miguel con su espada sagrada intervino cortando una de sus patas. Ambas potencialidades se miraron con intensidad, sin embargo de la boca ensangrentada de Ares no se podía observar un flujo real de la existencia humana.

Miguel agolpaba en su cabeza la valentía del victorioso. Su pasado así lo acreditaba. Cuando los ángeles estaban todos unidos en la ternura, Dios ya dispuso en Miguel la tarea de la guerra.

Fue aislado de sus hermanos y llevado a un mundo hostil, donde día y noche luchaba contra cientos de enemigos que se lanzaban sobre él. La esperanza de ver el paraíso estaban olvidadas por Miguel, hasta que la gran puerta se abrió. Un emisario angelical que llevaba una paloma en la mano apareció, frente a un Miguel sentado, cubierto de sangre, abrazando a su lanza. La paloma miró a Miguel, quién agachó su rostro ante la paloma.
-La mala nueva. Estamos en guerra abierta.
Miguel se levantó, sonriente.
-Para mí, es la buena nueva.
Sin embargo, fue Gabriel, cauto y luminoso quien dirigió a los ejércitos angelicales.
“Siempre he luchado por Dios, velado por él, hambriento de la fe, entendí mi existencia como un camino recto, siempre recto. En el momento crucial de mi existencia… eligieron a Gabriel. ¿Cómo puede un guerrero entender que eligen a otros en la guerra?”

La sangre esbozaba un bonito rostro rojizo, las llamas de Ares le atravesaron el costado y su interior estaba ardiendo. Miguel se arrodillaba por primera vez en su vida ante alguien que no era Dios.

-Nunca pude… entenderlo.

“¿Por qué? ¿Acaso he cometido el mal por ser un buen sirviente de Dios? ¿He sido un miserable? ¿Me he equivocado? ¿Por qué?” –Pensó Miguel, fiel siervo de Dios..-

Los ojos de Miguel se llenaron de lágrimas. Ares le sostuvo entre sus brazos.
-Dime, miserable… ¿Por qué?
El bélico no respondió.
“¿Qué puedo decirte?”
El protector del cielo cogió al dios, y se acercó a su oído, entre llanto y dolor tuvo tiempo para susurrar unas palabras. Ares quedó en shock al oír aquellas palabras. Después entrelazando sus miradas asintió.
-Lo haré.
-Gracias….
Los ojos de Miguel se volvieron blancos y su cuerpo se deshizo hasta caer a los infiernos, por sus actos sangrientos le esperaba el dolor…
-Fuiste castigado por Dios, luchaste por él amándole y ahora según sus normas, te toca sufrir otro castigo por tus actos. ¿Y esta es la luz?

Al recobrar la conciencia del pasado, Ares comprendió su promesa, entendió su camino, y supo que debía cumplir algo que le quedaba por hacer, de ahí que siguiera con vida.

-Lo haré por ti.
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Haré un pequeño parón (Aunque puede que no le importe a nadiexDD) Y de mientras dejaré con algo que no tiene nada que ver con la historia. Se llama Orgullo y Tristeza.

Yo soy de los que piensa que cuando haces algo de corazón, déjalo como está. Desgraciadamente algunos me putearéis por las faltas ortográficas, (o directamente no diréis nada que es lo más normal.) Al igual que con la narranción, pero quiero que se sepa que no es porque sea mongolo y no me haya dado cuenta, sino que es así porque salió así y así quiero que esté.
Spoiler: Mostrar
Sé Que es difícil sentir, aunque esté solo… por el resto del tiempo. Necesito a un doctor. Llama a mi salvador... tráeme la vida, vuélveme a dármela


Soy orgullo y muerte, devastación y oscuridad, por mí te odian, te rechazan, dicen que eres un chulo y un soberbio, no te sorprenda lo que soy capaz de hacer juntos, fuimos capaces de joder a personas que nos amaban por puro placer, yo hice que fueras un cabrón, hice que despreciases a todos los que ves, hice que todo te supiera fácil, sobretodo a la hora de ser cruel y frío, pero ahora y aquí te diré que te quiero, que sepas que estoy aquí, nos levantaremos aunque no lo creas, piensas que te odio, y que tu debilidad me parece horrible, pero eres parte de mi!! Yo lo escogí, y no moriremos, aguantaremos con todo nuestro poder, seremos guerreros y seré tu salvación!

Tengo la mente perdida, y estoy tan solo que no puedo huir, necesito escapar, necesito curarme, necesito pensar en recuperar la vida

Este mal, soy el engendro de tu interior, pero cuando todo se hundió yo te ayudaré, yo lo sé, no cambiaré de forma de ser, nunca te he dejado ya hemos pasado los nervios del abandono, el miedo a volver a estar solos y tener que andar, la sensación de vacío y soledad, que nos persigue, una crisis de dolor, pero sé que nos hemos levantado, y yo no sería una puta mierda si no fuese por ti, sé que no lo entenderás, sé que no puedes hacerlo, pero créeme cuando te digo TE QUIERO, aunque todo lo que digas es, lo único que puedo decirte es que te AMO, que se te quede en la cabeza, cuantas veces te he dicho que les odio, y cuantas veces te he sacado del barro, sé que ellos piensan en el amor cuando yo hablo de la venganza, pero no tengas miedo y sígueme!

