Jóvenes escritores

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The Buddha
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por The Buddha »

javisba
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24 de Diciembre, Día de Navidad


Hay que destruir la estrella azul, si no, será Navidad siempre y la humanidad estará perdida. ¿Por qué?, porque la humanidad se arruinará (bueno alguna excepción habrá), los niños muy contentos los primeros días sí, pero cuando llegue el día en que no tengan comida, ya veremos lo contentos que están. Bueno a lo que íbamos

Tras un largo viaje al fin he logrado encontrarla, ahora mismo me encuentro en el valle nevado, desde aquí la vislumbro, la estrella parece una red de cristales de hielo gigantescos, desprende luz propia, es bastante tenue, tiene un poco de transparencia. Ahora que lo pienso como voy a destruirla, es gigantesca necesitaría un milagro para destruirla. Pero bueno ese no es el caso.

Estoy subiendo por el monte norte cada vez estoy más cerca, la estrella esta en la cima. Oye y porqué no le pongo nombre, da mala sensación y eso, pero se merece un nombre, al menos para que sea recordada. Me estoy yendo del tema constantemente, pido disculpas, mejor que os inventéis un nombre vosotros.

Por cierto ¿os he hablado de mi?, veréis, soy físico cuántico, en noviembre noté unos cambios extraños en la sincronía espacio-temporal, ya se que suena a ´peli` de ciencia ficción, pero es verdad, de modo que me fui a investigar por otros países si ocurría lo mismo y sí, pasaba lo mismo, así que, me fui a investigar la causa el uno de diciembre. A propósito soy ruso, mi nombre es Skridinski Misousbin, tengo el pelo rubio, se supone que corto aunque ya no sé como lo tengo, mis ojos son azules y tengo nariz aguileña, soy rellenito, tengo 35 años y estoy soltero. Bueno volvemos a la historia.

Cuanto más me acerco, más irrespirable se hace el aire, es como más denso y más nieva. Cuanto más cerca me encuentro de la estrella, más me sorprende, parece que tiene una especie de material ígneo azul en su interior, es el que desprende la luz.

Es… es... ¡ES GIGANTESCA! Ya se que lo había dicho antes, ¡pero no pensé que lo fuera tanto!, esto no se puede destruir, no señor. Hombre… si consigo una bomba atómica, a lo mejor, pero de donde la saco, bueno al menos voy a intentar destruirla, porque si no la Navidad será eterna, a ver si le encuentro algún punto débil.

No señor no hay manera, llevo tres horas intentando cosas, hasta he intentado escalarla, pero nada, por cierto la estrella quema, en serio, cuando he intentado escalarla me he quemado, es lo ultimo que he hecho, ahora mismo estoy con las manos metidas en la nieve, que aunque no lo creáis, se derrite rápidamente, menos mal que es una capa gruesa que si no, no podría enfriarme las manos, pues como no ocurra ese milagro ya Navidad todos los días, a todas horas y casi sin dinero.
Parece que algo cae del cielo, pero no se que es, lo llevo observando desde hace rato, parece que va a caer cerca, un momento, eso cada vez se acerca más, va a caer encima de la estrella y… ¡YO ESTOY AL LADO! Ya viene, es gigantesco, parece un… ¿¡UN METEORITO!? Pero esto que es, porque ahora, aunque… creo que podría destruir la estrella. Creo que de esta no paso, tengo que huir, pero estoy demasiado cansado. ¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!

Algunos días después

Estoy vivo, estoy en un hospital, hay varios médicos alrededor de mí charlando entre ellos, parece que hablan sobre mi, se dan cuenta de que despierto, porque se acercan a mi y me informan de mi situación, tengo rotos casi todos los huesos y daños graves en los órganos internos, me dicen que es un milagro que siga vivo.
Que raro todo esto me lo han dicho en perfecto ruso, que yo recuerde no estaba en Rusia, porque estoy aquí.
Le pregunto esto a un enfermero, con el hilo de voz que consigo sacar, me dice que me han traído de otro hospital, pero él no sabe cual, lo que si sabe es porque me trajeron a Rusia, me dice que es para que muriera en mi país. También me dice que me encontraron en extrañas circunstancias, me encontraron en un cráter desmayado unos montañeros, pero no menciona nada de ningún elemento extraño.
A continuación me pregunta que me paso, yo le respondo con un hilo de voz que, aunque no me crea, me cayo un meteorito encima cuando escalaba un pico, sin comentar nada acerca de la estrella ni del fenómeno Navideño, el se queda asombrado, pero parece satisfecho. Y me comunica que seguramente tenga que ir en silla de ruedas, medio año más o menos.

Unos meses más tarde

Al fin he salido del hospital, puedo usar las manos, pero voy en silla de ruedas.
Como no tengo coche tengo que ir andando (ya me entendéis), me he informado, durante mi estancia en el hospital, que estoy en Moscú, como vivo en la capital me voy a mi piso.
En el portal de mi bloque de pisos hay unos hombres vestidos de azul, como no veo más dentro, imagino que la comunidad ha contratado porteros, subo por el ascensor a mi piso.
Que equivocado estaba, en mi casa hay otros dos hombres de azul y los que estaban abajo están en la puerta, ahora que me fijo, ese azul…, es el mismo que el del núcleo de la estrella, me asaltan las preguntas pero estas tres destacan: ¿¡la estrella azul estaba creada artificialmente!? y ¿¡estos tipos quieren una Navidad eterna!? ¡Pero están locos porque quieren una Navidad infinita es que no se dan cuenta de las consecuencias!
Creo que me van a matar, ¿pero hacían falta cuatro personas para matar a alguien en silla de ruedas?
Me preguntan si me llamo Skridinski Misousbin, yo contesto que sí, entonces me dicen que me van a matar (que sorpresa), creo que se creen que yo tiré el meteorito, la verdad hay que estar loco para pensar que una persona puede tirar un meteorito, pero yo también estaba loco al pensar que podría evitar una catástrofe mundial. Aunque no creo que me maten por eso, creo que me van a matar porque sé demasiado.
Me dicen que antes de matarme, voy a poder hacer unas preguntas. Primera pregunta, me dicen, y yo digo: ¿La estrella azul es artificial y podría provocar una Navidad eterna?
Me responden: Si, fue creada por una tecnología muy avanzada que no entendemos bien.
Segunda pregunta. Yo pregunto: ¿Quienes sois?
Me dicen: Pregunta incorrecta.
Antes de que pueda decir nada más, uno de ellos se acerca a mí rápidamente sin que me de cuenta, se me nubla la vista, dejo de sentir nada. Me han matado.
Lestrang
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1º: En busca de la banda
-Ya estoy aquí- dije emocionado en la cubierta del barco público al que me había subido- Hora de buscar tripulación.
Me dirigí hacia el camarote principal, donde se apelotonaba la gente, ya que era casi la hora de comer. Un chico de más o menos mi misma edad pasó a mi lado dándome un codazo. Tuve el presentimiento de que ese chico me daría problemas. No sabía lo cierta que sería esa sensación.
Pasé a recoger un plato y un trozo de pan, que levaba demasiado moho para mi gusto, llamadme tiquismiquis si queréis, pero me suele gustar más la carne cruda que esa cosa verde y deformada. Después un puré que hizo rezar porque no estuviese hecho con vísceras de las víctimas de la cocinera, de las cuales me apiadé ya que ésta tenía una adorable mirada que hablaba por sí sola, concretamente describiendo el modo del que quería matarme. La verdad es que no era un barco de cinco estrellas. Entonces me giré mirando el plato, esperando a que aquella cosa verde saltase a comerse mi cara. Choqué de bruces con el chico que me había dado el codazo. Me disculpé y lo vi alejarse murmurando unas palabras que apenas pude entender, pero que se filtraron en mi mente y fui aclarando hasta saber lo que había dicho: ``Mira que ir en un barco público… aquí no hay ninguna banda a la que unirme.´´
La cara se me iluminó: ese chico sería el primero de mi tripulación. Vi que llevaba dos pistolas sujetas en los bolsillos. Me fui a levantar a toda prisa para hablar con él, y vi una mano, la mano de una chica, tendida hacia mí, para ayudarme a levantarme. Le agarré la mano y me incorporé, mirándola: era la chica más preciosa que nunca había visto, de dorados cabellos y con un vestido lila. Me mostró una gran sonrisa.
-Gracias, eh…, yo… ¿puedo, em…? ¿Por dónde se ha ido el otro chico?- el hecho de haberme caído de culo no era algo por lo que sentirse especialmente orgulloso. De hecho, me dolió en el honor tener que levantarme con su ayuda, y me puse nervioso, puede que incluso un pelín histérico.
-Creo que se fue por ese vestíbulo- dijo sin dejar de sonreir.
- Ah, em…, gracias, por, eh… la ayuda. Hasta luego.- Dije avergonzándome a cada palabra y tratando de mantener mi orgullo.
- De nada. Por cierto, me llamo Evangeline. Evangeline Redtrap.
- Yo soy Travis. Travis Lestrang.
-Encantada Travis.
-Igualmente.- dije, y me marché dando zancadas y enfadado conmigo mismo. Me puso más nervioso hacer el ridículo en público que la sonrisa y la mirada de Evangeline.
Pronto alcancé al otro chico
-¡Eh! ¡Chaval!- grité
-¿Qué…? ¡Ah, tu otra vez! ¡Mira, déjame en paz y la próxima vez vigila por dónde andas!
-Eh, vengo porque he oído que buscas capitán en una banda de piratas, así que no me hables así, chaval.- Le espeté. Al acercarme un poco más a él pude verle la cara por primera vez. Era de pelo castaño, del mismo color que sus ojos, con unos pantalones negros rotos por todas partes y una camisa blanca y arrugada que sobresalía de una corta chaqueta verde.
-¿Conoces algún capitán? ¿De verdad?- Dijo emocionado.
-Lo tienes delante
-¿Qué? ¿Un tuerto como tú? ¿Capitán de una banda? ¡No me hagas reír!
- ¡En serio chaval, tienes delante al capitán Travis Lestrang Morendy, el hombre que va a matar al gran pirata Gorgor!- dije decidido.
- ¿A Gorgor? ¿Al rey de los mares? ¡Si yo fuese tú me buscaría a alguien con unas pocas menas posibilidades de cortarte la cabeza!
-En serio, si te unes a mí bien, si no…- mientras decía esto, unos tipos se nos fueron acercando hasta acorralarnos.
-Mirad chavales, si nos dais el dinero os haremos el menor daño que podamos.-dijo el que parecía el jefe, con una maquiavélica sonrisa.
-Anda, mira, pero si han venido para recibir una paliza unos paletos robacarteras –dije.
-¡¿Qué acabas de decir, crío?! ¡¿Quieres que te rompa la cara?! ¡Soy el capitán Malkrak y voy a tomar este maldito barco, criajo! ¡Así que mira con quién hablas!
- Parece que tus amigos no piensan irse por las buenas, ``capitán Travis´´.- Dijo el chico al que estaba invitando a la tripulación
-Bueno, entonces quizás necesiten recapacitar un poco e irse a llorar antes de que les parta en dos.- dije.
-¡¡¡MALDITO CRÍO!!! ¡¡¡VOY A MATARTE!!!- dijo Malkrak
-Adelante. Puedes intentarlo.-repuse.
Malkrak ordenó a sus hombres atacar mientras me intentaba acertar con un puñetazo que esquivé fácilmente. Le asesté un rodillazo en la tripa y otro en la cara. Sus secuaces no tardaron en abalanzarse sobre mí. Entonces vi el momento para sacar mis dos espadas, las cuales llevaba atadas a la espalda. Saqué una y le asesté un puñetazo a uno de los piratas con ella. Me fui deshaciendo de ellos uno tras otro, Pero Malkrak se incorporó tambaleante y se dirigió a mí a toda velocidad. Uno de sus secuaces se acercó a mí por la espalda mientras daba un severo tajo en el torso a un pirata y, cuando iba a atacarme por la espalda, oí un disparo. El pirata cayó al suelo y todos nos quedamos atónitos durante un momento. Dirigí la mirada al lugar del que provenía el sonido del disparo y vi entonces al chico que quería que se uniese a mi futura tripulación. Tenía la pistola sujeta firmemente, de la que emanaba un olor a pólvora recién usada. Parecía que no era la primera vez que mataba a alguien. Las tornas en ese momento estaban más o menos 21 contra 2. Saqué mi segunda espada. Asesté varios tajos, seguidos de aullidos de dolor y golpes secos en el suelo. Me puse espalda con espalda con mi compañero. Un pirata se abalanzó sobre mí y salté sobre él usando su cabeza como apoyo y propiné un corte al compañero que tenía detrás. Después, sin dejar de agarrarle la cabeza, tumbé al que me servía de apoyo en el suelo, y salté desde él hasta Malkrak, quien desvió mi primer tajo con su espada y trató de atravesarme con una estocada que desvié sin mucha dificultad mientras oía los disparos de mi compañero. Lancé un segundo espadazo, que chocó con la espada de Malkrak e introdujo tanto a la suya como a la mía en un choque. Con un simple movimiento me deshice de la espada de mi contrincante al cual atravesé tras ello. Los piratas que quedaban huyeron y quedamos sólo mi compañero y yo en el pasillo del barco, con una buena montaña de piratas ensangrentados.
-No lo haces mal, tío. Puede que no seas tan malo al fin y al cabo. Por cierto, me llamo Mark.- dijo revelando al fin su nombre
-¿Eso es un sí?-inquirí
-Si me garantizas fortuna y aventura, no habrá cosa que me frene alguna.
-Y si hay cerveza y ron, no hay restricción.-terminé- Es el himno pirata.
FIN DEL PRIMER CAPÍTULO


2º Capítulo:
Poco después aparecieron los guardas y tuvimos que movernos. No suele gustarme correr, pero he de admitir que teniendo detrás un montón de cadáveres, los cuales no olían muy bien, y ocho guardas furiosos a la vez que increíblemente flipados me encendió las ganas.
- Por cierto…- inquirí yo, una vez habíamos dado esquinazo a los guardas- ¿Dónde guardas el barco? ¿Está por aquí cerca?
- ¡Ah, sí, lo del barco! La verdad es que no. Tengo pensado robar alguno.- Dijo mi nuevo capitán.
- ¿¡Cómo?! ¿¡No tienes barco?! ¿Y entonces…? ¡Ah, no, no me digas que tampoco tienes tripulación!
- ¿Qué más te da? Tú eres el primero. ¡Deberías sentirte honrado de ser el segundo de a bordo de mi banda!
-¡Oh, vamos! ¡Y ahora me dirás que planeas conseguir una tripulación en este barco!
- No necesariamente. Este barco recorre muchas costas, y llega hasta Leordekart, la isla comercial. Allí no será difícil encontrar más gente.
-¿Leordekart? No creo que sea buena idea. Muchos cazarrecompensas pululan por allí.- le dije yo
- Y también muchos piratas, que buscan deshacerse de ellos. Lo creas o no, los cazarrecompensas se buscan enemigos.- replicó él
-Bueno, capitán, esperemos que tus pasos sean adecuados.
-Lo serán, amigo. Por cierto ¿Dónde duermes en este barco? ¿Cuál es tu camarote?
-El 17. Lo comparto con una chica rubia.
- El mío es el 23. La cama de al lado está vacía. Si quieres puedes quedarte a dormir conmigo, a menos que prefieras intentar…
- Si terminas esa frase te parto la boca, capitán.- le advertí- Y sí, creo que me quedaré en tu camarote.
- Perfecto. Siempre que no ronques, claro.
- Hombre, pues con el poco sueño que tengo, supongo que te dormirás tú antes.
- Bueno, eso no lo creo posible. Yo duermo muy poco. De hecho a veces ni duermo.
- ¿Y eso?- le pregunté
- Una larga historia, no muy agradable.
- Bueno, si no tuviésemos que echar a correr para que no nos pillen, te pediría que me la contases. Estoy oyendo muchos pasos, y alguien que tiene dos espadas a la vista no resulta especialmente ineximible de una masacre, intrépido líder- dije en tono sarcástico.
- Bueno, no creo que nos pillen. ¿Tan lento eres?
- ¡Hm! ¡No te quedes atrás!- Dije, echando a correr.
Llegamos al camarote con los guardias pisándonos los talones, tomamos un par de jarras de cerveza que Travis tenía en su camarote y nos echamos a dormir.
Me desperté en mitad de la noche y vi a Travis sentado en una silla mirando por el ojo de buey. -¿Ya te despiertas, Mark?-dijo sin dejar de mirar el mar.
- Bueno, depende de qué hora sea. Pero viendo la luz… creo que mejor dormiré un poco más.
En ese momento me fijé en Travis. La verdad es que no lo había mirado en atentamente. Era de pelo castaño y una herida cosida surcaba el lado izquierdo de su cara, desde el cuello hasta su ceja, pasando por su ojo, el cual nunca llegué a ver, pues siempre lo tenía cerrado. Supongo que se lo habrían cosido así. Después me fijé en su torso. No llevaba camiseta, se la había quitado antes de irse a dormir, como yo. En su pecho vi una gran herida cosida de la misma forma que la de su cara, pero esta le recorría el pecho horizontalmente, y la verdad es que se conservaba bien. No era especialmente un tirillas que digamos. Además tenía varias marcas en el brazo derecho. Parecía un muñeco de trapo con tanto cosido. Por un momento, Travis se giró para mirarme, pero volvió a girar la cabeza rápidamente. En ese momento me pareció ver un fulgor, una luz muy débil de color morado, alrededor de su cuerpo, pero se desvaneció rápido, y supuse que sería una ilusión óptica. Tras eso, debí volver a dormirme porque no recuerdo nada más de aquella noche.
Me desperté y vi a Travis mirando todavía la ventana. Entonces le dije:
- ¿Llevas toda la noche así?
- Sip. Soy poco dormidor. Ya te lo dije antes. Es hora de moverse, el barco pronto llegará a Leordekart, y entonces tendremos que darnos prisa si queremos desembarcar.
Dicho esto, recogimos nuestras cosas, que no eran muchas (algo de dinero y una botella de ron entera que Travis metió en una especie de mochila y se cargó al hombro). Salimos a cubierta para recoger (otros lo llaman robar) un poco de ``comida´´ (si a eso se le puede llamar así) y algo de dinero.
Después, al final y de una vez por todas, salimos afuera, y pisamos tierra firme. Había bastantes comerciantes con carretas y algún que otro señor intentando vender baratijas a las que llamaban `` artículos de coleccionista´´. Al final decidimos entrar a una taberna de mala muerte. Allí había dos tipos que estaban sentados el uno frente al otro, mirándose fijamente. Travis y yo nos sentamos en la mesa de al lado. Me fijé en ellos mientras mi capitán acudía a la barra a por unas cervezas.
-¿Qué miras?- dijo uno de ellos, que parecía estar un poco ebrio
-¿Tienes algún problema?- le contestó el otro
- Quizás si me dejas de mirar como un atontado deje de tenerlo, y por lo tanto dejes de tenerlo tú también.
- ¿Me estás amenazando o realizando un intento de suicidio? Bueno, la primera ya incluye la segunda.
- ¿Seguro, imbécil? Quizás quieras replantear el que puedas conservar las piernas y la cara tal y como las tienes ahora… aunque tampoco sería una gran pérdida.
- Si quieres pegarte un tiro en la nuca te lo aconsejo más que que esperes a que te lo pegue yo.
-Mira gusano…
-¿No te enteras…?
Los dos se levantaron y el borracho le rompió la jarra de cristal en la cabeza al otro tipo, el cual ni se inmutó. Simplemente sacó de una funda que tenía un arco tan largo como él mismo y le disparó en el hombro con una flecha. Entonces el que había empezado la discusión sacó una espada bastante larga y le lanzó un tajo a su contrincante, que simplemente le hizo una pequeña marca en la barbilla. Entonces otro tío gritó: `` ¡Pelea!´´ y le pegó un puñetazo a un pobre hombre que estaba tomando una infusión. En poco tiempo se creó una trifulca y se acabaron pegando todos. Vi como a Travis ya lo intentaban tirar, y este los esquivaba sin mucha dificultad con dos jarras de cerveza, una en cada mano, hasta que un tipo cometió el grave error de tirarle las jarras al suelo. Travis lo miró con una cara de asesino y empezó a pegarles a todos, y yo no fui menos y me uní a mi capitán en el aporreamiento. Al final, sin haber tenido que usar las espadas ni las pistolas, en la taberna quedamos en pie sólo los dos tipos que habían empezado la pelea y nosotros dos. Uno de ellos tropezó y cayó encima de Travis, y antes de levantarse le pegó un puñetazo en plena cara. Travis se levantó furioso y le pegó un patadón en las partes privadas, del cual estoy seguro que salió dolorido. Pero Travis no se quedó ahí. Le pegó un rodillazo en plena cara mientras el otro se lamentaba de la patada, y del golpe cayó rodando por el suelo y llegó a parar a mis pies, así que lo agarré del cuello y le pegué un puñetazo en la tripa. Él se levantó y atacó al que más cerca tenía, que era el otro tipo. Entonces me coloqué detrás de ellos y les pegué un puñetazo a cada uno en la nuca tras el cual cayeron estrepitosamente al suelo. Entonces Travis los levantó y les dijo:
- Ahora escuchadme, paletos. Ya habéis visto de lo que sois capaces: de destrozar un bar entero. Y si queréis pararos un momento tengo una oferta que plantearos.
- ¿No estarás pensando en…?- dije yo
- Es exactamente eso, Mark: ¿querríais ser parte de mi tripulación?
- ¿Así, de buenas a primeras?- pregunté yo
- Hombre, mal no pelean, y necesitamos gente para robar el barco.
- ¿Tripulación pirata? Me encantaría ser pirata de nuevo, fui timonel de otra banda hace tiempo, siempre y cuando me asegures comida. No tengo otra cosa que hacer. Por cierto, soy Jeorge.
-¿En serio?- me asombré yo
- Bueno, siempre quise ser pirata. Pero no seréis de esos corsarios al servicio del gobierno ¿no?- dijo el otro
- ¡Para nada! De hecho no nos interesa bastante la ley.- Respondió mi capitán.
- Entonces debería pensármelo un poco. No os digo que no. Y me llamo Jack .
- ¿Y cuando nos lo dirás?- pregunté yo
-Mmm… ¿cuándo os iréis de la isla?
- Suponiendo que encontremos un barco en un par de días. Si no en una semana- Contestó Travis
- Y vosotros sois…
- Mark y Travis- Dije yo.
- Muy bien, entonces os veré en un par de días- Dijo alejándose hacia la puerta de salida.
- ¿Cómo nos encontrarás?- Preguntó Jack
- Oh, tranquilos. Tengo buena vista.
FIN DEL SEGUNDO CAPÍTULO

3º Capítulo:
El tal George salió por la puerta trasera, así que nosotros decidimos hacer lo mismo. Cuando salimos fuera, Mark y Jack se pusieron a discutir sobre dónde debíamos ir para conseguir un barco.
- ¡Si vamos al muelle nos encontrarán en nada! ¿No ves que ahí están todos los barcos de justicia del archipiélago?- dijo Mark
- ¡Mejor que ir a la roca de las estrellas, que está plagada de cazarrecompensas!- dijo nuestra más reciente incorporación, Jack
- ¡Mira, si quieres ir tú solo perfecto, pero ahora eres parte de la tripulación…!
- ¡Mira, no me importa si…!
- ¡Callaos ya! Yo soy el capitán, y yo decidiré dónde conseguiremos el barco. Pero antes tenemos que encontrar provisiones, así que iremos al mercado. ¿Por cierto Jack, de qué tripulación eras antes? No eres más mayor que yo…
- Bueno, la verdad es que no era una tripulación poco conocida, era la tripulación de Liandre, la pirata del mar Moed.
- ¿En serio? ¡La que tiene una recompensa de 200 mil kiok!- dijo Mark
-Exacto
-¿Y cómo la conociste?- le pregunté
- Bueno… em… ella me raptó. Un día desembarcó en nuestra aldea. Algunos hombres del pueblo intentaron luchar, pero esa mujer es un monstruo. Los mató a todos. Entonces yo intenté luchar por mi pueblo, pero no pude hacer nada contra ella, pero en vez de matarme, decidió hacerme parte de su tripulación, hasta que un día intenté escapar. Ella me descubrió pero me dejó marchar. Aún no sé por qué. Hace un año que llegué a Leordkart en un bote.
Mientras contaba esto, llegamos al mercado, donde compramos provisiones, sobre todo carne, que parecía encantarle a Mark. Mientras comprábamos, encontré un anuncio: ¿Quiere ganar 100 kions? ¡Intente tumbar a Soakde, el campeón de campeones, en una lucha sin armas! ¡Hay ocho plazas disponibles, date prisa y participa el día 7 en la carretera principal!
- Creo que voy a participar. Hoy es día 7- dije
- Bueno, no nos vendría mal el dinero- dijo Mark
- ¿Perdón? Se nota que no conocéis a Soakde. Es el mejor de la isla- afirmó Jack
- Bueno ¿Tú lo conoces?- le pregunté
-No, la verdad. Pero he oído hablar de él
- Entonces no puedes decir que es el mejor. Puede que lo fuese hasta ayer- repuse
- ¿Ayer? ¿Por qué?- preguntó Jack
- Porque ayer llegamos nosotros- afirmé

Llegamos a la carretera principal pronto y divisamos una carpa no muy grande de color rojo que había a pocos metros. Pronto entré y le pregunté a un hombre trajeado que parecía el jefe si podía apuntarme. Me dijo que quedaban un par de plazas, así que le pregunté en qué consistía el torneo.
- Pues tú tienes que entrar en ese círculo de arena e intentar aguantar siete minutos luchando con Saokde. Si lo consigues te llevas el dinero, pero es casi imposible.
-Vale, me apunto- respondí
-Muy bien. ¿Nombre? ¿Edad?
- Travis. 20 años.
- Muy bien, Travis. Serás el quinto en enfrentarte a Saokde. Mientras toma asiento para ver a tus rivales luchar contra él.
La primera lucha no estuvo mal. La carpa estaba repleta de espectadores. Un tal Keizo se enfrentó a Saokde. Saokde era muy corpulento, y no se quedaba corto en velocidad. Keizo era delgado pero mucho más rápido que su contrincante, aunque al final cayó de un poderoso puñetazo lanzado por Saokde.
El segundo era un chico muy gallito, que al parecer tenía un club de fans femenino que lo animaba, pero Saokde lo tiró fuera en nada y el chico casi se echa a llorar.
El tercer contrincante no apareció y se pasó directamente al cuarto. La cuarta ronda fue la mejor: un chico poco más mayor que yo lucho contra Saokde, y estuvo a punto de tirarlo, pero acabó perdiendo.
Era mi turno. Me pidieron que me quitase la camiseta para salir a luchar. Saokde me dio la mano y comenzamos el combate. Varios gritos de ánimo hacia mi contrincante le hicieron llenarse de ánimo y abalanzarse sobre mí. No lo esquivé a tiempo y me arreó un puñetazo en plena cara. Tambaleé un poco y me lancé hacia él. Le lancé varias patadas que acertaron de lleno en su cuerpo, y un puñetazo que le dobló y cayó al suelo de rodillas, dolorido, pero pronto se levantó para proseguir el combate, pero lo tumbé finalmente de una patada en la cara.
Tras recuperar el conocimiento, se levantó e hizo una reverencia, signo de una derrota honrosa. Le devolví la reverencia y nos dimos la mano de nuevo. El jefe no tenía pensado darme el dinero, pero el propio Saokde le obligó a hacerlo.
- Luchas muy bien- dijo- sería algo deshonroso por mi parte negarte el premio. Espero que algún día podamos volver a luchar.
-Lo mismo digo- respondí
En ese momento cantidades ingentes de personas se acercaron a mí, pidiéndome autógrafos o cosas por el estilo. La verdad es que no sabía que Saokde era tan famoso, ya que tampoco había sido tan complicado vencerle. Incluso las chicas del club de fans del segundo participante se abalanzaron sobre mí para dios sabe qué, así que me puse mi camiseta y cogí el dinero para irme, cuando el jefe me agarró por el brazo
-Oye chaval- me dijo- ¿Te interesaría ser nuestro nuevo campeón?
-¿Cómo?- le pregunté
- Ya que has vencido a nuestro mejor hombre, puedes quedarte con nosotros para hacerte famoso y ganar dinero… -me propuso
- No, voy a hacerme famoso a mi manera, no me interesa ser campeón de lucha libre.
- ¡Pero no puedes hacernos esto! ¡Ahora que has vencido a Saokde ya no tiene su imagen de campeón! Seguro que hay alguna forma de que lo pienses… te pagaríamos muy bien con lo que quieras.
- Bueno, lo pensaré- contesté finalmente
- Así me gusta- respondió él, convencido de que reconsideraría la oferta
Llegué junto a mis amigos y salimos de la carpa. Jack me miraba boqueabierto.
-¿De verdad lo vas a pensar?- me preguntó Mark
- Para nada, era sólo para quitármelo de encima- respondí
- ¡Has vencido a Saokde! ¡Ese hombre es conocido en todo el archipiélago como el mejor!- dijo Jack, totalmente flipado
- El mundo es muy grande, Jack. Un archipiélago es poco territorio. Estoy seguro de que encontraremos mejores rivales en nuestro camino como piratas- le dije
- ¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Mark
- Pues ahora tenemos dos opciones: comprar el barco con el premio de Travis o robarlo y quedarnos el dinero, como buenos piratas que somos.
-Opto por la segunda ¿Y tú qué dices, capitán?
- Obviamente robaremos el barco. No podemos permitirnos comprar un barco como simples bucaneros.
- Y una cosa más ¿Qué pasa con el chico del arco?- añadió Mark
- Bueno, creo que nos encontrará.- le respondí
-¿Cómo estás tan seguro?
- Bueno, un buen tripulante tiene que saber siempre dónde está su capitán.
- O sea que te has decidido…
- Sí. Ese chico va ser de los nuestros

-¡Allá vamos!- dijo Travis- este es el plan: entraremos en el embarcadero de los buques de justicia y robaremos ahí el barco, claro que necesitamos al menos a George, el chico de la taberna.
-¡Hum!- rechisté yo. Hacía unas horas Jack y yo habíamos discutido sobre dónde robar el barco. Yo había dicho que nos dirigiésemos a roca de las estrellas, ya que allí había unos magníficos barcos piratas, pero por lo visto, ir al lugar donde estaban amarrados todos los barcos de justicia de la zona era muchísimo más seguro.
- Sé que es más arriesgado irnos allí, pero…
- ¿Entonces por qué vamos?- inquirí yo
- Porque tenemos que forjarnos fama de piratas. Si robamos un barco pirata que hayan atrapado los de la fuerza de liberación en sus narices puede que comiencen a conocernos.- explicó Travis. Entonces me di cuenta de que Jack no había pronunciado palabra desde hacía varias horas. Supuse que todavía estaría flipado por lo de Saokde. Mi error no podía ser mayor.
-¿Jack? ¿Estás bien?- le pregunté. Él tragó saliva y asintió. Entonces dijo:
- Entonces démonos prisa en robar el barco. Debemos irnos pronto al mar ¿No?- en ese momento me di cuenta de que Jack estaba bastante nervioso. Metía las manos en sus bolsillos y las movía sin parar dentro de ellos, como si se cerciorase de que algo siguiese dentro de ellos.
-Bueno, cada cosa a su tiempo.- le contestó Travis, que estaba muy entretenido con un brazalete que le habían entregado como permio junto con el dinero tras vencer a Saokde. Era de cuero, y tenía un par de agujeros con pequeños cristales transparentes insertados. Se lo colocó en el antebrazo izquierdo, y los cristales refulgían con el Sol.
Luego nos dirigimos al mercado, intentando localizar al chico de la taberna, del cual no recordaba el nombre, siendo que Travis lo había dicho hacía unos pocos minutos.
-Bueno, entonces, ¿Qué hacemos ahora? ¿Robamos hoy el barco o esperamos a mañana?- le pregunté a Travis.
- Bueno, aún faltan unas horas para que anochezca, y tenemos que robar el barco cuando haya guardas.
- ¿Y eso? ¿Por qué tienen que vernos los guardias? Me parece bien irnos ahora, pero será mejor ir con el mayor sigilo posible…
- ¡Para nada!- le dijo Travis- ¡No voy a empezar mi aventura en las sombras! ¡Saldré al mar, y seré el más fuerte de todos! ¡Encontraré el Santuario de Elrej!
- ¡¿Qué?! ¡¿Travis, pretendes encontrar el Santuario Infernal?! –le preguntó Jack- ¡¿En el que dicen que se oculta el Secreto del Demonio?!
- ¿Eh? ¿Pero tú no querías matar a Gorgon, Travis?- inquirí, mientras la gente se iba acercando, pensando que había algún motivo para semejantes griteríos
- Sí, Mark, voy a matar a Gorgon, él tiene el secreto del Santuario
- ¡No seas loco, Travis! ¡Él es el mayor pirata del mundo! ¡Es un bucanero despiadado, no tiene piedad!- le contestó Jack
- ¡Me trae totalmente sin cuidado! ¡Tengo asuntos pendientes con él! ¿Además, qué derecho tienes tú a cuestionar mi sueño? ¡Nadie va a pararme!
- Bueno, pues si nos ponemos así… ¡Yo descubriré el Zerberen! ¡La tierra de los Dioses! ¡La gente dice que no existe, bueno, pues yo demostraré lo contrario!- dije yo, uniéndome a mi capitán
- ¡Qué jóvenes tan soñadores!- anunció un anciano entre la multitud- ¿Acaso creen que lo conseguirán? Ah, inocente juventud…
Travis giró la cabeza hacia el viejo, y gritó:
-¡Escucha anciano!
En ese momento escuché una de las frases que más importantes han sido en mi vida:
-¡Los sueños de una persona son su más preciado tesoro!
Todos callaron. Travis tomó aire y dijo con todas sus fuerzas:
-¡¡Sólo alguien que esté dispuesto a dar la vida por él lo alcanzará!!
Las palabras resonaron en mi cabeza. Aquel día decidí mi destino, y también decidí que nadie me apartaría jamás de él.
-Vale, capitán, me has convencido. -Dijo Jack- ¡Yo…voy a recorrer… el mundo entero… y conoceré la Tierra Sagrada, aquel lugar en el que se encuentra el tesoro de Ferch Estrecko!
- ¿Qué dice ese joven? ¡El mero hecho de pronunciar su nombre es motivo de muerte!-declaró una mujer
- Hey, Jack ¿Quién es ese?- preguntó Travis
- Ese hombre es el que descubrió que el futuro de la Tierra acabará por la avaricia de los hombres. Él encontró una leyenda antigua que así lo dictaba ¡Pero yo lo demostraré que es cierta y evitaré que la leyenda se cumpla! Es lo que Ferch intentó: quería comunicáselo al mundo para que sobreviviésemos. Pero la fuerza de liberación mundial no quería que nadie lo supiese, pensando que podrían arreglárselas solos.- aclaró Jack
- ¡Eso es mentira! ¡Ferch estaba loco!- mientras estas palabras salían de la boca de un hombre, Jack se giraba hacia él con una cara de odio total. Se puso delante de él y le dijo:
- Que nadie… se atreva… ¡¡A LLAMAR A MI ABUELO LOCO!!
Todos nos quedamos estupefactos. Él mismo se había declarado hijo de un hombre que el mundo odiaba aún estando muerto
-Vaya vaya, Jack, veo que sigues con tus estúpidas ambiciones.-Dijo una voz desconocida para mí.
- ¡Eh! ¡No te atrevas a decirle eso!- Saltó Travis. Parecía furioso, nunca le gustó que se riesen de los sueños de alguien. Por el contrario, cuando Jack oyó esas palabras, todo su odio se transformó en miedo. La autora de esas palabras no era otra que…
- Li- Liandre…- tartamudeó Jack, muerto de miedo
Oí gritos como “¡Corred!” ,“¡Nos matará a todos” o “¡Destruirá toda la aldea!”. Liandre era una pirata famosísima, y Jack nos había dicho hacía unas horas que había escapado hacía dos años de ella. La verdad es que yo también estaba muerto de miedo, el apodo de aquella mujer era “la quebrantahuesos”, y habiendo oído algunas historias sobre ella, supuse que era un sobrenombre mercido.
-Jack, ¿Esta es…?- Alcancé a decir yo
- ¿Quiénes son tus amigos, Jack?- preguntó Liandre- No pensabas que iba a dejarte ir tan fácilmente ¿Verdad?
- Oye Jack ¿No decías que habías escapado de esta Liandre hace dos años? ¡Pues por lo visto te sigue buscando!- dijo Travis
-Lo volveré a decir, Jack ¿Quiénes son estos tipos?
Parecía que a cada palabra que pronunciaba, a Jack se le estuviese a punto de salir el corazón por la boca. Liandre era una mujer alta, de cabellos morenos, y, a pesar de su crueldad, un cuerpo de infarto. Por lo que sabía, era la pirata más bella de este mundo. Pero no me quedé mirándola pasmado. Al instante, Travis y yo sacamos nuestras armas. Jack echó a correr, y los piratas, incluida su capitana, trataron de perseguirlo. Al verlo, Travis se puso delante de ellos obstruyéndoles el paso.
-Hey, Mark, cúbreme- me dijo, mientras los piratas se paraban al encontrarlo en medio de su camino.
-¡Quita, niño! ¡Estás en medio!- dijo uno de los piratas
-No, tú estás en medio, así que apártate.- le contestó
- ¡Matad a ese crío y seguid a por Jack!- ordenó su capitana
- ¡Enseguida, señora, será todo un placer!
En pocos segundos, el pirata salió volando de un puñetazo. Supuse que Travis había calculado las posibilidades que teníamos, teniendo en cuenta el número de enemigos, su fuerza, sus armas… Pronto comprendí que Travis no había realizado ninguno de esos cálculos, simplemente hizo exactamente lo que tenía que hacer para empeorar la situación. Ahora teníamos a unos treinta piratas, todos con cicatrices y pocas ganas de sentarse a hablar, alrededor nuestro, y eso sin contar a su capitana, cuya cabeza, como ya he dicho, no tenía una recompensa de tal calibre porque sí.
Travis tenía todas las de perder.

