- Spoiler: Mostrar
- 24 de Diciembre, Día de Navidad
Hay que destruir la estrella azul, si no, será Navidad siempre y la humanidad estará perdida. ¿Por qué?, porque la humanidad se arruinará (bueno alguna excepción habrá), los niños muy contentos los primeros días sí, pero cuando llegue el día en que no tengan comida, ya veremos lo contentos que están. Bueno a lo que íbamos
Tras un largo viaje al fin he logrado encontrarla, ahora mismo me encuentro en el valle nevado, desde aquí la vislumbro, la estrella parece una red de cristales de hielo gigantescos, desprende luz propia, es bastante tenue, tiene un poco de transparencia. Ahora que lo pienso como voy a destruirla, es gigantesca necesitaría un milagro para destruirla. Pero bueno ese no es el caso.
Estoy subiendo por el monte norte cada vez estoy más cerca, la estrella esta en la cima. Oye y porqué no le pongo nombre, da mala sensación y eso, pero se merece un nombre, al menos para que sea recordada. Me estoy yendo del tema constantemente, pido disculpas, mejor que os inventéis un nombre vosotros.
Por cierto ¿os he hablado de mi?, veréis, soy físico cuántico, en noviembre noté unos cambios extraños en la sincronía espacio-temporal, ya se que suena a ´peli` de ciencia ficción, pero es verdad, de modo que me fui a investigar por otros países si ocurría lo mismo y sí, pasaba lo mismo, así que, me fui a investigar la causa el uno de diciembre. A propósito soy ruso, mi nombre es Skridinski Misousbin, tengo el pelo rubio, se supone que corto aunque ya no sé como lo tengo, mis ojos son azules y tengo nariz aguileña, soy rellenito, tengo 35 años y estoy soltero. Bueno volvemos a la historia.
Cuanto más me acerco, más irrespirable se hace el aire, es como más denso y más nieva. Cuanto más cerca me encuentro de la estrella, más me sorprende, parece que tiene una especie de material ígneo azul en su interior, es el que desprende la luz.
Es… es... ¡ES GIGANTESCA! Ya se que lo había dicho antes, ¡pero no pensé que lo fuera tanto!, esto no se puede destruir, no señor. Hombre… si consigo una bomba atómica, a lo mejor, pero de donde la saco, bueno al menos voy a intentar destruirla, porque si no la Navidad será eterna, a ver si le encuentro algún punto débil.
No señor no hay manera, llevo tres horas intentando cosas, hasta he intentado escalarla, pero nada, por cierto la estrella quema, en serio, cuando he intentado escalarla me he quemado, es lo ultimo que he hecho, ahora mismo estoy con las manos metidas en la nieve, que aunque no lo creáis, se derrite rápidamente, menos mal que es una capa gruesa que si no, no podría enfriarme las manos, pues como no ocurra ese milagro ya Navidad todos los días, a todas horas y casi sin dinero.
Parece que algo cae del cielo, pero no se que es, lo llevo observando desde hace rato, parece que va a caer cerca, un momento, eso cada vez se acerca más, va a caer encima de la estrella y… ¡YO ESTOY AL LADO! Ya viene, es gigantesco, parece un… ¿¡UN METEORITO!? Pero esto que es, porque ahora, aunque… creo que podría destruir la estrella. Creo que de esta no paso, tengo que huir, pero estoy demasiado cansado. ¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!
Algunos días después
Estoy vivo, estoy en un hospital, hay varios médicos alrededor de mí charlando entre ellos, parece que hablan sobre mi, se dan cuenta de que despierto, porque se acercan a mi y me informan de mi situación, tengo rotos casi todos los huesos y daños graves en los órganos internos, me dicen que es un milagro que siga vivo.
Que raro todo esto me lo han dicho en perfecto ruso, que yo recuerde no estaba en Rusia, porque estoy aquí.
Le pregunto esto a un enfermero, con el hilo de voz que consigo sacar, me dice que me han traído de otro hospital, pero él no sabe cual, lo que si sabe es porque me trajeron a Rusia, me dice que es para que muriera en mi país. También me dice que me encontraron en extrañas circunstancias, me encontraron en un cráter desmayado unos montañeros, pero no menciona nada de ningún elemento extraño.
A continuación me pregunta que me paso, yo le respondo con un hilo de voz que, aunque no me crea, me cayo un meteorito encima cuando escalaba un pico, sin comentar nada acerca de la estrella ni del fenómeno Navideño, el se queda asombrado, pero parece satisfecho. Y me comunica que seguramente tenga que ir en silla de ruedas, medio año más o menos.
Unos meses más tarde
Al fin he salido del hospital, puedo usar las manos, pero voy en silla de ruedas.
Como no tengo coche tengo que ir andando (ya me entendéis), me he informado, durante mi estancia en el hospital, que estoy en Moscú, como vivo en la capital me voy a mi piso.
En el portal de mi bloque de pisos hay unos hombres vestidos de azul, como no veo más dentro, imagino que la comunidad ha contratado porteros, subo por el ascensor a mi piso.
Que equivocado estaba, en mi casa hay otros dos hombres de azul y los que estaban abajo están en la puerta, ahora que me fijo, ese azul…, es el mismo que el del núcleo de la estrella, me asaltan las preguntas pero estas tres destacan: ¿¡la estrella azul estaba creada artificialmente!? y ¿¡estos tipos quieren una Navidad eterna!? ¡Pero están locos porque quieren una Navidad infinita es que no se dan cuenta de las consecuencias!
Creo que me van a matar, ¿pero hacían falta cuatro personas para matar a alguien en silla de ruedas?
Me preguntan si me llamo Skridinski Misousbin, yo contesto que sí, entonces me dicen que me van a matar (que sorpresa), creo que se creen que yo tiré el meteorito, la verdad hay que estar loco para pensar que una persona puede tirar un meteorito, pero yo también estaba loco al pensar que podría evitar una catástrofe mundial. Aunque no creo que me maten por eso, creo que me van a matar porque sé demasiado.
Me dicen que antes de matarme, voy a poder hacer unas preguntas. Primera pregunta, me dicen, y yo digo: ¿La estrella azul es artificial y podría provocar una Navidad eterna?
Me responden: Si, fue creada por una tecnología muy avanzada que no entendemos bien.
Segunda pregunta. Yo pregunto: ¿Quienes sois?
Me dicen: Pregunta incorrecta.
Antes de que pueda decir nada más, uno de ellos se acerca a mí rápidamente sin que me de cuenta, se me nubla la vista, dejo de sentir nada. Me han matado.
- Spoiler: Mostrar
- 1º: En busca de la banda
-Ya estoy aquí- dije emocionado en la cubierta del barco público al que me había subido- Hora de buscar tripulación.