Tengo la mente perdida!!! Y necesito escapar!! Necesito escapar, tan solitario y jodido Devuélveme la vida

Sé que te causo problemas con el amor, he necesitado a la gente y necesitaré, siempre he pensado en echarte, de alejarme de ti por ellos, pero siempre te tuve aquí, gracias a que estabas dentro de mi, pude levantarme y hacer frente al hostil mundo, aunque no sea posible y aunque solo sienta amor, puedo decirte que nadie podría hacerlo mejor que tú, porque sinceramente te debo mi vida, tantas noches delante de la cuchilla esperando morir! Y hoy como ayer y mañana, tú eres la parte de mi cabeza que no me dejará tranquilo, ni me dejará hundirme en este fango, es cierto que eres malvado! Pero yo te acepto, aunque odies, aunque seas un bastardo, porque tu orgullo me ha levantado, me hizo decirles a los débiles que soy fuerte, y me hizo prometer que no volvería a llorar en público.
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Antes de abrir otro tema, prefiero usar este, no va con la historia de momento y es un pequeño diálogo entre dos "amantes". Os pido, que lo leáis no es a lo que tengo acostumbrado, ni hay sangre, ni sexo, ni locura aberrante.
Spoiler: Mostrar
-Decidme cual es el camino que tuvo escoger Dios, para ponerte enfrente mia, traerte como el perfume trae consigo la atracción. He sido puesto entre lazos atados, entre la pasión y el desarraigo de una vida villana. No obstante, yo no he sido como otros un pecador de facto, sino un pecador de ideales, he quemado al pueblo y lo he vuelto contra sí mismo. Mis pecados son aleccionar y manipular a quienes me rodearon; convertirles en la sombra de lo que fueron.
-No me interesan tus victorias derrocando las mentes populares.
-¿Os interesa acaso mi vida, esperáis que hablemos de lo que somos?
-Quisiera saber porqué resultáis tan distante con el mundo. Patéticamente soberbio.
-Cuando nadie os ama, y el recuerdo de un susurro en vuestro oído como si una dulce voz cariñosa fuese solo una pesadilla, comprenderéis a lo sumo lo que yo soy.
-Quiero saberlo ahora.
-Imaginad, venid y sentaos. –Las dulces manos de la bestia inmunda, posaron con suavidad a la musa rojiza en aquella silla de seda celeste, adornada de oro. – Ahora, volved a mí, ceded al crepúsculo abatiendo lentamente vuestros ojos. He envuelto al sufrimiento de un halo de preciosidad, mas me he guardado en el interior de mi corazón esta luna ardiente que iluminaría el mundo entero hasta cegarlo. Ahora, mi dulce voz, hay un páramo negro que envuelve todo lo que ves, el viento y el sonido de los árboles ennegrecidos y sin hojas ni flores te muestran como clavos un mundo vertical e impracticable. Los cuervos miran, es todo desierto, poco a poco tu respiración se agita.-El suave tacto de las manos movieron el precioso pecho de aquella hermosa muchacha, haciendo las veces de corazón inquieto y nervioso.- El aliento que notas recorriendo tu cuerpo, es el reflejo de la humedad que hay en el lugar, sombrío y terrorífico, donde no hay nada más, salvo la verdad. De pequeña te vistieron, piensas, te vistieron como a una princesita. Que guapa eres, pero te engañaron, te vieron como una máscara, no como un ente, el vacío atraviesa tu corazón cuando lo descubres, mujer, amiga, hermana, hija, eres un cliché para el hombre de turno. Hasta que pudiste llevarlo, has sabido vivir felizmente, no obstante, aparece como una llama entre el mar, inexplicable y totalmente descontrolada. Hastiada y marchita, como el páramo que te presento. Me dirías hasta que punto puede un fantasma seguir vagando viva. ¿Lo dudáis? Indudablemente es muy difícil de esclarecer tal forma de existencia. El frío está entrando por vuestro ser, os invade, el frío, mas lo peor de todo no es la sensación escurridiza de este, sino saber que no hallaréis respuesta alguna. –Los labios del narrador, calientes y húmedos se posaron en la oreja de ella, y levemente surcaron hasta besar sus carnosos labios.- Dejadme hacer, durante una noche, el sueño de una existencia real y verdadera, fuera del andamiaje de lo grotesco y trivial. Alcanzando el éxtasis de la sensibilidad divina.

Ella le detuvo con sus dedos.

-Me habláis de mí, pero no os he escuchado hablar de vos.
El resto del joven palideció y apartó la mirada. Ella insistente se volvió hace él acariciándole, aquellas cicatrices en el cuello, primero huidizo se apartó, después ella volvió junto a él y las saboreó con sus dedos.
-¿Qué sois?
-Seguid el ejercicio. Os lo mostraré. –Cerró nuevamente los ojos de la dama, mientras su ser removía la estancia, la oscuridad parecía haber tomado la habitación.- Imaginad a lo lejos una jauría de lobos, sus fauces ensangrentadas delatan y convierten la luna en una luna borgoña. Corréis, no os importa morir, sabed que hay una figura humana con las manos manchadas del vital líquido. Sus ojos lloran, lloran rojo y agua salada. Miran al cielo, casi parece que aúlla. Su mirada es penetrante, sin embargo es tímida, baja el rostro avergonzado. Huele a muerte, huele a dolor, se acerca a vos con aires arrogantes, pero distraído en el suelo, sus ojos jamás se posan en los vuestros, os evita, sus hermanos lobos le miran. Están rabiosos. No obstante son bestias y le obedecen. Os abre su corazón, en trance os lleva a su pasado. ¿Podéis ver como era alguien normal? ¿Cómo andaba entre hombres sin ser una bestia? Pero la suerte quiso de sí mismo que el mal le afectará, pasó de ser un hombre a un monstruo. Cuando las heridas físicas se curaron quedaron secuelas irrevocables, cicatrices que nunca se irían y el sufrimiento encerrado durante años en una torre odiando al mundo. Al salir, le pidieron que no odiase, que sonriese, que se quisiese. El lobo gritaba, mientras el niño lloraba. Ya no había vuelta atrás y sus intentos se borraron con su felicidad. Rehusé la vida humanada. Como pude, mas no he podido, y mi individualismo ha supuesto un lastre demasiado grande. Mi filosofía estaba hecha para dioses, no para ángeles desterrados del paraíso. No pude seguir los preceptos de mi filosofía perfecta, siendo tan imperfecto, lamentablemente me volví el mejor entre mis pares, sin embargo estaba roto. Ya estaba roto.
Ella derramó una lágrima y abrazó al narrador.
-Sabed que no necesito de la lástima.
-Pero sí del amor que os ha negado el mundo.
Última edición por Crikrien el Mié Sep 07, 2011 2:43 pm, editado 1 vez en total.
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Perro callejero Preludio
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La brisa golpeaba la ventana, sonando como el latido de un corazón, como las horas que pasaban perturbándole. Inquieto, completamente ebrio fue hacia el cristal que no paraba de moverse, intentando arreglarlo, acabó por desistir. Derrumbado, lloró desesperadamente. Sin encontrar mucho consuelo ante aquella sitaución, lo que quedó claro era que ella no era en sí importante, sino ejemplo tangible del derroche de su existencia por encima de los limites de la mente que le habían llevado a un infierno vital.