Mi héroe
Todos tenemos un personaje dentro, que nos ayuda a superar los problemas. Todos somos superhéroes, por decir la verdad. Todos somos magos, por amar. Todos somos personajes, por sentir. Todos somos humanos, por defecto.

Siempre queremos ser mas, aunque ya seamos muy buenos. Por eso, mi personaje soy yo, y todos aquellos que piensen igual, que se contentan con lo que son. Por eso estos son mis personajes, mis héroes. Ellos son responsables, siempre atentos.

Día 21, Febrero 1992, 19:55:
Hoy cena familiar en casa. No se me habría ocurrido una manera más… ¿cómo decirlo suavemente?… estúpida, sí, estúpida es la palabra, de celebrar un sábado por la noche. Todos mis amigos están fuera de la ciudad, y como padres invitaron a mis tíos y a mis primos, no tengo otro plan mejor que quedarme en la mesa a escuchar una aburridísima historia de las expediciones al monte de mi primo Miguel. Creo que acaba de sonar el timbre, así que serán ellos, mis tíos, a los que mi madre está a punto de atender en el umbral de la puerta. Sí, lo que me imaginaba, son ellos, y por lo visto vienen con todos mis primos, desde la benjamín de la familia, Elena, hasta mi primo Héctor, que me saca unos diez años de edad. Yo no me explico cómo un chico como yo, con mis 19 años cumplidos ya hace bastante, tenía que quedarse a intentar charlar con mis familiares sobre algo, cualquier tema, con tal de animar la conversación. Lo que suelo hacer en esas ocasiones es contar un par de chistes, hacer reír a todos y después escabullirme y encerrarme en mi cuarto, con la excusa de que voy al baño.
Por lo visto mis tíos ya están saludando a mis hermanas y a mi hermano, pronto vendrán directos a por mí con sus típicas frases de “¡Cuánto has crecido!” y “¡Qué chico más majo, qué alto está!”. Me da escalofríos sólo de pensarlo. Bueno, ya entran por la puerta, a ver qué me dicen. Primero saludo a mi tío Hugo, ahora a Elena, José, Víctor, Pilar, Ernesto, Miguel e Irene. Hala, ahora a la mesa a cenar.
21 Febrero 1992, 20:37:
Bueno, ya he contado mis historias para echarse unas risas, y ahora me deslizaré sigilosamente entre las sillas para irme a mi cuarto. Mi madre me pregunta: “¿Adónde vas?”, yo respondo que al baño. Hecho, ahora podré estar tranquilo viendo la tele un rato en mi habitación. Pero puede que lo de ir al baño no sea tan mala idea, ahora que lo pienso el guiso de mi madre juntado con cocacola, chicles y las sosas y asquerosas patatas de mi tía Pilar no me ha podido sentar demasiado bien. No se hable más, al baño voy pues.
21 Febrero 1992, 20:39:
Entro al baño. Enciendo la luz y una tímida bombilla comienza a titilar en el techo, pero antes de que el cuarto se ilumine totalmente, una imagen horrorosa viene a mi mente: un hombre, mejor dicho algo parecido a un hombre, con la cara llena de cortes profundos, sonriendo y mostrando sus totalmente blancos dientes. No sé cómo me ha venido a la cabeza pero por un momento realmente pensaba que estaba ante mí esa cosa. Bueno, sólo ha sido mi imaginación.
21 Febrero 1992, 20:40
Por lo visto el guiso no me había sentado bien realmente. Me dispongo a salir del baño, cuando me distraigo mirando el espejo. Realmente mis tíos tienen razón, he crecido mucho.
Decido que ya es hora de dejar de mirarse en mi reflejo, pero cuando voy a girarme veo una sombra durante unos segundos. No, no era una sombra. Vuelvo a mirar y me caigo hacia atrás, aterrizando en el frío suelo. La figura que creo haber visto es la misma que acababa de visualizar al entrar al baño, y la he visto sonriendo de nuevo, pero moviendo los labios, como si me dijese algo. No me atrevo a levantarme del suelo. Recapitulo y me giro. Veo un botiquín rojo y negro, con una línea curva dibujada horizontalmente, y me digo que eso era lo que había visto, el espejo había reflejado el botiquín, y mi cabeza me había jugado una mala pasada, sólo eso. Aún diciéndome firmemente esto a mi mismo me cuesta bastante ponerme en pie. Finalmente me levanto y miro al espejo. Esta vez me quedo totalmente rígido, quieto en el sitio: La figura sigue ahí, con los ojos inyectados en sangre, y esta vez puedo oír claramente lo que dice: “Tú todavía no. Tú todavía no.” Repite una y otra vez, con una sonrisa enfermiza. En un arranque de miedo e ira, le pego un puñetazo al cristal, abriendo un buen boquete, pero, entre los fragmentos del espejo que quedan en pie veo cómo esa cosa sale del espejo. La noto a mi lado pero no puedo verla, no puedo tocarla. Oí una carcajada y la puerta abrirse y cerrarse, pero no vi en ningún momento la puerta abrirse o cerrarse. Salgo a toda prisa del baño, con la mano ensangrentada y con pequeños cristales en ella, y me dirijo al comedor. Mi madre, al verme, me dice:”¡Sí que has tardado!””¿Te encuentras bien?”. Asiento con la cabeza, todavía en estado de shock. Veo una silla vacía aparte de la mía
-¿Dónde ha ido el primo José?
- Acaba de ir al baño.
Nada más oír esto echo a correr hacia el baño. Cuando llego a la puerta acerco la mano para llamar a la puerta, y justo cuando voy a dar el primer golpe oigo un grito desgarrador. Trato de abrir la puerta. El cerrojo está echado. Forcejeo y el pomo se rompe. Rompo la puerta de una patada, con una fuerza que no tengo, sólo la adrenalina me la proporciona. Entro. De nuevo veo el espejo, ahora roto en pedazos. No veo a nadie, pero sí que veo algo en el suelo: manchas rojas carmesí. Me asomo al borde de la ducha. No veo nada. Inspecciono el lavabo, y encuentro más sangre. Abro el armario de medicinas. Ni rastro de mi primo. Entonces se me ocurre una idea: posiblemente esté escondido en la bañera, para tratar de darme un susto, mi primo José lo suele hacer, igual aquel ser de antes fuese él con una careta. Me acerco a la bañera mientras oigo pasos acercándose, y el corazón me da un vuelco. Me quedo mirando la bañera, antes blanca. Está llena de agua, pero ésta no es transparente. Un color rojo intenso surca el recipiente, y un bulto negro se sumerge entre las ensangrantadas aguas: mi primo José. Me giro al oír más pasos acercándose. La que viene a verme no es otra que mi prima Elena, que se había preocupado por mi reacción y ha venido a buscarme. No permitiré que vea una escena tan horrorosa. Instintivamente me tiro sobre ella cuando cruza el marco de la puerta del baño. Ahora su precioso vestido naranja está manchado con grandes e imperfectos círculos carmesí, al igual que mis manos.
-¿¡Que haces!?- me grita- ¡Suéltame!
Doy un brinco para levantarme y cierro de un portazo la puerta, la cual ya no se quedará cerrada del todo nunca, ya que el pomo está roto. Doy un grito de dolor al recordar la imagen de mi primo ahora muerto y me caigo al suelo. Mis padres y mis tíos se acercan desde el comedor al oír mi grito y los llantos de Elena, que no entiende lo que pasa. Mi madre ve el pomo roto, y empieza a gritarme, hasta que ve la sangre en el parqué del pasillo, y mis manos teñidas del mismo color. Todos se arremolinan entorno a mí y cogen a Elena en brazos para tranquilizarla. Grito otra vez, ahora más fuerte. Mis padres entran al baño y ven entonces la horrible escena, mientras mis hermanas y mi hermano tratan de calmarme. Entonces, mientras mis padres están dentro del baño, les pido a gritos que salgan, pero es demasiado tarde: La puerta se cierra de golpe, y se queda bloqueada, a pesar de no tener pomo. Aúllo de miedo y tristeza al oír el portazo, mientras le pido a mi hermano que abra la puerta rápido. Inútil, ya que está demasiado ocupado intentando que yo no comience a convulsionar.
-Tranquilo, Trav (así es como él me llama) ¿Qué te pasa? ¡Estás fuera de control!
-¡Cállate! ¡Abre la maldita puerta, por dios!
Tras decírselo un millón de veces la abre de un golpe, ya que es más fuerte que yo. Mi hermano se vuelve blanco en un segundo. Me arrastro por el suelo para ver el interior del baño: el suelo es ahora un recubrimiento de sangre, y no hay rastro de mis padres. Me echo a llorar mientras toda mi familia contempla la habitación donde antes todas las baldosas eran azules.
Tras unos minutos de caos mi tía resuelve que debe llamar a la policía, o los bomberos, o a alguien, sea quien sea, así que se aleja del ruido, pero con los nervios se tropieza y se cae hacia atrás, cayendo accidentalmente dentro de la habitación de mi hermana menor, pero nadie se da cuenta de que ella se ha ido y todos ignoramos el portazo que se oye más tarde proveniente de la puerta del cuarto de mi hermana menor. Cuando nos damos cuenta de su ausencia decidimos buscarla por la casa, pero nunca encontraríamos más que su móvil y un charco de sangre en el cuarto de mi hermana. Decidimos entonces marcharnos de esta casa, en la que llevo viviendo trece de mis años, pero no tengo ningún miedo o pena a dejarla atrás. Bajamos al garaje para irnos lo más rápido posible en coche, pero no cabíamos todos en el ascensor, así que mis hermanas, mi prima y mi tío bajan al garaje en ascensor, ya que el resto debemos bajar por las escaleras, y al estar más oscuro es mejor que sean ellos quienes, en el peor de los casos, sobrevivan. Al bajar el primer piso oímos un chasquido y dos segundos después un fortísimo ruido. Bajamos corriendo al siguiente piso y miramos por el hueco del ascensor: el cable está roto, y los restos del ascensor se encuentran varios pisos más abajo. Entonces todos los que hemos contemplado el hilo colgante del ascensor lloramos. Sólo quedamos mi hermano, mi tío Hugo, mis primos Miguel, Irene y Víctor y yo. Seguimos bajando, y mi primo Víctor decide ir él por delante.
-Si oís algo raro corred, sin mirar atrás- dice, aún entre sollozos por la pérdida de su hermana pequeña, Helena, y su padre, Ernesto.
Seguimos bajando, y de repente pierdo a mi tío de vista, y se lo digo a Víctor, que, si lo que pienso es cierto, él es ahora el más mayor del grupo. Trata de decir algo, pero no puede. Ninguno de nosotros puede. Al fin llegamos al garaje y cogemos a toda prisa el coche de Miguel, y salimos del garaje a toda velocidad. Por suerte o por desgracia, nuestra casa se encuentra en un lugar abierto, lejos de la ciudad. Oigo el chirrido del motor y algo explotar. Antes de que cualquiera de nosotros pueda decir algo el coche comienza a realizar violentas acrobacias en aire, y caemos de lado.
-Irene, tienes que salir, eres la única que puede. A nosotros no bloquea el árbol-dice Miguel
-Está bien,- dice ella- pero enseguida os sacaré de ahí.
Tras forcejear con la puerta del maletero conseguimos salir los cuatro que quedábamos. Entonces noto cómo una mano se cierra alrededor de mi cuello y me levanta en el aire. Aunque no veo lo que me sujeta sé lo que es. Mis primos y mi hermano estaban paralizados.
-¿Q-qué e-eres?- Alcanzo a decir antes de que esa cosa me agarre todavía más fuerte. Aunque no lo vea sé que ahora mismo sonríe
-Pues…-comienza a hablar, aunque yo no sabía que supiese hablar- soy el espectro de esa casa. Llevas 13 años en ella. Los mismos que pasé yo. Tú eres mi objetivo, crío.
Me quedo perplejo. No sólo me había hablado algo que no veía, sino que me esa cosa me había explicado que iba a matarme.
-¿Por qué?- pregunto- ¿Por qué haces esto?
No creo que vaya a responder, pero ese ser me dejó en el suelo, sin soltar mi cuello.
-Porque, hace 223 del día de hoy, yo vivía allí. Decían que un demonio moraba en esa estructura, pero yo no hice caso a esas leyendas. Pero la leyenda resultó ser cierta. Aquel demonio que vivía en esa casa fue matando a mi familia, mi mujer, mi preciosa hija, mi queridísimo hijo… y a mí, de la misma manera de la que lo he hecho yo. En ese momento viví la muerte, pero no pude terminar mi viaje en ella. Aquel maldito demonio me obligó a servirle durante generaciones a cambio de devolverme a mi familia. Pero un día, tras 123 años de esclavitud maté a ese bellaco, creyendo que así mi familia regresaría, pero nunca lo hizo. Y 79 años después vuestra familia se asentó allí, como si esa casa le perteneciera. Os di 13 años de tiempo para abandonarla, el mismo tiempo que tuve yo para hacer lo mismo. Juré que nadie estaría en esta casa, ya que es el único recuerdo que tengo de mi familia. Así que, por ello jamás dejaré que salgáis vivos de aquí, tras haber profanado mi hogar. Os mataré con mis propias manos.
Tras decir esto, suelta mi cuello, y oigo el sonido del desenvaine de una espada. Lanzo una patada al aire con esperanza en retrasar su ataque y acierto a golpear el cuerpo de aquella criatura, que da un grito de rabia y se hace visible por fin. Lleva una armadura sin yelmo, que dejaba al descubierto su horrendo rostro. Entonces, en un momento de desconcierto por parte de todos, mi hermano se abalanza sobre mi agresor, y la espada de éste cae al suelo. Mis primos, mi hermano y yo tratamos de golpear al horrendo combatiente, ahora desarmado, pero nuestros esfuerzos son inútiles, ya que ningún golpe le afecta. Entonces se abalanza sobre el suelo para recoger su espada, pero yo me interpongo en su camino, y recordando lo poco que sé de esgrima, me levanto blandiendo la espada. Es una espada normal, de acero y sin abalorios. Salta hacia mí y lanzo un tajo al aire. Afortunadamente le acierto en el pecho, y esto sí que le hace daño. Cae de rodillas y yo, sin saber muy bien qué está pasando, cerceno su cabeza para asegurarme de que la pesadilla ha terminado. Entonces todo se vuelve negro y vuelvo a estar en mi cuarto de baño, pero sin caras en el espejo, que ahora está perfecto y sin rasguños, como siempre lo ha estado estos 13 años que llevo mirándome en él. Salgo y veo a toda mi familia comiendo. Todos están bien, todos están a salvo. Sé que todo ha ocurrido de verdad, pero al matar a aquel demonio he hecho que todo vuelva a la normalidad.
Espero que esta casa siga así durante otros 13 años y más
21 Febrero, 1992, 02:33:
FIN
Última edición por The Buddha el Sab Ene 28, 2012 8:21 pm, editado 1 vez en total.
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por The Buddha »

Anwar
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CAPITULO I : OTRA VEZ
Estaba soñando otra vez, era una de sus terribles pesadillas.Las sufría desde hacía unos cuatro años, en ellas solo veía muerte, tristeza y traición, ¿traición?, no lo sabía ni él.


Veía a Erika, la joven de cabello castaño púrpura y ojos profundos llenos de tristeza. La veía tan claramente que se estremecía tan solo de pensar que ella no se encontraba en vida.


De repente se despertó de un sobresalto, se giró y vio a un hombre alto, vestido con pesadas armaduras. Debía de ser un soldado, con la espada desenvainada. Seguramente estaba de guardia.


-¿Se encuentra bien señor?, he oído gritos, pensé que ocurría algo.


-Tranquilo no es nada-. El soldado se tranquilizó y envainó la espectacular arma.-¿Que hora es soldado?- preguntó Anwar mientras se secaba el sudor frío de la frente con un pañuelo y se levantaba de esa cama que tan incómodamente había tenido que soportar durante las últimas dos semanas.


-Son las cinco y veinte de la mañana, comandante Anwar- dijo el hombre mientras miraba el reloj de cuerda dorado que sostenía en su mochila.


Amanecía pronto en las vastas estepas centrales de este país; Yellocom. Hacía ya un mes que Anwar comandaba un regimiento de infantería en una misión de paz en esta nación, donde diez años atrás terminó una guerra civil interna muy dura que afortunadamente acabó con la unificación del país, gracias por cierto, a Selandia, la nación de Anwar. Esta misión consistía básicamente en pacificar unos pueblos del interior que no acataban las nuevas leyes, por eso, tropas Yellocomesas y Selandesas trabajaban conjuntamente para que no se desatara otro movimiento separatista en el país.


El campamento selandés se encontraba en una pequeña meseta de poca altura situado entre dos montañas de unos quinientos metros cada una. Hacia el sur, muy lejos, había la capital del país, hacia el norte la frontera con el país vecino, Madena. Las tiendas negras destacaban entre la vistosa estepa verde, se podían contar unas cuarenta y siete.


Anwar salió de la tienda para observar el panorama.Era un dia extraño, hacía algo más que frío, nuevas se avecinaban, lo podía oler en viento, verlo en el agua, o sentirlo en la luz. Algo malo pasaría, pronto. Pero de momento, demasiados problemas tenía como para pensar en esas cosas. Otra vez estaba más cansado al despertar que antes de dormir, otra vez había tenido pesadillas. Y otra vez, tendría que pelear y luchar y matar, cosas que odiaba.


-Comandante, ¿va todo bien?- la voz del soldado le hizo volver a la realidad de pronto. Anwar tardó unos segundos en asimilar las palabras, y en entender su significado. Le miro y asintió con la cabeza.


-Es hora de despertar a los demás. Tenéis cuarenta minutos, luego partiremos hacía la misión final- dijo Anwar señalando la montaña del este de su tienda.-Sí, señor, ahora mismo- respondió el soldado mientras sacaba una corneta y la hacía sonar. El agudo sonido fue mal recibido por todos. Unos se quejaban de lo mal que habían descansado, otros ni siquiera lo habían hecho. Poco a poco el centro del campamento fue llenandose de hombres, tapados por capas de lana a causa del frío de la mañana.


Cuando eran ya las seis en punto, Anwar se reunió con 2 hombres más en una tienda individual, enorme, cubierta de pieles de bisonte y ornamentada con preciosas correas de piel, la suya.


Se sentaron, y Anwar dirigió una mirada a los hombres.Uno era rubio, un rubio deslumbrante y extremadamente amarillo. El otro tenía unos rizos negros como el carbón. Los dos eran altos, jóvenes y bellos y ver sus contrastes era encantador.


-Bien chicos, este es el plan: Jax, comandarás tus hombres hacia la cima de la montaña este y asegurarás un perímetro- dijo Anwar hablándole al joven rubio, el cual asintió sin mediar palabra.-Yoreg, tu llevarás a los tuyos dando un rodeo al monte, y te quedaras abajo, por si el plan se tuerce, yo entrare en el castillo desde el sur; no debería haber problemas para negociar su rendición- dijo Anwar mirando hacía el exterior de su tienda, llevando la vista hasta llegar a la cima de la montaña, donde sobresalía un pequeño castillo de mármol negro, sucio y viejo.Lugar donde se encontraban los últimos reductos de una organización formada por miembros de diferentes poblados de la zona que tenían pensado conseguir un ejercito y derrocar la nueva monarquía establecida en el final de la guerra.


De lejos el castillo parecía abandonado, pero según las fuentes, unos mil hombres se encontraban adentro, era una pieza crucial para terminar con este movimiento.En el fondo sabía que la rendición jamás se produciría, tendrían que batallar.


-Pero comandante, ¿no es una estupidez atacar una fortaleza sin nada más que escaleras, sin armas de asedio?- reprochó el capitán Yoreg.


-No lo es, mis negociaciones no deberían fallar, capitán, espero no tener que entablar lucha con esos indeseables, perdería a muchos hombres-, respondió Anwar.-Además, por eso estarás tu allí abajo, por si necesitamos ayuda-.


-Sinceramente, pienso que es mejor esperar refuerzos de Yellocom, con armamento adecuado- insistió Yoreg. -Llevamos aquí semanas, y no hemos conseguido nada-.


-¡Oh, cállate ya Yoreg!, no queremos tomar ese castillo, somos defensores de la paz, no soldados, la tarea de destruir castillos es del ejercito, nuestro trabajo es la investigación y la mediación- exclamó el también capitán Jax.


-Cumpliremos con rigor las órdenes del consejo-, dijo Anwar dirigiendo una mirada profunda a Yoreg, el cual se estremeció al ver los ojos de su comandante.-Y tú aprenderás a aceptar quien manda-.

Yoreg no volvió a abrir la boca.


-Que la suerte os acompañe amigos y que Nauflys este con vosotros, esta es una misión importante, no debemos fallar-, finalizó el comandante.

Su forma de hablar era tranquilizadora, sus gestos y sus palabras inspiraban algo más que superioridad en sus siervos, era alguien famoso en toda la república selandesa, aunque no permitía faltas de respeto, ni desobediencia. Era muy implacable con los que no asentían las ordenes. Era un verdadero genio en combate, estrategia y sabiduría, y a pesar de su corta edad, poseía el segundo rango más alto de la orden Oshiri, el grado de caballero Oshiri Eryx. Era alguien de confianza para todos, un gran amigo, un destello de esperanza en estos tiempos dificiles, y sobretodo alguien digno de tener como aliado en una batalla.


Anwar tenía pensado atacar desde atrás, sabía perfectamente que los separatistas le darían batalla, pero confiaba en montar un pequeño sitio y negociar la rendición de los habitantes del castillo. El plan empezó a desarrollarse, Jax seguido de unos cincuenta hombres empezaron a ascender a través de la montaña. Después de esto, Yoreg junto a unos ochenta hombres caminaron cuidadosamente hacía rodear la parte trasera del monte. Anwar les observó con atención hasta perderlos de vista, acto seguido hizo una señal con la mano y los restantes hombres, unos cien, le siguieron, subiendo por un camino hasta llegar a la parte trasera del castillo.

Era cierto que no iban lo suficientemente preparados como para sitiar una fortaleza de esa magnitud. Apenas llevaban el típico armamento de la infanteria selandesa; lanza, espada, escudo y una fina cota de malla. Incluyendo el tradicional casco plateado fabricado en Gauge14 y en bronce.


Anwar caminó un poco más y ordenó a sus hombres estar alerta a cualquier ataque desde el castillo o alrededores. El joven avanzó con la mirada fija hacia las paredes oscuras de la fortificación y empezó a hablar.


-¡Sabemos que estáis aquí, rendiros y no morirá nadie más!-, el silenció se estremeció.-El rey Jorian III de Yellocom ha puesto recompensa a vuestra cabeza, todo el país anda detrás de vosotros, y vuestra pequeña rebelión ha sido sofocada, abandonad las armas, y tendreís un juico justo- el silenció siguió, -Oh, porfavor, si os queda un poco de honor aún, os rendiréis-. Anwar se temió lo peor.


-¡No hagáis esto más difícil, traidores!- gritó Anwar empezando a impacientarse.


-¿Por que no te metes en los asuntos de tu país, jodido Oshiri?-, dijo una voz que salía de la penumbra de la principal y única torre del castillo.Y de repente una flecha salió disparada de una habitación dando de lleno en Anwar, cayó al suelo como si de un árbol muerto se tratara.


-¡Comandante!- exclamaron sus hombres que corrieron hacía el desesperadamente.


-¡No!-, los detuvo, -estoy bien, seguimos con el plan. ¡Preparaos, formación tortuga!-, soltó Anwar con voz ronca y débil mientras se sacaba la flecha del hombro derecho, derramando un chorro de líquido rojo en sus ropas.


Al oír eso los combatientes sacaron los escudos de sus espaldas y se cubrieron con ellos, se juntaron unos con otros formando una barrera defensiva impenetrable. De repente, oyeron decenas de arcos soltando su munición desde el interior del castillo, provocando una nube de flechas que impactaron en las defensas selandesas. Anwar corrió a refugiarse detrás de una gran roca, poniendo así su vida a salvo. Las flechas caían sobre los escudos sin dañar los cuerpos, aunque unos tres o cuatro soldados fueron heridos por la descarga enemiga y abrieron huecos en la formación. Cuando el fuego de flechas cesó, Anwar salió de su escondite y sacó su espada.

Anwar era un hombre pacifico, pero en el momento que sacaba su arma, se transformaba.


-¡Adelante!- ordenó a sus hombres, que avanzaron con un grito de guerra hacia el enemigo. Empezaron a visualizarse enemigos que salieron de su escondite y se colocaron sobre la pequeña muralla de la torre, así mismo, otros se posaron sobre el muro que rodeaba el castillo, preparandose para la pelea.


-¡Las escaleras, sacad las escaleras!- dijo un soldado selandés. Y de entre la multitud salieron grupos que portaban enormes escalinatas , hechas a medida para el castillo días atrás. Los soldados las levantaron hasta que conectaron con la muralla, y dispusieron a subir por ella. Pero los enemigos no permitirían perder su castillo tan fácilmente, y rápidamente empujaron la primera escalera hasta que cayó al suelo, hiriendo levemente algunos desafortunados que se encontraban el rededor. Esa acción cambió la cara de Anwar.


-¡Que los arqueros despejen el camino, arqueros, ¡despejad la muralla!- dijo el joven caballero mientras se ponía nervioso al ver la poca efectividad de la misión.


Obedeciendo, dispararon varias veces acabando con algunos defensores, haciendo más fácil la subida de sus compañeros. Avanzaron, uno a uno, y con dificultad el primero consiguió por fin saltar en la muralla, donde tubo que luchar por su propia vida. Un segundo le siguió, pero rápidamente fue derrotado por los habitantes de la construcción, quienes luchaban con ferocidad ante la invasión enemiga. La frenética batalla estaba siendo dominada por los defensores. Los atacantes a penas duras conseguían llegar a las defensas separatistas y menos atravesarla. Anwar observaba, con nervios, tenía que pensar algo, de prisa, o perdería a cada uno de sus hombres.


Entonces se oyó un sonido poderosísimo. Era una explosión, algo muy raro de ver, ya que solo algunos Madenos tendían a utilizar cargas explosivas fabricadas con óleo y excrementos. Venía de la parte delantera del castillo. Anwar se desconcertó, al igual que todos los guerreros de la lucha, que miraron hacia el sur, de donde provenía un intenso humo negro.


-¡¿Que ha pasado!?- preguntó enojado el que parecía dirigir la defensa separatista.


-No lo sabemos señor, viene de la puerta delantera, donde se encuentra el almacén de oleo- le respondió un lancero.


-¡Rápido, llevate unos hombres y averigua lo ocurrido!- soltó el general enemigo.


-¡Sí señor!.


La batalla iba a reanudarse cuando Anwar ordenó a todos replegarse.


-¡Retirada, formad filas cerca de ese árbol!- gritó el comandante mientras corría hacia un lugar seguro, lejos del castillo. Todos obedecieron y se refugiaron junto a su general. La corta batalla había provocado dos docenas de bajas aliadas. Y unos pocos más estaban heridos.


El grupo se reunió entorno a un roble imponente y majestuoso.


-Chicos, no sé que ha pasado allí, pero el capitán Jax se encontraba a unos metros de la parte delantera, así que probablemente habrá visto con claridad lo que ha ocurrido-, de momento el soldado Jake y diez más se dirigirán al punto de encuentro con Jax y se informarán de los hechos, ¿de acuerdo?- dijo Anwar mirando a Jake.


-Claro señor- respondió con cortesía, -rodearemos el monte para evitar el fuego enemigo y averiguaremos lo ocurrido comandante- afirmó firmemente Jake, quien junto a diez hombres empezó a descender el monte para llegar al perímetro del capitán.


-Bien, suerte a todos, los demás nos quedamos aquí, atended a los heridos y alerta los centinelas- finalizó Anwar.


Por su parte, el joven caballero se sentó en una roca, y observó como los defensores del castillo iban desapareciendo en la oscuridad de la construcción hasta solo quedar unos pocos guardias. De repente, un intenso dolor le recorrió la mitad superior del hombro, y recordó que había sido herido. Rápidamente se quitó la armadura y observó la herida, profunda, no paraba de sangrar. Llamó a un médico que le atendió enseguida.


-Vaya, comandante, ha tenido coraje de quitarse la flecha solo unos segundos después de recibirla- afirmó con sorpresa el soldado. El cual se limitó a aplicarle un líquido desinfectante y vendarle la herida.



-Los Oshiri no sentimos dolor, nos educan para soportarlo- se rió Anwar mientras sufría el dolor del alcohol matando las bacterias de su herida, -almenos eso nos intentan hacer creer. El médico le devolvió la sonrisa y desapareció entre la multitud para ayudar a otros heridos.
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CAPITULO II: SIN RESPUESTAS
Algunos meses antes


-Lo siento Anwar, el consejo ha decidido.


-Pero maestro Luten, por favor, tenéis que ayudarme. Vos sois el más respetado del consejo, esta misión tiene que ser mía, estoy preparado para llevarla, soy lo suficientemente maduro- dijo Anwar dirigiéndose a un hombre de avanzada edad. Su rostro representaba a la perfección los estragos del tiempo. Pero inspiraba un aire a sabiduría y fuerza que seguro no había cambiado con el tiempo. Se encontraba sentado en un butacón de piel negra, vestido con una túnica negra y cubierto con una capa violeta.


-Yo no puedo hacer nada, mi palabra es solo una voz más en el consejo- respondió el anciano caballero.-Entiendo que te impulsen razones personales, ¿me equivoco?- siguió el viejo amablemente.


-No, es cierto maestro- dijo Anwar bajando la cabeza.


-Sé que has sufrido mucho desde que eras pequeño, primero tu madre, luego tu padre y finalmente Erika- dedujo Luten llevándose la mano a la barbilla.


Al oír eso, Anwar encogió sus hombros y se estremeció. Miró hacia la ventana, perdiendo la vista en los edificios de Karelia, la capital. El entramado de casas de color verde turquesa y marrón claro se fundía con los pocos rayos de luz del atardecer. El sol, tapado por las nubes, parecía una enorme naranja rosada. El cielo dejaba caer una fina capa de lluvia dorada que se convertía en bolas de cristal al chocar con los ventanales del parlamento republicano, sede del senado. La composición producía un espectáculo digno de un óleo del famoso pintor Marco de Greeniland.


Anwar se encontraba reunido con un maestro Oshiri Taryx, uno de los siete miembros supremos del consejo.


El templo Oshiri de Karelia, sede de los más de ocho mil caballeros de toda Selandia, era una enorme edificación de más de seiscientos años de antigüedad. La estructura era principalmente una formación cuadricular de cuatro niveles de altura, en el que sobresalían otras cuatro torres de unos cuarenta metros, cada una al borde lateral del templo. Por la extraña coincidencia de "cuatros" y por su forma, el templo era a veces nombrado como el cuadrilátero.