Me dirigí hacia el camarote principal, donde se apelotonaba la gente, ya que era casi la hora de comer. Un chico de más o menos mi misma edad pasó a mi lado dándome un codazo. Tuve el presentimiento de que ese chico me daría problemas. No sabía lo cierta que sería esa sensación.
Pasé a recoger un plato y un trozo de pan, que levaba demasiado moho para mi gusto, llamadme tiquismiquis si queréis, pero me suele gustar más la carne cruda que esa cosa verde y deformada. Después un puré que hizo rezar porque no estuviese hecho con vísceras de las víctimas de la cocinera, de las cuales me apiadé ya que ésta tenía una adorable mirada que hablaba por sí sola, concretamente describiendo el modo del que quería matarme. La verdad es que no era un barco de cinco estrellas. Entonces me giré mirando el plato, esperando a que aquella cosa verde saltase a comerse mi cara. Choqué de bruces con el chico que me había dado el codazo. Me disculpé y lo vi alejarse murmurando unas palabras que apenas pude entender, pero que se filtraron en mi mente y fui aclarando hasta saber lo que había dicho: ``Mira que ir en un barco público… aquí no hay ninguna banda a la que unirme.´´
La cara se me iluminó: ese chico sería el primero de mi tripulación. Vi que llevaba dos pistolas sujetas en los bolsillos. Me fui a levantar a toda prisa para hablar con él, y vi una mano, la mano de una chica, tendida hacia mí, para ayudarme a levantarme. Le agarré la mano y me incorporé, mirándola: era la chica más preciosa que nunca había visto, de dorados cabellos y con un vestido lila. Me mostró una gran sonrisa.
-Gracias, eh…, yo… ¿puedo, em…? ¿Por dónde se ha ido el otro chico?- el hecho de haberme caído de culo no era algo por lo que sentirse especialmente orgulloso. De hecho, me dolió en el honor tener que levantarme con su ayuda, y me puse nervioso, puede que incluso un pelín histérico.
-Creo que se fue por ese vestíbulo- dijo sin dejar de sonreir.
- Ah, em…, gracias, por, eh… la ayuda. Hasta luego.- Dije avergonzándome a cada palabra y tratando de mantener mi orgullo.
- De nada. Por cierto, me llamo Evangeline. Evangeline Redtrap.
- Yo soy Travis. Travis Lestrang.
-Encantada Travis.
-Igualmente.- dije, y me marché dando zancadas y enfadado conmigo mismo. Me puso más nervioso hacer el ridículo en público que la sonrisa y la mirada de Evangeline.
Pronto alcancé al otro chico
-¡Eh! ¡Chaval!- grité
-¿Qué…? ¡Ah, tu otra vez! ¡Mira, déjame en paz y la próxima vez vigila por dónde andas!
-Eh, vengo porque he oído que buscas capitán en una banda de piratas, así que no me hables así, chaval.- Le espeté. Al acercarme un poco más a él pude verle la cara por primera vez. Era de pelo castaño, del mismo color que sus ojos, con unos pantalones negros rotos por todas partes y una camisa blanca y arrugada que sobresalía de una corta chaqueta verde.
-¿Conoces algún capitán? ¿De verdad?- Dijo emocionado.
-Lo tienes delante
-¿Qué? ¿Un tuerto como tú? ¿Capitán de una banda? ¡No me hagas reír!
- ¡En serio chaval, tienes delante al capitán Travis Lestrang Morendy, el hombre que va a matar al gran pirata Gorgor!- dije decidido.
- ¿A Gorgor? ¿Al rey de los mares? ¡Si yo fuese tú me buscaría a alguien con unas pocas menas posibilidades de cortarte la cabeza!
-En serio, si te unes a mí bien, si no…- mientras decía esto, unos tipos se nos fueron acercando hasta acorralarnos.
-Mirad chavales, si nos dais el dinero os haremos el menor daño que podamos.-dijo el que parecía el jefe, con una maquiavélica sonrisa.
-Anda, mira, pero si han venido para recibir una paliza unos paletos robacarteras –dije.
-¡¿Qué acabas de decir, crío?! ¡¿Quieres que te rompa la cara?! ¡Soy el capitán Malkrak y voy a tomar este maldito barco, criajo! ¡Así que mira con quién hablas!
- Parece que tus amigos no piensan irse por las buenas, ``capitán Travis´´.- Dijo el chico al que estaba invitando a la tripulación
-Bueno, entonces quizás necesiten recapacitar un poco e irse a llorar antes de que les parta en dos.- dije.
-¡¡¡MALDITO CRÍO!!! ¡¡¡VOY A MATARTE!!!- dijo Malkrak
-Adelante. Puedes intentarlo.-repuse.
Malkrak ordenó a sus hombres atacar mientras me intentaba acertar con un puñetazo que esquivé fácilmente. Le asesté un rodillazo en la tripa y otro en la cara. Sus secuaces no tardaron en abalanzarse sobre mí. Entonces vi el momento para sacar mis dos espadas, las cuales llevaba atadas a la espalda. Saqué una y le asesté un puñetazo a uno de los piratas con ella. Me fui deshaciendo de ellos uno tras otro, Pero Malkrak se incorporó tambaleante y se dirigió a mí a toda velocidad. Uno de sus secuaces se acercó a mí por la espalda mientras daba un severo tajo en el torso a un pirata y, cuando iba a atacarme por la espalda, oí un disparo. El pirata cayó al suelo y todos nos quedamos atónitos durante un momento. Dirigí la mirada al lugar del que provenía el sonido del disparo y vi entonces al chico que quería que se uniese a mi futura tripulación. Tenía la pistola sujeta firmemente, de la que emanaba un olor a pólvora recién usada. Parecía que no era la primera vez que mataba a alguien. Las tornas en ese momento estaban más o menos 21 contra 2. Saqué mi segunda espada. Asesté varios tajos, seguidos de aullidos de dolor y golpes secos en el suelo. Me puse espalda con espalda con mi compañero. Un pirata se abalanzó sobre mí y salté sobre él usando su cabeza como apoyo y propiné un corte al compañero que tenía detrás. Después, sin dejar de agarrarle la cabeza, tumbé al que me servía de apoyo en el suelo, y salté desde él hasta Malkrak, quien desvió mi primer tajo con su espada y trató de atravesarme con una estocada que desvié sin mucha dificultad mientras oía los disparos de mi compañero. Lancé un segundo espadazo, que chocó con la espada de Malkrak e introdujo tanto a la suya como a la mía en un choque. Con un simple movimiento me deshice de la espada de mi contrincante al cual atravesé tras ello. Los piratas que quedaban huyeron y quedamos sólo mi compañero y yo en el pasillo del barco, con una buena montaña de piratas ensangrentados.
