Critica capítulo de Traffy.Trafalgar Law Pirate escribió:
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- Capítulo 31: Ciudad Porcelana
- ¡¡Madre mía!! -exclamó Anthony, maravillado por el paisaje que se extendía ante sus ojos.- ¡¡Qué espectáculo!!
- No tengo palabras para describir esto... -farfulló Tony.- ¿Rocas flotando, sobre las cuales hay ciudades erigidas? Supera los límites de la imaginación... ¿Qué habrá bajo esos pedruscos?
Los dos jóvenes estaban embobados ante la majestuosa figura de aquella isla, y John trató de hacerles reaccionar pasando enfrente de los dos haciendo el mono, para llamar la atención.
- ¡¡Eeeeeeooooo!! Chicooos... ¿hay alguien en casaaaaaaaa? -preguntó, en un tono más bien burlón.
Anthony y Tony menearon de la cabeza, como si se hubiesen recuperado de un estado de Shock. Miraron a su alrededor y vieron a John, de brazos cruzados y moviéndose nerviosamente, torciendo la cabeza hacia el corazón de la isla en señal de ansiedad por ir.
- De acuerdo -dijo Anthony, mientras esbozaba una sonrisa, y comenzó a caminar.- Vamos allá.
Caminaron unos cuantos minutos hasta llegar a una especie de esclaera de mármol, que conectaba tierra firme con una de esas moles flotantes. Tony y John se acercaron al acantilado que había entre el lugar en el que estaban y el lugar al que querían ir, y se toparon con un panorama que no se esperaban pero les fascinó.
- ¡¡NO SE VE EL FONDO!! -exclamaron ambos, llenos de entusiasmo, y le miraron a Anthony medio llorando, como pidiéndole realizar una pequeña e improvisada excursión.
- Ni hablar -contestó Anthony negándoles la mirada, y comenzó a caminar por las escaleras. Tenían una anchura considerable, comparable a un gran dificio. Anthony calculó que por ellas podían caminar veinte personas de la mano sin estorbarse. Eran escaleras que hacían de puente, de alguna manera. Si las seguía, llegaría a la parte oeste de la ciudad que sostenían las cuatro montañas. Giró la cabez y vio como John y Tony le seguían, con la cabeza baja y claros síntomas de depresión. Se tambaleaban y de vez en cuando se caían, levantándose de nuevo y siguiendo con su ridícula procesión.
Tony estaba por los suelos cuando un relincho alteró a Anthony, que se mantenía sumido en sus meditaciones. Unos caballos blancos aparecieron tirando de un coche, de pronto, delante del joven. Le esquivaron mientras este seguía en estado de shock, y el cochero frenó a los caballos a tiempo para que no pisotearan al pobre Tony, que tarataba de incorporarse. El cochero, enfurecido, se dirigió a Anthony.
- ¡¡¡¿QUERÉIS ANDAR CON UN POCO MÁS DE CUIDADO, POR EL AMOR DE DIOS?!!!
- Lo sentimos señor, somos nuevos aquí y no nos esperábamos tan repentina aparición. Prometemos andar con más cui... -el cochero no le dejó acabar la frase.
- ¿Adónde vas, joven? -preguntó, tras ver la dirección que llevaban los -casi atropellados- muchachos.
- No lo sé, a esa gran ciudad, supongo -contestó el joven. Tony al fin se puso en pie. El cochero puso un semblante serio, y tragó saliva.- Buena suerte, jóvenes -giró la cabeza hacia atrás, mirando hacia la blanca y reluciente ciudad que tenía a sus espaldas, y volvió a dirigirse a Anthony, esta vez con más discreción y medio susurrando.- No corren buenos tiempos en WolkenBerge. Os recomiendo que os vayáis cuanto antes. ¡¡Hia!! -exclamó, y reanudó su camino, sin volver la vista atrás de nuevo.