Todos los bordes de las paredes interiores estaban estampados de agradables frescos hechos por los mejores artistas del país, y de preciosos mosaicos formados por miles de piedras de colores traídas de las profundidades de las montañas de Gondawa. Fuera, el exterior del templo era color rojizo claro, atravesado por tres grandes líneas perpendiculares al techo de color azul marino.


-Anwar, lo siento, pero está decidido. Tu compañero el caballero Dossi será el encargado de ir a Yellocom y acabar con los rebeldes - dijo el maestro cortando los pensamientos de Anwar.-Si de verdad eres tan maduro como afirmas, despejarás tu mente, controlarás tus emociones y respetarás la opinión del consejo.


-Sí maestro y gracias- finalizó Anwar con voz pesada. Se levantó de su silla e hizo una reverencia al viejo Luten.


-No te olvides de meditar cada día: la clave para la eficacia es la claridad- afirmó el maestro.


Anwar asintió sin abrir la boca.


-Combatir el terrible mal que nos acecha es lo que debemos hacer. Como sabes, somos los guerreros más sabios de Asteria, sobrevivimos a los terribles cataclismos de la edad dorada, y desde entonces llevamos más de cuatro mil años velando por esta maravillosa tierra- presumió el viejo maestro. -Y ahora, un terrible mal se posa sobre el mundo. Puedo predecirlo- continuaba Luten.


Anwar apenas escuchaba.Se marchó de la sala y se adentró en un pasillo, el cual estaba provisto de grandes ventanas de cristal que daban al gran patio central del cuadrilátero: un enorme jardín bañado de fresca hierba verde y diferentes tipos de árboles y maravillosas flores. Lugar donde más de cuatrocientos caballeros diariamente, meditaban, conversaban y descansaban.


Pero no se dirigía allí, estaba cansado y estresado. Necesitaba aclarar la mente y las ideas, así que salió de prisa del templo y se dispuso a andar hasta su casa, no lejos de donde se encontraba.


Salir del templo era bastante agotador, pues nada másen la entrada había unas largas y enormes escaleras de mármol blanco, se podían contar unas doscientas. El portal del templo databa de hacía unos ochocientos años, tallado de un enorme roble Madeno, una madera muy preciada y cara. Tenía gravados laterales que contaban la historia de la orden Nauflys. En el centro, y de gran tamaño, había una figura que destacaba entre las demás. Era una especie de símbolo extraño. Un circulo grande, el cual tenia dentro otro de menor tamaño, en el centro había una cruz, y entre el espacio exterior de los dos símbolos había una serie de líneas que iban de una parte del interior del circulo grande al exterior del círculo más pequeño, formaban una especie de sierra. Este era el emblema de los antiguos guardianes del orden y la estabilidad de Selandia, los caballeros Oshiri.


-¡Espera Anwar!- exclamó una voz que venía de lejos.


Anwar se giró y vio al autor del grito. Se sorprendió bastante al descubrir de quien se trataba.


-Senador Lotto- respondió Anwar mientras le ofrecía una cordial reverencia.


-Te estaba buscando Anwar- dijo el senador mientras le devolvía el saludo.


Mabel Lotto era el senador representante de la región de Yalinca. Uno de los veinticuatro miembros del senado selandés dirigidos por el cónsul republicano, el encargado de governar el senado y el país.


Lotto presumía de ser infalible en cuanto a negociaciones políticas, y su confianza en si mismo no era fruto de arrogancia, no. Era verdaderamente increíble verlo discutir con los demás miembros del senado, pocos conseguían vencerle en un debate. Y aunque era una gran persona y no peor amigo, también era, ante todo, político y no le importaba tener que usar todo tipo de trapos sucios o mentiras y chantajes con tal de complacer aquellos que financiaban sus campañas.


A todo esto se añadía que, según contaban, era algo mujeriego y ya tenías al personaje mediático de turno que estaba en lengua de todas las bocas ricas y morbosas de la ciudad.


-¿En que puedo ayudarle señor?- Preguntó Anwar amablemente.


-En realidad soy yo el que quiere ayudarte- le respondió el político.


Anwar frunció el ceño desconcertado.


-Eres excepcional Anwar- siguió el político.-Eres sin duda uno de los caballero Oshiri más dotados que he conocido nunca. Tienes fuerza, sabiduría y amabilidad. Y como ya sabes, yo era un gran amigo del difunto maestro Gerard, tu padre. Me recuerdas tanto a él- Anwar escuchaba tristemente al recordar a su querido padre.-Me he percatado de tu rechazo de la misión en Yellocom- continuó Lotto.


-Así es, y lo siento en el alma, pero debo respetar la decisión del consejo- aclaró Anwar con pesadumbre.


-Esta acción te honra amigo, aun así, creo que te encantaría que los maestros cambiaran de opinión- intuyó el senador.


-No voy a mentirle, es cierto, pero me temo que ya nada se puede hacer- respondió el caballero.


-Yo creo que sí, en eso puedo ayudarte- dijo Lotto sonriente.


Anwar le miró sin entender demasiado.


-El consejo es quien elije a los Oshiri para las misiones, sean conjuntas con el ejército o no- explicó Anwar tras pensar un poco.


-Sí, sí, lo se- cortó el político.- Pero yo podría hablar con ellos, quizás lograra convencerles.


Anwar no supo qué decir. Por una parte le encantaba la idea de que podría volver a tener esperanzas en el asunto, la ayuda de un senador no la tienen todos. Pero por otra parte no lograba entender los motivos de Mabel. ¿Caridad, pena o pura simpatía? No lo sabía. Finalmente cortó por lo sano y se limitó a dar las gracias.


-Ahora me temo que debes disculparme Anwar, tengo asuntos que atender y se está haciendo tarde- dijo el senador mientras se acercaba a un carruaje negro. El chófer bajó y le abrió la puerta.


-Faltaría más señor- respondió Anwar intentando demostrar su cordialidad tanto como pudo, incluso demasiado.


Mabel Lotto se limitó a devolverle la sonrisa y subió al carro. El vehículo empezó a avanzar hasta perderse entre el constante tráfico de la capital.


Anwar caminó hacia su casa mientras los últimos rayos del crepúsculo pintaban un cielo espectacular en Karelia. Pasó por el teatro real que destacaba entre las mansiones más adineradas de la ciudad en la plaza Casio. Llegó a las avenidas del mercado popular dando un rodeo al majestuoso auditorio nacional. En las escaleras de entrada al edificio había numerosas personas vestidas de gala esperando a entrar y poder gozar de las más encantadores sinfonías del gran compositor Dakan.- Claro, es viernes- se dijo Anwar a sí mismo., justificando así la extraña aglomeración de gente en la escalera.


En realidad lo ignoraba, el arte y la música no le importaban en ese momento. Ni las artes mas escénicas de la actualidad, ni la burguesía, ni sus cenas elegantes ni sus cotilleos. Ni nada de lo que se hablaba últimamente en todo el país.


Anduvo a través de los estrechos callejones de las avenidas, donde los últimos vendedores recogían su mercadería para irse a casa y tomarse su merecido descanso.


En ese momento estaba fuera de la realidad. En su mente solo rondaba el asunto del rechazo. En condiciones normales, se habría sentido realmente aliviado al no tener que viajar hasta los confines de la tierra para arriesgar su vida comandando cuatro infelices soldados. Pero esa vez era distinto. Su madre era originaria de un pequeña villa de Yellocom, casualmente en la misma región en que se debía cumplir la tarea de sofocar una rebelión o algo por el estilo. No tenía intención de visitar ese pueblo, ni tampoco a ninguno en particular. El solo quería la misión, sabía que de ser así tendría que cumplir las ordenes al cien por cien. Poco podría hacer de más en esa tierra salvo cumplir su cometido. Pero algo le impulsaba, alguna fuerza superior a el le decía que tenía que ir. Fuese por su fallecida madre o por curiosidad. Se sentía en deuda con ese país y su gente. Al menos intentaba darse motivos.


Nunca había ido, y seguramente quería ver con sus propios medios la grandeza y belleza de las montañas blancas y celestes ríos que su madre incluía en los tiernos cuentos que eran entusiasmadamente escuchados por Anwar antes de dormir. Recordar esos tiempos lo hizo soltar una lágrima.


Intentó alejarse de esos pensamientos y mirar con buena cara el no tener que pelear. Todo en vano. Otros pensamientos le invadieron. Recordó lo poco que le gustaba la guerra y sus consecuencias. Y encima, desde la aprobación del decreto cincuenta y seis del ministerio de defensa en el senado, los Oshiri se encargaban de dirigir destacamentos, fuesen de infantería o marines. Teniendo así otro rango más, aparte del original, como general. Cumpliendo de esta forma una doble función, pacificar, y luchar. Dos conceptos tan distintos en significado y tan cercanos en valor. Más aun en estos difíciles tiempos de inestabilidad mundial.


Una fría ráfaga de viento le devolvió al mundo real. Paró de andar. Miró al cielo, ya oscuro, bañado de brillantes estrellas. Lentamente se situó, estaba a escasos metros de su casa. Se encontraba en la calle mayor, y no parecía haber signos de vida. En la penumbra de los desgastados edificios había toda tipo de mendigos y pobres desgraciados, pensando en momentos mejores y lamentando su terrible suerte.


Por fin llegó a la puerta de su casa.


Se trataba de una tradicional casa señorial de ladrillo de barro adosada entre dos casas abandonadas y medio derruidas. Herencia de su abuelo materno, se había instalado en esta pequeña y espaciosa mansión cerca del centro de la ciudad desde la muerte de su padre, hacía ya 3 años. Símbolo del poder de la burguesía en la calle mayor, tiempos atrás, esta particular casa antigua destacaba entre edificios destruidos por el abandono.


Sacó una enorme llave de hierro y abrió con algo de dificultad la considerable puerta de madera maciza. Entró y caminó por un pasillo central hasta llegar a un salón lleno de muebles raros y sillas curiosas. Giró a la derecha y entro en su habitación.


Ahora vivía solo, solía tener un criado llamado Arfhon que se ocupaba del mantenimiento de la casa en su ausencia y de preparar las comidas diariamente. Pero había muerto hacia poco debido a una extraña enfermedad hereditaria. Por lo que ahora sí que estaba completamente solo. Aun así la casa estaba muy ordenada y limpia, ya que Anwar apenas usaba su habitación y la cocina. Todo lo demás estaba siempre desértico.


Encendió unas velas. Se desvistió rápidamente, cayó en la cama y se dispuso a dormir. Pero no podía, aun pensaba en todo el embrollo que había sufrido. En esos pensamientos estaba cuando le vino a la mente el asunto de Lotto otra vez. ¿Por qué le quería ayudar? ¿Era solo otra de sus terribles y maquiavélicas artimañas para conseguir votos? ¿Había algo detrás de todo? Tampoco es que fuese para tanto, pero el misterioso senador le intrigaba. No lograba dar con las piezas de ese puzzle que tenía en la cabeza.


Decidió dejar de pensar en eso y hacer caso por una vez al viejo y sabio Luten. Despejó su mente de cualquier pensamiento y logró dormirse.


Por la mañana se despertó terriblemente cansado. Estaba empapado de sudor. Había vuelto a soñar con ella, Erika.


Se incorporó y se llevo las manos a la cabeza, mirando al suelo. Intentó recordar el sueño. No pudo evitar romper a llorar. Lo hizo durante casi una hora, puede que más. Como si fuera un niño que ha perdido a su madre en la calle, o peor aun. Solo pensar en ella le provocaba un terrible dolor, como si un enemigo le hubiese abierto el pecho en canal y sacado uno a uno todos los intestinos. Cuando las lágrimas cesaron, se levantó y se vistió con lo primero que encontró.


Fue a la cocina y bebió un poco de agua, suspiró y volvió a beber. Miró la hora, eran las diez en punto.


Entonces escuchó un sonido en la puerta. Caminó hacia ella y vio que le habían dejado una carta. Abrió la puerta y miró la calle, estaba llena de gente pasando de un lado a otro, con comida, con animales. Madres con sus hijos, vendedores ambulantes, carruajes a diestro y siniestro. Observó detenidamente a su izquierda y vislumbró al cartero a lo lejos. Se tranquilizó y entró en casa otra vez.


Recogió la carta del suelo y la examinó detalladamente. Llevaba un sello de la república.-Senador Mabel Lotto- leyó en voz alta Anwar.


Cuando la acabó de leer no se lo podía creer, dejó caer la carta al suelo y a punto de caer estuvo el también. Buscó rápidamente un sitio donde sentarse. ¡Le habían concedido la misión de Yellocom!


En vez de buscar respuestas y meditar sobre el extraño cambio en la decisión del consejo, Anwar se limitó a gritar desmesuradamente de felicidad. Sin duda esa carta le había alegrado el día.


Se vistió lo más deprisa que pudo y salió corriendo hacia el cuadrilátero para confirmar la noticia.


Llegó en unos quince minutos, subió las escaleras corriendo.


-Felicidades Anwar- le dijo un caballero que pasaba a su lado.


-Eso, enhorabuena, esa misión te viene de perlas- dijo otro Oshiri sonriendo.


Anwar a penas los escuchaba y se dirigía a toda prisa al encuentro del maestro Luten.


Entonces se dio cuenta que no sabía donde estaba, así que decidió ir a la habitación de debates numero 7 donde solía estar el viejo maestro.


Corrió hacia allí y cuando se disponía a entrar oyó gritos. Dudó un momento en si llamar a la puerta, pero su curiosidad le hizo escuchar lo que decían.


-¡¿Cómo podéis hacerme esto?!- gritaba con fuerza una voz.


-Tranquilízate por fav…


-¡Es injusto, un insulto a la orden Oshiri!


Parecía una conversación entre dos personas. Uno era claramente el maestro Luten, el otro era un joven, le resultaba familiar. Pero no sabía quien era. Cuando intentaba descifrar algo más, alguien le llamó.


-¡Anwar!- gritó una chica con gafas que corrió hacia él.


-Oh, lo que faltaba...- pensó Anwar. –Hola Elisa- dijo, con una falsa sonrisa en la cara.


-Ya me he enterado, enhorabuena…- dijo la peculiar chica mientras sonreía, dejando entrever unos dientes realmente asquerosos.


-Gracias Elisa, pero es que ahora estoy un poco ocupado, ¿te importa?- respondió Anwar intentando quitársela de encima.


¿Qué haces?- preguntó la curiosa Elisa.


-Eh, nada, espero al maestro Luten- se excusó.


-Bueno, si estas ocupado…


-Sí, lo estoy- dijo riéndose para no ofenderla. –Quizás en otra ocasión podamos hablar, ¿vale? Además, debes estar muy ocupada en tus asuntos.


-Claro, bueno, entonces nos vemos en otro momento- dijo desconcertada sin dejar de sonreír.


-Por supuesto, venga- insistió Anwar mientras le empujaba la espalda.


Cuando la chica se hubo alejado lo suficiente para no poder observarle, la puerta se abrió fuertemente.


Para sorpresa de Anwar, el que salió no era otro que Dossi, el anterior encargado de la misión. El joven de larga melena castaña y ojos negros y profundos parecía enfadado. Anwar lo entendió todo en ese momento. La discusión con Luten.


-Vaya, mira quien tenemos por aquí, el favorito de Lotto- dijo sarcásticamente Dossi.


-Hola amigo, te juro que yo no he ten…


-¡Cállate!, ya tienes lo que querías, no des el coñazo- le interrumpió realmente enfadado.


En una situación normal Anwar habría respondido su mala educación, pero estaba demasiado exhausto como para discutir con Dossi, el cual se limitó a dirigirle una mirada terrible que habría helado al más duro de los guerreros y se marchó.


Anwar no le dio importancia al asunto, y entró a hablar con Luten.


-Hola Anwar- dijo sonriente el viejo maestro.


-Hola maestro.


-¿En que puedo ayudarte?


-Veréis...


-Tranquilo, ya sé a lo que vienes- cortó Luten.- Enhorabuena por cierto.


-¿Entonces es verdad?


-Claro Anwar. ¿No estás contento?, es lo que deseabas.


-En parte sí, pero...


-¿Que pasa?


Entonces Anwar dudo en si explicarle su duda acerca de Lotto. Seguramente ya lo sabía, pero aun así le provocaba cierta grima. Quizá el maestro no tenía ni idea de que Anwar supiera que el senador le había ayudado. Así que prefirió dejar ese tema por el momento, y le contestó.


-Pues, que, estoy contento por poder ir, pero como vos sabéis, no me gusta la idea de que tenga que luchar.


-Oh, es cierto, nunca me has explicado porque odias tanto la guerra.


Anwar se lo quedó mirando sin decir nada.


-La guerra es cruel, injusta y dolorosa- respondió finalmente.


-Cierto, todos sabemos que es así. Pero a veces es necesaria para llegar a la paz.


-Las negociaciones deben ir mucho antes que la guerra.


-Es verdad. Y como sabes, los Oshiri somos partidario de negociar la paz antes de hacer la guerra. Es lo primero que enseñamos a los alumnos, negociar.


-Pues me temo que esas enseñanzas son nefastas.


Luten cambio su cara de bondadoso y se puso serio.


-Cualquier Oshiri es a su vez un maestro enseñando a negociar. ¿Dudas de nuestra sabiduría?


-En absoluto. Pero de lo que si dudo es de nuestra eficacia. Llevo apenas cinco años siendo un Oshiri, pero he peleado numerosas veces por el simple hecho de fallar en las "negociaciones".


-¿Ahora también odias a los hombres que te enseñaron?- preguntó perplejo Luten.


-Los maestros Oshiri me enseñaron a pelear, a entender la paz y a meditar. El único que me enseño a pensar fue mi padre. Y eso es lo que estoy haciendo- dijo Anwar secamente.


El viejo maestro no dijo nada. Anwar continuó.


-No odio a los Oshiri. Solo odio a la guerra y a los hombres que la hacen.


-Explicate, joven caballero.


-Los hombres son destructivos. Incluso nosotros, los guardianes de la paz- dijo Anwar. Así están hechos los hombres: por una razón misteriosa se ven dominados a intervalos regulares por un frenesí sanguinario, una embriaguez violenta a la que son incapaces de resistirse. Se encuentran en vastos campos abiertos formados uno al lado de otro y luego a una señal, a un toque de trompeta o tambor, cargan contra las filas enemigas donde se hallan reunidos otros hombres que no les han hecho nada malo y se lanzan al ataque gritando con toda la fuerza de que son capaces. Gritan para vencer el miedo que los atenaza. Momentos antes del ataque muchos se ellos tiemblan, tienen sudores fríos, otros lloran en silencio. En ese momento esperan la muerte, envuelta de negro que pasa invisible entra las filas mirando con sus cuencas vacías a los que van a caer enseguida, luego a los que habrán de morir a continuación y, finalmente, a los que morirán los días después por las heridas sufridas. Sienten su mirada sobre ellos y se estremecen.


Anwar hablaba y el maestro Luten no daba crédito a lo que oía. -¿Como un chico de veinte y pocos años puede hablar así de la guerra y de los hombres?- se preguntaba.


-Ese momento es tan insoportable que si durara más los mataría- continuó el joven caballero. Ningún comandante lo prolonga más del mínimo necesario: en cuanto puede desencadena la lucha. Recorren el terreno que los separa del adversario corriendo velocísimos y luego se lanzan sobre los enemigos como golpes de mar contra los acantilados. La colisión es espantosa. En los primeros instantes el derramamiento de sangre es tal que el terreno se impregna completamente de ella. El hierro de hunde en la carne, las mazas quiebran los cráneos, las lanzas traspasan los escudos y corazas partiendo el corazón, desgarrando el pecho o el vientre. Es imposible resistir por mucho tiempo a semejante tempestad de furia. Sí, esta es la locura de los hombres.


-Amigo, ¿te das cuenta que cuando criticas los haceres de los hombres te estas incluyendo?


-Por supuesto. Yo no soy mejor que ellos. He matado y sufrido por igual. Y sin embargo no hay un solo día en que pueda evitar odiarme. Siento odio y repulsión hacia mi mismo por el hecho de estar aquí vivo, y los miles de inocentes en un lejano territorio abandonados a los cuervos. Me odio desde el día que maté a mi primero, desde el día en que me enseñaron a pelear y a dirigir peleas. Me odio desde el momento que supe que tendría un gran funeral cuando mis camaradas son o bien devorados por los carroñeros o bien hundidos en el mar.


-No debes odiarte Anwar, ni a ti ni a los tuyos. La muerte es una cosa inexplicable.


-Pero la guerra si tiene una explicación: la estupidez humana.


-Nosotros somos diferentes, usamos nuestra fuerza para el bien.


-¡Ah!, estoy harto de oír esas memeces. Lo único que nos diferencia a nosotros del resto es que nos justificamos. Que tenemos "motivos". No somos más que simples siervos de la guerra.


-Entonces no debiste escoger esta vida.


-Yo no la escogí. Tuve la suerte de tener un padre tan rico y sabio que se creyó capaz de decidir por mi. -Es tu destino, hijo- me decía cuando le reprochaba tener que entrenar la espada.


-Anwar, no intentes justificar la guerra. La guerra es un hecho cruel. Pero debemos ser atentos y escuchar a Nauflys. Ella nos guiará.


Anwar prefirió callar. Se había adentrado demasiado en temas delicados. Y sabía perfectamente que el maestro Luten no se encontraba hoy del todo bien. De lo contrario le habría hecho callar con cuatro cultas y sabias palabras carentes de significado. Decidió preguntar al fin sobre Lotto.


Estuvieron hablando toda la mañana, pero Anwar no consiguió sacar nada en claro sobre la nueva decisión del consejo, ni si Lotto había tenido nada que ver. Aunque resultaba bastante obvio. Solo sabía que en seis días tomaría el mando de tres galeras y trescientos hombres y se aventuraría en la misión que tanto había deseado. Y su alegría por ver esa tierra era tan grande que no se dio cuenta de que en este asunto había algunas preguntas sin respuesta.
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CAPITULO III : CAMARADA PELENC


Pasaron varios minutos hasta que Anwar se dio cuenta de que le estaban llamando.

-Comandante- dijo una voz- ¿se encuentra bien?

Estaba sumergido en sus pensamientos. Recordando sucesos anteriores a aquella mañana fría, en la que se encontraba sentado cerca de un árbol junto a ochenta soldados. Mirando al sur, a unos escasos trescientos metros, había un castillo negro.

-¿Señor?- insistió la voz.

-Sí, sí...- respondió débilmente Anwar.

-Comandante; Jake y sus hombres no han vuelto aún- dijo la voz que provenía de un soldado.

Anwar no contestó. Se levanto con dificultad de la roca donde estaba sentado e hizo unos estiramientos con el hombro.

-¡Ah!- exclamó Anwar al recordar el dolor de su herida.

-Comandante, ¿no le preocupa que haya podido pasarles algo?- volvió a insistir el soldado.

-¿Hm?, Ah, pues...- soltó disimuladamente Anwar sin saber que responder.- ¿Qué hora es?

-Las diez en punto señor- respondió.

-¿Que?, ¡pero si partieron hace dos horas, solo tenían que llegar a la posición de Jax y averiguar sobre la explosión!- gritó Anwar.

Entonces, a lo lejos, viniendo desde el castillo, aparecieron unas difuminadas siluetas que avanzaban hacia el puesto selandés. Poco a poco se hicieron más visibles. Eran guerreros enemigos, unos veinte para ser exactos.

Los selandeses empezaron a murmurar cosas como “¿Qué vienen a hacer?” o “¿Quieren atacarnos con tan pocos hombres? Sonaba constantemente la incertidumbre con esas preguntas entre las filas de Anwar. Aunque eran mucho mayores en numero, les extrañaba esa situación.

-¡Silencio!- ordenó Anwar.-Mantened la calma.

Aunque ordenabau calma, el también olía el mal cocido de este asunto.

Entre la muchedumbre de enemigos, destacaba una figura. Parecía un prisionera, y era llevado a rastras por dos separatistas.
-¡Es Jake!- gritaron con sorpresa varios selandeses casi al mismo tiempo.

En ese instante los enemigos levantaron una bandera blanca rota, por varias partes, y sucia.

-Quietos- dijo Anwar al ver ese signo de paz.

Finalmente los separatistas llegaron frente los selandeses. Solo treinta metros los separaban y las miradas de odio e ira no faltaban, como siempre.

-Saludos, general selandés- dijo cordialmente el que parecía comandar esa expedición mientras se acercaba Anwar.-Venimos a negociar la vida de este camarada vuestro que, por desgracia, pasó demasiado cerca de nuestros arqueros.

-Eran más- dijo Anwar sin saludar.

-Exacto; “eran”.

Anwar al oír eso se temió lo obvio. Jake era el único superviviente.

-Bueno, estamos dispuestos a devolveros a este hombre a cambio de comida para nuestros hambrientos soldados. Hace meses que no comemos en condiciones- aclaró.

-¿Solo esto?

-Y por supuesto, que entreguéis las armas y abandonéis estas tierras que, por cierto, no son de vuestra gran nación y por lo tanto, lo que pase en ellas, no os debe importar más de lo necesario.

-Tenemos órdenes de investigar este castillo y detener vuestros intentos de rebelar los pueblos del interior.

-Y nosotros tenemos órdenes de mantener este castillo y reclutar hombres para Pelenc.

-¿Pelenc?, así que este es el llamado “separatista”. Lo conozco, hijo de un general confederado en la guerra civil. Ahora busca crear una nueva confederación y repetir lo que pasó apenas hace 10 años.

-Más o menos. Se nota que eres un Oshiri- sonrió el Yellocomés.-Pero por desgracia, por mucho que sepas no puedes detener nuestro avance. Estamos artos de ese Jorian, quien vive de nuestros impuestos y no hace nada para sacar el país de la profunda crisis. Vosotros no podéis entenderlo, vuestra república funciona muy bien, tanto que os permitís meteros en los asuntos de otras naciones.

-Yellocom es el mejor aliado que tiene Selandia. Hace diez años ya ayudamos a Jorian y ahora lo volvemos a hacer. No permitiremos que otra guerra azote este país, eso te lo aseguro. También te aseguro que como no entregues a este prisionero, me ocuparé de ti personalmente.

-Vaya vaya, parece que no se puede discutir contigo. Está bien, si quieres arriesgar tu vida y la de tus hombres para ayudar a ese rey, hazlo, pero que sepas que hay asuntos que escapan a tus posibilidades. Y aunque destruyas este castillo y los hombres que habitan en el, la rebelión está mucho más avanzada de lo que crees. Pelenc pronto reclutará un ejército y derrocaremos de una vez la estúpida monarquía tirana de Jorian III. Y ni tu ridícula orden Oshiri, ni tu amada república podréis hacer nada al respeto.

De repente sacó una daga y agarró al prisionero Jake.

-¡Dios salve a Pelenc!

-¡No!- exclamó Anwar.

Anwar tuvo que cubrirse la cara para evitar que se empapara de la sangre del pobre Jake. Con las manos ensangrentadas y la mirada de un loco, el verdugo de Jake atacó entonces a Anwar sin piedad, aprovechando el shock de este al ver el degollamiento de su camarada. El hombre se le tiró encima haciendo que los dos cayeran al suelo fuertemente y empezaron a forcejear.

Mientras Anwar intentaba reducirlo, los selandeses fueron a socorrerlo. Los separatistas hicieron lo suyo y, desenvainando sus armas, envistieron sin temor a la muchedumbre selandesa. El estruendo del acero al chocar con otro fue terrible. En la primera fila ya podían contarse media docena de bajas por cada bando.

Anwar, por su parte, luchaba con aquel insaciable hombre que intentaba arrebatarle la vida como perro que lucha por su hueso. Finalmente, golpeándolo con su zapato en la barbilla, consiguió quitárselo de encima. Como un rayo, desenvainó su espada al mismo tiempo que el se incorporaba y hacía lo mismo con la suya. La batalla duró poco, de un mandoble de muñeca desarmó a su enemigo y de otra estocada le abrió el pecho. El general separatista cayó al suelo entre gritos de dolor. Anwar se acercó, se agachó y le miró. Agonizando, pronunció unas ultimas palabras: -Dios s-salve a Pelenc-, y entonces murió. Anwar no se había acabado de levantar cuando fue atacado por otro Yellocomés. Lo esquivó, haciendo que este cayera a tierra. Con rapidez, se levanto y, con gran destreza, venció a otros cuantos enemigos. Finalmente sus tropas acabaron con todos los separatistas gracias a que eran muchos más en numero. No quedó ni uno.

Un soldado corrió hacia Anwar.

-Señor, ¿está herido?

-Si, pero no de esta batalla, tranquilo. ¿Ha habido bajas?

-Me temo que si, diez muertos y otros tantos heridos leves. ¿Qué ordena ahora?

-Deberíamos reunir a toda la división, separarnos fue una mala idea me temo, se ve que estos bastardos conocen bien el terreno. Probablemente Jake y los demás fueron sorprendidos por una patrulla de reconocimiento. Reúne a todos Arieo.

-En seguida comandante.

Los selandeses formaron filas y avanzaron por orden de Anwar, por un sendero que rodeaba la montaña a fin de llegar al puesto del capitán Jax, cerca de allí.

El sol se alzaba a lo alto de las dos montañas que sobresalían en la enorme estepa Yellocomesa. Caminaron entre verdes matojos y altos pinos sin perder de vista el castillo en ningún momento. Hacía ya cuatro meses que habían zarpado de Karelia junto con tres galeras y trescientos soldados. También acompañaban a Anwar, el capitán Jax y el capitán Yoreg, los dos con grado de caballero Oshiri, un grado inferior que Anwar. Avanzaron por el este hacia llegar al lugar donde se suponía que iba a haber los hombres de Jax, pero no había nadie. El sitio era una pequeña llanura entre grandes rocas. Justo mirando al sur, hacia arriba, estaba el castillo. Así pues, era el lugar correcto.

-Que extraño comandante, aquí no hay nadie-dijo Arieo.

-Muy extraño sin duda- quizás no hayamos equivocado, pero le ordené a Jax quedarse por esta zona, por si necesitábamos refuerzos…

De repente se oyó un grito espeluznante, de dolor, provenía de las filas selandesas.

-¿Qué ha pasado?- preguntó gritando Anwar.

Antes de que nadie respondiera, sonó otro grito del mismo tipo. Y un tercero, y un cuarto y más.

-Señor, nos atac…- Arieo no pudo terminar la frase, fue atravesado por una enorme lanza por la espalda.

Desde el cielo, empezaron a caer numerosas flechas y lanzas, masacrando a los indefensos selandeses que morían antes de poder hacer nada.

Anwar tomó un escudo y se protegió. La matanza continuó hasta pasados unos minutos. Anwar, con miedo, sacó su cabeza del escudo en busca de supervivientes, pero solo encontró muerte y sangre. No había quedado ni uno en pié. Estaba observando con horror la grotesca escena e intentando ver si quedaba alguno con vida, cuando fue golpeado por detrás. Quedó inconsciente.



Mientras tanto, en Selandia…

-Todo ha salido tal como planeábamos, Adam. Acabo de recibir noticias de Anwar en Yellocom, hace unas semanas, después de vencer a una pequeña flota pirata alrededor de la isla de Winiesla, cerca de la costa Yellocomesa desembarcó por fin sus tropas. En estos momentos ya habrá llegado en el interior del país, donde tiene ordenes de encontrar a unos aliados de Pelenc y sofocar unas pequeñas rebeliones.

-¿Piratas?

-Al parecer, habían zarpado de Winiesla en dirección sur, hacia el archipiélago Talko, donde se dice, que los separatistas están reclutando un enorme ejercito con intenciones de atacar a Jorian.

-Ya veo, así que Anwar los venció, ese chico nunca deja de sorprenderme. Esperemos que pueda cumplir sus ordenes, y la región central de Yellocom no se una a la causa de Pelenc. ¿Dices que los separatistas se reúnen en Talko?

-Así afirman los siervos de Jorian, esto ha causado gran revuelo en la CTC. Madena ya ha tomado acciones al respeto. Ha enviado a un gran ejercito hacia Apak.

-¿De cuantos hombres estamos hablando?

-Unos ocho mil, al menos así lo afirman en el senado.

-Vaya, nos esperan tiempos movidos. ¿Qué piensa el senado de todo esto?

-Destruir a Pelenc es primordial, Yellocom no puede permitirse otra guerra civil. Eso empobrecería más aun el oro Yellocomés.

-Me extraña que Madena sea el primero en moverse. Parece que incluso el propio Jorian no sabe que hacer.

-Jorian esta perdido, sumido en la tristeza de la muerte de su esposa, no está en condiciones de manejar semejante contratiempo .Esta situación favorece mucho a Adalgiso, siempre ha querido dominar a todo lo que existe. Probablemente tomará el control de Yellocom.

-No sin la aprobación de la CTC, Gondawa y Víacom aun tienen mucho que decir, recuerda que sin el oro Viacomés, no hay empresa Madena que valga.

-Sabemos que Adalgiso tiene el ejercito más grande y mejor preparado de la confederación.

-Cierto, aun sigo sintiendo que Greniland y Selandia estamos siendo apartados del mapa por Madena. Solo porque no estamos en la confederación.

-Más que cierto, amigo, Selandia no necesita firmar ningún tratado comercial con el territorio central, nos valemos por nosotros. Por suerte, sabemos hacer amigos, y Jorian, aunque incapacitado, es el mejor aliado que tenemos.

-Bueno, esperemos que Pelenc sea derrotado y Yellocom vuelva a brillar como lo hacía. Ahora me tengo que marchar, adiós.

-Adiós amigo.


Volviendo a Yellocom…

Anwar despertó con un enorme dolor en la nuca. Miró a su alrededor, estaba en el suelo de una pequeña habitación a oscuras. Intentó ponerse en pié, pero falló. Tras varios intentos, finalmente se incorporó, con ayuda de la pared. Trató de vislumbrar algo, pero no pudo, todo estaba demasiado oscuro. En ese instante, una puerta se abrió y la habitación se iluminó, era un calabozo. Entraron tres hombres vestidos de negro. Lo levantaron y uno de ellos empezó a hablarle.

-Saludos, Sáydis Anwar, caballero Oshiri Eryx, comandante del ejercito selandés. Estaba deseando conocer al hombre que combatió y derrotó a los piratas de Lusio. Debo decir que eran unos excelentes aliados para mí, te debo una.

-¿Q-quien eres?- preguntó con dificultad Anwar.