-No lo haces mal, tío. Puede que no seas tan malo al fin y al cabo. Por cierto, me llamo Mark.- dijo revelando al fin su nombre
-¿Eso es un sí?-inquirí
-Si me garantizas fortuna y aventura, no habrá cosa que me frene alguna.
-Y si hay cerveza y ron, no hay restricción.-terminé- Es el himno pirata.
FIN DEL PRIMER CAPÍTULO
2º Capítulo:
Poco después aparecieron los guardas y tuvimos que movernos. No suele gustarme correr, pero he de admitir que teniendo detrás un montón de cadáveres, los cuales no olían muy bien, y ocho guardas furiosos a la vez que increíblemente flipados me encendió las ganas.
- Por cierto…- inquirí yo, una vez habíamos dado esquinazo a los guardas- ¿Dónde guardas el barco? ¿Está por aquí cerca?
- ¡Ah, sí, lo del barco! La verdad es que no. Tengo pensado robar alguno.- Dijo mi nuevo capitán.
- ¿¡Cómo?! ¿¡No tienes barco?! ¿Y entonces…? ¡Ah, no, no me digas que tampoco tienes tripulación!
- ¿Qué más te da? Tú eres el primero. ¡Deberías sentirte honrado de ser el segundo de a bordo de mi banda!
-¡Oh, vamos! ¡Y ahora me dirás que planeas conseguir una tripulación en este barco!
- No necesariamente. Este barco recorre muchas costas, y llega hasta Leordekart, la isla comercial. Allí no será difícil encontrar más gente.
-¿Leordekart? No creo que sea buena idea. Muchos cazarrecompensas pululan por allí.- le dije yo
- Y también muchos piratas, que buscan deshacerse de ellos. Lo creas o no, los cazarrecompensas se buscan enemigos.- replicó él
-Bueno, capitán, esperemos que tus pasos sean adecuados.
-Lo serán, amigo. Por cierto ¿Dónde duermes en este barco? ¿Cuál es tu camarote?
-El 17. Lo comparto con una chica rubia.
- El mío es el 23. La cama de al lado está vacía. Si quieres puedes quedarte a dormir conmigo, a menos que prefieras intentar…
- Si terminas esa frase te parto la boca, capitán.- le advertí- Y sí, creo que me quedaré en tu camarote.
- Perfecto. Siempre que no ronques, claro.
- Hombre, pues con el poco sueño que tengo, supongo que te dormirás tú antes.
- Bueno, eso no lo creo posible. Yo duermo muy poco. De hecho a veces ni duermo.
- ¿Y eso?- le pregunté
- Una larga historia, no muy agradable.
- Bueno, si no tuviésemos que echar a correr para que no nos pillen, te pediría que me la contases. Estoy oyendo muchos pasos, y alguien que tiene dos espadas a la vista no resulta especialmente ineximible de una masacre, intrépido líder- dije en tono sarcástico.
- Bueno, no creo que nos pillen. ¿Tan lento eres?
- ¡Hm! ¡No te quedes atrás!- Dije, echando a correr.
Llegamos al camarote con los guardias pisándonos los talones, tomamos un par de jarras de cerveza que Travis tenía en su camarote y nos echamos a dormir.
Me desperté en mitad de la noche y vi a Travis sentado en una silla mirando por el ojo de buey. -¿Ya te despiertas, Mark?-dijo sin dejar de mirar el mar.
- Bueno, depende de qué hora sea. Pero viendo la luz… creo que mejor dormiré un poco más.
En ese momento me fijé en Travis. La verdad es que no lo había mirado en atentamente. Era de pelo castaño y una herida cosida surcaba el lado izquierdo de su cara, desde el cuello hasta su ceja, pasando por su ojo, el cual nunca llegué a ver, pues siempre lo tenía cerrado. Supongo que se lo habrían cosido así. Después me fijé en su torso. No llevaba camiseta, se la había quitado antes de irse a dormir, como yo. En su pecho vi una gran herida cosida de la misma forma que la de su cara, pero esta le recorría el pecho horizontalmente, y la verdad es que se conservaba bien. No era especialmente un tirillas que digamos. Además tenía varias marcas en el brazo derecho. Parecía un muñeco de trapo con tanto cosido. Por un momento, Travis se giró para mirarme, pero volvió a girar la cabeza rápidamente. En ese momento me pareció ver un fulgor, una luz muy débil de color morado, alrededor de su cuerpo, pero se desvaneció rápido, y supuse que sería una ilusión óptica. Tras eso, debí volver a dormirme porque no recuerdo nada más de aquella noche.
Me desperté y vi a Travis mirando todavía la ventana. Entonces le dije:
- ¿Llevas toda la noche así?
- Sip. Soy poco dormidor. Ya te lo dije antes. Es hora de moverse, el barco pronto llegará a Leordekart, y entonces tendremos que darnos prisa si queremos desembarcar.
Dicho esto, recogimos nuestras cosas, que no eran muchas (algo de dinero y una botella de ron entera que Travis metió en una especie de mochila y se cargó al hombro). Salimos a cubierta para recoger (otros lo llaman robar) un poco de ``comida´´ (si a eso se le puede llamar así) y algo de dinero.
Después, al final y de una vez por todas, salimos afuera, y pisamos tierra firme. Había bastantes comerciantes con carretas y algún que otro señor intentando vender baratijas a las que llamaban `` artículos de coleccionista´´. Al final decidimos entrar a una taberna de mala muerte. Allí había dos tipos que estaban sentados el uno frente al otro, mirándose fijamente. Travis y yo nos sentamos en la mesa de al lado. Me fijé en ellos mientras mi capitán acudía a la barra a por unas cervezas.
-¿Qué miras?- dijo uno de ellos, que parecía estar un poco ebrio
-¿Tienes algún problema?- le contestó el otro
- Quizás si me dejas de mirar como un atontado deje de tenerlo, y por lo tanto dejes de tenerlo tú también.
- ¿Me estás amenazando o realizando un intento de suicidio? Bueno, la primera ya incluye la segunda.
- ¿Seguro, imbécil? Quizás quieras replantear el que puedas conservar las piernas y la cara tal y como las tienes ahora… aunque tampoco sería una gran pérdida.
- Si quieres pegarte un tiro en la nuca te lo aconsejo más que que esperes a que te lo pegue yo.
-Mira gusano…
-¿No te enteras…?