Anthony se quedó pensativo. Entendió que hubiese peligro en aquella isla, pese a que su apariencia invitase a pensar lo contrario, pero lo que vio en la cara de aquel hombre era MIEDO. Tenía mala cara, una frente arrugada -fenómeno provocado por el estrés, sin duda alguna- poco pelo, y lo poco de cabellera que tenía era blanco. Supo al instante que en ese lugar se cocinaba algo en lo que él no querría meterse, pero al mirar a John y a Tony, que seguían mirando melancólicamente el abismo que tenían a sus pies, suspiró con resignación.
Siguieron caminando por las escaleras, las cuales parecían interminables, y a cada minuto que pasaba los jóvenes se sentían más aburridos. Anthony comenzó a sentir un ligero dolor de cabeza, que a cada minuto que pasaba se volvía más fuerte. Lo propio les sucedía a John y a Tony, aunque estos seguían pegados al borde del puente, a la espera de que Anthony cambiase de parecer y les dejase ir hacia aquel inhóspito lugar que era el vacío.
- Mierda... -dijo Anthony, agarrándose la cabeza.- Menudos dolores...
- Yo también tengo... -comentó Tony, completamente sonrojado por el dolor de cabeza.
- Y yo... -añadió John, cabizbajo.
. Pero... es curioso... -habló Anthony, como si se hubiera dado cuenta de algo de lo que no se había percatado.- Normalmente los dolores de cabeza suelen ser provocados por la presión del aire, resfriados, fiebres... y nos hicimos un pequeño análisis médico al salir de Drum, así que estábamos sanos. Y esas causas, sobre todo la de la presión del aire, la cual creo que es la más probable de ser la causante de nuestro dolor, provocan una presión que va de arriba a abajo... y esto va de abajo a arriba. Ciertamente es extraño... Joder, qué calvario -se quejó nuevamente.- Sigamos andando, aquí no haremos nada.
Siguieron caminando durante un buen rato, y el dolor de cabeza comenzó a diluir. Llevaban cerca de tres cuartos de hora caminando por el puente, y aún les faltaba cierto camino, aunque calcularon que en diez minutos llegarían.
Los cuatro picos que protegían la ciudad eran mucho más grandes de lo que parecían desde la lejanía, y la blanca ciudad brillaba en el centro. John y Tony ya habían asumido que no visitarían el abismo todavía, pues tenían más cosas que hacer.
- No es tan terrorífico como nos lo han pintado... -murmuró Anthony, mirando con aprobación el paisaje.- Aún no me creo que este lugar es de verdad. Parece un cuento de hadas...
En esto, llegaron a la más grande de las rocas flotantes, la que albergaba los cuatro picos y la ciudad. Esparcidos y flotando encima del vacó había más rocas -más pequeñas- que estaban conectadas al sitio en el que estaban ellos. Identificaron la enorme puerta que daba al interior de la ciudad, una puerta de unos veinte metros de altura, en la cal había grabadas distintas escenas. Era obvio que eran muy antiguas, pero a Anthony le llamó la atención el material en el que estaban grabadas.
- Es... porcelana -dijo, reparando minuciosamente en cada detalle de aquellas obras de arte.
- Que delicadeza... -comentó John, mostrando verdadero interés por las escenas que había representadas.- Cuando las miras, es como si el mundo se detuviese... Molan.
Anthony lo miró con aprobación, respetaba a John siempre, pero cuando adoptaba cierta seriedad se ganaba el respeto con creces. De hecho, no se esperaba esa reacción por parte de John.
- ¿Entramos? -dijo Tony, que se aburrió rápido de mirar las escenas.
- La puerta está cerrada -objetó John.- Eeeehhmmm... bah, da igual, nos la cargamos.
- ¡¡PARA EL CARRO, BRUTO!! -exclamó Anthony, mientras atizaba a John, que había vuelto a las andadas.- No nos las podemos cargar así por así. Ya habrá alguna manera de entrar, algún tipo de recepción o algo por el estilo.
John y Tony miraron a Anthony con cara de odio y rabia contenida, y se formó un tenso ambiente, ya que nadie hablaba. Los enfadados rompieron el silencio.