-Oh, ¿no me conoces?, creía que tenías una misión, vencer a los separatistas de esta región y detenerme. Nunca os he entendido, a los Oshiri, siempre metiéndoos en los asuntos de los demás. Por vuestra culpa la antigua rebelión perdió la guerra, pero esta vez no, esta vez ni el reyJorian, ni la confederación del territorio central, ni vosotros podréis detenernos. Esta vez ganaremos, ha llegado la hora de que Yellocom ocupe el lugar que le corresponde.

-¿P-pelenc?

El hombre que hablaba empezó a reír. Junto con los otros dos, salió del calabozo y cerraron de nuevo la puerta.

-¿No os preocupa que sepa quién sois, señor?

-¿Qué más da?, de todas formas no saldrá vivo de aquí. Mañana a primera hora quiero que haya confesado, ya me entendéis. Yo tengo que coger un barco hacia Tolka, nuestra cruzada está llegando a su momento clave, espero que ese bastardo rey haya cumplido con lo que acordamos. No me gustaría tener otra nación como enemiga.

Mientras hablaban llegó otro hombre.

-Señor, ha llegado vuestro invitado.

-Bien, bien, que pase.

-Buenas, Pelenc, veo que has hecho lo que te ordené.

-Claro que si, yo siempre cumplo lo que prometo. Lo malo es que ese maldito Anwar derrotó a unos cuantos camaradas.

-Un precio digno de pagar, amigo, pronto, juntando tus fuerzas con las mías, tendremos el mayor ejercito que nadie ha imaginado jamás. Ese Jorian no tendrá nada que hacer.

-Pero, que hay de Selandia, parece que no estan dispuestos que Jorian sea destruido. Sería un problema si esta guerra se extendiera más allá de las fronteras.

-Tranquilo, yo me encargaré de todo. Lo tengo todo controlado.

Los dos hombres empezaron a reír al unísono. Finalmente, siguieron hablando mientras recorrían los viejos pasillos del castillo. La guerra estaba más cerca que nunca.
Kate
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Era un viernes por la tarde. El crucero había amarrado a puerto esa mañana de otoño de 1953 en una pequeña ciudad cuyo nombre había olvidado. Había un gran mercado cerca del puerto, y no muy lejos unas pocas cafeterías. El mar gritaba ferozmente.

Él estaba sentado en una pequeña mesa del interior de una cafetería tomándose un café. Aun llevaba puesta su gabardina beige, le gustaba dar un aspecto elegante. Se encendió un cigarrillo. Le gustaba la mezcla, tanto de olor como de sabor, que el café y el humo hacían juntos. El sombrero estaba a un lado de la mesa. Hoy llevaba uno marrón oscuro, bastante elegante en su opinión, pero sin excedencias. Y unos mocasines acordonados a juego con el sombrero.

De repente, entraron dos mujeres vestidas con bonitos y coloridos vestidos, y unos pequeños bolsos, de piel de caimán quizás, junto con unos zapatos de tacón a su parecer bastante incómodos. Dio un sorbo a su café. Las dos mujeres se sentaron a una mesa de espaldas a él, mientras hablaban de lo bien que les quedaban esos peinados recogidos y el tocado que se pondrían esa noche.

Cuando se terminó de beber el café, decidió encenderse otro cigarro, mientras se apoyaba en el respaldo de la cómoda silla. Y mientras daba la primera calada, le llegaron los cuchicheos de las dos mujeres. De hecho, sólo las palabras de la mujer de los labios de color rojo carmín, la otra era más discreta. “Si si, te digo que he visto salir a un hombre corriendo del camarote 215 mientras se abrochaba los pantalones, será descarado”. Dio una calada. “No no, no era su marido estoy segura”. “Si si, el camarote de esa mujer de pelo caoba que lleva ese vestido rojo tan bonito y que luce tan caro, suertuda.” Se rascó la perilla. “Uy no, que no te de envidia, cuando su marido se entere esa mujer se arrepentirá.” Soltó el humo de su cigarro mientras lo veía desvanecerse en el aire junto a las demás esencias, y cerró los ojos, inspirando el reconfortante aroma de la cafetería. Y mientras lo apagaba, cogió su sombrero y se lo colocó encima de su bien peinado y oscuro pelo negro. Tranquilamente, fue a pagar en la barra, mientras dejaba unas pocas monedas de propina. Antes de salir echó un último vistazo a las dos mujeres, mientras estas le miraban sorprendidas. Decidió volver hacia el barco.

Una vez ahí, se quedó un rato en cubierta apoyado en la barandilla de espaldas al mar, viendo como unos niños jugaban a pelota mientras un hombre de gran bigote y frondosa barba no dejaba de rechistar, quejándose del ruido que hacían los niños. Decidió fumarse un último cigarro. Alzó la vista al cielo, viendo las gaviotas sobrevolar el puerto y contemplando el cielo, ya con el sol prácticamente escondido, dejando apenas unos rayos de luz visibles que daban un aire romántico al ambiente. Entró y se dirigió con calma hacía su camarote.

Dio dos golpes a la puerta, y una voz femenina del interior del camarote, le indicó que pasara. “Fue una lástima que tuvieras dolor de cabeza, ha sido una tarde agradable. ¿Te encuentras mejor?” preguntó él abriendo la puerta. Ella asintió. “Me alegro” dijo a la vez que se quitaba el sombrero y la gabardina y lo dejaba encima de la cama. “Por cierto cariño, llevas un vestido rojo precioso”.

Y la puerta se cerró. Las gaviotas seguían volando por encima de los barcos, esperando la oportunidad de robar algún pescado a cualquier pescador despistado. Los gritos cesaban en el mercado, y los niños empezaban a coger sueño. El mar seguía golpeando con fuerza el barco. Y en un camarote un golpe se escuchaba, mientras una mujer de vestido rojo caía al suelo sujetándose la mejilla, a la vez que un hilo de sangre, de color rojo intenso, bajaba suavemente para camuflarse en su rojo vestido. El sol se ocultó por completo.
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Mensaje por Manirea »

Yo tengo 18, escribo desde que tengo memoria...y mi deseo secreto es ser escritor desde los 13/14 mas o menos.
¿Resultado? Bueno, me lo tomo a mi ritmo, pero ya estoy terminando mi 4º novela.
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Mensaje por HeisenBear »

Manirea escribió:Yo tengo 18, escribo desde que tengo memoria...y mi deseo secreto es ser escritor desde los 13/14 mas o menos.
¿Resultado? Bueno, me lo tomo a mi ritmo, pero ya estoy terminando mi 4º novela.
¿Y a qué esperas para compartir las otras tres con nosotros?
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HeisenbergCook escribió:
Manirea escribió:Yo tengo 18, escribo desde que tengo memoria...y mi deseo secreto es ser escritor desde los 13/14 mas o menos.
¿Resultado? Bueno, me lo tomo a mi ritmo, pero ya estoy terminando mi 4º novela.
¿Y a qué esperas para compartir las otras tres con nosotros?
Bueno, si teneis muchas ganas, os voy pasando capis de la ultima que acabe...que la he mandado al premio minotauro a ver que tal.
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Manirea escribió:
HeisenbergCook escribió:
Manirea escribió:Yo tengo 18, escribo desde que tengo memoria...y mi deseo secreto es ser escritor desde los 13/14 mas o menos.
¿Resultado? Bueno, me lo tomo a mi ritmo, pero ya estoy terminando mi 4º novela.
¿Y a qué esperas para compartir las otras tres con nosotros?
Bueno, si teneis muchas ganas, os voy pasando capis de la ultima que acabe...que la he mandado al premio minotauro a ver que tal.
Por supuesto que tenemos ganas, para eso está este tema. Publica cuanto quieras, y lo leeremos con gusto.
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Bueno, ahi va.
Fantasmas del futuro (Introduccion y 1º capitulo)
Spoiler: Mostrar
Introducción- Parte I
Muerte sobre Jerusalén

Jerusalén, Palestina- Año 2147 d.c.

-Demonios- Maldijo Jorge cambiando de cargador.

Jorge y Aristide, estaban cubiertos tras una pila de escombros.

-Informe de situación- Dijo Aristide casi gritando, hablando a través de un intercomunicador.

Jorge, estaba esperando con cautela y el arma desenfundada en alto. Quitó el seguro con lentitud, casi con placer y siguió esperando cubierto.

-¿Qué hacemos aquí, Aristide?- Inquirió él gritando.

Aristide no le hizo caso. Se trataba de un hombre de mediana edad y etnia caucásica.
Unos cuarenta y cinco años, pelo café muy corto y ojos de un profundo color azul. Su cara redondeada estaba surcada de arrugas, tensas por el shock del momento.
Vestía un traje de raya diplomática, o más bien unos pantalones. Se había remangado las mangas de la camisa. Se acercó el intercomunicador a los oídos para escuchar mejor por encima del estruendo general.

Jorge, su amigo y guardaespaldas, no podía hacer sino sonreír para no llorar.
Era un hombre de treinta y muchos, con la cabeza afeitada y gafas de sol. Era más alto que Aristide, y mucho más corpulento. Al igual que su amigo, vestía unos pantalones diplomáticos.

Había tirado la chaqueta, revelando la funda de su arma de fuego.
Jorge cerró los ojos.

Sentía cerca de él los silbidos de las balas, el martilleo rápido y continuo de las armas automáticas.
El sonido de las bombas cayendo cerca de ellos dos y los gritos de los soldados enemigos que se acercaban.

-Dios...-susurró Aristide con el rostro ligeramente compungido.

-¿Qué ocurre, amigo?-Inquirió Jorge asomándose para disparar.

-Dios nos ha abandonado aquí, Jorge.

-¿Te abandonan?-Preguntó Jorge sorprendido, alzando el arma-¿En este infierno?¿A tí?

Aristide, era ni mas ni menos, que la máxima autoridad política.
1.
Aristide Stressman era el presidente electo de consejo de gobierno de las naciones unidas.

Avanzando el siglo XXI, la ONU había adquirido mayor importancia, pasando a ser de un simple organismo para mejorar las relaciones internacionales, al órgano de gobierno mundial.

Los dos amigos estaban en la ciudad de Jerusalén.

Por motivos políticos, los dos amigos había tenido que viajar a la ciudad palestina.
Estando allí, les sorprendió un ataque de Buretia.

La unión de repúblicas de Buretia, un conjunto de territorios que estaban en contra de unirse a la Onu, para convertirse en una mera provincia más, y habían iniciado una cruenta guerra sin avisar. Solamente habían permitido una breve tregua. Los territorios de Buretia abarcaban las zonas de las antiguas Albania, Macedonia, Grecia, Bulgaria, Turquía, Siria y Jordania.
Desde su creación, cincuenta años antes, habían hecho todo lo posible por perpetuar la guerra, declarando claramente su postura a la ONU. Un conflicto largo, cruel y egoísta que se había cobrado millones de víctimas inocentes.

Y su líder Krasow, no hacía sino acentuar al conflicto.
A pesar del secretismo diplomático, las tropas buretianas habían aparecido dirigidas por el mismísimo líder. El primer ataque había llegado acompañado de un misil, pero aún así los dos amigos habían salido ilesos.

-¿Y bien, Aristide?-Preguntó Jorge.

-Los cascos azules están invadiendo Buretia por el norte. Están evacuando a todos los civiles, he autorizado por radio la puesta en marcha del “Hominis” y han empezado a llevar a toda la gente posible a los macrobúnkeres de Asia central.

-¿No eran solo para casos desesperados?-inquirió Jorge mientras disparaba el arma-¿Tan feo te parece el tema?

La bala salió disparada y perforó la cabeza de un soldado que estaba a cincuenta metros de distancia. Jorge había oído a la perfección el sonido de la bala al perforar el cuerpo.

-El maletín que tienes al lado, amigo-pidió Jorge- Pasámelo, con cuidado.

Aristide manipuló la caja metálica de Jorge y se la entregó. Se estremeció un poco cuando su amigo le tendió la pistola que había usado.

-Apunta a la cabeza-Le dijo simplemente.

Al principio vaciló ligeramente, pero asintió. Jorge se agachó y se concentró en el maletín.
Lo abrió cuidadosamente, revelando un arma.

2.
Una sonrisa asomó por su cara en un instante fugaz.

Aristide no conseguía disparar bien, nunca había hecho eso antes y no estaba acostumbrado.

El brazo se le desequilibraba con el peso, a duras penas conseguía apuntar y el retroceso del revólver era atroz.
Abrió el arma con torpeza para meter un cargador de seis balas en el tambor y retiró el seguro, aún indeciso.

-No lo conseguiremos, Jorge -Dijo Aristide

-¿Y eso?-Preguntó su compañero inquieto.

-Van a desplegar un arma táctica de clase Zeus sobre nosotros. Los cascos azules van a soltar una bomba de antimateria de difusión rápida, que lo freirá todo en un radio de ochenta kilómetros.

-¿Te han pedido la confirmación al solicitar la información por radio?

-Eso me temo, Jorge. Después usarán el “Perseus”, para devastar el sur de Buretia.

Jorge pegó un grito ahogado. Se recostó y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.
Su reacción estaba justificada.

El “Perseus” era un satélite militar, el arma más devastadora de la humanidad.
Había sido creada en la tregua por científicos unidos de Buretia y de la Onu. Una ironía que los seres humanos se dediquen a la guerra en tiempos de paz.
Pero el miedo que ambos bandos tenían a ese arma era tal, que había el satélite había pasado diez años orbitando en torno a la Tierra sin ser utilizado ni una sola vez.

Eso solo podía significar que estaban hartos de todo y no temían las consecuencias.

-Sabes igual que yo-Dijo Aristide mientras disparaba-mientras que a Buretia apenas le ha afectado, nosotros hemos salido muy mal parados. Podríamos extinguirnos si no paramos
ya este conflicto absurdo.

Aristide estaba muy nervioso, al igual que Jorge...lo notaba.

Notaba las gotas del sudor resbalándole por la punta de la nariz, y surcándole la espalda lentamente.
El fuerte y penetrante olor a pólvora que desprendía la metralla.
El sonido que provocaban las pesadas botas de los soldados de Buretia, que se acercaban con aire marcial. Sentía la concentración de su amigo, que estaba cubierto a su lado montando un arma muy compleja, el débil repiqueteo de la llovizna, que se colaba por los edificios en ruinas y empapaba el campo de batalla.
El viento. Su aullido frío, silencioso y desgarrador era capaz de helarle hasta el tuétano.
3.
Se cubrió, y puso otro cargador de seis balas en el temblor del arma.

-Se acercan más, Jorge-Dijo el político con calma.

Jorge había sacado un grueso chaleco antibalas, con placas de kevlar y llevaba una potente arma pesada. Sacó otro chaleco del maletín y se lo tendió a su amigo.

A primera vista, se trataba de una ballesta metálica pero mucho más pesada. Solo que no disparaba flechas.
Levantando su arma en un grito, Jorge hizo probar a los soldados los infernales proyectiles de plasma, que hacían más daño que unas simples balas.
Los soldados no se inmutaban, avanzaban de manera impecable sin expresar miedo, dolor, o inseguridad. Parecían mas autómatas que personas.

De todas maneras, lo eran.

Buretia se había rebelado contra el gobierno unido de la ONU mostrando un potencial bélico asombroso.
Habían terminado por crear, nada más y nada menos que...
El ejército perfecto.

Millones de soldados con las mismas características aptas para el combate, y con la inteligencia de un niño de siete años. Los peones perfectos para la lucha, fácilmente manipulables y de fabricar en masa.
Los dos amigos habían terminado por salir de su escondite, e iban a matar.

Aristide se paró un instante a limpiarse el sudor y contempló atónito como pasaba un cazabombardero Dragón por encima de ellos.
Era la hora.
Sintió un dolor penetrante, punzante, y una quemazón intensa.
Una bala le había atravesado la pierna.
Una sonrisa amarga cruzó su rostro.

-¡Óyeme Krasow!¡Se acabó tu guerra!¡Vas a llevártela al infierno!

De nuevo, una bala le alcanzó en el pulmón, y esta vez el dolor fue agónico.
Seguramente era un proyectil perforante recubierto de teflón, disparado por un arma de calibre especial para poder romper las placas de Kevlar del chaleco, y hacer como si no existieran.
Sonriendo, se sentó en el suelo encharcado y empezó a toser sangre.

-Espero que los que tomen el relevo después de nosotros tengan un papel mejor.

Dicho esto, vio la bomba.
La bomba Zeus, era tan grande como un autobús y tan devastadora que lo borraría todo a su paso. Tras impactar contra el suelo, la bomba explotó arrasándolo todo a un radio atroz.

4.
A continuación hubo un increíble fogonazo, que no se apagó hasta bien pasado el incidente.
Jerusalén había sido completamente borrada del mapa.

El “Perseus” se trataba de un aparato que imponía respeto. Orbitaba con cierta serenidad sobre un desolado planeta. La manera más correcta de describirlo sería decir que se parecía a la llanta de la rueda de una bicicleta.
Su radio era tan grande como un campo de fútbol. Y era un arma tan poderosa y complejo, que si no se tenía cuidado podía destrozar el globo sin problemas de ningún tipo.
El satélite apuntó cuidadosamente y se quedó quieto de nuevo.

El increíble aparato había despertado de su letargo, para hacer con alegría aquello para lo que había sido creado. El cañón del láser se estaba cargando poco a poco, y estaba calentándose, preparándose poco a poco para disparar. Finalmente, el arma disparó un potente rayo láser de un color azulado, y en un instante silencioso destrozó parcialmente la eterna y espesa capa de nubes de contaminación.

Cortó el disparo y volvía a prepararse para disparar varias veces más.

Jerusalén, había sido borrada hasta los cimientos.
La explosión había sido contundente y había golpeado con la misma agresividad que el Mjolnir; el martillo de Thor, dios del trueno.

Sin embargo...

No quedaba huella alguna, el arma había creado un cráter de bastantes kilómetros de perímetro, pero de escasa profundidad. Para que la capacidad destructiva del arma no causara daños colaterales, seguramente la usaron al mínimo.

La luz del sol, se filtró por los agujeros que se habían formado entre las nubes por culpa del potente láser del Perseus.
Al traspasar la luz, las gotas de agua se pudo ver un fugaz arco iris. Sin embargo se desvaneció nada mas cerrarse las nubes.

Un avión aterrizó con cierta elegancia, y empezó a bajar gente de él.
Uno de los ocupantes descendió con cierta ceremonia, se trataba de un militar de alto grado.
Vestía un uniforme bastante ornamentado y una boina azul que llevaba bordado el símbolo de la organización de las naciones unidas.

Tenía las manos cruzadas por detrás de la espalda. Se acercó al lugar del impacto con gesto pausado.
Su gesto, reflejaba cierta dureza. En el cristal opaco de sus gafas de sol, se reflejaba el cráter humeante apagado por la lluvia.

Esbozó una sonrisa amarga y tras limpiarse las gafas de sol con un pañuelo de seda que sacó de su bolsillo, se dio la vuelta y a un gesto suyo se volvió a meter con rapidez en el avión y despegaron.
El gobierno de la Onu había ganado la guerra, pero a un alto precio.
5.
Introducción- parte II

''Bienvenidos a la ciudad subterránea”

Macrobúnker de clase I, Asia central. Siglo XXVIII


Katia suspiró, para sus adentros.
Se apartó un mechón de pelo negro de los ojos, y dirigió su mirada de manera automática al reloj digital integrado en la muñequera de su traje.

Faltaban cinco minutos.

Estaba mirando aborta a la ventana, el cielo azul, y las extrañas formas que adoptaban las nubes. Solo que aquella ventana era un holograma.
Katia sabía que tras esa ilusión había una fría pared de cemento.

Intentó una vez más, prestar un mínimo de atención a la explicación que hacía, varias filas delante de ella, el docente de enseñanza, cargo llamado antes “maestro”.

El docente señalaba sin mucho énfasis una pizarra holográfica de proyecciones en tres dimensiones. Había una figura en ella, pero no era capaz de concentrarse.

El aula era blanca y estaba bien iluminada , por los neones del techo.
Habían varias filas de pupitres igualmente blancos, organizados en un perfecto cuadrilátero.

En el centro de este, el docente de enseñanza intentaba explicar su monótona lección.
Muchos de los asientos estaban ocupados por chicos y chicas, que como ella, estaban aburridos en aquel lugar.

El anciano maestro lo sabía y para fastidiar, no ayudaba a hacer más ameno el periodo de aprendizaje.

Suspiró de nuevo al ver la hora. Quedaban un par de minutos.

El docente había clavado su vista en ella, y la perforaba con la mirada.

De pronto y antes de la hora, el anciano pronunció las palabras que más querían oír en las dos horas que duraba la clase.

-Pueden marcharse.

Katia se levantó del pupitre, y abandonó la sala con los demás en un anormal y silencioso orden.


6.

Capítulo I:Dime con quién andas y te diré quien eres...

Katia se sintió mejor cuando salió del edificio; aunque no podía estar tranquila en pleno corazón de la ciudad subterránea.
Esta ciudad, no era otra cosa, que un colosal macro-búnker subterráneo construido en pleno siglo XXII, tan grande que conformaba una autentica ciudad con varios millones de habitantes.

Nadie recordaba las causas que habían obligado a la raza humana a vivir bajo tierra , aquellos cambios tan brutales que habían modificado completamente la realidad del mundo,
buscar el por qué era la tarea de los custodios de información.

Cualquier persona del siglo XXI (o el XXII), podría haber explicado amablemente , en que consistían conceptos tan dispares como el calentamiento global, que por culpa de una gran negligencia vino acompañada de varias hermanas suyas de la mano.

Pero no había nadie del siglo XXI, a principio del siglo XXVIII, en los seiscientos años de encierro la sociedad se había reorganizado y funcionaba como un país.

No se sabe con certeza si habían sobrevivido mas personas además de ellos, después de todo , seiscientos años es un periodo de espera largo, quizás demasiado.

La ciudad funcionaba con un sistema a caballo entre una república y una dictadura.

Los ciudadanos debían llevar el exotraje. En realidad era siempre la misma prenda, un mono de tela ajustada que disimilaba las formas del cuerpo muy bien, y variaba de color dependiendo de la edad y el sexo.

Los trajes tenían en las muñecas un tejido verde, compuesto de nanocables microscópicos y
fibra óptica, a los que se adherían diversos gadgets tecnológicos.

En ese instante, ella miraba de nuevo el reloj.

Se movía con agilidad por el bullicio de la torre , en una dirección concreta.
Tras unos minutos, llegó al lugar al que quería ir, sin demasiados contratiempos.

El monorraíl.
La ciudad subterránea era muy grande y estaban divididos en varios sectores , separados por amplios tramos de roca maciza.
El complejo estaba dividido por seis sectores. Frente a un sector central donde se situaba la
administración de la ciudad, se situaban de forma circular otros cinco, destinados a población civil.

Había una compleja red de monorraíles que conectaban los seis sectores entre si, y Katia se dispuso a tomar uno de ellos.

7.
Ella pasó la muñeca del traje junto al sensor, y se metió en el vagón del monorraíl que iba al sector central.
Contempló el trayecto sin mucho entusiasmo, y se permitió media sonrisa al llegar al andén.

Salió del vehículo y se dirigió a uno de los edificios más altos dentro del perímetro del distrito central.
Un guardia la paró.

Ella dejó de sonreír, y pasó la muñeca por el sensor; revelando que tenía autorización
para estar allí, lo que obligó al guardia a despedirse de ella con un :<<Usted perdone y disfrute del resto del día, señorita>>

Katia no le contestó. Siguió su camino, más animada; llegando a un portal, de un edificio bastante grande.

Ella, pasó el brazo por el sensor que había en la puerta y esta vez se abrió. Se metió dentro y la cerró:

Había un hombre sentado en una butaca de espaldas a ella. Se dio la vuelta al oír los pasos de Katia, y sonrió ligeramente. No paraba de cojerse con los dedos mechones de cabello entrecano con los dedos, de manera nerviosa y casi hipnótica.

-Katia, Katia, Katia...un placer. Mi hijo está donde siempre.

-¿Cómo es que no estás revisando el disco?-inquirió Katia con interés.

-Descanso de trabajo-Repuso él.

-Lo mismo de siempre ¿No?, voy a ver a Mark

El hombre sonrió de nuevo y asintió.

Katia avanzó, hasta llegar a una gran estancia; llena de todo tipo de material informático.
El centro de la sala estaba presidido por un objeto negro, de enormes dimensiones y forma cúbica.

Ella suspiro al verlo otra vez, ese cacharro era gigantesco. Debía tener más de diez metros de alto.

El suelo estaba cubierto de una gran maraña de cables, que interconectaban los ordenadores con el gran aparato. Avanzó por la sala en silencio, y con cuidado de no pisar los cables , esgrimiendo cierta agilidad adquirida por todas las horas pasadas en la sala junto a su amigo.

Mark estaba examinando con mirada crítica la pantalla de uno de los monitores, mientras se mesaba la barbilla.

8.
Katia le saludó alzando una mano.
Mark se giró ,y la saludó.

-Hola Katia.-Dijo sonriendo- ¿Cómo estás?

-¿Algo nuevo?-Inquirió ella.

-¿Acaso la ha habido alguna vez?-Preguntó Mark con un ligero sarcasmo.

Mark era así de irónico. Era el mejor amigo de Katia , y el hijo del custodio de información.

-Seiscientos años así...-replicó ella.

Mark se giró, se levantó y la miró con un gesto crítico. Señaló el objeto negro y sonrió.

-Esto es un servidor, con una copia de seguridad de los datos de internet, en el momento en que ocurrió el armaggedon.
Son miles de miles de trillones de gigas, Katia. Una cantidad de información tan grande que no puedes ni imaginarla.
En siete generaciones no hemos ni arañado su superficie. Necesitamos gente, pero no nos la concede el consejo.

Katia por supuesto lo sabía. Su amigo se lo había repetido muchas veces, pero no le importaba. Mark era un chico alto, de la misma edad que Katia.
Su cara estaba salpicada de pecas, su nariz era respingona.
La forma de la mandíbula , ligeramente cuadrada; y todo ello le daba un aire muy vivaz.
Tenía el pelo castaño muy corto, casi cortado al cero.
Sus ojos delataban la inteligencia que emanaba de ellos, en forma de dos cristales azules.

-Un segundo ¿Vale?-Le pidió Mark.-Quiero terminar con esto.

-¿Te queda mucho?-inquirió ella.

-En realidad he terminado, pero voy a hacer un escaneo. Ni te imaginas la cantidad de malicia que había en internet.

-No va a ocurrir nada, Mark ¿Acaso ha pasado algo, alguna vez?-Preguntó ella con un suspiro de resignación.

Finalmente cedió. Canceló el programa, y se dispuso a salir del cuarto con ella.
Un pitido los sorprendió cuando iban a girarse, y venía que ordenador que había dejado Mark.


Este se acercó otra vez y examinó la pantalla.
Deslizó sus manos sobre el teclado con aire experto, y se giró hacia ella.

9.
-¿Qué?-Inquirió ella.

Él volvió a examinar la pantalla y tecleó algo más.
La pantalla cambió, se puso negra...mostrando solamente una palabra.

-¿Qué?-Repitió Katia, con interés.

-Vete por favor-Pidió su amigo con cara de preocupación- tengo trabajo para rato con esto.

-¿Qué es?-Insistió ella.

El la miró a los ojos, con inquietud.

-¿En serio quieres saberlo?-Preguntó él con gesto de incredulidad....

Se calló al ver la mirada inquisitiva de ella.

-Era una transmisión, Katia; venía de fuera.

-¿De dónde?-Inquirió ella con entusiasmo.

-Eso intento comprobar, lo sabré para mañana ¿Vale?...no me odies mucho-pidió él.

-De acuerdo...hasta mañana amigo.-Dijo ella.

Katia salió de la sala, para dejarle trabajar tranquilo. Se despidió en pocas palabras del padre de Mark, a quien sin duda debió de extrañar que ella se fuera tan pronto. Se dispuso a tomar de nuevo el monorrail.

No se sentía demasiado bien. Buscó un vagón que la llevara a su sector, y abrió la puerta del tren pasando su muñeca por el lector.
Solamente estaba ella dentro del tren, de manera que tuvo libertad para navegar en su melancolía.

Si hubiera alzado ligeramente el rostro, se hubiera visto a sí misma reflejada en la pared de cristal.

Su pelo azabache, caía en ondas suaves hasta sus hombros. El flequillo a veces le llegaba a
tapar un ojo, debido a su longitud. Pero a pesar de eso, a ella le gustaba llevarlo suelto.
Sus ojos , de un suave color verde; eran dos sobrios pozos de aburrimiento.

La expresión dibujada en sus suaves labios, no era precisamente de alegría. Tampoco de tristeza. Era...indiferencia.

<<Otro día, en la ciudad perfecta- pensó mientras esperaba a que acabara el viaje- demasiado perfecta. ¿Qué sentido tiene esto?¿Es para ayudarnos a sobrevivir, o para ocultar una fachada de dolor?>>
10.
Justo al terminar esa melancólica reflexión, el trayecto acabó. Salió andando a paso ligero del vagón, para entrar a la estación de monorraíles de su sector.
Era una sala no muy grande, que estaba cerrada a cal y canto.
Tenía al final de la sala, varias puertas pequeñas, parecidas a las de un ascensor.

Katia pasó su muñeca por un lector de las puertas y esta se abrió invitándola a pasar.
Ella se metió dentro del transportador.

<<Por favor, pase su identificación por el lector de su transportador, para confirmar la calle>>- Pidió una fría voz metálica cuando se metió en el transportador.

Ella lo volvió a hacer, y su dirección apareció en una pequeña pantalla holográfica frente a ella.
<<Desplazándose a la dirección indicada>>

Sintió como el transportador bajaba rápidamente, y después cambiaba de dirección.
Primero a la derecha, después a la izquierda, y por último un par de segundos subiendo.

El transportador abrió sus puertas y ella lo abandonó.
<<Que tenga un buen día>>

Katia se encaminó a su casa, que era uno de los pequeños bloques al final de la calle.
Tras abrir la puerta, una voz femenina se oyó por los recovecos de la casa.

-¿Katia?¿Eres tú?-Inquirió con cierta dulzura.

-Sí mamá.

-Un poco temprano,¿ no? Estoy en la cocina.

Katia cerró la puerta, y se dirigió a la cocina, donde su madre estaba removiendo algo en una cacerola.

-Mark estaba ocupado.

-Ese chico se lo toma muy en serio-opinó ella-

-¿Dónde está papá?-inquirió Katia.

-En el sector central, el consejo le tiene tan atareado que solo ha pasado por casa para comer y cambiarse de ropa.-le explicó.

La madre de Katia volvió a lo que estaba removiendo, mientras ella volvía atrás y subía la escalera para ir a su cuarto.

-Menudo día-concluyó ella.

11.
El resto del día pasó de manera monótona. Al día siguiente le agradeció de nuevo sin palabras al maestro , el que terminara su clase un poco antes.
Cuando menos se lo esperaba, ya iba de nuevo en el monorraíl para ver a Mark.

Su padre la recibió con un gesto de sorpresa.

-No sé que ocurrió, Katia...pero Mark ni siquiera ha dormido.

Katia, sorprendida, corrió a ver a su amigo a la sala en la que se encontraba él.
Le encontró mirando una pantalla con sorpresa.

-¿Qué era eso ,Mark?-Le preguntó ella sentándose a su lado.

Este se giró y se levantó. La miró con un gesto entre el cansancio , el asombro, y la paciencia.

-No sé como...alguien, ha podido hacerse temporalmente con el control de un satélite. Algo que nunca he sido capaz de hacer nunca. Ha pirateado el cortafuegos de seguridad del complejo, y pudo enviar un mensaje al único ordenador viejo y desprotegido....aquel en el que estoy. La palabra...que apareció en la pantalla, era “Hell”

-¿Hell?-Inquirió ella.

-Significa infierno. Es una palabra de un idioma llamado inglés, muy utilizado hace setecientos años, antes de la implantación del idioma universal.

-Eso significa que se puede sobrevivir fuera ¿no? Que hay gente fuera.

-Lo que me parece más curioso....es que saben que estamos aquí, Katia.
Si no, no pueden haber mandado el mensaje. Pero sé a donde quieres llegar.

-¿Por qué?¿Por que tantos años aquí?-inquirió ella.

-Eso no lo puedo responder yo-Dijo Mark cansado , encogiéndose de hombros.

-Tenemos que hacer algo-decidió ella.

-El consejo no lo aprobará. Nunca mandan, el que tiene el poder es el director del consejo, y los dos sabemos que solo hace las asambleas como tapadera.

-¿A qué esperamos?-Inquirió ella-por lo menos podemos probar.

Mark sonrió y asintió.

-Eres muy impulsiva. Aquí tengo un disco con la información que he podido encontrar.

-Vamos a enseñárselas a ese tío.-Dijo ella sonriendo.
12.
Sacó un disco holográfico de un cajón y se lo metió en el bolsillo.
Salieron de la habitación, en el vestíbulo seguía en su sillón el padre de Mark.

-¿Dónde vais?-Preguntó.

-A ver al consejo.-Dijo ella.

-Os acompañaré...me aseguraré de que no hagáis estupideces. Sé que vais a enseñarle lo que Mark encontró ayer.

Los dos amigos salieron de la casa, acompañados del padre de Mark.

-¿Dónde está el edificio del consejo? Mi padre nunca me ha llevado.-Inquirió Katia.

-Sabe lo que le conviene-Dijo el padre de Mark mientras caminaban- No le culpes, son unos desgraciados. Abusan de todo y no se puede decir nada contra ellos, porque son el poder...
así de claro.
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The Buddha
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por The Buddha »

Manirea escribió:Bueno, ahi va.
Fantasmas del futuro (Introduccion y 1º capitulo)
Spoiler: Mostrar
Introducción- Parte I
Muerte sobre Jerusalén

Jerusalén, Palestina- Año 2147 d.c.

-Demonios- Maldijo Jorge cambiando de cargador.

Jorge y Aristide, estaban cubiertos tras una pila de escombros.

-Informe de situación- Dijo Aristide casi gritando, hablando a través de un intercomunicador.

Jorge, estaba esperando con cautela y el arma desenfundada en alto. Quitó el seguro con lentitud, casi con placer y siguió esperando cubierto.

-¿Qué hacemos aquí, Aristide?- Inquirió él gritando.

Aristide no le hizo caso. Se trataba de un hombre de mediana edad y etnia caucásica.
Unos cuarenta y cinco años, pelo café muy corto y ojos de un profundo color azul. Su cara redondeada estaba surcada de arrugas, tensas por el shock del momento.
Vestía un traje de raya diplomática, o más bien unos pantalones. Se había remangado las mangas de la camisa. Se acercó el intercomunicador a los oídos para escuchar mejor por encima del estruendo general.