Los dos se levantaron y el borracho le rompió la jarra de cristal en la cabeza al otro tipo, el cual ni se inmutó. Simplemente sacó de una funda que tenía un arco tan largo como él mismo y le disparó en el hombro con una flecha. Entonces el que había empezado la discusión sacó una espada bastante larga y le lanzó un tajo a su contrincante, que simplemente le hizo una pequeña marca en la barbilla. Entonces otro tío gritó: `` ¡Pelea!´´ y le pegó un puñetazo a un pobre hombre que estaba tomando una infusión. En poco tiempo se creó una trifulca y se acabaron pegando todos. Vi como a Travis ya lo intentaban tirar, y este los esquivaba sin mucha dificultad con dos jarras de cerveza, una en cada mano, hasta que un tipo cometió el grave error de tirarle las jarras al suelo. Travis lo miró con una cara de asesino y empezó a pegarles a todos, y yo no fui menos y me uní a mi capitán en el aporreamiento. Al final, sin haber tenido que usar las espadas ni las pistolas, en la taberna quedamos en pie sólo los dos tipos que habían empezado la pelea y nosotros dos. Uno de ellos tropezó y cayó encima de Travis, y antes de levantarse le pegó un puñetazo en plena cara. Travis se levantó furioso y le pegó un patadón en las partes privadas, del cual estoy seguro que salió dolorido. Pero Travis no se quedó ahí. Le pegó un rodillazo en plena cara mientras el otro se lamentaba de la patada, y del golpe cayó rodando por el suelo y llegó a parar a mis pies, así que lo agarré del cuello y le pegué un puñetazo en la tripa. Él se levantó y atacó al que más cerca tenía, que era el otro tipo. Entonces me coloqué detrás de ellos y les pegué un puñetazo a cada uno en la nuca tras el cual cayeron estrepitosamente al suelo. Entonces Travis los levantó y les dijo:
- Ahora escuchadme, paletos. Ya habéis visto de lo que sois capaces: de destrozar un bar entero. Y si queréis pararos un momento tengo una oferta que plantearos.
- ¿No estarás pensando en…?- dije yo
- Es exactamente eso, Mark: ¿querríais ser parte de mi tripulación?
- ¿Así, de buenas a primeras?- pregunté yo
- Hombre, mal no pelean, y necesitamos gente para robar el barco.
- ¿Tripulación pirata? Me encantaría ser pirata de nuevo, fui timonel de otra banda hace tiempo, siempre y cuando me asegures comida. No tengo otra cosa que hacer. Por cierto, soy Jeorge.
-¿En serio?- me asombré yo
- Bueno, siempre quise ser pirata. Pero no seréis de esos corsarios al servicio del gobierno ¿no?- dijo el otro
- ¡Para nada! De hecho no nos interesa bastante la ley.- Respondió mi capitán.
- Entonces debería pensármelo un poco. No os digo que no. Y me llamo Jack .
- ¿Y cuando nos lo dirás?- pregunté yo
-Mmm… ¿cuándo os iréis de la isla?
- Suponiendo que encontremos un barco en un par de días. Si no en una semana- Contestó Travis
- Y vosotros sois…
- Mark y Travis- Dije yo.
- Muy bien, entonces os veré en un par de días- Dijo alejándose hacia la puerta de salida.
- ¿Cómo nos encontrarás?- Preguntó Jack
- Oh, tranquilos. Tengo buena vista.
FIN DEL SEGUNDO CAPÍTULO
3º Capítulo:
El tal George salió por la puerta trasera, así que nosotros decidimos hacer lo mismo. Cuando salimos fuera, Mark y Jack se pusieron a discutir sobre dónde debíamos ir para conseguir un barco.
- ¡Si vamos al muelle nos encontrarán en nada! ¿No ves que ahí están todos los barcos de justicia del archipiélago?- dijo Mark
- ¡Mejor que ir a la roca de las estrellas, que está plagada de cazarrecompensas!- dijo nuestra más reciente incorporación, Jack
- ¡Mira, si quieres ir tú solo perfecto, pero ahora eres parte de la tripulación…!
- ¡Mira, no me importa si…!
- ¡Callaos ya! Yo soy el capitán, y yo decidiré dónde conseguiremos el barco. Pero antes tenemos que encontrar provisiones, así que iremos al mercado. ¿Por cierto Jack, de qué tripulación eras antes? No eres más mayor que yo…
- Bueno, la verdad es que no era una tripulación poco conocida, era la tripulación de Liandre, la pirata del mar Moed.
- ¿En serio? ¡La que tiene una recompensa de 200 mil kiok!- dijo Mark
-Exacto
-¿Y cómo la conociste?- le pregunté
- Bueno… em… ella me raptó. Un día desembarcó en nuestra aldea. Algunos hombres del pueblo intentaron luchar, pero esa mujer es un monstruo. Los mató a todos. Entonces yo intenté luchar por mi pueblo, pero no pude hacer nada contra ella, pero en vez de matarme, decidió hacerme parte de su tripulación, hasta que un día intenté escapar. Ella me descubrió pero me dejó marchar. Aún no sé por qué. Hace un año que llegué a Leordkart en un bote.
Mientras contaba esto, llegamos al mercado, donde compramos provisiones, sobre todo carne, que parecía encantarle a Mark. Mientras comprábamos, encontré un anuncio: ¿Quiere ganar 100 kions? ¡Intente tumbar a Soakde, el campeón de campeones, en una lucha sin armas! ¡Hay ocho plazas disponibles, date prisa y participa el día 7 en la carretera principal!
- Creo que voy a participar. Hoy es día 7- dije
- Bueno, no nos vendría mal el dinero- dijo Mark
- ¿Perdón? Se nota que no conocéis a Soakde. Es el mejor de la isla- afirmó Jack
- Bueno ¿Tú lo conoces?- le pregunté
-No, la verdad. Pero he oído hablar de él
- Entonces no puedes decir que es el mejor. Puede que lo fuese hasta ayer- repuse
- ¿Ayer? ¿Por qué?- preguntó Jack
- Porque ayer llegamos nosotros- afirmé
Llegamos a la carretera principal pronto y divisamos una carpa no muy grande de color rojo que había a pocos metros. Pronto entré y le pregunté a un hombre trajeado que parecía el jefe si podía apuntarme. Me dijo que quedaban un par de plazas, así que le pregunté en qué consistía el torneo.
- Pues tú tienes que entrar en ese círculo de arena e intentar aguantar siete minutos luchando con Saokde. Si lo consigues te llevas el dinero, pero es casi imposible.
-Vale, me apunto- respondí
-Muy bien. ¿Nombre? ¿Edad?
- Travis. 20 años.
- Muy bien, Travis. Serás el quinto en enfrentarte a Saokde. Mientras toma asiento para ver a tus rivales luchar contra él.
La primera lucha no estuvo mal. La carpa estaba repleta de espectadores. Un tal Keizo se enfrentó a Saokde. Saokde era muy corpulento, y no se quedaba corto en velocidad. Keizo era delgado pero mucho más rápido que su contrincante, aunque al final cayó de un poderoso puñetazo lanzado por Saokde.
El segundo era un chico muy gallito, que al parecer tenía un club de fans femenino que lo animaba, pero Saokde lo tiró fuera en nada y el chico casi se echa a llorar.