- Aguafiestas... -dijeron al unísono, mientras resoplaban con resignación.
Comenzaron a dar la vuelta alrededor de las murallas de la ciudad -murallas de porcelana con grabados- pero no encontraron otra puerta. Según dedujo Anthony, las montañas servían como parte de la muralla, y, al ser muy escarpadas, era difícil escalarlas. Estaban entra la enorme muralla y las escaleras de vuelta, indecisos. Estaba anocheciendo -eran cerca de las ocho- y no podían quedarse de brazos cruzados.
- Creo que entrar a la fuerza era buena idea... -dijo John.
- Esperaremos -le cortó Anthony.- Alguien tiene que aparecer, tarde o temprano, aquí. Y si no, saltaremos la muralla.
Siguieron esperando, y los bostezos no tardaron en llegar. No andaban lejos las diez de la noche cuando una figura ennegrecida por la noche desintegró el estado de empanadilla de los tres jóvenes. Rápidamente, se agacharon para que la sombra no les descubriese. Antes que nada, tenían que averiguar si era amigo o enemigo. Se arrastraron, muy en silencio, tratando de acercarse al misterioso personaje.
- Un momento... -dijo Anthony, casi para sí mismo.- ¿De dónde ha salido? No ha venido por las escaleras-puente, y la puerta de porcelana sigue cerrada... Esto es muy raro...
Los tres muchachos trataron de seguir con la vista la figura, pero era costoso, debido a que aquella noche había luna nueva y no había luces artificiales.
- Anthonyyyy... -dijo John.- Tengo ganas de estornudaaar...
- ¿Qué? -dijo, por lo bajini, suficiente para que lo escuchase John.- Aguanta, por Dios, aguanta... que como nos pille la llevamos clara...
- Aaaaah... Aaaaaaaaaaahh...
Anthony, rápidamente, tapó la boca de John, evitando así que estornudara. Pero, ya que el destino quiso que John comiese una Fruta del Diablo de lo más ruidosa, la energía que no se desató en forma de flemas y de babas (y de sonido) se desato en forma de explosión y metedura de pata (y de ruido). Provocó tal estruendo que las murallas comenzaron a tambalearse. Anthony se sujetó la cabeza en señal de desesperación, ya que era imposible que no lo hubiese escuchado. Pero la sombra, lejos de alterarse, siguió su curso sin desviar siquiera su mirada.
- ¿Será sordo? -argumentó Anthony, más tranquilo.- ¿O nos ha visto pero nos ignora?
De pronto, la sombra se giró, repentinamente, dejando al descubierto su cara. Los tres jóvenes se quedaron sin habla, enmudecidos, aterrorizados, ante la posibilidad de estar viendo...
- ¡¡¡¡UN FANTASMAAAAAAAAAAA!!!! -exclamaron los tres descontroladamente, y comenzaron a correr lo más lejos de aquello que habían visto. Era un ser sin cara normal, pues era compuesta únicamente por una boca, sádica, sonriente, blanca, sedienta de sangre. La sombra sacó una especie de caracol y lo descolgó.
- Vizzitantezz, padrino. En la puerta oezzte. ¿Qué hago con ellozz? -dijo.
"Crrrckarrrrkaraccraakkcrack"
- Entendido. Vuelvo enzzeguida -terminó, y, tras colgar el DenDen Mushi, cogió carrerilla y se lanzó al vacío.
John, Anthony y Tony, que no se habían alejado del todo, observaron impresionados cómo el supuesto fantasma había saltado al vacío. John y Tony miraron a su amigo como diciéndole "te hemos avisado", a lo que este respondió con una peineta. Los tres jóvenes se incorporaron, ya recuperados del susto, y comenzaron a discutir sobre lo que podrían hacer.
- Yo propongo seguir al fantasma -dijo John.
- Yo propongo lo mismo que ha propuesto John -añadió Tony. Anthony los miró con desaprobación y habló.
- Yo voy a entrar en la ciudad a buscar un lugar donde dormir. Mañana por la mañana investigaré.