Desangelado solo tuvo fuerzas para ver como sus jóvenes manos parecían tan cansadas y hastiadas como si hubieran vivido como las de un anciano.

-Tan cansado, tan... cansado. Me siento tan cansado que casi no veo la oportunidad de mirar hacia delante, solo de mirar atrás.

Sostuvo en su palma, tras sacarla de su bolsillo una navaja, miró el filo resplandeciente gracias a la luna que entrabaa, mientras el corazón de cristal seguía latiendo al son de los chillidos del viento. Supo entonces que era el momento de acabar con todo.

El frío acero fue acariciando su muñeca, mientras el dolor se adueñaba de su cuerpo, no evitó mirar. Poco a poco nació una pregunta mientras la cuchilla caminaba en paralelo a su vena.
-¿Cómo he llegado a esto?

El pasado no se puede retratar con una mirada tímida antes de morir, ha de ser un disparo franco, algo directo.
De fondo

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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Duiken »

Eres persistente eh! xD

El último texto no está mal. La verdad es que gana mucho con la música de fondo, buena elección por cierto. Salvo algún fallo que tampoco es muy importante está bien. Me ha gustado el detalle de la hoja de la navaja cortando en paralelo a las venas. Esto es importante, porque muchos escriben por escribir y porque más allá de lo que puedan sentir... está lo que saben.

Puede que vuelva a pasarme a leer el anterior, el de "amantes", pero ahora no me apetece leer tanto xD Un saludo!
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Crikrien
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Yo nunca desisto, aunque a veces se me pueda putear por lo que escribo, nunca desisto, siempre, siempre sigo! Gracias por leer, por supuesto no me he intentado cortar las venas, pero cualquier que sepa sobre el tema sabe que el tipico corte de venas de las pelís no es el mejor, sino que el mejor es el paralelo a la vena, no perpendicular, quise dejar constancia de conocimientos que yo tenía. Quise darle seriedad por así decirlo.

Perro Callejero -1 El pasado.
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"Señoras y señores desde la ciudad más luminosa del mundo, la ciudad que nunca duerme, les presentamos al inigualable, al gran rey de las finanzas, el artista, el polifacético, EL GRAN HOMBRE DEL AÑO, Claude Le-fort!"

Vestido con un traje negro, camisa blanca y una corbata borgoña, el jovencísimo Claude lucía un look algo desaliñado, misterioso, pero alegre. Era el símbolo de la radiante felicidad del que triunfa. Al fin, tras años de inumerables penas podía decirse que había logrado llegar a la meta. Su porte y gesto eran los del éxito. ´
-Díganos ¿Cómo se siente?
Nervioso, aún no sabía encontrar las palabras, entre una pequeña risa y unos ojos furtivos. Ruborizable, como el niño que acaba de besar al amor de su vida.
-Me siento, ... muy feliz, por el recibimiento, por la gente, y por estar aquí.

El presentador dejó tras unas cortas y superficiales preguntas que Claude volviese a la fiesta. El salón de la fiesta era inmenso, con columnatas que separaban las diferentes naves de igual altura. Seguido de preciosas guirnaldas doradas, una gran mesa con aperitivos. Los invitados eran la crem de la crem, personas distinguidas, bellos y de mucho poder. El joven Claude se encontraba junto a su secretario, Tintoreto.

Tintoreto usaba trajes de seda muy ceñidos, le encantaba ir a la última moda, nunca parecía estar perdido en ningún evento social, su maestría era envidiable.

-Aquí tenéis a mi gran diamante. -La entrada de Tintoreto.-
-¿Qué te inspiró para tu última novela? -Le preguntó con mucha gracia y simpatía una de las chicas que estaban con ellos.-
-La verdad... es que.... -Claude se mostraba temoroso y nervioso.-
-Mi diamante se inspira en lo que ve día a día, hace de lo cotidiano algo especial. -Salvó Tintoreto la situación.-
-Pues sí.
Una de las chicas, una morena susurró algo al oído de Tintoreto sonriendo, y poco después cogió la mano de Claude.
-¿Oye hablamos fuera?
-Claro!