El tercer contrincante no apareció y se pasó directamente al cuarto. La cuarta ronda fue la mejor: un chico poco más mayor que yo lucho contra Saokde, y estuvo a punto de tirarlo, pero acabó perdiendo.
Era mi turno. Me pidieron que me quitase la camiseta para salir a luchar. Saokde me dio la mano y comenzamos el combate. Varios gritos de ánimo hacia mi contrincante le hicieron llenarse de ánimo y abalanzarse sobre mí. No lo esquivé a tiempo y me arreó un puñetazo en plena cara. Tambaleé un poco y me lancé hacia él. Le lancé varias patadas que acertaron de lleno en su cuerpo, y un puñetazo que le dobló y cayó al suelo de rodillas, dolorido, pero pronto se levantó para proseguir el combate, pero lo tumbé finalmente de una patada en la cara.
Tras recuperar el conocimiento, se levantó e hizo una reverencia, signo de una derrota honrosa. Le devolví la reverencia y nos dimos la mano de nuevo. El jefe no tenía pensado darme el dinero, pero el propio Saokde le obligó a hacerlo.
- Luchas muy bien- dijo- sería algo deshonroso por mi parte negarte el premio. Espero que algún día podamos volver a luchar.
-Lo mismo digo- respondí
En ese momento cantidades ingentes de personas se acercaron a mí, pidiéndome autógrafos o cosas por el estilo. La verdad es que no sabía que Saokde era tan famoso, ya que tampoco había sido tan complicado vencerle. Incluso las chicas del club de fans del segundo participante se abalanzaron sobre mí para dios sabe qué, así que me puse mi camiseta y cogí el dinero para irme, cuando el jefe me agarró por el brazo
-Oye chaval- me dijo- ¿Te interesaría ser nuestro nuevo campeón?
-¿Cómo?- le pregunté
- Ya que has vencido a nuestro mejor hombre, puedes quedarte con nosotros para hacerte famoso y ganar dinero… -me propuso
- No, voy a hacerme famoso a mi manera, no me interesa ser campeón de lucha libre.
- ¡Pero no puedes hacernos esto! ¡Ahora que has vencido a Saokde ya no tiene su imagen de campeón! Seguro que hay alguna forma de que lo pienses… te pagaríamos muy bien con lo que quieras.
- Bueno, lo pensaré- contesté finalmente
- Así me gusta- respondió él, convencido de que reconsideraría la oferta
Llegué junto a mis amigos y salimos de la carpa. Jack me miraba boqueabierto.
-¿De verdad lo vas a pensar?- me preguntó Mark
- Para nada, era sólo para quitármelo de encima- respondí
- ¡Has vencido a Saokde! ¡Ese hombre es conocido en todo el archipiélago como el mejor!- dijo Jack, totalmente flipado
- El mundo es muy grande, Jack. Un archipiélago es poco territorio. Estoy seguro de que encontraremos mejores rivales en nuestro camino como piratas- le dije
- ¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Mark
- Pues ahora tenemos dos opciones: comprar el barco con el premio de Travis o robarlo y quedarnos el dinero, como buenos piratas que somos.
-Opto por la segunda ¿Y tú qué dices, capitán?
- Obviamente robaremos el barco. No podemos permitirnos comprar un barco como simples bucaneros.
- Y una cosa más ¿Qué pasa con el chico del arco?- añadió Mark
- Bueno, creo que nos encontrará.- le respondí
-¿Cómo estás tan seguro?
- Bueno, un buen tripulante tiene que saber siempre dónde está su capitán.
- O sea que te has decidido…
- Sí. Ese chico va ser de los nuestros
-¡Allá vamos!- dijo Travis- este es el plan: entraremos en el embarcadero de los buques de justicia y robaremos ahí el barco, claro que necesitamos al menos a George, el chico de la taberna.
-¡Hum!- rechisté yo. Hacía unas horas Jack y yo habíamos discutido sobre dónde robar el barco. Yo había dicho que nos dirigiésemos a roca de las estrellas, ya que allí había unos magníficos barcos piratas, pero por lo visto, ir al lugar donde estaban amarrados todos los barcos de justicia de la zona era muchísimo más seguro.
- Sé que es más arriesgado irnos allí, pero…
- ¿Entonces por qué vamos?- inquirí yo
- Porque tenemos que forjarnos fama de piratas. Si robamos un barco pirata que hayan atrapado los de la fuerza de liberación en sus narices puede que comiencen a conocernos.- explicó Travis. Entonces me di cuenta de que Jack no había pronunciado palabra desde hacía varias horas. Supuse que todavía estaría flipado por lo de Saokde. Mi error no podía ser mayor.
-¿Jack? ¿Estás bien?- le pregunté. Él tragó saliva y asintió. Entonces dijo:
- Entonces démonos prisa en robar el barco. Debemos irnos pronto al mar ¿No?- en ese momento me di cuenta de que Jack estaba bastante nervioso. Metía las manos en sus bolsillos y las movía sin parar dentro de ellos, como si se cerciorase de que algo siguiese dentro de ellos.
-Bueno, cada cosa a su tiempo.- le contestó Travis, que estaba muy entretenido con un brazalete que le habían entregado como permio junto con el dinero tras vencer a Saokde. Era de cuero, y tenía un par de agujeros con pequeños cristales transparentes insertados. Se lo colocó en el antebrazo izquierdo, y los cristales refulgían con el Sol.
Luego nos dirigimos al mercado, intentando localizar al chico de la taberna, del cual no recordaba el nombre, siendo que Travis lo había dicho hacía unos pocos minutos.
-Bueno, entonces, ¿Qué hacemos ahora? ¿Robamos hoy el barco o esperamos a mañana?- le pregunté a Travis.
- Bueno, aún faltan unas horas para que anochezca, y tenemos que robar el barco cuando haya guardas.
- ¿Y eso? ¿Por qué tienen que vernos los guardias? Me parece bien irnos ahora, pero será mejor ir con el mayor sigilo posible…
- ¡Para nada!- le dijo Travis- ¡No voy a empezar mi aventura en las sombras! ¡Saldré al mar, y seré el más fuerte de todos! ¡Encontraré el Santuario de Elrej!
- ¡¿Qué?! ¡¿Travis, pretendes encontrar el Santuario Infernal?! –le preguntó Jack- ¡¿En el que dicen que se oculta el Secreto del Demonio?!
- ¿Eh? ¿Pero tú no querías matar a Gorgon, Travis?- inquirí, mientras la gente se iba acercando, pensando que había algún motivo para semejantes griteríos
- Sí, Mark, voy a matar a Gorgon, él tiene el secreto del Santuario
- ¡No seas loco, Travis! ¡Él es el mayor pirata del mundo! ¡Es un bucanero despiadado, no tiene piedad!- le contestó Jack
- ¡Me trae totalmente sin cuidado! ¡Tengo asuntos pendientes con él! ¿Además, qué derecho tienes tú a cuestionar mi sueño? ¡Nadie va a pararme!