Miró a John y a Tony, que no cesaban de bostezar. Estos finalmente aceptaron, pese a que las ganas que tenían de vivir aventuras eran tremendas y se sentían atraídos por lo desconocido. Tony sacó sus alas y John y Anthony se montaron en su lomo. Levantaron el vuelo y, al divisar el otro lado de las murallas, quedaron asombrados.
Todo, absolutamente todo, era blanco, aunque la oscuridad de la noche ennegrecía la ciudad. Las casas, los edificios públicos, incluso el palacio que comandaba la ciudad era blanco. Las baldosas que cubrían el suelo eran blancas y limpias, así como cualquier cosa que se encontraba por la calle. Los perros vagabundos, los cubos de basura, los bares, los patios... incluso las personas que se negaban a dejarse vencer por el sueño tenían una tez excesivamente blanca. Era Ciudad Porcelana.
Tony aterrizó en el otro lado de los muros. Varios transeúntes les miraron extrañados.
- ¿Turistas? -les preguntó un hombre de pelo blanco, y una cara extremadamente blanca.- No es típico encontrar nuevos habitantes por estos lares. Todos tratan de marcharse. ¡Yo que vosotros me largaría de aquí!
El hombre, sin decir nada más, se alejó de los jóvenes. La noche había caído de lleno ya, y los tres muchachos comenzaron a andar, a perderse entre las callejuelas de la ciudad.
- A menudo lugar hemos ido a parar. Tendríamos que haber seguido las instrucciones de Krauser y no desviarnos de la ruta -dijo Anthony.
- Sigo sin entender a la gente de la ciudad. El cochero nos ha dicho que nos alejemos cuanto antes de aquí, y ahora otro señor que no conocemos de nada nos procura que nos vayamos -comentó Tony.
- Yo estoy contento donde estoy -dijo John, sonriente.- El paisaje, el misterio, el ambiente... me asombra, y no puedo evitar querer saber más sobre este sitio. Tengo una sensación de vértigo, de nervios, que me encanta.
- Yo no puedo dejar de pensar en el supuesto fantasma, sin olvidarme del extraño dolor de cabeza que hemos sufrido al llegar. Creo que debe estar relacionado de alguna forma, aunque no me aclaro por cual... -continuó Anthony, mientras seguía caminando.
- De todas formas, la zona es precios, disfrutémosla mientras podamos -interrumpió Tony, maravillado por el entorno.
Siguieron conversando durante un largo rato, caminando, y, al final, encontraron un hostal para pasar la noche. El interior servía, a su vez, como bar, así que estaba lleno de gente. Los tres jóvenes se sentaron en una mesa vacía mientras esperaban a que les atendiese el hostelero, y aprovecharon para preguntar a algunos lo que sucedía en aquella isla para que todos quisieran salir de ella. Nadie quiso desvelarles la razón, lo único que decían era "Deberíais iros de aquí, es peligroso". Los muchachos acabaron por desistir, y se sentaron en su mesa, resignados.
- Me tienen mosqueado -objetó Anthony.- Me recuerda a lo sucedido en Drum... ¿eh? ¿Qué es eso?
- ¿El qué? -preguntaron Tony y John.
- Eso que asoma por la ventana... -dijo Anthony, señalando una extraña forma al otro lado de la ventana.
- Creo que nos está mirando... -comentó Tony.- ¿Qué es? No lo veo con claridad.
- Salgamos a comprobarlo -propuso John.- A lo mejor nos puede ayudar.
Los jóvenes salieron del hostal. El exterior, al ser las doce pasadas, estaba completamente vacío. La ventana por la cual habían visto algo estaba a la derecha de la salida, a la vuelta de la esquina. Unos diez metros. Caminaron, titubeantes, hacia el final de la pared. Caminaban silenciosos, en fila india, cuando de pronto, un ruido que procedía de su espalda alarmó a John y Anthony. Miraron atrás, y comprobaron que, efectivamente, no había nada.