Mientras iban los dos agarrados de la mano, otra chica se interpuso, pero esta vez no era una desconocida. Con una sonrisa perversa miró a Claude.
-Lo siento, debo llevarme al señor Le-fort, parece que su abuela se está muriendo.
Corriendo se fueron los dos hasta que llegaron a un sitio apartado. Decorando sus cabezas había un mar de estrellas.
-¡Violet!
-¿Qué tal estás?
-Pues bien, ¡Cuánto tiempo hace! Flipa...
Violet era morena de pelos rizados, labios gruesos y sensuales, una cintura preciosa, gustosa de mostrar sus largas y bronceadas piernas, llevaba un vestidito rojo, muy tentador, con un cinturón negro. Ella representaba el pecado y la lujuria solo con verla, como un pequeño diablito. Claude la miraba con los ojos brillantes y las pupilas dilatadas.
-Hace mucho, sí. Hace tanto, cuánto has cambiado. ¿Claude Le-fort?
-Es un apodo, me dijo Tintoretto que lo usase.
-Yo seguiré llamándote Pedro.
-Tú puedes llamarme como quieras. La verdad es que me hace ilusión verte, después de tanto. Aquí ya no conozco a casi nadie.
-Vi tus películas y me leí tu novela. Demasiado... ¿Sangrientas no? No me gustaron, había mucha sangre, habia mucha gente mala.
-Bueno... ya sabes lo que a mí me gusta, no sé.
-¿Cómo es posible que seas tan famoso y parezcas el mismo?
-Eso me dice Tintoretto, siempre me ralla con esa mierda.
-Sigue siendo muy guapo.
Violet le miraba como una gatita roneando, y sonriéndole se acercó a su mejilla besándole. Tiernamente sus labios se juntaban como hacía tantos años que no sucedía. La nostalgia les invadió e hizo soñar con un mañana mejor.
España es la Rusia del sur, sólo así se entiende que haya tanto zumbado.
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Sacha
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Sacha »

Lo unico que se me puedo decirte es que eres impresionante, tu manera de mostrar los tormentos de los personajes me ha dejado boquiabierto.

Respecto al al tematica de tus primeros textos quiero decirte que muchos nos sentimos identificados con los principales de tu texto; no admitiendo lo que sentimos por orgullo, hiriendonos anosotros mismos por no creernos merecedores del aprecio del resto y vagabundedeando en busca de libertad y aceptación.

Interpretaciones subjetivas a parte, no te desanimes porque aunque nadie lea tus textos ten por seguro que al menos tienes futuro como escritor. XD
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Crikrien
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Gracias por el apoyo!! pond´re más cosillas aqui! eEditaré este mismo mensaje, para no multipostear más de lo normal, salvo que pase muuuucho tiempo.
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »



Lata de conservas
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Masificado
Realmente quebrantado
Como el eco que muere
Esperando lejos, muy lejos
Algo que escinda mi confusión.


Hace largo tiempo que mis obras carecen de toda validez y solo puedo cantar a la sombría mirada de mi propia ignorancia. Una negra mano que está volviéndome tan estúpido como vosotros. Sí. He soñado estar lejos de los demás. Sí. Al final he sido uno más.

Es posible que mi forma de vida esté fuera de la educación, pero ¿Acaso no doy las gracias cuándo debo darlas? ¿No insulto cuando debería hacerlo? Hoy. No hay flores que adornen mi tumba, porque no tiene ni madera ni tierra encima, es como el aire, es como viento. Hoy. Hoy. Quiero repetir esa palabra, pues es la única que me queda, el ayer ya se fue, con él toda interpretación y reconstrucción que me hace creer en lo bueno que fue. Por el otro lado, el futuro, un futuro incierto donde nadie puede andar, porque el futuro nunca llegará. Nadie tocó el futuro, nadie vivió el futuro, porque solo se vive el cambiante presente.

Lo peor, mi capacidad de satisfacerme con una copa y mujeres desnudas, grotescas y sucias miradas hacia los instintos. Como si fuese un zoo. Simios sin pelo agarrados a una barra, y eso me excita, sus caderas, sus senos. Me excitan. Saber que podré poseerlas me anima a soñar. En el mundo real no viene ningún ángel a salvarte, tienes que buscarlo tú y luego esclavizarlo.

Abriendo las puertas hacia el vacío que galopa raudo por todo tu cuerpo. Alma. Pensamiento. Todo confluye. Con tanto sufrimiento ¿Cómo esperan que me comporte? Como un hombre de bien…esperan que no escupa en la calle, esperan que no me tumbe en sus mesas, esperan tantas cosas de mí, pero yo no se las puedo ofrecer, porque ya he roto los lazos. He quebrantado su moral, mi imagen externa está distorsionada. Soy y no soy. Contradigo a Gorgías. Arremeten contra mí, los vasos llenos de sueños, para derramar su idea abstracta y quebrantar la realidad. Me hacen mirar al mañana. El mañana no está. No está. El mañana no está.


Personal Monster
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Soy el periodista Jerónimo me encuentro en la cárcel de máxima seguridad, tan segura que ni siquiera los civiles sabíamos de su existencia, aquí se tiene detenido al preso más peligroso de las últimas décadas, quién extrañamente apareció recientemente en un medio de comunicación para entregarse voluntariamente en un programa en directo. Sus atrocidades pasan por conducir a una banda terrorista al asesinato masivo de comunidades religiosas y edificios financieros. El genocidio en festejos de toda índole, con un ristre de muertes sin numerar aún. En su mensaje en directo aterrorizó al mundo. Como la voz del diablo. Nuestro monstruo personal.

El periodista paró el cassete y entró, le gustaba el sonido de la cinta. Le hacía sentir seguro. Aquel demonio que esperaba que echase espuma por la boca se mostró calmado. Era un hombre racional, tranquilo, nadie diría que era un monstruo. Incluso pareciera ser un tipo tímido. Su mirada fue la mirada de alguien sereno y triste, sin embargo alguien en quién cualquiera de nosotros confiaría en cuanto cogiera rodaje, esas personas que se alejan de los demás, pero que sabes que si están en tu círculo personal jamás te traicionarán.

Descripción figurativa del físico del entrevistado; Muestra un aspecto cuidado, pelo peinado, ojos tímidos como ya dije antes, mirada vacía. Seriedad en su expresión, las manos las tiene juntas encima de la mesa, parece incómodo.

Descripción de su apariencia psicológica; Está tranquilo, frío, aunque muestra ciertos síntomas de miedo.

Descripción del escenario donde se realiza la entrevista; Habitación policial, sin espejos, con una salida, una mesa y dos sillas una delante de la otra.