- Bueno, pues si nos ponemos así… ¡Yo descubriré el Zerberen! ¡La tierra de los Dioses! ¡La gente dice que no existe, bueno, pues yo demostraré lo contrario!- dije yo, uniéndome a mi capitán
- ¡Qué jóvenes tan soñadores!- anunció un anciano entre la multitud- ¿Acaso creen que lo conseguirán? Ah, inocente juventud…
Travis giró la cabeza hacia el viejo, y gritó:
-¡Escucha anciano!
En ese momento escuché una de las frases que más importantes han sido en mi vida:
-¡Los sueños de una persona son su más preciado tesoro!
Todos callaron. Travis tomó aire y dijo con todas sus fuerzas:
-¡¡Sólo alguien que esté dispuesto a dar la vida por él lo alcanzará!!
Las palabras resonaron en mi cabeza. Aquel día decidí mi destino, y también decidí que nadie me apartaría jamás de él.
-Vale, capitán, me has convencido. -Dijo Jack- ¡Yo…voy a recorrer… el mundo entero… y conoceré la Tierra Sagrada, aquel lugar en el que se encuentra el tesoro de Ferch Estrecko!
- ¿Qué dice ese joven? ¡El mero hecho de pronunciar su nombre es motivo de muerte!-declaró una mujer
- Hey, Jack ¿Quién es ese?- preguntó Travis
- Ese hombre es el que descubrió que el futuro de la Tierra acabará por la avaricia de los hombres. Él encontró una leyenda antigua que así lo dictaba ¡Pero yo lo demostraré que es cierta y evitaré que la leyenda se cumpla! Es lo que Ferch intentó: quería comunicáselo al mundo para que sobreviviésemos. Pero la fuerza de liberación mundial no quería que nadie lo supiese, pensando que podrían arreglárselas solos.- aclaró Jack
- ¡Eso es mentira! ¡Ferch estaba loco!- mientras estas palabras salían de la boca de un hombre, Jack se giraba hacia él con una cara de odio total. Se puso delante de él y le dijo:
- Que nadie… se atreva… ¡¡A LLAMAR A MI ABUELO LOCO!!
Todos nos quedamos estupefactos. Él mismo se había declarado hijo de un hombre que el mundo odiaba aún estando muerto
-Vaya vaya, Jack, veo que sigues con tus estúpidas ambiciones.-Dijo una voz desconocida para mí.
- ¡Eh! ¡No te atrevas a decirle eso!- Saltó Travis. Parecía furioso, nunca le gustó que se riesen de los sueños de alguien. Por el contrario, cuando Jack oyó esas palabras, todo su odio se transformó en miedo. La autora de esas palabras no era otra que…
- Li- Liandre…- tartamudeó Jack, muerto de miedo
Oí gritos como “¡Corred!” ,“¡Nos matará a todos” o “¡Destruirá toda la aldea!”. Liandre era una pirata famosísima, y Jack nos había dicho hacía unas horas que había escapado hacía dos años de ella. La verdad es que yo también estaba muerto de miedo, el apodo de aquella mujer era “la quebrantahuesos”, y habiendo oído algunas historias sobre ella, supuse que era un sobrenombre mercido.
-Jack, ¿Esta es…?- Alcancé a decir yo
- ¿Quiénes son tus amigos, Jack?- preguntó Liandre- No pensabas que iba a dejarte ir tan fácilmente ¿Verdad?
- Oye Jack ¿No decías que habías escapado de esta Liandre hace dos años? ¡Pues por lo visto te sigue buscando!- dijo Travis
-Lo volveré a decir, Jack ¿Quiénes son estos tipos?
Parecía que a cada palabra que pronunciaba, a Jack se le estuviese a punto de salir el corazón por la boca. Liandre era una mujer alta, de cabellos morenos, y, a pesar de su crueldad, un cuerpo de infarto. Por lo que sabía, era la pirata más bella de este mundo. Pero no me quedé mirándola pasmado. Al instante, Travis y yo sacamos nuestras armas. Jack echó a correr, y los piratas, incluida su capitana, trataron de perseguirlo. Al verlo, Travis se puso delante de ellos obstruyéndoles el paso.
-Hey, Mark, cúbreme- me dijo, mientras los piratas se paraban al encontrarlo en medio de su camino.
-¡Quita, niño! ¡Estás en medio!- dijo uno de los piratas
-No, tú estás en medio, así que apártate.- le contestó
- ¡Matad a ese crío y seguid a por Jack!- ordenó su capitana
- ¡Enseguida, señora, será todo un placer!
En pocos segundos, el pirata salió volando de un puñetazo. Supuse que Travis había calculado las posibilidades que teníamos, teniendo en cuenta el número de enemigos, su fuerza, sus armas… Pronto comprendí que Travis no había realizado ninguno de esos cálculos, simplemente hizo exactamente lo que tenía que hacer para empeorar la situación. Ahora teníamos a unos treinta piratas, todos con cicatrices y pocas ganas de sentarse a hablar, alrededor nuestro, y eso sin contar a su capitana, cuya cabeza, como ya he dicho, no tenía una recompensa de tal calibre porque sí.
Travis tenía todas las de perder.
Mi héroe
Todos tenemos un personaje dentro, que nos ayuda a superar los problemas. Todos somos superhéroes, por decir la verdad. Todos somos magos, por amar. Todos somos personajes, por sentir. Todos somos humanos, por defecto.
Siempre queremos ser mas, aunque ya seamos muy buenos. Por eso, mi personaje soy yo, y todos aquellos que piensen igual, que se contentan con lo que son. Por eso estos son mis personajes, mis héroes. Ellos son responsables, siempre atentos.
Día 21, Febrero 1992, 19:55:
Hoy cena familiar en casa. No se me habría ocurrido una manera más… ¿cómo decirlo suavemente?… estúpida, sí, estúpida es la palabra, de celebrar un sábado por la noche. Todos mis amigos están fuera de la ciudad, y como padres invitaron a mis tíos y a mis primos, no tengo otro plan mejor que quedarme en la mesa a escuchar una aburridísima historia de las expediciones al monte de mi primo Miguel. Creo que acaba de sonar el timbre, así que serán ellos, mis tíos, a los que mi madre está a punto de atender en el umbral de la puerta. Sí, lo que me imaginaba, son ellos, y por lo visto vienen con todos mis primos, desde la benjamín de la familia, Elena, hasta mi primo Héctor, que me saca unos diez años de edad. Yo no me explico cómo un chico como yo, con mis 19 años cumplidos ya hace bastante, tenía que quedarse a intentar charlar con mis familiares sobre algo, cualquier tema, con tal de animar la conversación. Lo que suelo hacer en esas ocasiones es contar un par de chistes, hacer reír a todos y después escabullirme y encerrarme en mi cuarto, con la excusa de que voy al baño.