Jorge, su amigo y guardaespaldas, no podía hacer sino sonreír para no llorar.
Era un hombre de treinta y muchos, con la cabeza afeitada y gafas de sol. Era más alto que Aristide, y mucho más corpulento. Al igual que su amigo, vestía unos pantalones diplomáticos.

Había tirado la chaqueta, revelando la funda de su arma de fuego.
Jorge cerró los ojos.

Sentía cerca de él los silbidos de las balas, el martilleo rápido y continuo de las armas automáticas.
El sonido de las bombas cayendo cerca de ellos dos y los gritos de los soldados enemigos que se acercaban.

-Dios...-susurró Aristide con el rostro ligeramente compungido.

-¿Qué ocurre, amigo?-Inquirió Jorge asomándose para disparar.

-Dios nos ha abandonado aquí, Jorge.

-¿Te abandonan?-Preguntó Jorge sorprendido, alzando el arma-¿En este infierno?¿A tí?

Aristide, era ni mas ni menos, que la máxima autoridad política.
1.
Aristide Stressman era el presidente electo de consejo de gobierno de las naciones unidas.

Avanzando el siglo XXI, la ONU había adquirido mayor importancia, pasando a ser de un simple organismo para mejorar las relaciones internacionales, al órgano de gobierno mundial.

Los dos amigos estaban en la ciudad de Jerusalén.

Por motivos políticos, los dos amigos había tenido que viajar a la ciudad palestina.
Estando allí, les sorprendió un ataque de Buretia.

La unión de repúblicas de Buretia, un conjunto de territorios que estaban en contra de unirse a la Onu, para convertirse en una mera provincia más, y habían iniciado una cruenta guerra sin avisar. Solamente habían permitido una breve tregua. Los territorios de Buretia abarcaban las zonas de las antiguas Albania, Macedonia, Grecia, Bulgaria, Turquía, Siria y Jordania.
Desde su creación, cincuenta años antes, habían hecho todo lo posible por perpetuar la guerra, declarando claramente su postura a la ONU. Un conflicto largo, cruel y egoísta que se había cobrado millones de víctimas inocentes.

Y su líder Krasow, no hacía sino acentuar al conflicto.
A pesar del secretismo diplomático, las tropas buretianas habían aparecido dirigidas por el mismísimo líder. El primer ataque había llegado acompañado de un misil, pero aún así los dos amigos habían salido ilesos.

-¿Y bien, Aristide?-Preguntó Jorge.

-Los cascos azules están invadiendo Buretia por el norte. Están evacuando a todos los civiles, he autorizado por radio la puesta en marcha del “Hominis” y han empezado a llevar a toda la gente posible a los macrobúnkeres de Asia central.

-¿No eran solo para casos desesperados?-inquirió Jorge mientras disparaba el arma-¿Tan feo te parece el tema?

La bala salió disparada y perforó la cabeza de un soldado que estaba a cincuenta metros de distancia. Jorge había oído a la perfección el sonido de la bala al perforar el cuerpo.

-El maletín que tienes al lado, amigo-pidió Jorge- Pasámelo, con cuidado.

Aristide manipuló la caja metálica de Jorge y se la entregó. Se estremeció un poco cuando su amigo le tendió la pistola que había usado.

-Apunta a la cabeza-Le dijo simplemente.

Al principio vaciló ligeramente, pero asintió. Jorge se agachó y se concentró en el maletín.
Lo abrió cuidadosamente, revelando un arma.

2.
Una sonrisa asomó por su cara en un instante fugaz.

Aristide no conseguía disparar bien, nunca había hecho eso antes y no estaba acostumbrado.

El brazo se le desequilibraba con el peso, a duras penas conseguía apuntar y el retroceso del revólver era atroz.
Abrió el arma con torpeza para meter un cargador de seis balas en el tambor y retiró el seguro, aún indeciso.

-No lo conseguiremos, Jorge -Dijo Aristide

-¿Y eso?-Preguntó su compañero inquieto.

-Van a desplegar un arma táctica de clase Zeus sobre nosotros. Los cascos azules van a soltar una bomba de antimateria de difusión rápida, que lo freirá todo en un radio de ochenta kilómetros.

-¿Te han pedido la confirmación al solicitar la información por radio?

-Eso me temo, Jorge. Después usarán el “Perseus”, para devastar el sur de Buretia.

Jorge pegó un grito ahogado. Se recostó y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.
Su reacción estaba justificada.

El “Perseus” era un satélite militar, el arma más devastadora de la humanidad.
Había sido creada en la tregua por científicos unidos de Buretia y de la Onu. Una ironía que los seres humanos se dediquen a la guerra en tiempos de paz.
Pero el miedo que ambos bandos tenían a ese arma era tal, que había el satélite había pasado diez años orbitando en torno a la Tierra sin ser utilizado ni una sola vez.

Eso solo podía significar que estaban hartos de todo y no temían las consecuencias.

-Sabes igual que yo-Dijo Aristide mientras disparaba-mientras que a Buretia apenas le ha afectado, nosotros hemos salido muy mal parados. Podríamos extinguirnos si no paramos
ya este conflicto absurdo.

Aristide estaba muy nervioso, al igual que Jorge...lo notaba.

Notaba las gotas del sudor resbalándole por la punta de la nariz, y surcándole la espalda lentamente.
El fuerte y penetrante olor a pólvora que desprendía la metralla.
El sonido que provocaban las pesadas botas de los soldados de Buretia, que se acercaban con aire marcial. Sentía la concentración de su amigo, que estaba cubierto a su lado montando un arma muy compleja, el débil repiqueteo de la llovizna, que se colaba por los edificios en ruinas y empapaba el campo de batalla.
El viento. Su aullido frío, silencioso y desgarrador era capaz de helarle hasta el tuétano.
3.
Se cubrió, y puso otro cargador de seis balas en el temblor del arma.

-Se acercan más, Jorge-Dijo el político con calma.

Jorge había sacado un grueso chaleco antibalas, con placas de kevlar y llevaba una potente arma pesada. Sacó otro chaleco del maletín y se lo tendió a su amigo.

A primera vista, se trataba de una ballesta metálica pero mucho más pesada. Solo que no disparaba flechas.
Levantando su arma en un grito, Jorge hizo probar a los soldados los infernales proyectiles de plasma, que hacían más daño que unas simples balas.
Los soldados no se inmutaban, avanzaban de manera impecable sin expresar miedo, dolor, o inseguridad. Parecían mas autómatas que personas.

De todas maneras, lo eran.

Buretia se había rebelado contra el gobierno unido de la ONU mostrando un potencial bélico asombroso.
Habían terminado por crear, nada más y nada menos que...
El ejército perfecto.

Millones de soldados con las mismas características aptas para el combate, y con la inteligencia de un niño de siete años. Los peones perfectos para la lucha, fácilmente manipulables y de fabricar en masa.
Los dos amigos habían terminado por salir de su escondite, e iban a matar.

Aristide se paró un instante a limpiarse el sudor y contempló atónito como pasaba un cazabombardero Dragón por encima de ellos.
Era la hora.
Sintió un dolor penetrante, punzante, y una quemazón intensa.
Una bala le había atravesado la pierna.
Una sonrisa amarga cruzó su rostro.

-¡Óyeme Krasow!¡Se acabó tu guerra!¡Vas a llevártela al infierno!

De nuevo, una bala le alcanzó en el pulmón, y esta vez el dolor fue agónico.
Seguramente era un proyectil perforante recubierto de teflón, disparado por un arma de calibre especial para poder romper las placas de Kevlar del chaleco, y hacer como si no existieran.
Sonriendo, se sentó en el suelo encharcado y empezó a toser sangre.

-Espero que los que tomen el relevo después de nosotros tengan un papel mejor.

Dicho esto, vio la bomba.
La bomba Zeus, era tan grande como un autobús y tan devastadora que lo borraría todo a su paso. Tras impactar contra el suelo, la bomba explotó arrasándolo todo a un radio atroz.

4.
A continuación hubo un increíble fogonazo, que no se apagó hasta bien pasado el incidente.
Jerusalén había sido completamente borrada del mapa.

El “Perseus” se trataba de un aparato que imponía respeto. Orbitaba con cierta serenidad sobre un desolado planeta. La manera más correcta de describirlo sería decir que se parecía a la llanta de la rueda de una bicicleta.
Su radio era tan grande como un campo de fútbol. Y era un arma tan poderosa y complejo, que si no se tenía cuidado podía destrozar el globo sin problemas de ningún tipo.
El satélite apuntó cuidadosamente y se quedó quieto de nuevo.

El increíble aparato había despertado de su letargo, para hacer con alegría aquello para lo que había sido creado. El cañón del láser se estaba cargando poco a poco, y estaba calentándose, preparándose poco a poco para disparar. Finalmente, el arma disparó un potente rayo láser de un color azulado, y en un instante silencioso destrozó parcialmente la eterna y espesa capa de nubes de contaminación.

Cortó el disparo y volvía a prepararse para disparar varias veces más.

Jerusalén, había sido borrada hasta los cimientos.
La explosión había sido contundente y había golpeado con la misma agresividad que el Mjolnir; el martillo de Thor, dios del trueno.

Sin embargo...

No quedaba huella alguna, el arma había creado un cráter de bastantes kilómetros de perímetro, pero de escasa profundidad. Para que la capacidad destructiva del arma no causara daños colaterales, seguramente la usaron al mínimo.

La luz del sol, se filtró por los agujeros que se habían formado entre las nubes por culpa del potente láser del Perseus.
Al traspasar la luz, las gotas de agua se pudo ver un fugaz arco iris. Sin embargo se desvaneció nada mas cerrarse las nubes.

Un avión aterrizó con cierta elegancia, y empezó a bajar gente de él.
Uno de los ocupantes descendió con cierta ceremonia, se trataba de un militar de alto grado.
Vestía un uniforme bastante ornamentado y una boina azul que llevaba bordado el símbolo de la organización de las naciones unidas.

Tenía las manos cruzadas por detrás de la espalda. Se acercó al lugar del impacto con gesto pausado.
Su gesto, reflejaba cierta dureza. En el cristal opaco de sus gafas de sol, se reflejaba el cráter humeante apagado por la lluvia.

Esbozó una sonrisa amarga y tras limpiarse las gafas de sol con un pañuelo de seda que sacó de su bolsillo, se dio la vuelta y a un gesto suyo se volvió a meter con rapidez en el avión y despegaron.
El gobierno de la Onu había ganado la guerra, pero a un alto precio.
5.
Introducción- parte II

''Bienvenidos a la ciudad subterránea”

Macrobúnker de clase I, Asia central. Siglo XXVIII


Katia suspiró, para sus adentros.
Se apartó un mechón de pelo negro de los ojos, y dirigió su mirada de manera automática al reloj digital integrado en la muñequera de su traje.

Faltaban cinco minutos.

Estaba mirando aborta a la ventana, el cielo azul, y las extrañas formas que adoptaban las nubes. Solo que aquella ventana era un holograma.
Katia sabía que tras esa ilusión había una fría pared de cemento.

Intentó una vez más, prestar un mínimo de atención a la explicación que hacía, varias filas delante de ella, el docente de enseñanza, cargo llamado antes “maestro”.

El docente señalaba sin mucho énfasis una pizarra holográfica de proyecciones en tres dimensiones. Había una figura en ella, pero no era capaz de concentrarse.

El aula era blanca y estaba bien iluminada , por los neones del techo.
Habían varias filas de pupitres igualmente blancos, organizados en un perfecto cuadrilátero.

En el centro de este, el docente de enseñanza intentaba explicar su monótona lección.
Muchos de los asientos estaban ocupados por chicos y chicas, que como ella, estaban aburridos en aquel lugar.

El anciano maestro lo sabía y para fastidiar, no ayudaba a hacer más ameno el periodo de aprendizaje.

Suspiró de nuevo al ver la hora. Quedaban un par de minutos.

El docente había clavado su vista en ella, y la perforaba con la mirada.

De pronto y antes de la hora, el anciano pronunció las palabras que más querían oír en las dos horas que duraba la clase.

-Pueden marcharse.

Katia se levantó del pupitre, y abandonó la sala con los demás en un anormal y silencioso orden.


6.

Capítulo I:Dime con quién andas y te diré quien eres...

Katia se sintió mejor cuando salió del edificio; aunque no podía estar tranquila en pleno corazón de la ciudad subterránea.
Esta ciudad, no era otra cosa, que un colosal macro-búnker subterráneo construido en pleno siglo XXII, tan grande que conformaba una autentica ciudad con varios millones de habitantes.

Nadie recordaba las causas que habían obligado a la raza humana a vivir bajo tierra , aquellos cambios tan brutales que habían modificado completamente la realidad del mundo,
buscar el por qué era la tarea de los custodios de información.

Cualquier persona del siglo XXI (o el XXII), podría haber explicado amablemente , en que consistían conceptos tan dispares como el calentamiento global, que por culpa de una gran negligencia vino acompañada de varias hermanas suyas de la mano.

Pero no había nadie del siglo XXI, a principio del siglo XXVIII, en los seiscientos años de encierro la sociedad se había reorganizado y funcionaba como un país.

No se sabe con certeza si habían sobrevivido mas personas además de ellos, después de todo , seiscientos años es un periodo de espera largo, quizás demasiado.

La ciudad funcionaba con un sistema a caballo entre una república y una dictadura.

Los ciudadanos debían llevar el exotraje. En realidad era siempre la misma prenda, un mono de tela ajustada que disimilaba las formas del cuerpo muy bien, y variaba de color dependiendo de la edad y el sexo.

Los trajes tenían en las muñecas un tejido verde, compuesto de nanocables microscópicos y
fibra óptica, a los que se adherían diversos gadgets tecnológicos.

En ese instante, ella miraba de nuevo el reloj.

Se movía con agilidad por el bullicio de la torre , en una dirección concreta.
Tras unos minutos, llegó al lugar al que quería ir, sin demasiados contratiempos.

El monorraíl.
La ciudad subterránea era muy grande y estaban divididos en varios sectores , separados por amplios tramos de roca maciza.
El complejo estaba dividido por seis sectores. Frente a un sector central donde se situaba la
administración de la ciudad, se situaban de forma circular otros cinco, destinados a población civil.

Había una compleja red de monorraíles que conectaban los seis sectores entre si, y Katia se dispuso a tomar uno de ellos.

7.
Ella pasó la muñeca del traje junto al sensor, y se metió en el vagón del monorraíl que iba al sector central.
Contempló el trayecto sin mucho entusiasmo, y se permitió media sonrisa al llegar al andén.

Salió del vehículo y se dirigió a uno de los edificios más altos dentro del perímetro del distrito central.
Un guardia la paró.

Ella dejó de sonreír, y pasó la muñeca por el sensor; revelando que tenía autorización
para estar allí, lo que obligó al guardia a despedirse de ella con un :<<Usted perdone y disfrute del resto del día, señorita>>

Katia no le contestó. Siguió su camino, más animada; llegando a un portal, de un edificio bastante grande.

Ella, pasó el brazo por el sensor que había en la puerta y esta vez se abrió. Se metió dentro y la cerró:

Había un hombre sentado en una butaca de espaldas a ella. Se dio la vuelta al oír los pasos de Katia, y sonrió ligeramente. No paraba de cojerse con los dedos mechones de cabello entrecano con los dedos, de manera nerviosa y casi hipnótica.

-Katia, Katia, Katia...un placer. Mi hijo está donde siempre.

-¿Cómo es que no estás revisando el disco?-inquirió Katia con interés.

-Descanso de trabajo-Repuso él.

-Lo mismo de siempre ¿No?, voy a ver a Mark

El hombre sonrió de nuevo y asintió.

Katia avanzó, hasta llegar a una gran estancia; llena de todo tipo de material informático.
El centro de la sala estaba presidido por un objeto negro, de enormes dimensiones y forma cúbica.

Ella suspiro al verlo otra vez, ese cacharro era gigantesco. Debía tener más de diez metros de alto.

El suelo estaba cubierto de una gran maraña de cables, que interconectaban los ordenadores con el gran aparato. Avanzó por la sala en silencio, y con cuidado de no pisar los cables , esgrimiendo cierta agilidad adquirida por todas las horas pasadas en la sala junto a su amigo.

Mark estaba examinando con mirada crítica la pantalla de uno de los monitores, mientras se mesaba la barbilla.

8.
Katia le saludó alzando una mano.
Mark se giró ,y la saludó.

-Hola Katia.-Dijo sonriendo- ¿Cómo estás?

-¿Algo nuevo?-Inquirió ella.

-¿Acaso la ha habido alguna vez?-Preguntó Mark con un ligero sarcasmo.

Mark era así de irónico. Era el mejor amigo de Katia , y el hijo del custodio de información.

-Seiscientos años así...-replicó ella.

Mark se giró, se levantó y la miró con un gesto crítico. Señaló el objeto negro y sonrió.

-Esto es un servidor, con una copia de seguridad de los datos de internet, en el momento en que ocurrió el armaggedon.
Son miles de miles de trillones de gigas, Katia. Una cantidad de información tan grande que no puedes ni imaginarla.
En siete generaciones no hemos ni arañado su superficie. Necesitamos gente, pero no nos la concede el consejo.

Katia por supuesto lo sabía. Su amigo se lo había repetido muchas veces, pero no le importaba. Mark era un chico alto, de la misma edad que Katia.
Su cara estaba salpicada de pecas, su nariz era respingona.
La forma de la mandíbula , ligeramente cuadrada; y todo ello le daba un aire muy vivaz.
Tenía el pelo castaño muy corto, casi cortado al cero.
Sus ojos delataban la inteligencia que emanaba de ellos, en forma de dos cristales azules.

-Un segundo ¿Vale?-Le pidió Mark.-Quiero terminar con esto.

-¿Te queda mucho?-inquirió ella.

-En realidad he terminado, pero voy a hacer un escaneo. Ni te imaginas la cantidad de malicia que había en internet.

-No va a ocurrir nada, Mark ¿Acaso ha pasado algo, alguna vez?-Preguntó ella con un suspiro de resignación.

Finalmente cedió. Canceló el programa, y se dispuso a salir del cuarto con ella.
Un pitido los sorprendió cuando iban a girarse, y venía que ordenador que había dejado Mark.


Este se acercó otra vez y examinó la pantalla.
Deslizó sus manos sobre el teclado con aire experto, y se giró hacia ella.

9.
-¿Qué?-Inquirió ella.

Él volvió a examinar la pantalla y tecleó algo más.
La pantalla cambió, se puso negra...mostrando solamente una palabra.

-¿Qué?-Repitió Katia, con interés.

-Vete por favor-Pidió su amigo con cara de preocupación- tengo trabajo para rato con esto.

-¿Qué es?-Insistió ella.

El la miró a los ojos, con inquietud.

-¿En serio quieres saberlo?-Preguntó él con gesto de incredulidad....

Se calló al ver la mirada inquisitiva de ella.

-Era una transmisión, Katia; venía de fuera.

-¿De dónde?-Inquirió ella con entusiasmo.

-Eso intento comprobar, lo sabré para mañana ¿Vale?...no me odies mucho-pidió él.

-De acuerdo...hasta mañana amigo.-Dijo ella.

Katia salió de la sala, para dejarle trabajar tranquilo. Se despidió en pocas palabras del padre de Mark, a quien sin duda debió de extrañar que ella se fuera tan pronto. Se dispuso a tomar de nuevo el monorrail.

No se sentía demasiado bien. Buscó un vagón que la llevara a su sector, y abrió la puerta del tren pasando su muñeca por el lector.
Solamente estaba ella dentro del tren, de manera que tuvo libertad para navegar en su melancolía.

Si hubiera alzado ligeramente el rostro, se hubiera visto a sí misma reflejada en la pared de cristal.

Su pelo azabache, caía en ondas suaves hasta sus hombros. El flequillo a veces le llegaba a
tapar un ojo, debido a su longitud. Pero a pesar de eso, a ella le gustaba llevarlo suelto.
Sus ojos , de un suave color verde; eran dos sobrios pozos de aburrimiento.

La expresión dibujada en sus suaves labios, no era precisamente de alegría. Tampoco de tristeza. Era...indiferencia.

<<Otro día, en la ciudad perfecta- pensó mientras esperaba a que acabara el viaje- demasiado perfecta. ¿Qué sentido tiene esto?¿Es para ayudarnos a sobrevivir, o para ocultar una fachada de dolor?>>
10.
Justo al terminar esa melancólica reflexión, el trayecto acabó. Salió andando a paso ligero del vagón, para entrar a la estación de monorraíles de su sector.
Era una sala no muy grande, que estaba cerrada a cal y canto.
Tenía al final de la sala, varias puertas pequeñas, parecidas a las de un ascensor.

Katia pasó su muñeca por un lector de las puertas y esta se abrió invitándola a pasar.
Ella se metió dentro del transportador.

<<Por favor, pase su identificación por el lector de su transportador, para confirmar la calle>>- Pidió una fría voz metálica cuando se metió en el transportador.

Ella lo volvió a hacer, y su dirección apareció en una pequeña pantalla holográfica frente a ella.
<<Desplazándose a la dirección indicada>>

Sintió como el transportador bajaba rápidamente, y después cambiaba de dirección.
Primero a la derecha, después a la izquierda, y por último un par de segundos subiendo.

El transportador abrió sus puertas y ella lo abandonó.
<<Que tenga un buen día>>

Katia se encaminó a su casa, que era uno de los pequeños bloques al final de la calle.
Tras abrir la puerta, una voz femenina se oyó por los recovecos de la casa.

-¿Katia?¿Eres tú?-Inquirió con cierta dulzura.

-Sí mamá.

-Un poco temprano,¿ no? Estoy en la cocina.

Katia cerró la puerta, y se dirigió a la cocina, donde su madre estaba removiendo algo en una cacerola.

-Mark estaba ocupado.

-Ese chico se lo toma muy en serio-opinó ella-

-¿Dónde está papá?-inquirió Katia.

-En el sector central, el consejo le tiene tan atareado que solo ha pasado por casa para comer y cambiarse de ropa.-le explicó.

La madre de Katia volvió a lo que estaba removiendo, mientras ella volvía atrás y subía la escalera para ir a su cuarto.

-Menudo día-concluyó ella.

11.
El resto del día pasó de manera monótona. Al día siguiente le agradeció de nuevo sin palabras al maestro , el que terminara su clase un poco antes.
Cuando menos se lo esperaba, ya iba de nuevo en el monorraíl para ver a Mark.

Su padre la recibió con un gesto de sorpresa.

-No sé que ocurrió, Katia...pero Mark ni siquiera ha dormido.

Katia, sorprendida, corrió a ver a su amigo a la sala en la que se encontraba él.
Le encontró mirando una pantalla con sorpresa.

-¿Qué era eso ,Mark?-Le preguntó ella sentándose a su lado.

Este se giró y se levantó. La miró con un gesto entre el cansancio , el asombro, y la paciencia.

-No sé como...alguien, ha podido hacerse temporalmente con el control de un satélite. Algo que nunca he sido capaz de hacer nunca. Ha pirateado el cortafuegos de seguridad del complejo, y pudo enviar un mensaje al único ordenador viejo y desprotegido....aquel en el que estoy. La palabra...que apareció en la pantalla, era “Hell”

-¿Hell?-Inquirió ella.

-Significa infierno. Es una palabra de un idioma llamado inglés, muy utilizado hace setecientos años, antes de la implantación del idioma universal.

-Eso significa que se puede sobrevivir fuera ¿no? Que hay gente fuera.

-Lo que me parece más curioso....es que saben que estamos aquí, Katia.
Si no, no pueden haber mandado el mensaje. Pero sé a donde quieres llegar.

-¿Por qué?¿Por que tantos años aquí?-inquirió ella.

-Eso no lo puedo responder yo-Dijo Mark cansado , encogiéndose de hombros.

-Tenemos que hacer algo-decidió ella.

-El consejo no lo aprobará. Nunca mandan, el que tiene el poder es el director del consejo, y los dos sabemos que solo hace las asambleas como tapadera.

-¿A qué esperamos?-Inquirió ella-por lo menos podemos probar.

Mark sonrió y asintió.

-Eres muy impulsiva. Aquí tengo un disco con la información que he podido encontrar.

-Vamos a enseñárselas a ese tío.-Dijo ella sonriendo.
12.
Sacó un disco holográfico de un cajón y se lo metió en el bolsillo.
Salieron de la habitación, en el vestíbulo seguía en su sillón el padre de Mark.

-¿Dónde vais?-Preguntó.

-A ver al consejo.-Dijo ella.

-Os acompañaré...me aseguraré de que no hagáis estupideces. Sé que vais a enseñarle lo que Mark encontró ayer.

Los dos amigos salieron de la casa, acompañados del padre de Mark.

-¿Dónde está el edificio del consejo? Mi padre nunca me ha llevado.-Inquirió Katia.

-Sabe lo que le conviene-Dijo el padre de Mark mientras caminaban- No le culpes, son unos desgraciados. Abusan de todo y no se puede decir nada contra ellos, porque son el poder...
así de claro.
He notado que te detienes mucho en los detalles y en las descripciones, lo que da al capítulo un tinte realista que me ha gustado. Todavía es pronto para sacar conclusiones, pues solo es la introducción y el primer capítulo, pero tiene buena pinta.
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Manirea
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Mensaje por Manirea »

Capitulo 2 (Es largo)
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Capítulo II:Uno es igual a diez...

Antes de darse cuenta, estaban frente al pequeño edificio en el que estaba el centro neurálgico de toda la ciudad subterránea.
Ignoraron al guardia que les negaba el paso, cruzaron un pasillo y entraron en la sala donde el consejo se estaba reuniendo en asamblea.
La sala era circular, y en torno a una mesa con la misma forma, estaban sentados los diez miembros del consejo de gobierno de la ciudad subterránea.

Al verles entrar, los miembros del consejo se giraron hacia los tres.
El jefe del consejo era un hombre pálido, alto, de unos cuarenta y cinco años de edad . Tenía la cabeza afeitada, un pequeño bigote de color café y unas gafas de cristales oscuros .
Estaba sentado en el sillón con el respaldo más grande.

El hombre, se quitó las gafas, las dobló cuidadosamente, y miró a los tres recién llegados
con sus ojos azules.

-¿Y bien?-inquirió con voz tranquila y calmada.-Mi custodio de la información y el listillo de su hijo ...Mark, ¿no?¿Quién es la jovencita?¿Qué tenéis para mí?

-No es nada referente al proyecto, señor- se apresuró a aclarar el padre de Mark.

El jefe del consejo, pulsó un botón que había en su sillón, y frente a él apareció un panel holográfico.

-Ayer por la tarde, señor...ocurrió algo interesante, señor-dijo Katia.

-Katia....-Dijo el hombre, examinando la pantalla; con voz grave pero clara .-en su expediente cívico dice que es muy impulsiva, no obstante inteligente. Por lo que conozco a mi custodio...sólo ha venido a respaldaros. Y Mark, según su ficha es inseguro. Deduzco que usted es la causa directa, así que espero que me interese de verdad todo lo que tengan que decirme.

Mark sacó el disco holográfico del bolsillo, y se acercó a la pantalla holográfica grande que había en mitad de la mesa.
Cargó el disco y cogió el mando a distancia.

Inmediatamente se cargó un mapa, que mostraba toda asia oriental.

-Ayer, recibí un mensaje, en un idioma inteligible. No fue ni malware, ni interferencias o fallos del sistema informático. Me aseguré en comprobarlo, y aquí tienen la prueba.

Pulsó un botón del mando.

La pantalla se puso negra, mostrando una linea de comandos.

14.
Tras pulsar otro botón, se amplió mostrando una línea en concreto.

-El visitante-Explicó Mark, muy nervioso.-dejó una huella, no sé si de manera consciente o inconsciente. Un enlace de puerta de un ordenador y tras analizarla... comprobé que pertenece a un equipo de hace mas de cuatrocientos años.
La misma edad que el material informático que empleamos para hacer nuestro trabajo.
Tras localizarla, comprobé que era verdadera.
Alguien con un equipo de hace cuatrocientos años, ha pirateado un satélite, y ha mandado
un mensaje de tan solo cuatro letras a los únicos ordenadores que podían recibirlo.
Hell, una palabra de un idioma antiguo que significa infierno.
Y lo más curioso es que creo que ya sabía que estábamos aquí... no es tan fácil piratear un satélite, y tuvo que alinearlo a unas coordenadas concretas para que pudiera ser captado
por la antena de comunicaciones de la ciudad y encontrara nuestros ordenadores.

-Muy locuaz- Admitió el jefe del consejo -eres muy inteligente, muchacho.
Me da pena tener que sancionaros a ambos...has pirateado los servidores públicos de la ciudad , que registran el historial de comunicaciones para saberlo ¿no?
Por otra parte, seiscientos años es mucho tiempo, si no ha venido nadie a nosotros...¿por qué irían a hacerlo ahora?

-¿Quizás porque no hemos salido nunca de este agujero? Eso demuestra que se puede sobrevivir fuera. Y puede que alguien nos necesite , ahí fuera...señor- Dijo ella.

-No- dijo el jefe del consejo-lo siento, pero fuera solo hay muerte. No mandaré al suicidio a nadie, señorita. Miraré con detenimiento las pruebas de su disquito , y por el momento
ni Mark podrá salir del sector central, ni Katia podrá salir de su sector de residencia.
Les estoy retirando los permisos de sus identificaciones.

Estuvo unos segundos frente a su pantalla holográfica, hasta que sonrió.

-Amigo mío...-Le dijo al padre de Mark- Llévatelos fuera, os acompañarán a casa. Un placer hablar con ustedes, como siempre.

Un guardia entró y les sacó fuera. El jefe del consejo se puso sus gafas y sonrió.

-Pueden irse señores. Por hoy basta de trabajo.

Los nueve miembros del consejo, manos sin dedos de un órgano ejecutor que no tenía ni voz
ni voto (salvo su jefe) salieron de la sala sin despedirse. No hacían falta...él era el consejo.

El jefe del consejo se levantó sacó el disco y miró como la luz, al incidir en él se disgregaba
en multitud de colores que solo había contemplado juntos en una pantalla holográfica.

Dejó caer el disco, y lo pisoteó. El frágil disco de vidrio , silicio y papel se rompió completamente. Recogió los pedazos y los miró con asco.

-Es más- repuso apretando el puño- yo puedo ocuparme de todo, solo.
15.
Fuera, un guardia pasó un lector por la muñeca de Katia, para ver que de verdad le habían quitado los permisos de acceso al sector central. Y no tardó en acompañar a Mark y su padre a su residencia. Ella se despidió de él con un gesto amargo, al ver como su amigo se metía por la puerta de su casa. El guardia la condujo con amabilidad hasta la estación de monorrail.

-Buen viaje, señorita.

Se dio la vuelta, en cuanto comprobó que ella se había metido en el vagón.Su madre al llegar a casa no le preguntó nada al ver la cara de desánimo que llevaba.
Su padre, no tardó en sermonearla nada más volver de su trabajo.

-¡¡No quiero saber que demonios pretendías!!¿Por qué te has enfrentado a él?

-Yo tenía razón , papá.

-¡¡¿No te das cuenta? Ese hombre puede hacer que os encierren!!-Dijo su padre casi gritando.

-No me grites.

Katia miró el suelo incómoda. Su padre le levantó los ojos y la obligó a mirarla a los ojos.

-Mírame a los ojos cuando hable contigo.

-De acuerdo.

-Por favor-Dijo esta vez con voz suave- tened extremo cuidado con ese hombre.
No vuelvas a darme ese susto...por favor Katia. Demuéstrame que estos veinte minutos de charla han servido de algo.

-Por favor-pidió también su madre desde un segundo plano.

-De acuerdo- reconoció ella.

Su padre se levantó y le puso un paquete en la mano a su hija.

-He tenido que ir a ver al padre de Mark...y su hijo me ha dado esto. Mas le vale que sea importante, porque estuvo unos treinta minutos preparándolo. Tened cuidado...¿vale?

-Tranquilo-Le tranquilizó ella cogiendo el paquete-

Se padre sonrió, le alborotó el pelo y se fue con su madre a la cocina.

Katia corrió a su cuarto, y abrió allí la caja. Contenía un disco de datos plateado, y una especie de prisma , cuyo arista debía de ser de unos diez centímetros.
Confusa, introdujo el disco en su ordenador.
16.
-Si Mark me lo ha mandado es porque es importante-dijo simplemente.

Vio a Mark de pronto, por la pantalla holográfica de su ordenador.

-Katia...

-¿Qué ocurre, Mark?

-Esa caja metálica, debe tener un botón en un lado. Púlsalo. El disco, entre otras cosas ha abierto un canal de comunicación estable, como me imaginaba iban a a tratarnos a patadas.

Katia lo encontró y lo pulsó. Vio como el artefacto metálico se abría, dejando al descubierto varias bandejas con instrumentos.

-El destornillador electromagnético, Katia. Desatornilla los tornillos de la muñequera del traje, la que lleva el reloj. Demuéstrame que estas tardes conmigo han servido de algo.

Ella, con paciencia desatornilló la banda de tejido, y la extendió sobre la mesa.

-Eso es un híbrido de una tela creada con fibra óptica y silicio. En la parte de atrás, deberías ver la placa base ¿La ves?

En efecto, la parte de atrás de la tela tenía un circuito electrónico en la tela de silicio.

-Busca...un componente fino y pequeño. Rojo. No debe ser difícil. También tiene que haber otro, casi igual...pero más alargado y de color azul.

-Ya los he encontrado-Dijo ella mostrándoselos.

-Coge el gel, y suelda los componentes según el diagrama que te pondré ahora.

Ella cogió las piezas con habilidad, las puso con cuidado en su lugar y las unió con el gel transparente.

-Es tela, no se puede usar estaño-Explicó Mark. Un poco de gel de contacto y debería funcionar. Deja que se enfríe y después lo atornillas de nuevo a tu muñeca.

Podría haberle dicho que no a su amigo, pero la voz estridente de Mark y su curiosidad pudieron con ella.

Lo dejó secar unos segundos y volvió a atornillarlo con rapidez.

-Muy bien...ahora, Katia... enlaza el disco holográfico con tu muñeca, tiene una actualización. Rápido.

-De acuerdo. ¿Me contarás que pasa?

17.
Ella localizó el archivo que Mark le indicó y la actualización del traje se instaló.
La imagen de su amigo desapareció de su monitor y reapareció en la pantalla holográfica donde antes estaba su reloj digital.

-El chip azul era un emisorreceptor de imágenes multimedia.

-¿Y bien?-Inquirió ella.