Descripción del tono del diálogo previo a la entrevistas en sí. Lo poco que he oído de su tono ha sido suave y calmado.

Recuento de la biografía del entrevistado; Asesino se le atribuyen más de tres mil muertes indirecta o directamente. Líder de una banda terrorista internacional.

Otro tipo de descripciones literarias, El Horror en un hombre, la gran oportunidad de un entrevistador. La sintonía es dejarle hablar siendo un criminal con una alta estima sobre sí mismo, lo mejor será adularle y mostrarme temeroso.


-Encantado, las cosas como son, todo esto se me hace algo complicado siendo usted quién es.
-No se preocupe, no le haré nada.
-Nadie diría eso… sabiendo lo que ha hecho.
-No pasa nada, dispara.
-Empieza la grabación. Bueno me puede decir su nombre y edad.
-Soy Salvatore Rosa, conocido como Muerte, o Personal Monster Tengo 33 años. ¿Quieres saber si estoy soltero?
-No gracias.
-No me molesta, estoy casado con mis víctimas. Me las imagino y me encanta saber que soy el responsable y cargo con esa culpa. Por eso es mi matrimonio personal.
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Tiempos violentos



(No apto para menores. No recomiendo su lectura. Curvisa narrador omnisciente, el resto del relato es el protagonista o en los diálogos oros personajes.)
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Yacía llorando aquella mujer que poco se parecía a la arrogancia que mostró cuando la vi por primera vez. Temblaba lo que le quedaba de cuerpo, después de haberla violado durante una hora, cortando sus pies y viendo como se desangraba poco a poco, solo pedía con su mirada que la matase. No podía hablar, porque su lengua ahora decoraba el suelo. En ese momento me senté encima de ella, mirándola fijamente, sus lágrimas olían como su miedo, sus ojos la habían humanizado. Ahora ya no era la mujer que se esperaba de ella, solo era un despojo, sus conquistas, sus victorias habían sido reducidas a la nada. Suavemente con mi cuchillo empecé a cortarle los ojos ella se desmayó, pero por fortuna sufrió durante unos segundos. Una vez que tuve sus ojos en mis manos los aplasté con mi fuerza.

Para asegurarme quemé la casa por completo y me marché. La luna parecía darme la bienvenida toda vez que quiso recibirme como a un glorioso empleado. Apreciamos a quienes nos hacen daño y olvidamos a quienes nos quisieron.

Ardiente fue el recuerdo que olvidé. ¿Mi infancia? ¿Dónde quedó? Era posible que la unión de los actos tan deleznables como placenteros fuese un producto de mi voluntad, o de un pasado lleno de calvarios inenarrables.

La tos mermaba el ánimo del asesino, un mensaje al móvil fue la señal, otra vida que sesgar, otro racimo de poción para seguir andando. Tomó como su único camino hasta tal punto que se cegó. Sólo al matar encontraba un sentido.

Cuando mato siento como si mi vida hubiera sido creada por algo, es el sino que he creído encontrar y no hay más argumento que ese. Mientras yo crea en ello no habrá nada más que se pueda detener. Por ello espero con ansias que alguien me dé un final digno de mí.

Es posible que el mar, que recuerda en ocasiones, sea no solo una mirada hacia un perturbador futuro donde la paz será muerte, sino un sentido fijo hacia un pasado eterno que galopa sobre sus hombros. Tararea poco a poco desde lo más bello que puede besar o tocar, tararea la misma canción.

Ha llovido tanto desde que mis víctimas fueron más viejas que yo, han pasado muchas primaveras. Pobres aquellos que son como la primavera, las nuevas primaveras. Miran, pero no observan, hablan, pero no dicen, oyen, pero no escuchan. Sus pecados son su dejadez y apatía, mis pecados son mi pereza y mi eterno vacío. Puedo decir que he buscado pocas alternativas. Mea culpa, pues yo no soy la oveja guiada por el pastor, yo no camino por un valle de muerte y sombras, yo soy el creador de ese valle para las ovejas descarriadas. Hasta qué punto puedo escapar de un criminal que forma parte de mí. Soy una bestia, soy un loco, lo peor de todo es que he querido serlo, los he dejado salir. Puedo y debería buscar culpables en la sociedad, en los que me rechazaron, en aquellos que me atacaron, en los que me juzgaron, sin embargo sería estúpido. Yo elegí el camino de los temerosos de la luz, yo fui su ejecutor, yo era el que penetraba a aquellas vírgenes que lloraban pidiendo auxilio, mientras sus padres miraban. Yo fui el que comía ojos de humanos y jugaba a ellos como pelotas de fútbol. Yo fui quien llenó una habitación de la sangre de una esposa mientras obligaba a su marido a beberla mezclada con su orina. Fui yo y no habrá salvación para alguien como yo, pues tampoco habrá amor. Nadie puede amar a una bestia, a un monstruo.

La luz del móvil seguía encendida, avisando del mensaje que había llegado. Sólo sonaba para trabajo. No había llamadas personales. No había contactos más allá de su labor. No había necesidad para el asesino. Quizás por miedo a que sepan lo que es y le persigan. ¿Se merecería ser atado? Vida o redención no parecen ir cogidas de la mano para este tipo de seres. Solo habrá expiación cuando los gusanos se atraganten con su cuerpo.