Por lo visto mis tíos ya están saludando a mis hermanas y a mi hermano, pronto vendrán directos a por mí con sus típicas frases de “¡Cuánto has crecido!” y “¡Qué chico más majo, qué alto está!”. Me da escalofríos sólo de pensarlo. Bueno, ya entran por la puerta, a ver qué me dicen. Primero saludo a mi tío Hugo, ahora a Elena, José, Víctor, Pilar, Ernesto, Miguel e Irene. Hala, ahora a la mesa a cenar.
21 Febrero 1992, 20:37:
Bueno, ya he contado mis historias para echarse unas risas, y ahora me deslizaré sigilosamente entre las sillas para irme a mi cuarto. Mi madre me pregunta: “¿Adónde vas?”, yo respondo que al baño. Hecho, ahora podré estar tranquilo viendo la tele un rato en mi habitación. Pero puede que lo de ir al baño no sea tan mala idea, ahora que lo pienso el guiso de mi madre juntado con cocacola, chicles y las sosas y asquerosas patatas de mi tía Pilar no me ha podido sentar demasiado bien. No se hable más, al baño voy pues.
21 Febrero 1992, 20:39:
Entro al baño. Enciendo la luz y una tímida bombilla comienza a titilar en el techo, pero antes de que el cuarto se ilumine totalmente, una imagen horrorosa viene a mi mente: un hombre, mejor dicho algo parecido a un hombre, con la cara llena de cortes profundos, sonriendo y mostrando sus totalmente blancos dientes. No sé cómo me ha venido a la cabeza pero por un momento realmente pensaba que estaba ante mí esa cosa. Bueno, sólo ha sido mi imaginación.
21 Febrero 1992, 20:40
Por lo visto el guiso no me había sentado bien realmente. Me dispongo a salir del baño, cuando me distraigo mirando el espejo. Realmente mis tíos tienen razón, he crecido mucho.
Decido que ya es hora de dejar de mirarse en mi reflejo, pero cuando voy a girarme veo una sombra durante unos segundos. No, no era una sombra. Vuelvo a mirar y me caigo hacia atrás, aterrizando en el frío suelo. La figura que creo haber visto es la misma que acababa de visualizar al entrar al baño, y la he visto sonriendo de nuevo, pero moviendo los labios, como si me dijese algo. No me atrevo a levantarme del suelo. Recapitulo y me giro. Veo un botiquín rojo y negro, con una línea curva dibujada horizontalmente, y me digo que eso era lo que había visto, el espejo había reflejado el botiquín, y mi cabeza me había jugado una mala pasada, sólo eso. Aún diciéndome firmemente esto a mi mismo me cuesta bastante ponerme en pie. Finalmente me levanto y miro al espejo. Esta vez me quedo totalmente rígido, quieto en el sitio: La figura sigue ahí, con los ojos inyectados en sangre, y esta vez puedo oír claramente lo que dice: “Tú todavía no. Tú todavía no.” Repite una y otra vez, con una sonrisa enfermiza. En un arranque de miedo e ira, le pego un puñetazo al cristal, abriendo un buen boquete, pero, entre los fragmentos del espejo que quedan en pie veo cómo esa cosa sale del espejo. La noto a mi lado pero no puedo verla, no puedo tocarla. Oí una carcajada y la puerta abrirse y cerrarse, pero no vi en ningún momento la puerta abrirse o cerrarse. Salgo a toda prisa del baño, con la mano ensangrentada y con pequeños cristales en ella, y me dirijo al comedor. Mi madre, al verme, me dice:”¡Sí que has tardado!””¿Te encuentras bien?”. Asiento con la cabeza, todavía en estado de shock. Veo una silla vacía aparte de la mía
-¿Dónde ha ido el primo José?
- Acaba de ir al baño.
Nada más oír esto echo a correr hacia el baño. Cuando llego a la puerta acerco la mano para llamar a la puerta, y justo cuando voy a dar el primer golpe oigo un grito desgarrador. Trato de abrir la puerta. El cerrojo está echado. Forcejeo y el pomo se rompe. Rompo la puerta de una patada, con una fuerza que no tengo, sólo la adrenalina me la proporciona. Entro. De nuevo veo el espejo, ahora roto en pedazos. No veo a nadie, pero sí que veo algo en el suelo: manchas rojas carmesí. Me asomo al borde de la ducha. No veo nada. Inspecciono el lavabo, y encuentro más sangre. Abro el armario de medicinas. Ni rastro de mi primo. Entonces se me ocurre una idea: posiblemente esté escondido en la bañera, para tratar de darme un susto, mi primo José lo suele hacer, igual aquel ser de antes fuese él con una careta. Me acerco a la bañera mientras oigo pasos acercándose, y el corazón me da un vuelco. Me quedo mirando la bañera, antes blanca. Está llena de agua, pero ésta no es transparente. Un color rojo intenso surca el recipiente, y un bulto negro se sumerge entre las ensangrantadas aguas: mi primo José. Me giro al oír más pasos acercándose. La que viene a verme no es otra que mi prima Elena, que se había preocupado por mi reacción y ha venido a buscarme. No permitiré que vea una escena tan horrorosa. Instintivamente me tiro sobre ella cuando cruza el marco de la puerta del baño. Ahora su precioso vestido naranja está manchado con grandes e imperfectos círculos carmesí, al igual que mis manos.
-¿¡Que haces!?- me grita- ¡Suéltame!
Doy un brinco para levantarme y cierro de un portazo la puerta, la cual ya no se quedará cerrada del todo nunca, ya que el pomo está roto. Doy un grito de dolor al recordar la imagen de mi primo ahora muerto y me caigo al suelo. Mis padres y mis tíos se acercan desde el comedor al oír mi grito y los llantos de Elena, que no entiende lo que pasa. Mi madre ve el pomo roto, y empieza a gritarme, hasta que ve la sangre en el parqué del pasillo, y mis manos teñidas del mismo color. Todos se arremolinan entorno a mí y cogen a Elena en brazos para tranquilizarla. Grito otra vez, ahora más fuerte. Mis padres entran al baño y ven entonces la horrible escena, mientras mis hermanas y mi hermano tratan de calmarme. Entonces, mientras mis padres están dentro del baño, les pido a gritos que salgan, pero es demasiado tarde: La puerta se cierra de golpe, y se queda bloqueada, a pesar de no tener pomo. Aúllo de miedo y tristeza al oír el portazo, mientras le pido a mi hermano que abra la puerta rápido. Inútil, ya que está demasiado ocupado intentando que yo no comience a convulsionar.