-Puse un emisor de onda en el disco que llevé esta mañana. Lo rompió nada más irnos nosotros. Tengo copias, pero da igual que le enseñemos dos, tres o mil. Nos toca mover ficha.

-¿Qué propones?-Preguntó ella.

-Todavía no lo sé...-repuso él- pero el chip rojo, me permite el acceso a ordenadores lejanos. Han cortado mis enlaces de comunicaciones, y necesito que me dejes crear una puerta de enlace, para restablecer nuestros permisos.

-Hazlo.-Dijo ella sonriendo.

La imagen de Mark desapareció, y tras recibir la autorización de Katia mediante un cuadro de texto, el ordenador mostró una larga cadena de complejas órdenes en idioma universal,
y en un lenguaje de programación.

La pantalla se puso negra y apareció una barra de progreso, que empezó a llenarse poco a poco.

-¿Cómo te va el intento?-Inquirió ella hablándole a su muñeca.

<<Poco...un par de minutos. Me devuelvo el control de mis antenas y dejo tu ordenador en paz.>>

Ella le esperó con paciencia, hasta que un par de minutos más tarde volvió a aparecer su imagen sonriendo .

<< Terminé Katia... permisos restablecidos, y tengo mis comunicaciones>>

-Gracias, Mark.-Dijo ella.

Katia miró a su amigo. De su cara había desaparecido todo rastro de nerviosismo.
Estaba contento , y le veía martirizar un teclado a velocidad asombrosa adquirida por la práctica.

-Hasta mañana ,Katia.- Se despidió Ella de él.

-Adiós, Mark.

18.
Con la rapidez con la que había venido, Mark cortó la comunicación.

-¿Y ahora?-se preguntó ella encogiéndose de hombros.

-Te aburres mucho , cariño.-Dijo su padre tras ella.

-Papá...¿Nunca os habéis preguntado que hay fuera?-Inquirió ella.

-Hace tiempo que todos comprendimos que lo mejor era no pensar eso.Y te tocará a tí.
Katia, aquí estamos seguros...¿qué mas da?

-¿Yo soy la única que se formula preguntas?

-A todas las personas que piensan aquí...las mandan a la cárcel.-Le recordó su padre.

-El jefe del consejo seguro que no piensa.

-Ese hombre es extraño, Katia. Es tan frío que no parece humano, recuérdalo...
¿tendrás cuidado?

-Sí papá.

El resto del día pasó algo más rápido de lo normal; y la “noche” empapó completamente la la ciudad, y provenía de su ordenador.
Encendió la luz de su cuarto, cerró la puerta y se sentó frente a la pantalla holográfica.

Alguien había encendido su ordenador a distancia. Ella se puso frente al teclado, con la intención de apagarlo.
Sin embargo la pantalla se puso negra, y aparecieron varias líneas de código.

<<¿Desea establecer contacto con conexión encriptada?>> Leyó ella.

Estuvo a punto de decir que no, pero su curiosidad le pudo...como siempre.

En la pantalla holográfica, apareció la imagen de uno de los miembros más antiguos del consejo. Un anciano de mirada tranquila, que usaba unas gafas de cristales finos.

-No tengo mucho tiempo para hablar contigo, Katia. Fuiste muy valiente al enfrentarte de esa manera al jefe del consejo...aunque muy imprudente.
Nosotros no tenemos poder alguno, él lo acapara. Aunque siempre hay elecciones cada dos años, son una mera fachada ¿entiendes?
Va a hacer algo muy grande en unos días...y seguro que tras ello, os encarcela por saber demasiado. Hazme caso, y recuerda estas palabras.
Mañana debes ir al complejo bioquímico del sector central. Consigue una vez allí, la enzima Wasd-193. Si me es posible, te mandaré unas credenciales de recogida...aunque no sé si podré.

19.
-¿Por qué debo creerle?-Inquirió ella.

-Eres la única que podrá cambiar las circunstancias actuales, algo me lo dice. Que me creas o no, es cosa tuya...pero en una semana estarás en la cárcel, si no haces nada.

La imagen del anciano se desvaneció y ella se quedó meditando sus palabras.
Finalmente, se tumbó en la cama y se durmió, aún confusa.

Al día siguiente no fue capaz de evitar ir a clase, no se pudo escaquear de ninguna de las maneras, pero después corrió al sector central.

Iba ya en el monorrail, llena de impaciencia.
Por alguna razón pudo llegar a la casa de Mark sin encontrarse con guardias, cosa que agradeció mucho. Si alguno la hubiera visto, no se hubieran creído lo de los permisos.

Seguramente el anciano había decidido ejercer un poco su influencia, pero fuera lo que fuera...a ella le había venido como anillo al dedo.

El padre de Mark estaba en su sillón, tranquilamente y la esperaba.

-Ya sabes donde está mi hijo. Esta vez no me hagáis cómplice, pero joded bien a ese loco cabrón-Dijo con una sonrisa espeluznante- moved ficha antes que él.

Katia no pudo evitar sonreír.

-De acuerdo.

Ella fue a la sala del servidor, pero Mark no estaba en los equipos antiguos. Estaba sentado en el suelo de una esquina libre de cables con un ordenador portátil de pantalla holográfica sobre el regazo.

-¿Fue de provecho el día de ayer?-Inquirió ella.

-Sí-reconoció él- Pero estamos como al empezar.

-¿Puedes averiguar lo que es la enzima Wasd-193?-Preguntó ella.

Mark levantó la vista del ordenador, alzando una ceja.

-¿Y eso a qué viene?

-Anoche, uno de los miembros del consejo contactó conmigo. Me dijo que debíamos conseguirla a toda costa.

-Eso no suena muy bien.-Replicó su amigo- Pero.....


20.
Mark no dijo nada más. No tardó en levantarse...

-En la base de datos del laboratorio bioquímico... dice que hay un pedido muy bien pagado.
Anónimo. ¿Quieres robarlo?

-¿Quieres que te encarcelen?-Inquirió ella con cierta ironía.

Él palideció al oírlo, no podía ser verdad.

-¿Cárcel?

-Sí. Estamos metidos hasta el cuello en una buena, aunque no lo parezca.

Mark la llevó al otro lado de la sala, a la única mesa sin ordenadores.
Nada más pedirlo en voz alta, el flexo de la mesa se encendió.

-Ese gigantesco servidor es una pérdida de tiempo, Katia. El jefe del consejo no quiere que la investigación avance, solo nos paga para que nos callemos, y dice a la gente que queda poco. Mi padre está o en su sillón, o haciendo gimnasia o haciendo cualquier otra cosa que mirar ese servidor. Yo solamente lo toco, para probar mis programas de optimización. ¿Sabes lo que incrementa ese cachivache de ahí la factura de la luz?
Los oficiales corruptos pagan a mi padre, para que meta material en el mercado negro, le pagan una buena suma para que busque pornografía... y créeme si te digo que es mucho más fácil de encontrar que el conjunto de conocimientos e historia humana que buscábamos con “desesperación”.

-¿Qué hacéis con el dinero, entonces?-Inquirió ella.

Jack sacó de un cajón de la mesa, un pequeño maletín metálico con cerradura.
Lo abrió y sacó un tubo de ensayo cerrado que contenía una especie de líquido gris.

-¿Qué es?-Inquirió ella cogiéndolo con curiosidad.

-Un super ordenador-Explicó él.- un prototipo. Se inyecta por una arteria del cuello, y se depositan en el cerebro.
Son una especie de...neuronas electrónicas. Hechas en un semiconductor artificial biocompatible, o sea que no produce rechazo. No producen consecuencias algunas en el cerebro ni en la inteligencia. Al llegar al cerebro, las neuronas se dirigirán a las diversas áreas del cerebro... las potenciarán y al trabajar en paralelo , logrando la potencia de un super ordenador, enlazado al cerebro.

-Bien explicado-Dijo su padre entrando en la sala.- Eres un genio, Mark. Diseñaste la primera electro neurona a los diez años. A los quince , creaste su sistema, y les diste la capacidad de trabajar en paralelo, para lograr resultados imposibles de manera individual.

-Yo no sé si lo soy o no...pero no tengo ni idea de por qué lo hacía.-Dijo el simplemente.

21.
-Lo que nos hace especiales-Dijo el padre de Mark sentándose junto a su hijo- es nuestra capacidad de imaginar. Podemos tener una idea y trabajar hasta que se haga realidad.
Tu, Mark puedes imaginar más que las otras personas... y ahí tienes el resultado.
Recuerdo que... a los siete años se leyó todos los manuales de biología y electrónica que tenía. Te pregunté y lo habías entendido todo a la perfección.
Por supuesto, por eso no fuiste al docente de enseñanza. Y nunca se lo he dicho a nadie.
De todas maneras te las arreglaste para ser un chico normal, primero jugando con Katia.
El padre de Katia y yo todavía somos buenos amigos.
Recuerdo que a los trece años, intentaste enseñarle a ella a programar.
Tú, Katia, tampoco te has quedado atrás...eres inteligente, impulsiva y curiosa.

-La verdad...-Dijo ella tomando con interés el tubo de ensayo que sostenía Mark.-es que me impresiona mucho.

-¿Os gustaría probarlo?-Inquirió el padre de Mark.-tengo dos viales en mi laboratorio.

-Yo...vale-Dijo Mark- Katia, puede decidir lo mientras lo vé.

El padre de Mark les indicó con una mano que le siguieran. Se acercó a una pared, y un sonido les sobresaltó. Se había corrido a un lado un diminuto panel a la altura de los ojos que mostraba una lente circular con un haz de luz.
El padre de Mark miró por la lente, y una puerta se abrió.

Tras seguir al padre de Mark por un pequeño pasillo, le vieron meterse por la primera puerta que habían visto. Dentro había una especie de laboratorio.

El padre de Mark se lavó las manos con un desinfectante, y pidió a si hijo que se sentara en un taburete metálico que puso frente a él.
Encendió un gran flexo, que despedía una brillante luz azulada.

Sacó dos frascos que contenían el líquido gris, y los puso en una pistola de inyecciones.
Se trataba de una especie de cilindro alargado y metálico con la punta superior mas pequeña que la inferior.
El cilindro tenía una empuñadura, y un gatillo así que era bastante apropiada la denominación de pistola.

Su padre apoyó la punta contra el cuello de Mark, y le inyectó el líquido gris.
A continuación, tanto Katia, como el padre de Mark le miraron con curiosidad, esperando ver que le podría pasar.

-Bueno, no sé a que esperáis...calculo que hasta un par de minutos las electro neuronas no se habrán reorganizado.... espera, siento un pequeño cosquilleo dentro del cráneo.
Creo que ya han logrado la unión.

-¿Y bien?-Inquirió su padre.

Mark sonrió, se levantó y chasqueando los dedos las luces se apagaron.
22.
-Lo del chasquido, era teatro...pero esta cosa es sinceramente impresionante.

Tras volver a charquear los dedos para “hacer teatro” según él, se volvieron a encender las luces.

-¿Y bien, Katia? Solo ten en cuenta que os puede ayudar mucho.¿Sabéis las funcionalidades del inyectable?...¿Sus capacidades?

-Electro neuronas enlazables con interfaz neural capaces de comunicación inhalámbrica, almacenamiento de archivos, y tienen todas las capacidades normales de un ordenador.-Dijo Mark irónico, como si fuera un niño que recitara las tablas de multiplicar.-Yo lo diseñé, no me hagas reír. Por cierto Katia...no duele.

-¿Y bien, Katia?-Repitió el padre de Mark.

-De acuerdo.-Dijo ella sentándose.

El padre de Mark, sonrió y le quitó la punta a la pistola de inyecciones, y la cambió por otra.
Apoyó la punta en el cuello relajado de Katia y pulsó el gatillo.

Dejó la pistola de inyecciones en una mesa, y se dirigió a un frigorífico que había en una esquina.

-No tendréis marca, pero por si acaso.-Dijo abriendo la nevera y sacando un frasco.

Lo puso en la mesa que tenía a su lado. Cogió dos algodones y una cuchara, puso un poco el contenido del frasco en los algodones y se lo tendió a los dos amigos para que se lo pusieran en el cuello.

-Es gel de alóe. Os refrescará la piel, y os borrará la posible marca.

Katia cogió el algodón que le tendía el padre de su amigo, y toco el gel con la punta de los dedos y los frotó.
Era un líquido viscoso , claro, y frío; que resultaba de lo más agradable. Katia nunca había tocado nada como aquello.

-Es muy agradable-Admitió ella.

-Tranquilos, no pasará nada-les tranquilizó el padre de Mark.-Hice ya una prueba antes de vosotros con las electro neuronas. Hace más de medio año.

-¿A quién se las pusiste?-Inquirió su hijo.

Su padre se quedó pensativo y metió la cuchara en el frasco. La sacó rezumante de gel... y se la metió en la boca.

23.

-Creo...que fue un miembro del consejo. El más anciano.-Dijo pensativo, mientras paladeaba el alóe como si fuera un caramelo.

Mark cerró el frasco y lo metió en el frigorífico.

-¿Cómo te lo puedes comer?-Le preguntó Mark.

-Metiéndome la cuchara en la boca-repuso su padre sonriendo.

-¿Has dicho el más viejo?-Inquirió Katia-¿De verdad?

-¿A que viene eso, Katia?-Le preguntó Mark.

-Fue el que habló conmigo anoche. El que me advirtió sobre la encima.

-Pues hacedle caso-Opinó el padre de Mark, todavía con la cuchara en la boca.- debéis saber que ese hombre es el más sensato de todo el consejo. En fin ¿os apetece probar la interfaz?
Volvamos a la sala del servidor.

En un instante volvieron a la sala del servidor, Mark y su padre miraron a Katia con cierto interés.

-¿Y bien, muchacha? Te toca.-Repuso el padre de Mark.

-Katia... intenta hacer que aparezca. Intenta concentrarte y piensa en una interfaz, como la de un ordenador ¿De acuerdo?- Le explicó sonriendo su amigo.

Katia asintió y lo intentó. Sin embargo no le resultó tan sencillo como a Mark.
Tardó cerca de treinta segundos en poder ver una interfaz , de un color azulado, dentro de su cabeza.

-¿Es azul? Qué sensación tan extraña...produce una especie de cosquilleo.

-Sí- afirmó su amigo.-Como si tuvieras un ordenador en la cabeza ¿no?

-Sorpréndenos, querida.-Pidió el padre de Mark impaciente.

Ella se quedó pensativa un instante, y tras unos segundos todos los ordenadores de la sala se sincronizaron e hicieron sonar una canción.

-¿Y qué has hecho?-Inquirió Mark alzando una ceja.

-Y habló el genio-Repuso ella con una sonrisa irónica- He accedido al ordenador de mi casa, he copiado una canción y he sincronizado los ordenadores de la sala para que la ejecuten a la vez.¿Lo quito? También puedo subir el volumen...


24.
-Por cierto cada una de esas electro neuronas, posee un avanzado sistema de seguridad,
al combinarlo en paralelo llega a crear un cortafuegos impenetrable. Si por algún casual
llegan a conseguir su acceso, podrán usarlas como un ordenador normal...pero no llegarán a poder controlaros. Además cada electro-neurona posee una dirección de sistema propia, así que intentar controlarlas a la vez es cuanto menos, imposible.-Les explicó el padre de Mark.-No creo que haga falta que os diga que no debéis contar esto a nadie. Sed prudentes respecto a esto.

Dicho esto, el padre de Mark (con la cuchara impregnada de gel de alóe aún en la boca) volvió a su sillón.
Katia escuchó la voz de Mark con claridad en su mente.

<<Esto es mucho mejor que un chip en la muñequera, ¿no?>>

<<Guau-repuso ella con interés-telepatía.>>

-No te desconcentres- le dijo él hablándole de manera normal- ¿Qué hacemos con la encima?

-El anciano me dijo que intentaría mandarme unas credenciales de recogida al perfil de la muñequera, para ir a recogerlas de manera legal.

Dicho esto, miró a la muñeca donde tenía el reloj. Tras concentrarse un segundo, hizo aparecer en la pantalla digital las credenciales de recogida.

-Enzima Wasd-193, recogida por mensajería- Empezó a leer ella de la pantalla-
Código de autorización de recogida : GgIzF3-HpX193-Bo26X
Un solo uso, caduca dentro de seis horas y treinta minutos. El contenido de la recogida consta de un maletín metálico, con una pistola de inyecciones especializada y tres mono dosis de la enzima Wasd-193.

-Problema solucionado- Dijo él sonriendo.-

Ella no dijo nada, se levantó y Mark se apresuró a seguirla.
A unos metros del laboratorio , Katia se paró y le pidió a su amigo que se quedara en su sitio.

-Volveré en unos minutos.-Le tranquilizó ella.

No ocurrió nada extraño. Cinco minutos más tarde ella salió del laboratorio con un maletín en la mano.

-¿Es eso?-Inquirió él.

-Sí.- Dijo ella.

25.

-¿Ya?-Inquirió el padre de Mark al verlos entrar - ¿Habéis ido al laboratorio?

-Miralo tu mismo -Sugirió ella colocando el maletín en el suelo.

Mark lo abrió con las manos temblorosas. Entre un relleno de espuma, había una caja pequeña de aluminio, una pistola de inyecciones y unos guantes.
La caja metálica era cuadrada, y tenía grabadas las instrucciones de utilización.

-La encima es un mecanismo de protección de efectos instantáneos y perpetuos.-Leyó Mark.
La caja que la contiene, tiene dentro un pequeño depósito con refrigerante a ochenta grados bajo cero. Se recomienda usar guantes. Pulsar el botón azul en el lateral izquierdo de la caja para abrirla, a continuación para usar la encima hay que coger una de las cápsulas mono dosis, desenrroscarle la tapa, y colocarla en la pistola.

-No sé a que esperamos, la verdad.-Dijo Katia.

Ella se puso los guantes, y abrió la caja. Una especie de humo blanquecino y helado salió de esta, como si fuera una especie de niebla fantasmal.
Los frascos eran de un material parecido al cristal y tenían forma cilíndrica, con ambos extremos de metal. Estaban rellenos de un líquido verdoso y transparente.

Cuando Katia le quitó con cuidado la tapa, dejó al descubierto dos pequeños pinchos triangulares. La pistola de inyecciones tenía la culata grande, y tras abrirla se vio el hueco para la cápsula
Katia puso la cápsula, con cuidado. Era un poco siniestro ver el líquido verde brillante con esa luz.

Mark se arremangó , y Katia le pasó la pistola preparada a su padre. Este se la aplicó
primero a su hijo, a ella y tras poner la última cápsula se la dio a su hijo para que se la aplicara a él en el hombro.

-¿Y bien?-Inquirió el padre de Mark, apretándose el hombro.

-Esta ha dolido-Dijo Katia.

-Seguramente lo notaremos cuando algo cambie, en el medio...por ejemplo.-Sugirió Mark- intuyo que funciona así.

-Mark, coge el maletín...vamos a guardarlo bien guardado.-Dijo su padre.

Con ayuda de un guante, Mark guardó las capsulas en la caja. Cerró esta con cuidado, y tras colocar dentro los guantes, la caja y la pistola; hizo lo mismo con el maletín.

Katia y Mark lo siguieron por el mismo camino que habían seguido antes, es decir, primero por el pasillo oculto de la sala del servidor, y continuación siguieron adelante hasta llegar a la última puerta.

26.
Cuando el padre de Mark giró el picaporte, los condujo a una sala polvorienta, llena de libros, y papel.

-¿Qué es eso?-Inquirió ella al coger un pedazo polvoriento de seco papel amarillo.

-Papel, era lo que antes se usaba para escribir- Explicó el padre de Mark.

El padre de Mark apartó un gran montón de papeles, dejando al descubierto una caja fuerte
con un teclado holográfico. Abrió la caja fuerte con una llave que tenía colgada al cuello.
Cogió el maletín y tras guardarlo cerró la caja con la llave.

-Es imposible que la abran-Explicó-Es necesaria una clave de cien dígitos, encriptada con un algoritmo potentísimo.

Mark sonrió, se tocó la frente un instante y la caja fuerte se abrió sin protestar.

-O tener un super ordenador a mano...¿No, papá?

-Sí, desde luego-Admitió volviéndolo a cerrar, consciente de su derrota.

Tapó otra vez la caja fuerte con los papeles, levantando mucho polvo.

-Salid fuera, por favor. Voy a cerrar esta puerta con llave- les pidió el padre de Mark.

Una vez fuera, cerró la puerta. Cogió la llave electrónica que todavía llevaba en la mano
y arrancó el picaporte de la puerta. Había una ranura electrónica para la llave.
La introdujo con cuidado y a continuación le dio tres vueltas en el sentido de las agujas del reloj, la sacó y volvió a colgársela del cuello.

La puerta se ocultó de tal manera que parecía que solamente había un desnudo tramo de pasillo.

-Será mejor que vuelvas a tu casa, Katia. Ya es muy tarde- La alertó el padre de Mark.

-Tiene mucha razón – afirmó Mark.

Por una vez, Mark acompañó a su amiga hasta la puerta.

-Adiós Katia.

-Hasta mañana, Mark.

Cuando llegó a su casa, no le preguntaron nada. No era necesario.
Justo cuando sus padres y ella estaban reunidos, cenando... la televisión se encendió de manera automática , como siempre que ocurría algo importante.

27.

Se trataba de la serena figura del jefe del consejo.

-Mañana, os hablará mi sucesor como jefe del consejo, elegido entre los miembros del consejo de gobierno de la ciudad, a quienes elegís por sufragio.
Tomará el cargo, y yo seré cesado de mis funciones. Ha sido un placer servirles este tiempo, amigos.

Casi parecía que lo decía con pena...pero era fachada. Katia vio en sus ojos una chispa de ironía, que fue incapaz de ubicar.
Se quedó unos segundos mirando fijamente la pantalla holográfica, ya apagada , pero no sacó nada en claro.

-¿Deja el cargo?-Inquirió ella.

-Por eso tu hermano está tan atareado que no puede venir ni a saludar, cariño.-Repuso su madre.

-Al final da lo mismo los factores que estén presentes, el producto es el similar.

-¿Qué insinuás?-inquirió su padre- el exterior está muerto, Katia. Nada sobrevive, ¿lo entiendes?

-¿Y lo que encontramos?-Inquirió ella con ironía.

-Eso puede ser una falsificación.- Dijo su madre, mirándola con incredulidad.

-Eso mismo os pregunto a vosotros-Dijo ella levantándose de la mesa-¿Quién asegura que lo que os han contado sobre el exterior no es falso?

Katia volvió a su habitación, y se tumbó sobre su cama.

<<¿Y bien- le preguntó a Mark tras concentrarse un poco-¿Le has visto?>>

<<Por desgracia, Katia>>

<<¿Qué piensas, Mark?>>

<<No sé tú, pero no se me ocurre nada bueno para esto. Nos enteraremos mañana de todas formas. ¿De acuerdo?>>

Katia suspiró, y cortó la comunicación con Mark.

Por desgracia, mañana sería un nuevo día... para bien o para mal.


28.


Un par de horas más tarde.

El jefe del consejo iba por un pasillo oscuro, portando un maletín negro.
Iba silbando una tenue melodía, y sonreía. Su gesto era siniestro y hasta hipnótico.

Abrió la puerta blindada que tenía frente a él con una llave de seguridad que sacó de su bolsillo, y tras meterse en la habitación, la cerró.

Aquella habitación era muy pequeña , pero aún así era de una vital importancia.
Se trataba de la sala de distribución del agua, por donde pasaba tras ser filtrada para que fuera distribuida de nuevo por toda la ciudad.

Por la sala pasaba una gran tubería que tenía acoplado un ordenador que controlaba el caudal de agua entre otras cosas. Abrió una toma de entrada a la tubería.

El jefe del consejo suspiró y dejó de silbar. Abrió el maletín , revelando su contenido.
Varias cápsulas de plástico, rellenas de un líquido transparente.
Cada una con la suficiente capacidad para custodiar un litro de líquido.

Las fue tirando una a una a la tubería, y se quedó observando como el plástico se disolvía, casi con placer. Y su contenido se esparcío por el agua potable.

Tras pulsar unas cuantas teclas en el ordenador, la tubería se cerró; de manera que él pudo hacer lo mismo con su maletín y marcharse por la puerta.

Al día siguiente, Katia se despertó y bajó a desayunar.
En la televisión, el jefe del consejo estaba dando un discurso.

-¿No dejaba el cargo?-Preguntó ella.

-Acaba de tomarlo hoy- repuso su padre mirándola extrañado.

Katia no pudo evitar salir de su asombro.

-¿De qué habla esta chica?-Inquirió su madre.

-No sé que quieres decir, muchacha...pero este hombre nunca antes ha tomado el cargo.

En el rostro de Katia se dibujó una expresión de puro terror.

-¿Te ocurre algo, chica?-Inquirió su padre.

Ella palideció aún más. Parecía que sus padres se habían olvidado de ella.

-¿Qué os pasa?¿No me recordáis? ¡Soy Katia, vuestra hija!


29.
-Ten por seguro, que me he levantado estupendamente....al igual que mi marido-repuso su madre- nunca te hemos visto antes, y no sabemos que haces aquí.

-Soy vuestra hija.

-Mi único hijo se independizó de nosotros hace un año. Y esto empieza a resultar muy extraño, así que vete o llamaré a los guardias del sector.

Cada palabra era como un fuerte puñetazo en el estómago.
Katia por un momento odió a sus padres, y luchó por contener las lágrimas...pero finalmente notó como el tibio líquido bajaba por sus mejillas.

Ella se dio la vuelta y se marchó de la casa, se quedó cerca de la casa sentánda en un banco. Se concentró y en un segundo, consiguió acceder al ordenador de su casa y copiar los archivos.
Sin embargo, para tomarse una pequeña venganza contra sus padres accedió a los sistemas electrónicos de la casa y bloqueó las puertas.
Pasara lo que pasara, estarían encerrados varias horas antes de que pudieran salir.
Katia se levantó y fue en dirección al monorraíl.

<<No sé que demonios ha ocurrido, pero espero que a Mark no le haya pasado nada.>>-pensó al entrar en el vagón.-<<Aunque sé que no lo han causado ellos>>

Durante el trayecto, intentó hablar con Mark.

<<¿Mark?>>

<<¿Katia?>>

<<Voy para allá>>

<<¿Y el centro de enseñanza?>>-Inquirió él confuso.

<<Hay cosas más importantes>>-Repuso ella.

-Menudo alivio-pensó ella en voz alta- no les pasa nada.

En menos tiempo de los que pensaba, ya estaba en su puerta. Mark le abrió, mostrando cierta sorpresa.

-Tienes cosas que explicarme.

-¿Y tu padre está bien?-Inquirió ella.

-Sigue ahí sentado-Dijo Mark apartándose para que lo viera.

-No lo vais a creer-Dijo ella.
30.
-Sorpréndenos, Katia- le pidió el padre de Mark.

-El jefe del consejo, ha aparecido el jefe del consejo de nuevo, para jurar el cargo. Mis padres decían que no, que él había accedido al poder de manera legal, y además que no lo había tomado antes.
Se han olvidado de eso, y se han olvidado de que soy su hija. Para vengarme...les he dejado encerrados en casa.

-Borrado de memoria colectiva...para eso era la enzima Wasd-193...para anular sus efectos- susurró el padre de Mark.

-¿Memoria?-Inquirió ella.

-Sí-repuso Mark- Con una cadena especial de enzimas sintéticas, se pueden borrar e incluso sustituir los recuerdos.

De pronto, el padre de Mark se llevó las manos a la cabeza.

-Mierda....ya sé lo que ha hecho.

-¿Qué ocurre?-inquirió Mark.

-El jefe del consejo lo había planeado...si liberó la enzima, eso implicó que los padres de Katia la olvidaran. Yo me habría olvidado de vosotros dos, y puede que os hubierais vuelto como vegetales. Y os llevarían a la cárcel.
Si os ven conmigo, pensarán que no he olvidado, y nos encerrarían a los tres. Seguramente ya habrán guardias viniendo hacia aquí.

-Lo ratificaré.-Dijo Mark.

Katia y su padre vieron la concentración en la cara de Mark, tenía los ojos cerrados y no hacía sonido alguno.

-Es cierto-dijo unos segundos después.

-Debéis dejar que os cojan-dijo su padre- La prisión está en el bloque superior, el ultimo escollo para ir a la superficie. Espero que esa transmisión fuese en serio, porque es lo que ha causado todos estos problemas.

-Es lo mejor-Susurró Katia.

Mark abrazó a su padre, durante unos segundos.

-Tened cuidado, por favor-les pidió su padre.- y cuidaos mutuamente. Siento tener que olvidaros, pero no perderemos el contacto....o intentaré no perderlo.

-De acuerdo papá.-Dijo Mark separándose de su padre.
31.
Sin mas dilación, los dos amigos salieron por la puerta. El hombre solo en la habitación, sonrió. Permaneció así unos instantes, hasta que se dirigió a la sala del terminal.

Mientras, Mark y Katia caminaban en dirección a un pelotón de guardias , capitaneado por el jefe del consejo.

-Os estaba buscando, Katia- Repuso sonriendo.- Creo que mi buen amigo, os pasó un poco de la enzima que contrarrestaba el borrado de la memoria ¿no? Da igual, con memoria o sin ella...iréis a la cárcel. Es más, debo darle las gracias , porque así....os acordareis de mí cada día. Y vuestro cautiverio será una tortura.

-Da lo mismo.¿Para qué?-dijo Katia con ironía-No nos recuerda nadie...¿Qué sacamos permaneciendo aquí?

-Chicos listos-dijo el jefe del consejo.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de aquel hombre, que parecía un témpano de hielo. Este hizo una seña, y los guardias les pusieron unas esposas electrónicas a los dos amigos.

-Nadie os hará nada, y estaréis seguros.-repuso, esta vez serio.-

<<Estas esposas son una birria, Katia>>

<<No empieces, que te recuerdo que yo también sé unas cuantas cosas...Mark.>>

-Llevaoslos.-Susurró el jefe del consejo, dándose la vuelta-pero que los traten bien.

<<¿Dónde está la cárcel, Mark?>>

<<Arriba>>

<<Eso ya nos lo ha dicho tu padre>>

Les vendaron los ojos y les condujeron por las calles del sector central. Se la quitaron al llegar al ascensor.
Estaba muy protegido por guardias.
Los soldados que los vigilaban intercambiaron unas palabras con los que protegían el ascensor con aire monótono.

Los que custodiaban el ascensor lo abrieron con una llave electrónica, y les dejaron pasar.
Por dentro era muy espacioso, tanto como para que pudieran ir unas treinta personas a la vez sin demasiada incomodidad.

Uno de los guardias que los custodiaban pulsó un botón y comenzaron a subir con mucha rapidez.

<<El panel del ascensor...>>
32.
<<¿Si, Mark?>>

<<El panel no es electrónico ...pero creo que es accesible>>

<<¿Y, Mark?>>

<<Da lo mismo, sabemos a donde vamos.>>

El ascensor subió a gran velocidad durante un cuarto de hora , hasta que paró.
Las puertas se abrieron con lentitud y los guardias los condujeron sin decir nada.

El nivel superior.

Estaba casi vacío, a la derecha había una pequeña masa de pequeños edificios casi en ruinas. A la derecha había una masa de edificio grises...el lugar al que iban a ir.

Cualquier persona en su lugar estaría aterrada, con un sentimiento mezcla de impotencia y el abatimiento.

Ni Katia ni Mark tenía el menor deseo de estar allí, pero ese lugar estaba más cerca de la superficie. Solamente fingieron un poco para no extrañar demasiado a los guardias.

Las puertas de la cárcel se abrieron a su paso y a ellos de acercaron guardias, vestidos de uniforme plateado. Uno de ellos pasó la muñeca de Katia por un lector.

-Agitación ¿Eh?...entonces no me hará falta ver la ficha de tu amigo. La ficha me dice que...os tratemos bien. Todo lo bien que podáis estar bien en este lugar. Os he borrado las aplicaciones de la muñeca y os pondré en una celda cómoda. El jefe del consejo quiere que estéis cómodos, así que espera que seáis buenos.

El oficial se giró a su compañero tras volver a la mesa a consultar su pantalla holográfica.

-Condúcelos al bloque A...celda 27.

Su interlocutor asintió y pidió a los dos amigos que lo siguieran.
El oficial se sentó en una silla, y los oficiales que habían escoltado a Katia y a Mark...se giraron.

El guardia los invitó a su nueva estancia, con un gesto entre la monotonía y la sorna.
Era una estancia de diez metros cuadrados, con muebles, paredes y suelo blancos.
La puerta era de cristal grueso, que no dejaba pasar el sonido. Daba igual, seguro que dentro habían micrófonos.

Una vez los dejó dentro, cerró la puerta con un mando a distancia y un hueco se abrió en la puerta. Les indicó que metieran las muñecas.

33.

Tras hacerlo el guardia pulsó un botón , el hueco se cerró un instante, y cuando se abrió
ya no tenían las esposas puestas.

La celda tenía dos literas, un par de sillas y un escritorio.
El guardia sonrió se giró, seguramente volvería a su puesto.

-Disfrutad de la estancia.-Les dijo, aunque por culpa del cristal no pudieron oírlo.

Mark se tumbó en la litera inferior.

<<¿Vas a intentar averiguar cosas de este lugar?>> -Le preguntó ella.

<<Claro, y por cierto no hables en voz alta.-repuso Mark.-Seguro que hay micrófonos por aquí.>>

Katia se sentó mientras él buscaba información. No tardaría en lograrlo demasiado, ella le conocía demasiado bien.