Mi siguiente objetivo era un viejo jefe, fue fácil entrar en su casa. Primero esperé a que se despertase, lo tenía atado a una silla. Mirando, en aquel cuarto donde antaño tuvo que pasar tan buenas horas de sexo, hoy lloraría pidiendo que le salvase. No me gustan las sutilezas, no buscaba nada salvo la diversión de la tortura, me gusta sobretodo cuando extraigo su lengua con tenazas y le voy cortando la lengua, una vez suelta, la sangre sale a chorros. No me detengo, el anciano mira sudoroso y asustados y yo siento que bailo sobre una hermosa creación de Mozart, Vivaldi o Beethoven, que quizás me haya vuelto loco. Después me gusta siempre rebajar el tono y saco de mi bolsillo mientras tarareo unas púas, que uso entre sus uñas, me gusta que sienta el dolor al clavarlas entre la carne y la uña. Poco a poco el miedo y el sufrimiento se apoderan del viejo, se empieza a mear. Odio cuando se orinan encima, eso me enfada, así que para castigarle suelo cortarles una oreja como castigo y se la meto en la boca que he abierto anteriormente, todo eso sin dejarle que cierre los ojos. Nuevamente bailo el acero de mi cuchillo sobre su piel hasta hundirlo en sus muslos. Algunos en mi oficio les gusta violar, pero yo no violo hombres. No me preguntéis por qué, quizás sería la mayor humillación. Yo no soy de esos, no al menos con hombres, les dejo la última dignidad que les queda. Después me siento, observo detenidamente sus espasmos de dolor, pues las púas siguen entre sus dedos, sus ojos me transmiten más que todas las obras de arte de Donatello, y Skopas. Comprendo que el verdadero ser reside en esas pupilas, decoradas del rojo vidrioso que influye en su pequeño mar blanco, alrededor de lo que tiene para poder ver. No me lamento, sencillamente me deleito. Soy alguien miserable. Cruel. Es posible que sí. Hago lo que hago y lo hago como quiero. No tengo justificaciones. No hay razones, sencillamente es así. A diferencia de quienes me juzgan, yo sencillamente actúo.

No parece inquieto el asesino, se mueve tranquilo. Relajado, pocos rayos de luna llegan hasta aquel antro de angustia y padecimiento. No puedes temer lágrimas cuando sientas tus sueños en algo tan endeble como la esperanza de vida. Que a la suma de los días pasados se acerca inexorable a un final.


Decido entonces coger unas tijeras bien afiladas y potentes, me quiero quedar con sus dedos, cae su anillo de bodas. Precioso, sencillo como el de todo hombre, de un color dorado que hace que me vea mi rostro cóncavo y desvirtuado, quizás ese sea mi verdadero yo, o puede que la deformación en el metal me haga parecer más humano de lo que soy. He alargado el tiempo demasiado. Acaricia mi cuchillo sus ojos, siempre me ha gustado sacárselos, pero esta vez prefiero hacer un corte en el cuello. Soy magnánimo al fin y al cabo. Nuevamente quemo la casa, después de haberla limpiado cuidadosamente y de haberme vestido con ropas limpias.

Su casa está sola. No se oye nada. Silencio en el atronador ático que dibuja como si de un torreón se tratase el final de los días de la princesa enjaulada. La ciudad está nerviosa, inquieta. Está expectante ante lo que acontece. El asesino enciende la televisión sale un hombre. Su aspecto es triste y solitario, posee ojos de locura, pero su voz da una mezcla entre anhelo y rotundidad. Está encadenado y mira a la cámara en directo.

-“Soy el principio de un final, y el final de un principio. En mí acabará la vieja era y a partir de mí se iniciará una nueva era. Soy responsable de los últimos ataques terroristas. La guerra se ha iniciado. Vosotros humanos contra nosotros los lobos.”

Asesino se excita. Babea como el perro ante un hueso. Algo nuevo. Algo distinto. Algo diferente. El público se asusta al verlo, pero algunos se lanzan contra él. Quieren matarle. No importa. No hay posibilidad. Él tiene garras y les arranca el corazón una vez que están en el suelo. Lo más sorprendente es que tiene las manos encadenadas. Después mastica sus corazones y los escupe con desdén.

-“Transmito un mensaje para quienes no tienen cabida. Tanto soldados en tiempos de campesinos como lobos en tiempos de pastores. Yo no me detendré bajo ningún concepto. Sé lo que hay que hacer, por ello pruebo vuestra fe. Venid a mí. Si me reclamáis. Yo os responderé.”

Tropas de asalto llegan, el lobo se arrodilla y permite que le apresen. No pueden matarle está en directo.
Capítulo 2
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Tropas de asalto llegan, el lobo se arrodilla y permite que le apresen. No pueden matarle está en directo. El asesino mira, pero aunque es divertido esconde. Apaga la televisión y no le importa.

No es algo que puede importarme. Cuando estás perdido en la bruma seguir las migas de pan no te salvará, sólo hará que pienses o creas que llegarás a un final. Que saldrás, pero no se puede salir si no es por tus propios medios. Allí, afuera estaban las ovejas, que se apiñaban como enemigos y aliados. Alejados de la mano de un pastor noble, y engañadas. Pensaban que todo lo que ellos eran resultaba ser verdad. Yo no soy el camino, pero al ser diablo, sé que el camino que ellos han tomado es una cadena guiada por otro Hades.


El mundo se había roto, los que siguieron a los lobos atacaron con fiereza a quienes le custodiaban. Seres con unos poderes desconocidos. Desfigurados. Solitarios. Perros sin correa que vagaban de aquí para allá. La guerra se había iniciado. Los gobiernos y en especial la presidenta de uno de los países más importantes había iniciado la cacería de l banda armada conocida como SUMUS, y para ello creó al grupo militar CARP. La prensa comenzó su personal guerra mediática. Hablaron de crímenes, de asesinos desalmados y quemaron todos sus mensajes. Todos sus argumentos, arguyendo que eran sandeces. El asesino no encontró la verdad. La televisión se encendía. Era un debate de los muchos que se daban.


“Estos locos que hablan de lobos y hombres, son unos estúpidos. Niegan los derechos fundamentales del hombre.
Son un grupo de imbéciles que juegan y matan. Esperemos que la policía y la justicia se encargue de ellos.
Hablan de libertad, cuando acaban con la libertad de multitud de personas y su derecho a vivir, son una panda de idiotas.
No saben nada, la policía debería detenerles.
Si por mi fuera, los ahorcaría.”