- Menos mal... no hay nada... -dijo Anthony, y se giró nuevamente.
- Un momento... -dijo John, con gesto de sorpresa y terror en los ojos.- ¿Y... Y Tony?
Anthony tragó saliva. Había desaparecido por completo, sin dejar rastro.
- Esto huele muy muy mal...
John seguía mirando al lugar donde había desaparecido su amigo, cuando un nuevo ruido lo asustó. Miró nuevamente a su espalda, y observó que Anthony no estaba.
- No... No es posible... En un lugar con tanta gente... ¿Dos secuestros repentinos? -dijo, sentándose en el suelo, desesperado.- ¿Nadie ha escuchado los ruidos? -miró al interior del hostal por la ventana a la que querían llegar, incorporándose un poco. Estaba todo a oscuras. No había nadie. En menos de un minuto el bar había sido evacuado. Por primera vez en mucho tiempo, John sintió verdadero terror. No era como con el fantasma. Trató de observar mejor lo que había en el interior del bar, y concentró sus ojos en el mínimo detalle. Buscando, acabó por encontrar una... cabeza cercenada. Y sangre.
Corrió hacia la entrada del hostal, y vio como no era solamente una cabeza. Había cerca de veinte cadáveres en el suelo, empapados en líquido rojo. Y vio algo acercarse. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, tragó saliva. Se encontraba ante un diminuto ser. Tenía pelo rubio con rizos, un lazo azul claro sobre la cabeza. Una falda azul y blanca a cuadros, y pequeños zapatitos. Era una muñeca de porcelana. Parecía inanimada. Tenía una cara blanca, con coloretes rosados, y una boca pintada de rojo. John se alejó unos metros, y la muñeca, cuyo rostro ofrecía una triste sonrisa, transformó su boca, creando una sonrisa asesina y sádica. Y dio un paso. Y John retrocedió todo lo que pudo. Corrió y corrió, hasta adentrarse en lo más profundo de la ciudad, lejos del alcance de esa muñeca demoníaca. Corrió y corrió, y acabó llegando a una estrecha callejuela, habitada por ratas y gatos -blancos-.
- Arf... Arf... ¿Qué... cojones es... esta isla? ¿Qué era eso? ¿Qué está pasando? -farfulló John. Recobró el aire. Se armó de valor.- No me puedo creer que esté teniendo tanto miedo. La muñeca asusta, así que no quiero encontrarme con ella, pero... lo tengo decidido. Me voy al acantilado. Hay cosas por aclarar.
Caminó con paso firme, sin desviarse de la dirección que había tomado. Seguiría al fantasma.
Lo que John no sabía era que una sombra, con una boca sonriente adornando una cara vacía, le estaba vigilando desde lo alto de un tejado.
- Padrino, va hacia allí. Ha huido de la embozzcada del hozztal, pero dudo que zzoporte el miedo de aquí al acantilado.
- Bien hecho... La leyenda de este país, el que es el paraíso de día y que de noche se transforma en un matadero, se agrandará con estas víctimas tan jugosas...Crrrrrraccccc... Warai warai warai... Encárgate de que no se desvíe del rumbo marcado, y mañana tendremos fiesta. Crrrrrrrieeeeckkkkk
- Hay interferenciazz, padrino. Le tengo que dejar. El gran día zze acerca y ezztozz muchachozz zzon la prueba final. Zizizizizizizizizi...
- Oído. Realmente... hoy se ha ratificado la razón por la que nos llaman "Terror-istas"... W...Crrraiekk... arai... Crieakkcckk
- Hazzta luego, padrino -gotcha.
La sombra comenzó a caminar de tejado a tejado, persiguiendo a un muchacho que desconocía del verdadero peligro que le acechaba en Ciudad Porcelana...