Al menos eso esperaba, porque si no...podrían quedarse bastante tiempo en ese lugar.
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The Buddha
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por The Buddha »

Tercer capítulo de mi novela.
Spoiler: Mostrar
Le sorprendió al duque el aspecto cochambroso de la fachada del local: la puerta estaba carcomida, los pocos ventanales con los que contaba mostraban unos cristales sucios y no había ningún cartel representativo de la organización. Pero pronto para su ligero alivio recordó lo que Soderbergh le había comentado: que solo los miembros sabían de la existencia del club, por lo que pensó que pretendían dar una imagen no muy halagüeña del recinto. Aun así Jack no se tranquilizó, y comenzó a sospechar que había sido víctima de una pesada broma. Solo el poder contemplar el interior del local le haría retractarse de su primera impresión, el lujo que él esperaba de una organización tan selecta podría hacer olvidar cualquier defecto del portal. Desconcertado, Jack llamó a la puerta. Sofía, sin embargo, se mostraba indiferente a las apreciaciones de su marido, mostrando un visible enfado con su marido en el supuesto caso de que les hubieran estafado.
- Estimados duques – exclamó Ebenezer Soderbergh nada más abrir la puerta – les estaba esperando. Pasen por aquí, por favor.
- Gracias por la invitación, señor Soderbergh. ¿Me permite una pregunta? - dijo Jack.
- Cómo no.
- Me ha sorprendido el estado del portal, ¿a qué se debe dicho abandono? Discúlpeme, pero me ha sorprendido.
- Ya le dije, señor Thornton, que procuramos mantener el British Upscale Gentlemen’s Club en el más riguroso secreto.
- Pero, ¿por qué?
- Deja de molestar al caballero, Jack, y entremos de una vez. Se me hincharán los tobillos si seguimos más tiempo aquí de pie – interrumpió Mrs. Thornton.
- Es cierto, pasemos pues – se limitó a decir el duque, al que le había molestado quedarse con la pregunta en la boca.
Entraron entonces por un amplio pasillo, con unas bellas paredes muy bien decoradas y llenas de cuadros. La primera impresión de Jack iba remitiendo, pero todavía no estaba tranquilo del todo. Soderbergh les condujo a un gran salón, vacío, en donde una enorme mesa presidía el centro del mismo.
- Hagan el favor de sentarse, los demás invitados no tardaran en llegar. Permítanme que les ofrezca una copa de vino, para agudizar su espera.
- Muchas gracias, Mr. Soderbergh. – dijo el duque, todavía preocupado. El hecho de que los primeros en llegar a una fiesta sean a los que va dirigida no era demasiado normal, que digamos.
- Yo ahora debo marcharme, para recibir a los demás invitados cuando lleguen – dijo Soderbergh mientras les servía dos copas de vino, llenas de antemano – están ustedes en su casa.
- Gracias de nuevo.
Cuando se hubo marchado el servicial hombre, Jack dio un par de sorbos a la copa de vino. Contemplar aquel inmenso salón llenaba de orgullo al bueno del duque. Orgullo al sentirse alguien importante, un caballero respetado. La inquietud que le había producido la fachada desapareció por completo, realmente se encontraba a gusto en aquel lugar. Esa sensación no fue muy duradera. Al poco, empezó a notar una sensación extraña, que vino sucedida de intensos mareos.
- Sofía, no me encuentro bien – alcanzó a decir Jack con la voz turbada – ve y dile a Soderbergh si puede avisar a un médico.
- Compórtate, Jack, y aguanta como un hombre. ¿No querrás que nos expulsen de un club tan escogido como éste nada más ingresar?
Pero nada más acabar Sofía de pronunciar estas palabras Jack cayó inconsciente.
A su despertar no vio nada más que oscuridad. Intentó moverse, pero parecía estar embotado en una caja cuyas medidas no eran muy superiores a las de su propio cuerpo. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Jack, que no paraba de dar gritos y pedir ayuda arduamente. Gritaba y gritaba, pero sus sollozos eran rebotados por las paredes que le apresaban, volviendo a sus oídos y llenándole de frustración. En su mente estaba Sofía, de la que suplicaba a Dios que no hubiera corrido la misma suerte, de la que no sabía de que se trataba. También recordó a su madre, a su querida madre, a la que de niño abrazaba cuando tenía miedo, pero a la que ahora no podía abrazar. Sintió como si no le restara ya mucho para volver a abrazarla de nuevo. Sin embargo, Jack no se rezó en ningún momento, la verdad es que no era un fiel cristiano, pero ese era uno de esos momentos en los que no estaría mal acogerse a la ayuda divina. El aire le iba faltando, y cesó en sus ya leves intentos de ser escuchado. Su padre se apareció entonces en su cabeza, realmente sentía un pequeño aprecio por aquel hombre, quizá porque sabía que él si le quería, aun cuando cesó de hablarle, y le dejó morir solo. Estaba en el borde de la muerte, pero no se lamentaba. Solo se limitaba a recordar. De repente empezó a oír un ligero ruido, como el de una pala al cavar, y pensó que estaba desvariando. Cada vez el ruido sonaba más cercano, pero a medida que se acercaba el oxígeno también disminuía. Se hizo la luz. Alguien abrió la tapa de lo que era un ataúd. Había sido enterrado vivo.
El estado de shock en el que se encontraba Jack no le permitió hablar hasta estar ya un rato en una pintoresca casa rural, morada del campesino que parecía haberle rescatado.
- ¿Usted me ha desenterrado? – dijo con voz temblorosa el duque.
- ¡Alabado sea Dios! Parece que al final de todo no eres mudo – comentó el campesino con tono sarcástico – Pues sí, yo te he desenterrado. Y creo que es lo más raro que he hecho en la vida.
- ¿Cómo he llegado yo a estar ahí enterrado? Dios mío…
- Estaba aquí en mi casa y un ruido interrumpió mi sueño. Salí al porche y divisé a un grupo de hombres con palas y una caja a lo lejos voceando… los jóvenes de ciudad no tienen ningunos modales. Esperé a que se marcharan y fui a ver qué estropicio le habían causado a mi hermoso campo, y milagrosamente te escuché gritar. El resto ya te lo imaginas. Me debes la vida, amigo.
- Esto no puede estar pasando – sollozó – esto no está pasando…
- Ya lo creo que está pasando, pues tengo en mi casa a un señor que no para de lloriquear, y creo que yo no desvarío. Mi nombre es Jonah Reuel Kout, pero puedes llamarme Jonah.
- ¿Me creería si le digo que soy el Duque de Cleveland, estimado Jonah? Lo cierto es que no se si estas tierras forman parte de mi propiedad…
- Ahora me lo creo todo. Pero esto es mío, amigo.
Jack le contó al campesino brevemente todo lo ocurrido desde que nació en el seno de una familia noble hasta antes de que gracias a Dios le desenterrara. El pobre Jonah, perplejo, le ofreció quedarse en su casa el tiempo que necesitara.
Kout era un tipo amable y bonachón, crédulo cual niño pequeño, el vivo estereotipo sobre los pueblerinos que se tiene en las ciudades. Estaba delgado, vestía una camisa sucia y unos sencillos tirantes. Su rostro mostraba una increíble viveza. No era muy anciano, pero sí casi completamente calvo. Tenía los ojos pardos; su perilla negra revelaba el color que había tenido en algún momento su cabellera, y su boca estaba llena de unos torcidos dientes amarillos. Según le contó a Jack, regía estas tierras desde la muerte de sus padres años atrás, y nunca había tenido lugar para ir detrás de una moza, a la que, como él mismo reconoce, tampoco buscó – quizá por su aislamiento de los núcleos de población, y, por tanto, de mujeres – por lo que se limitaba a cuidar de sus huertas, que eran lo único que tenía. La vida en su casa era monótona, la única diferencia entre un día y otro era la clase de trabajo que le tocaba hacer en el vergel. La casita de Jonah era realmente estrambótica: por las paredes andaban colgadas frutas, carnes y hasta sardinas; en el centro del salón reinaba una mesita con dos sillas, en la que solía comer el campesino, una rústica chimenea servía para calentar la casa en invierno, además de para asar la poca carne que allí se comía y cocinar alguna que otra cosa que a Jonah se le antojaba, pues el plato predominante lo ofrecía el campo. Aparte del mencionado salón solo había una habitación que contaba exclusivamente con una cama rellena de plumas. A Jack, por descontado, le tocaba dormir en el salón sobre un montón de paja. Todo lo ocurrido confundía a Jack, que tras admirar esponjosas camas vestidas con sábanas que eran verdaderas obras de arte se veía obligado a dormir casi a la intemperie. Claro está que Jack no iba a vivir del bueno de Kout sin dar nada a cambio. Todos los días se ponía a cargo del experimentado agricultor, que se asombraba al ver la ineptitud del duque para los trabajos del campo. De vez en cuando iba al pueblo, no muy alejado de donde vivía, a hacer unos recados, y eso era lo que mejor se le daba al duque. Varios revolcones recibió intentando ordeñar a las pocas vacas que tenía Jonah. Y la siembra no se le presentaba mucho mejor. El único momento en el que Jack podía hacer frente al campesino era a la hora de la comida, el susto no parecía haberle privado del apetito.
- Vamos, Duque, no has probado nada de mi guiso, y eso no es para nada normal. ¡No me dirás ahora que no te gusta como cocino! – bromeaba Kout al ver a Jack ensimismado otra vez, algo común desde el maldito día en el que tuvo que desenterrarle. Pero nunca hasta el punto de no probar bocado.
- No es eso hombre. ¿No me van a gustar tus guisos? – siguiendo el ejemplo del campesino, Jack había empezado a tutear a Jonah – ¡Los mejores de toda Inglaterra!
- Como se nota que en la ciudad no se come bien… a lo mejor tengo que irme a estas alturas a Londres y montar un restaurante.
- No digas tonterías, ¿quién cuidaría mejor que tú de estas tierras? – dijo Jack, al que se le notaba más distraído que de costumbre.
Desde que sucedió aquello, no hace falta decir el qué, Jack no paraba de darle vueltas a la cabeza. No podía volver así como así, seguramente los que le tendieron aquella burda emboscada se habían encargado de dejarlo todo bien atado. O a lo mejor podría volver, pero no se atrevía. En todo el reino sabrían que el recientemente nombrado Duque de Cleveland había desaparecido, incluso le habrían dado por muerto y celebrado un funeral en su honor. No quería pensar que le había sucedido lo mismo a su querida Sofía, pues entonces la pena le embargaba profundamente. Pero esto no eran más que suposiciones. Quizá la decisión de quedarse con Kout no fue acertada, pero se Jack se veía incapaz de volver a la ciudad. Puede que víctima del terror que la experiencia le había producido, por miedo a enfrentarse a lo que sería un posible segundo intento de sus agresores de acabar con su vida; quizá por miedo de ver que Sofía no había tenido la misma “suerte” que él. La vida del campo le proporcionaba una relativa tranquilidad. No le resultaba nada fácil reponerse de una experiencia así, algo que era, cuanto menos, comprensible. Le gustaba pensar que Sofía no bebió de aquel maldito vino, – del que ya se imaginaba que era el motivo de su inoportuno desvanecimiento – que Sofía estaba en esos momentos en su bonita morada con vistas a Hyde Park, eso sí, llorándole. Ni él mismo era capaz de creer en algo tan rebuscado; se veía incapaz de volver. Todas las noches se lamentaba, no se podía perdonar su cobardía, pero cuando al alba se levantaba para trabajar en el sereno labrantío, el pavor de la realidad que le esperaba en su regreso a Londres se apoderaba de lo más hondo de su ser.
Y el cuarto también. Why not?
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Aunque aquel día era diferente. Se había decidido por fin a volver, y no a volver simplemente, sino a descubrir la verdad. No podía echarse de nuevo atrás, tenía que aprovechar la repentina ráfaga de valentía que le había embargado. Eran ya un par de meses en casa de Kout, y una lustrosa barba le había brotado en el rostro. La buena alimentación que el generoso agricultor le había suministrado le hizo ganar un par de kilos. Junto con los labriegos ropajes que llevaba, del padre de Kout, parecía otra persona. Estaba listo para regresar. Hora tras hora, día tras día no pensaba en otra cosa que en su retorno, en su regreso a la maravillosa vida de duque que ya casi había olvidado. Debía cavilarlo todo minuciosamente, no podía volver sin más. Lo tenía todo en la cabeza: a Londres no volvería Jack Thornton, Duque de Cleveland. Otra identidad, otra vida que le pudiera ayudar a recuperar la suya propia, la de un noble inglés. A Londres volvería un tal George, George Simonet, dispuesto a ganarse la vida en cualquier sencillo empleo, dispuesto a hacerse un hueco en la compleja sociedad inglesa.
- Te tengo que comentar una cosa, Jonah – comenzó a decir Jack un buen día, mientras segaba el trigo junto a su bienhechor.
- ¡Di lo que quieras muchacho! – dijo Jonah con su simpatía de siempre.
- Ha sido un verdadero placer vivir y trabajar contigo, querido amigo, pero me marcho. Necesito respuestas, no puedo seguir acobardado. ¿Comprendes mi decisión, no es así?
- Muchacho, mucho has tardado. Me preguntaba cuando ibas a sacar el valor para marcharte de mi casa. No es porque yo quiera que te vayas, que no es que quiera, pero es porque debes irte.
- Esa profundidad en tus palabras no es muy habitual, Jonah. Si no es molestia, me gustaría pedirte un poco de dinero prestado, para poder emprender mi regreso. Espero que un regreso triunfal. Si es así, no dudes en que te lo devolveré, multiplicado si hace falta.
- Sabes que no tengo mucho, Jack… pero veré que puedo hacer.
- Nunca te estaré lo bastante agradecido, Jonah. Realmente eres un hombre bueno.
- ¡Espero que Dios te oiga, y te haga volver con mi dinero! – dijo riéndose Kout mientras se dirigía hacia la casa, en la que iba a volver a quedar en soledad.
El camino iba a ser largo. Alrededor de cinco millas separaban la tranquila huerta de Jonah Kout de la bulliciosa ciudad de Londres, y las tenía que superar caminando. Un viaje tan largo, y para colmo, en solitario, da espacio a la reflexión. Y Jack era aficionado a darle muchas vueltas a todo. Su mente estaba ocupada, como casi siempre, por Sofía. Qué le habría sucedido, por qué no la enterraron junto a él. La idea de que hubiera podido escapar era más bien remota, puesto que aunque no hubiera bebido del vil vino del que él tomó, tuvo que estar presente en el rapto de Jack, y unos criminales tan desalmados como para enterrar a una persona viva no suelen dejar escapar sin más a un testigo. Sofía… Lo que más se echaba en cara Jack era el haber vivido tantas semanas acobardado, sin ir a buscar a su querida esposa. Por primera vez desde que fue desenterrado, aunque parezca extraño, Jack rompió a llorar.
El sol comenzaba a ponerse bajo la ribera del Támesis y la vana luz del crepúsculo no hacía más que deprimir aún más al pobre hombre, que seguía inmerso en un lúgubre llanto. El camino que recorría le parecía familiar, quizás estuviera recorriendo a pie lo que tiempo atrás recorrió en barco, volviendo de su enorme mansión para ir a encontrarse con la desdicha. Poco a poco, paso a paso la pena iba dejando paso al odio. Odio hacia los desgraciados que le habían destrozado la vida, rabia por no haber actuado antes, soledad, pero no impotencia. No. Quien le enterró lo había de pagar. Lo primero era hacerse a la idea –por tanto, nosotros también- de que Jack Thornton era historia, al menos por el momento. El que iba camino de la capital era George Simonet, un humilde campesino que aspiraba a conseguir un buen empleo y unas mejores condiciones de vida en la gran ciudad. No iba a ser fácil. Una vez llegara a la ciudad, ¿dónde iría? Esa fue la primera cuestión a la que tuvo que hacer frente el señor Simonet. No podía permitirse alquilar una buena morada en el centro, ni siquiera una decente. Una casita “aceptable” en los suburbios, que tuviera baño, cama y poco más. A lo lejos se divisaba por fin Londres, pero no se divisaba un hogar. Las piernas del pobre George necesitaban un descanso, por lo que se tumbó bajo un robusto roble. No tenía prisa, la primavera entera la había pasado viviendo con un agricultor que le había desenterrado. Por un día más no iba a pasar nada, y además la brisa veraniega hacía su descanso más placentero. Al día siguiente comenzaría a buscar donde poder descansar cuando lo necesitase en su nueva vida, y George esperaba que no fuera un viejo roble.
Eran las siete de la mañana y el señor Simonet ya se encontraba caminando por el tosco pavimento de Whitechapel. Aquel barrio tenía fama de conflictivo y no era muy solicitado el residir allí, por lo que George pensó que sería fácil encontrar algún lugar donde establecerse, para empezar de nuevo. Mirando a un lado y a otro de la calle principal de aquellos suburbios divisó una casita con un cartel que anunciaba su puesta en venta, y a George le pareció ideal. Pequeña, cochambrosa, con cierto aire lúgubre, una única ventana… ¿para qué más?
- Le advierto que le miraré con lupa, caballero.
Fue lo primero que el casero dijo al observar al bueno de George, escéptico quizá ante el zarrapastroso aspecto de nuestro amigo, pues las prendas que Kout le había podido prestar no le sentaban bien, precisamente.
- No creo que usted tenga queja alguna con mi persona. Y será de los pocos que no la tenga, aquí en la ciudad.
- No me gusta usted.
- Encantado, me llamo George Simonet. Acabo de llegar de los campos de Shrewsbury y me gustaría intentar hacer algo de fortuna trabajando en la capital. De lo que sea.
- Tampoco me interesa su historia. Mi nombre es Rudyard Burns, aunque espero que lo pronuncies solo para pagarme el alquiler.
- Simpático usted.
- Será mejor que busque trabajo cuanto antes, no me gusta tener metido en una de mis casas a un parado insolvente.
- Pues si es tan amable, ¿me podría indicar donde comienzo a buscar?
- Mire a su alrededor. Esto es Londres, no creo que tenga dificultad en encontrar algún oficio que le venga bien. En mi opinión, tiene usted talante de limpiabotas. – y comenzó a reir.
- Gracias, mr. Burns.
- No diga que no se lo he dicho, mucho cuidado con lo que hace en esta casa.
- Estese tranquilo, buen hombre.
La carta de presentación de mr. Burns no fue quizá la más alentadora, ni presagiaba el comienzo de una buena amistad, pero aquel siniestro personaje le había entregado a George las llaves de su nueva vida. Hablando en sentido metafórico.
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por Serafin God »

Os dejo con una minihistoria de hace unos 6 años, me dieron un premio, pero solo me dejaban hacerla de dos páginas, asi que es corta, pero bueno, aquí está:

Crónica de cómo llegue a prisión
Capítulo 1
El recuerdo de porqué estaba allí
La luz que se filtraba por la rejilla del estrecho ventanuco le había despertado.Llevaba ya tres años en prisión por un delito que él no había cometido, pero del que se declaró culpable por una razón que escapaba a su entender y a su sentido de la razón. Todo se remontaba a cuatro años atrás,en el año 1978, un mes de diciembre, en el que su hija había acabado primaria. Aquel día la euforia no les permitió percatarse de que alguien los observaba, alguien que les daría más de un quebradero de cabeza.
Capítulo 2
Empieza la cuenta atrás
Pasados unos días, el sospechoso decidió pasar a la acción y conocer de primera mano cómo era aquella simple familia. Ese domingo, cuando estaban tomando un café en un bar al que solían ir. Por lo visto aquel lugar era de parada obligatoria para la gente de la ciudad tras un largo paseo, y aquella familia no era ninguna excepción. Tenía una terraza amplia,que daba al exterior, un bonito parque poblado de niños a numerosas horas del día. Cuando la familia se sentó en una de las numerosas mesas, decidió pasar a la acción.
-Hola-Se presentó-¿No les conozco, son de por aquí?
-Sí, llevamos aquí desde siempre-Y, tendiéndole la mano, le ofreció sentarse con ellos.
``Será ingenuo, esto será mas fácil de lo que pensaba.´´ Pero tal vez en eso se equivocaba.
Llevaban saliendo juntos unos dos meses, y ya se conocían muy bien, quedaban todos los sábados en el bar donde se conocieron, y por semana salían todos juntos los días que la niña tenía vacaciones y salían muchas veces los domingos por la noche, una vez la niña se dormía.
Pasadas unas semanas, el personaje misterioso se dió cuenta de que algo se le había pasado por alto, algo que pensaba que no pasaría, les estaba cogiendo cariño. Sabía que no podía tardar mucho más, o de lo contrario, no podría hacerlo.
Capítulo 3
Una noche de rayos y truenos
La noche elegida era un domingo, en el que tenían pensado salir, ya que su hija no tenía clase al día siguiente.
Era la hora de ir a recogerles, asi qué decidió coger un cuchillo, y por si acaso, una pistola, pero sin cargar, para poder alegar que era de juguete. Escondió unas balas en un bolso negro que pasaba desapercibido, en el que también metió bombas de gas y un paragüas, ya que llovía y tronaba con fuerza.
El timbre sonó, le abrió el padre, que tenía el rostro arrugado y la expresión áspera, había tenido un día de perros.Le invitarón a pasar, pero este no quiso y decidió quedarse esperando en las escaleras del chalet. La familia no tardó en salir, la niña parecía cansada y los padres no tenían muchas ganas de fiesta, pero el sospechoso, llamado Carlos, no tardó en no poder evitar sonreir descaradamente debido al regozijo que le recorría las venas y le ponían el corazón a cien. Tras haber cenado bien y haber charlado todo lo que podían charlar, volvían a casa agotados, y sin prestar mucha atención a lo que sucedía a su alrededor, al menos el matrimonio y su hija, que iba medio dormida, a pesar de su ya alta edad.
-Vamos por aquí-vociferó el amigo de la familia, que ahora tenía el ceño fruncido, el cuál denitaba preocupación.-Es un atajo, no os preocupéis, es un lugar mu amplio.
Siguieron las indicaciones que les había dado, la cual ellos habían tomado como una muestra de apreciación a su cansancio. No mentía, era un callejón oscuro, eso sí, pero muy ancho y no parecía demasiado largo. La niña preguntó si había salida, ya que se divisaba un muro, no a mucha distancia.
Justo cuando iban a llegar a la altura del muro, una sombra se abalanzó sobre ellos. Todos gritaron al unísono, pero Carlos lo había previsto, y desenvainó su cuchillo. Corriendo hacia la sombra, se colocó entre ella y el padre, que le agradeció el gesto con una voz entrecortada por el pánico. Había empezado a llover de manera inconmensurable, y los rayos se apoderaban del cielo, haciendo saltar chispas de las farolas en varios puntos de la ciudad, incluyendo en el que ellos se encontraban, que ahora ardía en llamas, ya que en uno de los bares había gran variedad de telas, era una tienda oscura, que ahora se iluminaba por la ira del fuego, que no se consumía, sino que aumentaba de fuerza, y no tardaría en alcanzarles a ellos. La lucha era encarnizada, y los dos medían fuerzas, hasta que un empujón envió a uno de ellos a las llamas, de las que ya no salió.
Me alegro de haber cumplido mi trabajo, si no me hubiera informado de sus costumbres y me hubiera hecho amigo íntimo suyo, habrían muerto aquella noche. Pero yo me había declarado culpable de haberles intentado matar, de posesión de armas y de prender fuego a una tienda. Además de asesinar a un ``transeúnte´´, todo para no causarles problemas. Mi carrera como detective estaba arruinada, y no los he vuelto a ver, les dije que les podría traer problemas.
-Tiene visita.-Dijo una voz desde la puerta de la celda-Dicen que le conocen.
Y vi asomar una cabeza por uno de los bordes de la celda.
-Gracias


Espero os haya entretenido
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BargasYack
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por BargasYack »

uuuuuuu..... como me gusta eeeesto.

Si os digo la verdad, soy desarrollador de videojuegos y estoy haciendo el guión de uno, asi que, ya que este es el rinconcito para las ecrituras voy a colgar el capítulo piloto de mi videojuego. Añadir que este capítulo lo escribí con 14 años cuando nunca había leído un libro así que preparense por que hay algunas cosas que incluso yo pienso que están mal.

Me gustaría que me dieraís mi opinión y de como lo mejorarías. (Recordar que es para un juego).

Y sobretodo, para aquellas pirañas, buitres que roban los trabajos de los otros, (solo lo escribo por si acaso, no acuso a nadieXD) Devil Hunters está pantentadoXDD, en serio.
Spoiler: Mostrar
Ya hace 100 años que le conocí, a él y a su grupo de aventureros que consiguieron una vez establecer la paz y derrotar al mal. Todo empezó con una historia de venganza, allí por los archipiélagos de Leryca, en la isla de Crounser. Nos acercamos más a esa isla para poner el punto de mira en la Meseta de las Rocas Grises, allí comenzó todo…

1. Léryca. Crounserland.

-¿Cuánto tiempo crees que podrás aguantar? ¡Ríndete!-¿Rendirme, yo? ¡Ha, no me hagas reír Kozka! Grite mientras empuñaba mi sable contra él.

Mi nombre es Yack, soy un simple aprendiz de un campamento de rebeldes contra la monarquía del rey Félix. Ahora mismo me encuentro enfrente de mi mayor rival, Kozka, el cual es el mejor del campamento a la hora del combate, el genio del campamento.

Choqué mi espada contra la suya, mientras le alcanzaba con una de mis patadas, pero fue inútil, -imbécil, cuánto tiempo tardas en darte cuenta de que no eres rival para mi, sermoneó Kozka.- ¡Ya bueno, al menos le planto cara al Jefe, no como otros que huyen de él!-¡No me jodas Yack, tu y yo sabemos que casi lloras cuando te dio aquel tortazo, nena! Gritó al instante de decir mi comentario.

-¡mamón de mierda! Salté para atrás y corrí hacia él sin pensármelo dos veces.- Siempre igual, hay que ver, ¡Bola Negra!

Instantáneamente, de su lanza apareció una gran bola negra que acabó despachándome por completo, todo acabó en la vigésima derrota, todas ellas acabando de la misma forma.

Me desperté en la enfermería del campamento, tenía los ojos ásperos y me dolían, todo lo veía mal.- ¿Cómo he llegado aquí? Pregunté,- te ha traído Kozka.- ¡Mierda! Respondí.- Ya es la vigésima vez que acabas aquí por lo mismo, es qué no aprendes,-¡No me rendiré hasta que le derrote!-¡Hay que ver!, Kozka es el genio del recinto, y tu eres el único que le planta cara y por lo tanto el único pardillo que hay aquí, explicó Kenny el médico.

Sabía que era verdad, Kozka era un genio, blandiendo su lanza con la mano izquierda y con la otra una espada, era un gran luchador, le enviaba, aunque sus ropas no me gustaban nada, la cara tapada y con una camisa y unos pantalones negros como la madre noche.- Aun así no me rendiré.

Desconozco como llegué aquí, sólo sé que cuando empecé a tener conciencia, el jefe ya estaba protegiéndome y enseñándome, llevo así 3 años, ahora mismo tengo 17. Salí del lugar, y me cegó el resplandor del sol, casi no podía ver el campamento, formado por dos veintenas de cabañas y la del jefe en el medio, eran rojizas y amarillentas y poseíamos de todo, una granja donde conseguíamos alimentos, aunque nos faltaba agua.

-¡Yack! Oí,-¡Señor, si señor! Era el Jefe, el capitán, un hombre fuerte que empuñaba una gran espada formada por los restos de los enemigos que eliminaba, él se encargaba de dirigir este establecimiento, conocido como Death Keapers.

-¡Raso Yack, preséntese!,-¡Señor!,-¡ahora que se ha recuperado le prohíbo que vuelvas a luchar contra Kozka!
-¿Por qué? Pregunté.

-¡Es mil veces más fuerte que tú, y la gente como tú, débil, no debe ni mirarle a los ojos a los fuertes, sino hacer trabajos para ellos, trabajos para débiles, como traer agua al pueblo para que puedan beber los fuertes, en marcha a por agua! Me ordenó el jefe, pero no tenía más remedio ya que él era como mi padre, todos los demás del campamento, mi familia y el campamento en sí, mi casa.

-¿Qué pasa raso Yack, está cabreado el nene?

-¡Que te follen Kozka, algún día te superaré, espera y verás! Le grité,- ya, ya, para entonces espera verme en el trono de los campeones, hahahaha.

No podía soportarlo, corrí con el cubo directo al río. Sólo pensaba en cómo darle una lección a Kozka, pensaba en una forma de hacerme más fuerte, una forma que nunca llegaría debido a la gran diferencia de poderes que hay en el campamento. En un instante, caí por un agujero no identificado.

-¡Joder! ¿Dónde estoy? Estaba asustado pero, mejor no me podía pasar, enfrente mía se encontraba una espada encadenada por cuatro cadenas que salían de la pared, la espada encontrándose verticalmente al suelo, desprendía un fulgor verde de lo más bonito.

Me acerqué a ella y las cadenas que la sujetaba se cortaron como la mantequilla, para dar pasó a un resplandor aún mayor al de antes y por último, la figura de una bella mujer.

La bella mujer abrió las pestañas, que guardaban unos ojos azules como el agua cristalina y empezó a mirarme y a inspeccionarme.- ¿Cómo te llamas joven?- ¡ya, ya, Yack Lyrick señora! Respondí realmente asustado.

-Llámeme joven por favor, me llamo Tomacristales, y soy la espada que tienes enfrente tuya.- No me lo creo, una espada me habla, ¿eres de verdad?- Pues claro hombre la vida nunca es un sueño.

- Pues, ¿tienes dueño? Pregunte emocionado.

-No, la verdad es que no me empuñan desde hace siglos. Respondió,- oye, qué te parece si te uso yo.- ¿De verdad?- ¡Claro! Dije emocionado, pero sólo pensaba en que esta era una oportunidad para hacerse más fuerte.

-Ahora en serio, dijo,- en caso de que me empuñases tu destino cambiaría de forma inevitable y partirías en una gran aventura por toda Boirana, aventura en la que tu vida podría peligrar en cualquier momento.- ¿y eso? Pregunté.

– Tendrás que buscar a los elegidos, reyes o futuros reyes de toda Boirana que formarán una gran fuerza para combatir el reinado de la oscuridad, para ello, en primer lugar debes acabar con los 10 demonios elementales que se encuentran por toda Leryca, los llamados los 10 demonios de Morth. Ella explicaba cosas pero entendía poco, sólo sabía una cosa, una espada que brilla y habla no es normal, aún así y con un poco de miedo, la acepté y la empuñé.

Tan pronto como empuñé la espada, la fantasiosa cueva desapareció en forma de luces verdes brillantes. Miré al cielo que ya había anochecido y con una espada que hablaba en mi poder, sabía que podía vencer a Kozka, por lo que volví rápidamente al campamento pensando solamente en el gran poder que me daría esta espada.

En realidad me daba igual ese rollo de los demonios y los reyes, sólo quería vencer a Kozka con esta espada. No aguantaba la euforia y empecé a correr mucho más rápido de lo que me podía imaginarme tan sólo para llegar antes al campamento. Llegando al campamento, me encontré con uno de mis amigos, tirado en el suelo y malherido. -¡Borja! ¿¡Qué te ha pasado!? ¡Responde! Gritaba sin parar, -Yack, ¿eres tú? –Sí, ¿qué ha pasado? ¿Quién ha osado hacerte algo como esto? Tengo que curarte rápido. -¡No! Olvídate de mi profundo canal, Yack, el campamento está en llamas.

-¿Qué? Respondí boquiabierto, -fue Kozka. -¿Kozka? –si… se volvió loco, atacó a todo el mundo, y raudo empezaron a aparecer cadáveres bajo sus pies, arrasó con todo, incluso trajo un monstruo con él ¡¡No debes volver!!

-Lo siento Borja, ¡no voy a permitir que arrase mi casa! –No Yack, te matará. Esas fueron las últimas palabras que pude oír de Borja, el único del campamento que me apoyaba, el único que me apoyaba a hacerme más fuerte, mi único amigo, asesinado por mi peor enemigo, mi rival, Kozka.

Según avanzaba, podía ver el fulgor anaranjado de las llamas del campamento, Borja no mentía, Kozka se había vuelto loco, al fin llegué. -¡¿Qué coño ha pasado?! Gritaba furioso mientras observaba como unas gigantescas llamas se comían los restos de los edificios del campamento y sus habitantes, que yacían en el suelo carbonizados mientras todo cambiaba a tener un color rojo y negro, era tan, triste.

-¡Ahhhhh! Oí a alguien gritar y rápidamente apareció el Jefe volando hacía una roca malherido, detrás parecía la figura de un monstruo, un troll para ser más concreto, el cual posiblemente sea el monstruo que me habló Borja. El Jefe le estaba plantando cara a dicho monstruo.

-¡Jefe! Grité, -¡Yack, no te acerques, es demasiado fuerte! -¡Jefe aléjate! No llegué a tiempo, el troll acometió contra el cuerpo del Jefe, siendo éste aplastado por una roca que se localizaba detrás de él, ni siquiera le dio tiempo a usar su legendaria espada con la que tantas batallas había salido victorioso.

-¡Jefe! -¡Yack, joder, te he dicho que no te acerques…te….matará! no le hice caso y me puse enfrenté suya y de la bestia, inmediatamente, el troll empezó a gritar descontroladamente y levantó su brazo con la intención de aplastarme, pero no perdí ni un segundo y la Tomacristales apareció en mis manos como arte de magia. -¡Vamos monstruo, haber qué puedes hacer! El monstruo golpeó el suelo, y rápidamente salté hacía él y le corte la cabeza de un simple tajo, como si cortase una flor, el troll cayó arrodillado y sin cabeza.

-¡¡¡Toma ya, monstruo!!! Grite muy contento, -¿cómo se ha hecho tan fuerte el niño este? Derrotar un troll es prácticamente imposible para él. Se preguntaba el jefe mientras yo observaba mi Tomacristales, sabía que me había hecho más fuerte.

-¡yack! Gritó muy agudamente mi jefe, -¿qué es ese arma? –Es la Tomacristales, la encontré hace menos de veinte minutos, pero ahora a lo serio, ¿qué ha pasado? Pregunté muy furioso, mientras me agachaba para intentar aplicarle a mi Jefe los primeros auxilios.

-Fue Kozka, se volvió sumamente poderoso, mucho más de lo que era antes, sus habilidades se incrementaron, exhibía un aura increíblemente maligna, incluso su mirada era maligna, estaba claro…..se había vuelto una persona completamente diferente. Me explicó.

-¿A dónde ha ido? -¿Vas a vengarte? -¡¿Qué quieres que haga, todos han muerto?! No quiero que haga esto otra vez, -Kozka, antes de atacar a toda la gente del campamento, me hablaba de Crounser, supongo que se dirigía……hacia allí. –No hables Jefe.

-Yack…….ya no me queda tiempo, no debes……… morir, tienes que…….vi..vir. -¡¡¡¡Jefe!!!!! Ya no podía aguantar mis lagrimas, -¡¡¡lo siento mucho, mientras tú me dabas cobijo yo estaba siempre desobedeciéndote y al final has acabado así!!! ¡Ni siquiera te he traído el agua que me pediste….lo siento! Gritaba mientras observaba el cielo, estaba lloviendo, el odio me comía por dentro y sólo pensaba en una persona, Kozka.