No podía encontrar la verdad. Por un lado, sentía que no tenía nada que decir. Nada por lo que existir ni ser. Era un monstruo. ¿Qué poder tenía para opinar? Pero algo no encajaba. Si ellos tenían la razón, ¿Por qué tanto miedo?

Tic-tac, el sonido del móvil. Apareció un rostro. Un rostro que el asesino ya conocía. A él. Al que todos odiaban. Al que todos menospreciaban. Al rey de los lobos.

Sin embargo, me sentía extraño. Una sensación rara me invadía el estómago. El lugar donde localicé a mi asignación me la ofreció el cliente. Cuando llegué todo estaba muy calmado y no había tropas que guardasen el sitio. Me sentí extraño. Había escogido un almacén alejado y solitario. Demasiado obvio.

Hubo un silencio, un telar ennegrecido lo ocupó todo. Al abrir los ojos, el asesino comprendió que era una trampa. Los lobos estaban todos de pie. Caras de pocos amigos. Como los aguijones convertidos en ojos. El veneno que seducía a las masas marginales. De lo lejos apareció una figura. El cazado cazador.

-¿Qué deberíamos hacer contigo? ¿Qué eres tú?

-¿No respondes?
-No sé si me interesa.
-¿Interesarte el qué?
-Vivir.
-Sabemos quién eres porque has matado a muchos, algunos eran de los nuestros.
-Hago lo que debo hacer.
-Y también te ordenaron que los torturaras.
-Eso lo hago porque amo mi trabajo.
-Y si yo lo hiciera contigo.
-Entonces puede que no amase tanto mi trabajo.
-¿Cambiarías tan fácilmente de opinión?
-Sí.
-¿Dónde queda tu voluntad y tus valores?
-No te equivoques conmigo, yo no me rijo ni por los valores de tus putos lobos ni por los de los hombres, hago lo que es conveniente en cada momento. No me guío ni por mi raíz humana, en cada momento pienso y actúo según el instante. No soy ni la misma agua, ni el mismo río.
-Heráclito. ¿Plagiando autores?
-Él me plagió a mí. Yo no pedí conocerle, él se dio a conocer con algo que yo ya sabía.
-No sabes nada.
-Claro que no sé nada, pero qué importa. ¿Qué es el saber? Lo que sabes tú… o lo que saben ellos.
-No es real que estemos dialogando sobre el saber. ¿No os parece increíble chicos? Dime, alguna vez te han dicho que eres un gilipollas.
-No, pero lo han pensado.
-¿Y sospechas el motivo?
-Porque doy a entender que soy mejor que los demás, ellos, algunos odian esa actitud, pero en su interior incluso lo creen, lo que les hace sentir más rabia. En el fondo no saben nada, no saben que soy lo que soy, ni mejor, ni peor, diferente.
-En eso te equivocas. Lo diferente también puede ser mejor o peor.
-No concibo el error o el acierto, considero que la única verdad absoluta que hay, es que toda verdad es parcial, e incluso las mentiras son verdad.
-Entonces no aceptas ni niegas nada.
-Me parece la posición más inteligente, y no por ello es fácil. Porque mi postura intelectual compite con mis actos, ellos son en esencia los que niegan y afirman cosas. Matar, disfrutar, violar. Son muchas las luchas que tengo sobre mí.
-No eres tanto como quieres hacernos creer.
-Quisiera creer que sí, pero a fin y al cabo. No.
-Pues has caído en la soberbia amigo mío.
-¿Y está mal?
-No, pero si te sientes mal contigo mismo entonces sí puede estar mal. Hay personas que nacemos para amar y ser felices con nuestra soberbia, otros la han fabricado, cuando en el fondo son humildes. ¿Quieres hilvanar sobre las debilidades humanas?
-Dicen que eres un estúpido en todo lo que hablas.
-¿Y no es estúpido atribuir a un animal unos derechos innatos que solo tienen dos siglos de validez en ciertos países? Hablan del derecho humano como si estuviera en los genes el derecho a vivir, o el derecho a una casa digna, derecho a un trabajo digno o el derecho a la educación. Yo estoy en contra de eso, porque eso MUTILA AL HOMBRE. Lo encadena. Lo vuelve más sumiso. Lo convierte en esclavo. Nos dan unos derechos que no se pueden justificar más que con la moral y nos encargan unas obligaciones que no tienen más justificación que la moral.
-¿Qué moral?
-La moral que conviene. A un puñado de capitalistas les conviene que quieras un techo, un trabajo, les viene bien, pregúntale que derechos hubiera querido un agricultor. Poder vivir más tiempo y sin trabajar! Esos son derechos humanos, esos. Y no son sino deseos, porque el único derecho que poseemos es la posibilidad de seguir viviendo hasta que agentes externos o internos decidan acabar con nuestra vida.
-Puntos de vista.
-Oh, eres un creído. Te escudas como los sofistas en puntos de vista y así lavas tu precioso culito blanco sin mojarte.
-Claro que me mojo y tengo convicciones, pero no soy como vosotros imberbes, yo sé que estoy eligiendo algo de verdad y negando el resto de la verdad. Las opiniones, incluso aquellas sin argumentos o justificación también son verdad. Negarlas es ser tan estúpido como aquel al que atacas.
-¿Tu solo piensa la vida?
-Procuro vivirla y pensarla.
-Por eso matas.
-Mato porque vivo la vida, y sufro porque pienso la vida.
-¿Sabes que haremos contigo?
-¿Puedo ser soberbio en la respuesta?
-Adelante.
-Si todavía no me habéis aniquilado y en vista de que estoy rodeado, posiblemente sea porque pensáis interrogarme o posiblemente torturarme, que toda esta conversación sea una distracción, pero en vista de tu labor existe una pequeña posibilidad. Que hayas oído hablar de mí, y me hayas tanteado para que me una a ti, de ahí que no hayas hecho ninguna pregunta relevante sobre mis clientes y sencillamente quieras saber qué persona soy. Con lo cuál posiblemente quieras que forme parte de tu equipo y saber si soy uno de los vuestros y alguien de fiar. Aunque realmente carece de sentido, sea lo que sea lo que yo diga vosotros tenéis el control ahora. El poder es vuestro hasta que salga de aquí y os mate a todos.
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Resulta curioso, parece un monotema mío, pero qué importa, es mi pequeño reducto de cólera.