-Tranquilo, Trav (así es como él me llama) ¿Qué te pasa? ¡Estás fuera de control!
-¡Cállate! ¡Abre la maldita puerta, por dios!
Tras decírselo un millón de veces la abre de un golpe, ya que es más fuerte que yo. Mi hermano se vuelve blanco en un segundo. Me arrastro por el suelo para ver el interior del baño: el suelo es ahora un recubrimiento de sangre, y no hay rastro de mis padres. Me echo a llorar mientras toda mi familia contempla la habitación donde antes todas las baldosas eran azules.
Tras unos minutos de caos mi tía resuelve que debe llamar a la policía, o los bomberos, o a alguien, sea quien sea, así que se aleja del ruido, pero con los nervios se tropieza y se cae hacia atrás, cayendo accidentalmente dentro de la habitación de mi hermana menor, pero nadie se da cuenta de que ella se ha ido y todos ignoramos el portazo que se oye más tarde proveniente de la puerta del cuarto de mi hermana menor. Cuando nos damos cuenta de su ausencia decidimos buscarla por la casa, pero nunca encontraríamos más que su móvil y un charco de sangre en el cuarto de mi hermana. Decidimos entonces marcharnos de esta casa, en la que llevo viviendo trece de mis años, pero no tengo ningún miedo o pena a dejarla atrás. Bajamos al garaje para irnos lo más rápido posible en coche, pero no cabíamos todos en el ascensor, así que mis hermanas, mi prima y mi tío bajan al garaje en ascensor, ya que el resto debemos bajar por las escaleras, y al estar más oscuro es mejor que sean ellos quienes, en el peor de los casos, sobrevivan. Al bajar el primer piso oímos un chasquido y dos segundos después un fortísimo ruido. Bajamos corriendo al siguiente piso y miramos por el hueco del ascensor: el cable está roto, y los restos del ascensor se encuentran varios pisos más abajo. Entonces todos los que hemos contemplado el hilo colgante del ascensor lloramos. Sólo quedamos mi hermano, mi tío Hugo, mis primos Miguel, Irene y Víctor y yo. Seguimos bajando, y mi primo Víctor decide ir él por delante.
-Si oís algo raro corred, sin mirar atrás- dice, aún entre sollozos por la pérdida de su hermana pequeña, Helena, y su padre, Ernesto.
Seguimos bajando, y de repente pierdo a mi tío de vista, y se lo digo a Víctor, que, si lo que pienso es cierto, él es ahora el más mayor del grupo. Trata de decir algo, pero no puede. Ninguno de nosotros puede. Al fin llegamos al garaje y cogemos a toda prisa el coche de Miguel, y salimos del garaje a toda velocidad. Por suerte o por desgracia, nuestra casa se encuentra en un lugar abierto, lejos de la ciudad. Oigo el chirrido del motor y algo explotar. Antes de que cualquiera de nosotros pueda decir algo el coche comienza a realizar violentas acrobacias en aire, y caemos de lado.
-Irene, tienes que salir, eres la única que puede. A nosotros no bloquea el árbol-dice Miguel
-Está bien,- dice ella- pero enseguida os sacaré de ahí.
Tras forcejear con la puerta del maletero conseguimos salir los cuatro que quedábamos. Entonces noto cómo una mano se cierra alrededor de mi cuello y me levanta en el aire. Aunque no veo lo que me sujeta sé lo que es. Mis primos y mi hermano estaban paralizados.
-¿Q-qué e-eres?- Alcanzo a decir antes de que esa cosa me agarre todavía más fuerte. Aunque no lo vea sé que ahora mismo sonríe
-Pues…-comienza a hablar, aunque yo no sabía que supiese hablar- soy el espectro de esa casa. Llevas 13 años en ella. Los mismos que pasé yo. Tú eres mi objetivo, crío.
Me quedo perplejo. No sólo me había hablado algo que no veía, sino que me esa cosa me había explicado que iba a matarme.
-¿Por qué?- pregunto- ¿Por qué haces esto?
No creo que vaya a responder, pero ese ser me dejó en el suelo, sin soltar mi cuello.
-Porque, hace 223 del día de hoy, yo vivía allí. Decían que un demonio moraba en esa estructura, pero yo no hice caso a esas leyendas. Pero la leyenda resultó ser cierta. Aquel demonio que vivía en esa casa fue matando a mi familia, mi mujer, mi preciosa hija, mi queridísimo hijo… y a mí, de la misma manera de la que lo he hecho yo. En ese momento viví la muerte, pero no pude terminar mi viaje en ella. Aquel maldito demonio me obligó a servirle durante generaciones a cambio de devolverme a mi familia. Pero un día, tras 123 años de esclavitud maté a ese bellaco, creyendo que así mi familia regresaría, pero nunca lo hizo. Y 79 años después vuestra familia se asentó allí, como si esa casa le perteneciera. Os di 13 años de tiempo para abandonarla, el mismo tiempo que tuve yo para hacer lo mismo. Juré que nadie estaría en esta casa, ya que es el único recuerdo que tengo de mi familia. Así que, por ello jamás dejaré que salgáis vivos de aquí, tras haber profanado mi hogar. Os mataré con mis propias manos.
Tras decir esto, suelta mi cuello, y oigo el sonido del desenvaine de una espada. Lanzo una patada al aire con esperanza en retrasar su ataque y acierto a golpear el cuerpo de aquella criatura, que da un grito de rabia y se hace visible por fin. Lleva una armadura sin yelmo, que dejaba al descubierto su horrendo rostro. Entonces, en un momento de desconcierto por parte de todos, mi hermano se abalanza sobre mi agresor, y la espada de éste cae al suelo. Mis primos, mi hermano y yo tratamos de golpear al horrendo combatiente, ahora desarmado, pero nuestros esfuerzos son inútiles, ya que ningún golpe le afecta. Entonces se abalanza sobre el suelo para recoger su espada, pero yo me interpongo en su camino, y recordando lo poco que sé de esgrima, me levanto blandiendo la espada. Es una espada normal, de acero y sin abalorios. Salta hacia mí y lanzo un tajo al aire. Afortunadamente le acierto en el pecho, y esto sí que le hace daño. Cae de rodillas y yo, sin saber muy bien qué está pasando, cerceno su cabeza para asegurarme de que la pesadilla ha terminado. Entonces todo se vuelve negro y vuelvo a estar en mi cuarto de baño, pero sin caras en el espejo, que ahora está perfecto y sin rasguños, como siempre lo ha estado estos 13 años que llevo mirándome en él. Salgo y veo a toda mi familia comiendo. Todos están bien, todos están a salvo. Sé que todo ha ocurrido de verdad, pero al matar a aquel demonio he hecho que todo vuelva a la normalidad.
Espero que esta casa siga así durante otros 13 años y más
21 Febrero, 1992, 02:33:
FIN