-¡¡¡¡¡¡¡¡Kozka!!!!!!!! ¡Juro que te encontraré y que te mataré, me vengaré de todo lo que le has hecho a mi familia! Me levanté y con cielo triste, me acerqué a una cueva donde se guardaban provisiones y donde el Jefe guardaba con cautela un traje que me guardaba para cuando me fuera, me lo puse y me dirigí con un odio aterrador hacia Crounser dejando atrás mi antiguo hogar.

Había algo que no encajaba en esta tragedia, por qué Kozka se volvió loco y atacó el hogar que tanto amaba, qué pretendía decir el Jefe sobre el cambio de Kozka, y qué pintaba un troll en un lugar como las Rocas Grises, donde no hay ningún rastro de energía, nada encajaba, faltaba algo indispensable para solucionar este entuerto.

Con tanta reflexión no me di cuenta de que ya había llegado a las puertas de la ciudad de Crounser, ciudad la cual nos habían enseñado a odiar tanto desde pequeño debido a la tiranía del rey Félix. Entré y me encontraba ante la primera ciudad que mis ojos presenciaban, en realidad, es más de lo que me esperaba, una gran ciudad con casas hechas de madera y paja y algunas de piedra; al final se situaba el castillo de Crounser, una gran fortaleza de piedra que se situaba en la zona más elevada de la ciudad.

No me detuve a pensar a dónde ir, rápidamente me dirigí al lugar que más destacaba, el castillo. Todo era muy distinto a como eran las cosas en el campamento, había mucha más gente y todos centraba su atención y sus miradas en mí, algunas con desprecio y desconfianza, al final, me planté en frente de las puertas del castillo.

-¡Alto! Gritaron un par de personas que hacían de guardias en frente de la puerta mientras subía las escaleras, -¿quién eres? –Yack, quiero saber si ha entrado una persona que busco con mucha prisa, está dentro del castillo, tiene unos ropajes ne…….. -¡Atrapadla! Se oyó desde dentro. De repente, las puertas barnizadas se abrieron de par en par y la figura de una mujer apareció rápidamente y llegó hasta mi lado. -¡Huye, compañero! -¿Qué? Me quedé exhausto mirándola.

-¿Habéis escuchado? –Debe de ser su socio, -esperad guardias, yo no he hecho nada, - a por él, -mierda.
Tan pronto como los guardias sacaban sus aceros, yo ya estaba dándome la vuelta y como el raudo viento empecé a correr en dirección opuesta al castillo.

-Mierda, me voy a cagar en la zorra de esa mujer, ha hecho que todo Crounser me persiga y me culpen por a saber qué, ¡mierda! Me cortaron el paso un grupo de soldados, me giré para ir a la derecha pero se acercaba un jinete, miré a la izquierda y tres hombres tapaban el camino, -joder, tío. Estaba rodeado.

-¡Quedas detenido ladrón!, es qué no sabes que le hacemos a los ladrones en esta ciudad, te vamos a cortar las manos, exclamó el jinete montado en un lustroso caballo protegido por una armadura.

-¡¡Qué te follen, yo no he hecho nada!! Respondí agresivamente, -cómo osas a responderme de esa manera, soldados, a las armas. Tras la orden del jinete, todos los soldados desenfundaron sus espadas y yo, sin ningún remedio, desenvainé la mía también. -¡Vamos, soldados, os vais a enterar! Provoqué, -¡no! Me ocuparé yo.
Al oír esa voz anónima, los soldados abrieron un camino y se arrodillaron para dar paso a un hombre realmente grande que lucía una gigantesca armadura adornada con toques dorados, en su mano izquierda llevaba un escudo que era tan grande como él; pero lo más preocupante era el gigantesco sable que llevaba en su otra mano, con toda seguridad era más grande que yo, -¿eres el cabronazo que me ha robado el anillo? - ¿Qué? ¿Un anillo, para qué? –El anillo de la dinastía Stormbridge que me has robado, -oye, oye, oye, que los Death Keapers no somos del tipo de personas que robamos a otras.

-Death Keapers, se sorprendió el jinete, - ya la has cagado, a esos también los buscamos, -¿qué dices? Me sorprendí al oír la explicación de ese hombre gigante.

-Sabes que ahora no te puedo dejar marchar, ¿verdad? –Oye, el campamento de los Death Keapers fue completamente incinerado y todas las personas asesinadas por Kozka, le expliqué, -hahaha, eso no es muy creíble sabes, dudo que hayan sido aniquilados y sólo tu quedes vivo. Se burló el caballero plateado mientras me preparaba para la batalla.

-¡Ahí voy! El hombre de hojalata se abalanzó hacia mí con el cacho espada en mano y tras un choque de gran expansión sonora provocada por nuestros aceros, retrocedí puesto que casi me rompe el brazo al bloquear dicho golpe, rápidamente, nuestros aceros volvieron a chocar quedándonos inmóviles en el mismo sitio. -¡Eres fuerte! Lo elogié, -tu tampoco estás nada mal, tras el comentario del gigante, pude esquivar su gigantesca espada y retroceder, -¿cómo te llamas mierdecilla? –Yack Lyrick. Le respondí, mientras intentaba descubrir cuál era la expresión de su cara camuflada por el acero de su casco.

Fui a por él y antes de que pudiera atacarme, salte hacia un lado suyo y le di una patada en la cara, sin efecto alguno debido a que bloqueó mi pierna con su escudo adornado por el símbolo de Crounser, y gracias a dios que salté hacia atrás porque si no, me hubiese partido en dos con su colosal acero. –No sé por qué me atacas pero si quieres que vaya en serio, así será.

Cogí la Tomacristales con las dos manos, corrí hacia él y con una fuerza misteriosa, conseguí partir en dos ese inaccesible muro de acero en forma de escudo que cubría su cuerpo y por primera vez, hice retroceder bastante al caballero, lo suficiente para que caiga arrodillado.

-¡Majestad! Se oía entre los soldados, -¿rey, quién? Pregunté, -¡Yo! Se levantaba el caballero, -mi nombre es Félix Stormbridge, rey de Crounser y el dueño del anillo que me robaste, maldito cabronazo.

-¿Qué dices? Me quedé asombrado, no parecía un tirano ni mucho menos, lo peor de todo, había confrontado al monarca de Crounser, -¡mis más sinceras disculpas! Me disculpaba de rodillas, -ahora en serio, no te he robado ningún anillo, es más, si quisiera robarte algo, me quedaría con tu arma, -¡hahaha! Al final la mierda también va a tener sentido del humor, ahora me toca preguntar, ¿qué es esa espada?

Miré la Tomacristales y le pasaba algo que no era normal, brillaba, como nunca lo había hecho, era un destello igual a cuando la empuñé por primera vez en esa cueva, -es la Tomacristales, la encontré el antes de enterarme de que mi campamento estaba en llamas, -¡¡whuaaa!! Ya me acuerdo, ¡eres de los Death Keapers! Gritó el rey Félix en tono grave, que dio paso a un ruido parecido al ruido cuan monstruo hambriento, -¿qué ocurre? Se preguntaba Félix mientras dirigía su cabeza al cielo.

Tras un breve espacio de tiempo, en el azulado cielo apareció una especie de monstruo enorme alado que exhalaba llamas de las patas y que le acompañaba un ruido enorme, exactamente el mismo al que oímos hace poco.
-¿Qué es eso? -¡Un monstruo! - ¡Vamos a morir todos! El pánico se apoderó de Crounser, -¡hahahaha! Ves Heiko, ya te dije que había dragones en Crounserland, gané la puta apuesta, ahora ya puedes darme las dos mil monedas de oro, -mi señor, con mis más sinceras disculpas, eso no parece un dragón, criticó Heiko, el jinete.

-¡Es verdad! ¡Félix míralo bien! Parecía mentira, pero lo dije con razón puesto que ese monstruo llevaba puesto algo delatador, -¡el símbolo! Grito Félix rápidamente, -¡exacto! Es el mismo símbolo que llevaba esa ladrona en la capa, -¡esa maldita zorra, que espere y verá! – un momento, yo también tengo cuentas pendientes con ella. Y terminé acompañando al rey Félix en busca de esa ladrona.

Seguía al rey Félix con cautela mientras llegábamos a un gran arco que daba la entrada a un camino que se perdía en un frondoso bosque, en el que se podían divisar el humo de aquel monstruo de la ladrona.

-Llegamos al Bosque de Crounser, famoso por su belleza y por ser el hábitat de un gran número de criaturas, es el lugar con más energía de toda la isla, explicó Félix con mucho detenimiento.

-Bien pues ahora hay que buscar esa jodida ladrona,-en marcha pues, y nos adentramos en el bosque. Era precioso, más de lo que se podía ver desde el arco, una mezcla de colores rojos, amarillos y verdes que formaban un paisaje especial entre hojas, flores y otras diversas plantas que componían el bosque de Crounser. A medida que avanzábamos por el camino, el color del bosque iba en continuo cambio, a unos colores más mágicos, el bosque se tornaba a un verde azulado.

-¿Y éste cambio? Pregunté, -a medida que avanzamos, la energía fluye con más fuerza en el aire y eso provoca que todo el bosque cambie, incluso las criaturas, estas se hacen mucho más poderosas, explicó Félix.- ¡Ahhhhh! Se escuchó un grito al fondo del camino.

-¿Has oído? –Si ¡la voz de una puta mujer! Corrimos como perros hasta llegar a un claro con un arco de piedra en frente y el supuesto dragón estrellado en el suelo, era de acero, y había personas muy malheridas en el suelo.
-¿Hay alguien ahí? Grite en busca de alguien,-¡cuidado! Félix me salvó de un larguísimo brazo verde y viscoso que provenía de la oscuridad de los árboles del bosque.

Rápidamente, una bestia verde apareció de la oscuridad del bosque hacia mi posición, y sólo viendo una gran cosa negra, me sentía paralizado y sin poder moverme intenté parar al bicho con mi Tomacristales pero era demasiado tarde, no llegaba a pararla, inevitablemente, cerré los ojos y me preparé para el impacto.

-¿Estás bien? Era la voz de Félix, y al abrir los ojos, descubrí que había bloqueado a tal criatura, rápidamente me levanté y con mi Tomacristales en mano, aproveché la situación para arrancar uno de los brazos de la bestia.
-¡Toma ya! Gritaba eufórico mientras la bestia retrocedía llena de dolor mientras segregaba un líquido verde desde uno de sus extremos. –Es una bestia de Crounser, no pensé que nos hubiéramos adentrado tanto en el bosque.
-¿Bestia de Crounser? Pregunté, -si, son de los monstruos más fuertes de este bosque hay que tener mucho cuidado con ellos puesto que abundan y no son fáciles de matar. Era algo asqueroso, se parecía mucho a una planta, su cabeza estaba anexionada al tórax y tenía una cabeza en el tórax y parecía ser un bípedo cuyas extremidades eran como tallos de plantas que acababan en una especie de boca con una gran lengua, exactamente lo que me atacó antes y lo que acababa de rebanar. Pero algo llamo mi atención.

-Félix, mira el brazo derecho del monstruo, ésa no es….- ¡Es la puta ladrona, baja de ahí y devuélveme el anillo! –No te esfuerces Félix, mírala, tiene sangre en la cabeza, está claro que esta bestia le ha dado un buen golpe y la ha capturado. -¡Cuidado!

Tras el aviso de Félix, pudimos esquivar otra embestido con la boca abierta de la Bestia de Crounser, rápidamente se dio la vuelta y lanzó un par de lenguas hacia Félix y hacia mí.

-¡Yack, me jode decirlo pero vamos a tener que trabajar en equipo para matar a este monstruo! Gritaba Félix mientras bloqueaba la longeva lengua de la bestia. –no te creas que a mí me hace mucha gracia pero creo que tienes razón.

Rechazamos el ataque y nos alejamos por un momento. –Yack, tengo un jodido plan, tienes que ponerte de cebo y esperar a que te ataque con una de esas lenguas y paralizarla, -¡espera, espera! Por qué soy yo el cebo, -por qué es mejor, y…. por qué yo soy el rey coño, obedece cuan plebeyo, -que te follen, lo haré porque tenemos que matarlo, no porque tú me lo digas.

Al ponernos de acuerdo, nos apartamos de una especie de ácido verde que segregaba por la boca y que echaba un hedor espantoso, rápidamente, cogí una piedra y la lancé dirección a la bestia y conseguí llamar su atención, cuando yo estaba sacando la Tomacristales ya me tenía fijado.

La bestia lanzó rápidamente su lengua cuan camaleón, -¡atento Yack! -Lo sé joder, le contesté y tras echarme a un lado para esquivar la lengua punzante y rosada, la clave en el suelo con mi Tomacristales como un si de un clavo se tratase.

-¡Ha ha, toma monstruo, pero qué…..!Tras burlarme, dos lenguas más aparecieron de su boca y se lanzaron hacia mí como flechas llenas de ese jugo verde, y yo con mi Tomacristales inmovilizando a la otra lengua volvía a estar indefenso.

-¡Gracias por todo imbécil! Félix apareció desde arriba y cortó las tres lenguas de un solo tajo con su pedazo sable en el último momento, dejando a la bestia con la boca abierta, dolorida, y llena de ese jugo verde que pintaba a ser su sangre.

-es que no lo has pensado aun, ese maldito monstruo puede atacar a varias direcciones gracias a sus lenguas, ahora que no tiene lenguas y le queda un simple brazo, no nos puede atacar en varias direcciones. -Bien y ahora qué, -súbete a mi espada, -qué, ni de coña macho, a saber que me puedes hacer con eso, -oye, dejemos las discusiones para luego y aprovechemos que está dolorido. – Está bien Félix, pero cómo me hagas algo….

-Tranquilo, allá vamos. Félix junto a un grito de guerra me lanzó hacia la bestia y yo ya entendí sus intenciones, saqué mi Tomacristales y partí por la mitad al bicho de un simple tajo, aniquilándola por completo.

-Se acabó Félix, gritaba tras vencer al monstruo tras una batalla agotadora, -sí, pero el trabajo no, decía Félix mientras se acercaba a la ladrona fémina, cuando de bote pronto, se levantó de un salto y de otro saltó llegó hasta lo alto de un árbol.

-Gracias por salvadme valerosos guerreros, pero debo irme y no me puedo quedar a jugar con vosotros. -¡¡Una mierda, tú te vienes a las mazmorras junto al imbécil de los Deathkeapers!! -¿Qué dices? – lo siento, pero debo rechazar tu agradable invitación, puesto que mis amigos me están esperando. Tras estas palabras, una larga cuerda apareció de la nada al lado de la chica ladrona y algo muy parecido al monstruo en llamas apareció en el cielo, éste, flotaba y era mucho más grande.

-¡Toma rey, este anillo no era el que buscaba y no sirve para nada, nos vemos! -¡Espera, cómo te atreves a decir que mi anillo de dinastía vale poco, baja aquí zorra! – déjala, te ha dado el anillo, ya se puede ir. –Bien, cambiando de tema, a Crounser a solucionar tú problema.

Seguía sin fiarme de él, sabía que si volvía a Crounser con él, me cortarían las manos o algo peor, por lo que empezaba planear un plan para darme la fuga nada más salir del bosque e ir en busca de Kozka.

-Dime Yack, ¿es verdad qué el asentamiento de los Deathkeapers ha sido destruido? –Sí, respondí, -¿por quién?
-Kozka, el mejor de todos los que estaban en el campamento, sus habilidades se podían comparar con el fallecido Jefe, cuando volví de encontrar la Tomacristales, el campamento estaba siendo arrasado y no pude hacer nada, Kozka se había ido. Expliqué.

-buscas venganza de alguien como “tu Jefe”, -y qué con ello. Respondí, -él nunca os ha hablado de su pasado ¿verdad?

-si nos ha hablado, él era un héroe que quería acabar contigo, un héroe que había salido victorioso de grandes batallas. -¡¡¡¡Mentira!!!!! Grito Félix con un tono enfurecido, -el nombre verdadero de tu jefe es Johan Stormbridge, mi hermano pequeño.

-¿Qué dices? Me quedaba sin palabras, -te lo contaré, el imbécil de mi hermano estaba envidioso de que nuestro padre me diese la corona a mí, el hijo predilecto, desde entonces, ha montado todo tipo de escaramuzas para asesinarme y tomar el control de Crounser, lo último que hizo…. Fue el campamento de los Deathkeapers, y con la escusa de que soy un tirano, os entrenaba para matarme.

-¡Mentira! -¡Verdad iluso de mierda! Puede que haya sido como un padre para ti, pero en el fondo estaba podrido por dentro, espero que pienses que buscas venganza por un tipo que no sabía ni luchar.

-no es sólo por él, el campamento era mi casa, y sus habitantes mi familia, no le vengaré sólo a él, sino a todo el campamento. Terminaba, mientras ya veíamos el arco de la entrada del bosque, al salir, nos encontramos con otro infierno.

-Mi ciudad, ¿qué coño a ocurrido? Gritaba Félix mientras observaba arrodillado el fulgor brillante de unas llamas que cubrían toda la ciudad de Crounser. –Aún estamos a tiempo de dar con el culpable, vamos, seguro que ha sido Kozka, -¡si es así que se preparé para morir!

Corrimos como nunca hasta las puertas de la ciudad, incineradas y cubiertas de cadáveres de soldados abatidos y siendo mutilados por unos extraños seres. -¡Malditos hijos de puta, dejar a mi pueblo! Félix gritaba con una furia descontrolada mientras cortaba por la mitad a unos extraños seres con cierto parecido a unos demonios, no, eran demonios.

-Félix, son demonios, -¡imposible joder! En Crounserland no hay tanta energía para que existan demonios, es imposible.

Al traspasar las puertas de las ciudades observamos una inmensa bola de fuego que irradiaba una gran cantidad de energía que se distinguía por su color rojo como el de las brasas, los demonios provenían de esa gigantesca bola.
-Hay que llegar a esa bola de allí, dije, -mira, hay una gran cadena que conecta esa bola, seguramente es del arpón gigante que hice construir en el torreón del castillo, -¿y para qué quería un arpón de tal tamaño?

Corrimos dirección castillo mientras eliminábamos a todo demonios que se nos ponía por medio mientras dejábamos un rastro de escombros y de cadáveres carbonizados, prácticamente todos los campesinos y ciudadanos estaban muertos. Entramos en el castillo de forma teatral, y observamos el gran infierno que se pudo haber vivido en el castillo.

-¿Qué coño ha ocurrido aquí? Preguntó Félix atónito de la escena, -todo el lugar es… tétrico, llegando a satánico, todas las personas mutiladas y colgadas del techo, y los rastros de sangre en el suelo, ¿quién ha podido hacer algo así?

-Yack, esto no lo ha podido hacer una persona, esto lo ha hecho un puto demonio, -pagará por ello, lo juró Félix. Subimos por las escaleras para llegar al balcón del torreón principal donde se encontraba la cadena que nos llevaría a esa gran bola de llamas. Al llegar, no nos paramos ni un minuto y saltamos sobre ella, y corriendo encima de la cadena, traspasamos todo Crounser, -¡Vamos a dentro Yack! -¡Sí! Y de un saltó, nos precipitamos hacia las llamas.
Aunque no me lo creí, no nos quemamos al traspasar ese muro de llamas y llegamos a una superficie rodeada de llamas, aparentemente sin un alma.

-¿No hay nadie? Preguntó extrañado Félix. -¡Ha ha hahaha! -¿Quién hay? Pregunté un poco asustado mientras oíamos una risa sumamente malévola, y rápidamente, nos dimos cuenta de que algo caía desde lo más alto de la bola de fuego.

-¡Cuidado Félix! Nos aparatamos del centro y nos salvamos de algo que levantó una gran nube de arena que nos cegaba toda visibilidad del agresor. -¡Vaya, vaya! Nunca pensé que pudierais escapar de mi ataque, realmente, os odio. La nube de arena se levantó y daba paso a un monstruo realmente desagradable: formado por cuatro patas de araña y una longeva cola de escorpión que terminaba en un aguijón rojizo como unos rubíes y que irradiaba fuego por la punta; el cuerpo a partir de la cintura era, por llamarlo de alguna forma, humano, excepto la cara, que era de lo más desagradable que se le podía ver, adornado por dos grandes cuernos que sobresalían de su cabeza y con un pelo formado por tiras de fuego; pero lo que más destacaba de todo era el cristal que tenía en el pecho.

-¿Qué eres monstruo? Preguntó Félix. -¿No deberías preocuparte antes de tu seguridad antes de preocuparte por conocerme? -¡Ja! Un bichejo asqueroso como tú no me va dar lecciones, ahora, ¡dime tu puto nombre! Repetía Félix enfurecido.

-Soy el Demonio del Fuego, encarnación de la Ira y dominador del Fuego, -¿demonio? Recordé entonces las palabras que me dijo la Tomacristales en las Rocas Grises.

-Sólo voy a hacerte una pregunta: ¿fuiste tú el infeliz que quemo mi ciudad? –Y si lo fuera, qué me harías mortal, crees que puedes derrotarme, -no lo sé pero por lo menos voy a hacer que pagues con tu vida por todas las muertes que has causado tú y tus súbditos.

Félix empuñó su gran sable y rápidamente se desplazó a la posición del Demonio y con la Ira como fuerza lanzó un ataque directo a la cabeza del demonio. El demonio, no se quedó mirando y esquivó el golpe con una rapidez increíble para el cuerpo que tenía, levantando el brazo y golpeando a Félix en el pecho lanzando bien lejos.

-¡Joder! Félix se levantó, sin embargo, al instante de enderezar su cuerpo, una gran esfera de fuego se dirigía a su posición, siendo esta vez yo el que le salve. -¿Estás bien? -¡Tch! -¿Cómo que “Tch”? Te he salvado la vida. –Nadie te lo había pedido. –Escucha Félix, si no cooperamos no lo venceremos, sé que esta es tu batalla pero lo siento, voy a entrar. Y con una pose amenazante, hice aparecer a la Tomacristales.

-¡Hahahaha! Así que tu eres el nuevo dueño de la Tomacristales, Kozka me habló de ti, -¡¿Kozka?! – Si, aun odiando a muerte a ese individuo, el me aconsejó atacar esta ciudad, y la verdad, me lo estoy pasando en grande hahahahahah, -¡Maldita mierda!

Félix corría hacía él como si de oro fuera y le golpeó con su espada en toda la parte izquierda del cuello, sorprendentemente, no ocurrió nada. –Humano iluso, con esos golpes no me harás nada, el demonio finalizaba lanzando a Félix a volar como si de una hoja en viento fuera. En ese momento, el demonio sangró por la boca.

-¿Qué demonios? El demonio miró extrañado hacía bajo, donde me encontraba intentando partir en dos el cristal, él demonio con un grito de dolor y furia se giró y me golpeó cuan coletazo que distaba de los golpes que recibía Félix. -¡Yack! ¿Estás Bien? –Sí, Félix, estoy bien, pero ten cuidado, esa cola es peligrosa, es más, posiblemente tan sólo sea vulnerable mientras el cristal es dañado, en simples palabras, su debilidad es el cristal.
El demonio saltó hacia tras distándose de nosotros, -¡Mierda! Ese odioso de la Tomacristales es listo, me maldecía mientras se intentaba tapar la herida de Félix, que tuvo finalmente efecto tras mi estocada, y que soltaba una gran cantidad de sangre negra, -¡Maldito ser humano, te voy a matar! Tras un grito espantoso, las llamas que nos rodeaban se hicieron más intensas, y el calor ya notaba el calor transformado en gotas de sudor que recorrían cada poro de mi piel.

-Félix, vamos a rodearle y escucha tengo un plan. -¿Qué decís malditos humanos? ¡Odio cuando hablan la gente en secreto, joder! –Bien vamos allá, y rodeamos y nos colocamos cada uno a los lados del demonio, comenzando a correr a su derecha hacía su posición.

-¿Un ataque frontal? Básico, mortal. El demonio extendió sus brazos y creo dos grandes bolas de fuego que se dirigieron hacia Félix y hacia mí, tal como lo había planeado. En el momento en el que la esfera estaba realmente cerca de mí, sobrepase dicha bola y al demonio de un salto, cayendo encima de la espada de Félix, y usando la táctica “Bestia de Crounser” acabé cortando por el camino la bola de fuego en dos y al final aprovechando la velocidad, corte parte del cristal y un brazo suyo casi en el mismo instante.

-¡¡Haaaaaa!! ¡Malditos humanos! Empezó a gritar lleno de dolor mientras se sujetaba su ya desaparecido brazo izquierdo, -oohhh, ¿el bicho se ha cabreado? -¡Os voy a matar!

El demonio saltó hacia lo más alto de la bola de llamas que nos rodeaba y se colocó en una posición inalcanzable para nosotros. -¡Hahahahhaha! Ahora veréis lo que soy capaz de hacer, voy a quemaros a los dos, ¡Hellfire! El demonio, sin caer sorprendentemente, gritaba mientras que el cristal empezaba a iluminarse con un tono rojizo, y recargaba una bola rojiza que consecutivamente se iba haciendo cada vez más y más grande.

-¿Qué coño va hacer? Preguntó Félix, -no lo sé pero lo menos es alejarse puesto que está apuntando con esa cosa al suelo. Corrimos mientras la bola se acercaba más y más hacia él suelo y al chocar nos encontramos con algo extraño.
-¿qué demonios, no ha habido ni onda expansiva ni nada? Me extrañaba mientras observaba el extraño comportamiento del demonio, que sonreía de mala muerte, -¡Buff! Nos salvamos, - no digas nada Félix, mira el suelo. Al final me di cuenta, del lugar del impacto empezó a convertirse el suelo en una superficie ígnea que se acercaba a nosotros.

-¡Hahahahah! Imbéciles, Hellfire no es dañino en cuanto el impacto, si no que convierte la tierra en un lugar tan caliente que hasta la roca se derrite y es más, ese fuego tiene propiedades curativas para mí. -¡ahí va, es verdad, el fuego se acerca a nosotros! Se asombraba Félix.

El demonio cayó de lo más alto y nada más tocar el suelo se regeneró el brazo y todas sus heridas sanaron, todo menos el cristal, -¡Hehehe! Crees que eso me afecta, mi armadura está hecha de un metal legendario indestructible e inmune al calentamiento, esta mierda no me hará nada, -¡en serio! Gritaba aliviado.

No me lo pensé dos veces y salté encima de los hombros de Félix, -¿Qué haces plebeyo, bájate inmediatamente? –Escucha Félix, tengo otro plan, y si picó en el primero, en este seguro que también pica, pero es necesario que no toque el suelo ¿entendido? –está bien, te escucho Yack, -bien entonces….. -¡¿Cómo os atrevéis a volver a hablar a escondidas en frente mía?!

El demonio, con una ira descomunal lanzó el aguijón que se encontraba en el filo de su cola hacía nosotros, tal como lo tenía planeado. -¿pero qué? Se preguntaba el demonio tras ver la escena en la que no Félix no hacía nada para esquivar el aguijón y éste le daba de lleno en el hombro y lo sujetaba con una mano.
-¡Ahora Yack! No me lo pensé y me sujeté a la cola y usándola como cuerda me lancé hacía el cristal mientras que el demonio estaba inmóvil y partí por la mitad el cristal.

-¡Nooooooooo! El demonio lanzó un grito agonizante mientras se transformaba en forma de cenizas. –Se acabó, dije, -oye Yack, cómo sabías que lanzaría el aguijón. Simplemente, lo planee cuando me atacó con la cola, en ese momento estaba muy furiosos, era una temeridad pero creía que si lo enfadaba lo suficiente atacaría con la cola, concretamente con el aguijón, por cierto, ¿te dolió el pinchazo? –No, estoy bien.

Instantáneamente, la bola de fuego que nos rodeaba desapareció, así como las llamas que rodeaban todo Crounser, -¡Mi…mi ciudaaaaaaad! Gritaba Félix mientras lloraba en sus escombros, en ese momento, miraba mi Tomacristales donde había aparecido una luz en el mango de la espada, y me acordé de las palabras que antaño pensaba que eran estúpidas y ahora estaban cargadas de verdad.

-Escucha Félix, hay algo que no te he contado, -¿el qué? Se volvió hacia mí con un tono de voz triste, - esta espada, la Tomacristales, me habló en el momento que la encontré sobre los demonios y de su terrible poder, además, me puso la condición de reunir a un grupo de reyes o futuros reyes que me acompañaran para derrotar a un tal Morth y a sus demonios, -¿por qué no me lo dijiste antes? - ¡Pensaba que era una estupidez! Quién se creería que existiría un demonio en una isla como esta y que invadiría la ciudad, taché lo que me explico de estúpido, ahora sé que estaba equivocado; es más, mi objetivo es Kozka, no los demonios, pensaba usar el poder de esta espada para matarle por lo que hizo, pero ahora es diferente, Kozka está relacionado con los demonios y son sus aliados, la cosa ha cambiado, voy a impedir que otra catástrofe como esta ocurra. –Está bien, ya sé por dónde van los tiros, te he juzgado mal, te acompañaré en tu camino, mi objetivo ahora es el tuyo, impedir que vuelva a ocurrir esto, terminó Félix y juntos salimos de la derruida Crounser.

Pasamos el resto de la noche en el puerto suplementario de Crounser, al sur de la Isla de Crounserland, cerca del antiguo campamento de los Deathkeapers, me levanté y abrí la ventana, en las aguas se encontraba un barco pesquero de pequeño tamaño, al lado se encontraba Félix.

-Ya te has levantado jodida marmota, estamos listos para salir, dijo Félix, -bien ¿y por qué vamos en un pesquero si eres de la realeza?, -escucha, hace tiempo se hizo un pacto que todo rey de Léryca tiene que jurar, en el que ninguna de las ciudades de dicho archipiélago tienen prohibido explorar otras islas por fines políticos, culturales, sociales, etc. -¿Y por eso nos vamos en un pesquero? –Exacto, listos entonces, a la isla más cercana, Celest Island. Terminó Félix.
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Lestrang
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por Lestrang »

Bueno, tras muuucho sin escribir, dejo aquí un poema que he escrito, espero que os guste (todavía no tiene título, no he encontrado ninguno, pero lo sigo pensando):
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Me levanto por la mañana
y escucho tus latidos
me incorporo en la cama
y te susurro a los oídos

Te beso en la cara
y abres los ojillos
Todo está en calma,
todo está en su sitio,
no me preocupa nada
nada me tiene en vilo,
y aún cuando me arrebataran el alma
y quedara mi cuerpo frío
siempre tendrás cerca
mis abrazos, amor mío.
Un saludo!
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The heart of an Eagle
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Manirea
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por Manirea »

BargasYack escribió: Si os digo la verdad, soy desarrollador de videojuegos y estoy haciendo el guión de uno, asi que, ya que este es el rinconcito para las ecrituras voy a colgar el capítulo piloto de mi videojuego. Añadir que este capítulo lo escribí con 14 años cuando nunca había leído un libro así que preparense por que hay algunas cosas que incluso yo pienso que están mal.

Y sobretodo, para aquellas pirañas, buitres que roban los trabajos de los otros, (solo lo escribo por si acaso, no acuso a nadieXD) Devil Hunters está pantentadoXDD, en serio.
¿Rpg maker, no?
Al margen del guion, los juegos no se patentan. Has dicho una burrada. Los inventos se registran por patentes, pero un juego, un libro....se registran en una cosa que se llama "REGISTRO TERRITORIAL DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL".
Las licencias creative commons no valen para nada.
Y por cierto, no es gratis, a mi me ha costado 8€, las 2 veces que he ido.
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The Buddha
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Re: Jóvenes escritores

Mensaje por The Buddha »

Aquí un artículo que quizás sea publicado en una página de internet en breves:
Spoiler: Mostrar
INGLORIOUS BASTERDS
Qué mal lo deben pasar los basureros al ver que alguien ha desparramado toda la basura fuera del contenedor, desperdicios que sirven de comida a los gatos y que desprenden un olor que no se asemeja a la cara colonia que gastan los magnates propietarios de los grandes clubes del mundillo del deporte. Sólo el aficionado más acérrimo a las heces varias podría encontrar algo bonito en esa imagen por desgracia tan común. Cada fin de semana, uno sí, otro también, se puede disfrutar de ese inaguantable hedor. Lo raro es que yo también puedo olerlo como si fuera una rata en busca de los restos de un buen plato de carne roja, y más raro aún es que lo huelo sin ni siquiera moverme del sofá.
El mando a distancia no me sirve de nada, por más que pulse el botón para avanzar de canal no veo más que excrementos y excrementos que se mueven raudos por el césped de un campo de fútbol, el parqué de una cancha de baloncesto o que corren al raso por una pista de atletismo. Excrementos everywhere. Cierto es que de cuando en cuando pago una entrada para degustar su olor en vivo, aun sabiendo que entre porte y porte estoy enriqueciendo un poquito más a los ladrones que manejan el cotarro.
Puede que la culpa no sea de los deportistas, y quizás me haya precipitado al llamarles excrementos, pues ellos sólo siguen las pautas que, maldita la hora, sus listillos antecesores marcaron. El deporte ya no es deporte, ahora es negocio, y los más rápidos, altos y fuertes son los que más millones ingresan en su cuenta bancaria. No hay excusas, pues bien saben cómo consiguen llegar a correr tan rápido o a saltar tan alto, pero impera la ley del más fuerte y los métodos llevados a cabo para destacar son sólo eso, métodos. La ética hoy en día no tiene cabida en el deporte, el término “profesionalidad” ha pasado a mejor vida. Se sigue compitiendo para ver quién es el mejor, pero claro, ahora el mejor es en muchas ocasiones el que más se chuta.
Erradicarlo puede que sea imposible, pues eso no le importa a las masas realmente. Pagan por ver un espectáculo y un espectáculo es lo que ven, más o menos noble, eso sí, pero espectáculo al fin y al cabo. ¿Somos culpables, entonces? Bah, no lo sé, prefiero ver un buen gol de Cristiano Ronaldo a calentarme la cabeza y sacar un juicio propio. Y es que puede que las anfetaminas no sean el quid de la cuestión, si no lo capitalizado que está todo. Cada vez más.
Encienda la televisión o me asome a la ventana, me seguirá jodiendo ver a una puta rata rebuscando entre la más pura inmundicia, así como me seguirá jodiendo ver a un puto madelman hacer ruido con su porsche, al pasar por la puerta de mi casa o en un reportaje de Punto Pelota. Y escribo esto vestido con un trozo de tela que me ha costado 70 pavos, la camiseta del Club Atlético de Madrid. 70 pavos que no han ido a las arcas del equipo de mis amores, si no a las de unos ladrones que lo dirigen.
Quo usque tandem abutere, Oda, patientia nostra?
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