Capitulo 3
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Hubo un gesto. El rey había decidido. Soltaron al asesino y le llevaron junto al lobo. Era uno más en la manada. El que mayor nota había sacado. El mejor de todos. Ambos entraron en el mismo agujero oscuro. Nadie supo lo que sucedió ahí. Sólo que salió un rey y un siervo. El soberbio se mostraba misterioso segundario. Seguidor fiel del lobo entre los lobos. Los hombres comenzaron a sentir miedo. La vida costaba cara y las fuerzas del bien no pudieron detener, grandes dirigentes muriendo, muchos inocentes muriendo.


El techo era distinto. Era muy distinto. El techo había cambiado. Me dolía la cabeza. ¿Quién era? La repentina burla del mundo. Los sueños de un pasado que no existió, mas sabía hablar, mas era alguien. Dudo que alguien no fuese con anterioridad a despertar.

Pasos que anticipaban la venida de alguien. La sorda ilusión. La perfecta conjunción de cognición y percepción física. El baile de Descartes sobre la realidad, en ella como obsequio de lo falto. ¿Razón o sentido? A cuál deberíamos dar mayor veracidad, tras ser testigos de sus atroces crímenes.

-Despertáis al fin.
-¿Quién eres?
-El alfa y el Omega, el que es, el que era y el que viene.
-¿El cordero?
-Ahora soy el justiciero.
-La justicia es irreal.
-Ja ja ja ja incluso olvidando quién sois, seguís manifestando con axiomas orgulloso afirmaciones de vuestro antiguo yo.
-¿Quién era?
-El ser más honesto consigo mismo que he conocido.
-Pero… yo… sería una buena persona ¿No?
-La mejor que tuve el placer de conocer.
-¿Mentís?
-Yo nunca miento, y si tanto, como máxime ocultaría la verdad.
-¿Por qué siento un pesar?
-Porque os he arrebatado la identidad, pero no el padecimiento.
-¿Acaso estoy enfermo?
-Sí, de vos mismo.
-Para eso no hay cura…
-La hay, sin embargo ahora no pienso dártela.

Maravilla ver cuán frágil es la mente. Somos memoria. Sin ella, no somos. Es tan duro. Es tan real. Sin memoria no hay nada. No hay yo. No hubo yo. Solo los fragmentos que aquellos que nos rodearon guardan, aún lejos de sus deseos en algunos casos. Hasta el punto de la desidia, el individuo debe morir y renacer hasta el punto de acallar las voces de la memoria. En una vida hastiada y mortuoria. Tras el ámbar de la negra cima donde ya no queda nada.

“La presidente ha sido secuestrada por miembros de la banda terrorista, que durante meses han cometido actos atroces. La situación es alarmante y las fuerzas de la justicia buscan incansables el paradero de la presidenta para su pronta liberación. Esperemos que esté bien y recemos por ella.”

El cuadro pintado en los colores de Dios, dónde siempre faltó el rosa, es ahora una mirada a quien ya no recuerda, mas sigue haciendo las mismas atrocidades que antaño. Sentada, tras haber sido violada estaba la dueña del mundo libre y justo. A espaldas de ella como una misericordia efímera esperaba el gran lobo su turno para penetrarla. No importaba, filósofos, economistas, escritores, poetas, jefes, panaderos, la banda al completo cansada de la presidente se la follaron con rabia. Al fin, un dirigente opresor recibía solo un cuarto de lo que había hecho. El que no poseía memoria, se mantuvo al margen. Al margen y fue llevado para hacer la guardia.


-Decidme ¿Sigo siendo bella?
-¿Cómo?
-Algunos me pegaron… ¿Tengo heridas en mi rostro?
-Sois víctima y lo único que os importa es vuestra belleza…
-En este mundo de monstruos, debo ser guapa para que me vean y una vez que me vean, vencerles en inteligencia. No pienso ser como esas mujeres inteligentes que muestran pleitesía por su físico inferior o aquellas que tienen su cabeza hueca.
-¿Hablas de perfección?
-No, hablo de no resignarme a lo que la genética me dijo que fuese, y por mucho que vosotros hagáis lo que hagáis yo no pienso perder lo que he logrado durante años.
-¿Somos los malos?
-¿Tú que crees?
-No lo sé. ¿Qué diferencia el bien del mal?
-Estoy atada, he sido… … ¿Qué coño quieres que te diga?
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Sacha
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Sacha »

Crikrien escribió:Resulta curioso, parece un monotema mío, pero qué importa, es mi pequeño reducto de cólera.
Tu lo has dicho "parece"; ademas cuanto menos publico más te puedes desahogar :lol: .
Ni que decir tiene que yo no soy alguien muy hablador.

Saludos :wave:

PD: Reitero lo que dije en mi anterior post: tienes futuro en la literatura
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Crikrien
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Re: Te importaría (+18)

Mensaje por Crikrien »

Parece una tontería Sacha, pero es de agradecer mucho que sigas pasándote por aqui, las cosas como son. Mis más sinceros agradecimientos tio xD
España es la Rusia del sur, sólo así se entiende que haya tanto zumbado.
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