Continuará...Yo que pensaba que podía ganar... xDD
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- - Bien, los dolores de cabeza de los protas cuando van por el puente se deben, más que nada, a un fenómeno que solo se da en esa isla. No me acaba de convencer la idea de que la niebla soporte las rocas en el aire, así que le he dado un toque más frikientífico (ya veréis por qué) al asunto este. Resulta que el fenómeno en cuestión es Magnetismo Inverso. Es decir, todo elemento que tenga una cantidad de electromagnetismo medianamente grande "gravitará" en el sentido contrario al normal. Es una frikada como un templo y entiendo que a la mayoría no le guste, pero es la humilde idea de un humilde servidor xDD.
- Las escenas grabadas en las puertas de porcelana podrían tener un significado más allá de esta saga, ahí lo dejo.
- Lo que ha hecho huir al cochero es, obviamente, la guerra que se avecina. Pero nadie quiere decirlo, motivos, hay un abanico de posibilidades que no mencionaré xDDD
- Vale, la parte complicada del capítulo, y digo complicada porque lo es, y me gustaría aclararlo a mi manera, si gusta se toma y si no, se deja y ya se le puede buscar otra salida. Decía, está claro que "El Padrino" es Van, y he querido darle ese toque de mafioso colocando sus piezas a lo largo de la ciudad y acechando a los protagonistas. Los "fantasmas" o elementos de terror que he incluido, tal y como supongo que habréis imaginado, son "subordinados de Van". Ahora viene la explicación de su existencia. Me gusta repasar de vez en cuando la lista de los personajes confirmados, y me fijé en uno que puede dar mucho juego a lo largo de la historia. Se trata de Satoshi Naara, Vicealmirante de la Marina. Reparé en que su habilidad consiste en dar vida a objetos inanimados.
Bien, hasta aquí en lo referente a los fantasmas es entendible xDD; a partir de ahora es una paja mental mía, de esas que me gusta hacer: Satoshi podía haber tenido muchos juguetes de niño (entre ellos un fantasma solo con boca y una muñeca de porcelana... ejem...), a los que, gracias a su habilidad, les dio vida y jugaron felices. Peeeeeeero llegó un día en el que Satoshi se hizo mayor, y antes de ingresar en la Marina, los echó a la basura. Los juguetes se enfadaron y se volvieron malos (Toy Story 3 Rules) y encontraron a Van, el cual les ofreció protección a cambio de servirle y ahí están, metiendo miedo por las noches. Lo dicho, paja mental. Menudas críticas voy a tener con este capítulo xDDDDDDDDD
- No es ni un capítulo de lucha ni uno de transición, es más bien uno de introducción, así que espero que la longitud no sea un problema.
- Harrrrrrrrllllll... coñe... no sabía que las islas se movían... Bueno, tonces, pa que no se rompan las escaleras, se puede meter una explicación muy Oda: las escaleras son de goma y se pueden estirar. Están clavadas con yoquesé a la superficie, y... a quién quiero engañar xDD. No sé, pero no creo que sea algo sin salidas.
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- CONTRAS
-Alguna que otra falta propias de la escritura en el ordenador xD
-Una pega es que si se mueven las islas, las escaleras se romperían, pero te puedo decir que para arreglarlo puedes añadir unas pequeñas ruedas a estas, asi se desplazarán al igual que las islas.
PROS
-Plasmas perfectatemente como quiero que sea la actitud de Tony, que sea el compañero de diversion de Jonh. Así como cada personalidad de cada pantera me gusta mucho, si señor.
-Lo de los dolores me dejó en shock pero leí la explicación y me gustó la idea.
-Descripciones geniales y muy necesarias.
-La muñeca y el fantasma simplemente molan me encantan.
-Desapariciones de Anthony y Tony, terror, suspense, paraíso de día y matadero de noche me encanta como has planteado la isla y su trama.
-"El Padrino" suena genial para Van.
Conclusión y nota: Un capítulo genial, me encanta la idea, su ambiente tétrico y utópico a la vez, muy currado, sino fuera por lo de las escaleras te pondría un 10. Has arriesgado pero a mi parecer de forma muy acertada. Sino corriges lo de la escalera va a ser muy difícil que no te vote a ti esta evz9.5
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