Si te quitan la capa y te cambian de cuento...

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Candy-Candy
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Si te quitan la capa y te cambian de cuento...

Mensaje por Candy-Candy »

holaa!! bueno por aqui dejo una historia que cree. son cinco capítulos que componen un preludio. si os gustan luego dejaré la historia ^^

Preludio.

Capítulo 1.
Spoiler: Mostrar
Cuando Oliver subió al palomar, apenas había amanecido. Solía despertarse con las primeras luces, pero aquella noche algo le había sacado de su cama. Oliver había sido el mayordomo de Lord Ronald Green desde que este era niño, las arrugas de su rostro indicaban cada una de las cosas que había visto y vivido. Había visto crecer a su señor, casarse con Lady Eloise y había visto nacer a sus hijos, lo enfermo que había estado el primero y el aire de intranquilidad que se respiraba en en castillo. Ahora, todo estaba tranquilo, en calma y silencioso, pero a medida que se acercaba al palomar, el frío del invierno le hacía estremecer.
Habían empezado las lluvias, en las tierras Secuoyas las épocas de las lluvias duraban más que en cualquier otro lugar, y el frío solo se eclipsaba en los meses de mayor calor estival.
El olor del palomar provocó que el mayordomo se cubriese la nariz con su pesada túnica de color gris. Él no era el encargado de cuidar de las palomas, solía encargarse alguno de los criados, él solo debía atender a su señor en todo lo que le pidiera. Por suerte para el viejo Oliver, Lord Ronald era un gran hombre y jamás le había pedido más de lo que un hombre de su avanzada edad pudiera soportar. Pero aquella noche, no había podido dormir a causa de los ruidos que provenían del tejado. Observó a las palomas, las causantes de su insomnio. Una de ellas llevaba un trozo de pergamino en una de sus patas. Miró hacia las escaleras por las que había subido para cerciorarse de que no estaba el criado que cuidaba de las aves y se acercó a la gris y cansada paloma.
El pergamino estaba dentro de un pequeño tubo de madera colocado en una de las patas del animal. Estaba enrollado en un cordel, cerrado con lacre blanco y sellado con el símbolo de la familia White.
Oliver contempló el sello un tiempo para cerciorarse, finalmente se lo metió en una de sus mangas y contempló el ventanal por el que había entrado el ave. Poco a poco comenzaban a salir los primeros rayos y el frío se tornaba más estable, y algunos pájaros comenzaban a piar.
Lord Walter White era un viejo amigo de la familia, más concretamente de Lord Ronald, que siempre había sentido admiración hacia Lord White. Este era señor de las tierras de Roble y comandante de Fuerte Túmulo. Oliver lo había visto en un par de ocasiones, y la presencia, el honor y las leyes de conducta para ese hombre lo eran todo, si había mandado una paloma en lugar de mandar la carta con el emisario, seguramente se tratase de algo urgente.
Bajó por las escaleras con cuidado, ya era viejo para ese tipo de construcciones, prefería deambular por los largos pasillos o sentarse en el patio bajo el sol.
Bajó lentamente, un paso tras otro por la estrecha escalera de caracol de peldaños de piedra cortos y desiguales y llevando en mano el pergamino enrollado, tal y como lo había encontrado con el sello intacto. Cuando estuvo en suelo firme, palpó la fría pared y su mano se topó con uno de los tapices que plasmaba una escena de caza. A lo largo del pasillo, los tejidos se repetían con diferentes escenarios: damas paseando, cosiendo, hombres cazando, danzando...Oliver siempre se había preguntado si cuando los confeccionaron, plasmaron a la familia Green que vivía en aquel castillo por aquel entonces o simplemente se lo imaginaban. El viejo mayordomo recordaba a como Lady Eloise había tejido algunos con sus damas y criadas mientras estuvo embarazada de sus dos hijos. Aunque ella no era de la sangre de los Green sino de la vieja familia Ocher, no tejía sobre sus antepasados ni sobre los de su esposo.
Oliver se movió entre las antorchas hasta los aposentos de Lord y Lady Green, era la habitación más grande de todas, al fondo del pasillo, y a su derecha las de sus hijos, Henry y Ulric, que dormían con sus respectivas nodrizas. Después miró hacia la izquierda, uno de los aposentos estaba ocupado por un bebé de unos tres años, no era hijo de los Green, Oliver creía que ni siquiera era hijo de alguna de las damas de la corte. Aquel bebé, había surgido de pronto, como una pequeña flor que se encuentra entre la nieve, sin saber quien la ha plantado, ni como ha podido crecer ahí en medio del frío, pero Lady Green lo había encontrado una noche de nieve entre los árboles, no muy alejado del castillo. Ella lo había acogido como hijo propio. Al principio Lord Ronald solo lo había aceptado por el amor que le profesaba a su esposa, pero Oliver sabía que con el tiempo su señor le había cogido cariño a ese pequeño hijo del bosque, a pesar de algunas habladurías de otros señores terratenientes.
El viejo Oliver tocó tres veces la puerta de madera. Con toda seguridad aun dormían, pero Lord Ronald nunca se enfadaba con el viejo mayordomo, y aun menos por asuntos que parecieran importantes.
—Adelante.—Dijo la voz recién despertada de Lord Ronald desde el interior de la estancia. Oliver abrió lentamente la puerta y asomó su cabeza.
—Con permiso, mi señor. Se que aun es temprano, pero una paloma ha traído un mensaje de Lord White. Pensé que desearía leerla.—Su señor se recostó en la cama, Oliver entendió esa señal como aprobación para que entrara.
La habitación era amplia, las paredes tenían los mejores tapices de hilo de oro y los ventanales estaban cubiertos por grandes cortinas de seda. La estructura de la cama estaba hecha con madera de ébano, formada por la base, cuatro columnas con forma de espiral y un dosel del que colgaban cortinajes. Lady Eloise disponía de un gran tocador con un espejo que había recibido en herencia de su madre, Lady Alianor Ocher.
Oliver se acercó a su señor, aun no había llegado a los cuarenta años, pero su aspecto ya aparentaba una edad que entraba casi en los cincuenta. Siempre había sido algo menudo, pero con los años había cogido corpulencia y una barriga que guardaba años y años de banquetes con cerveza y vino de diferentes ceremonias celebradas en palacios y castillos. Aún así, tenía el mentón cuadrado, rodeado de una barba corta castaña y lisa, al igual que su cabello. Sus cejas eran muy pobladas, y camuflaban los oscuros ojos con los que juzgaba justamente a sus leales o traicioneros siervos.
Oliver no dejó la estancia, sabía que aquella carta conllevaría consecuencias y el mayordomo deseaba estar ahí para recibirlas y acatarlas lo más pronto posible.
Mientras Lord Green confirmaba que el sello era de su viejo amigo Lord White y después desenrollaba con cuidado el pergamino y leía su contenido, su esposa se desperezó y se recostó. Lady Eloise siempre había sido hermosa, apenas tenía veinticinco años. Su rostro estaba inmaculado, aunque su cuerpo era esbelto, tenía claros signos de haber dado a luz a dos niños. Esta miró al viejo mayordomo, bostezó llevándose el dorso de su mano a la boca y después le sonrió.
—Buenos días, Oliver.—Le dijo ella pasándose la mano por su larga cabellera rubia. Oliver se aclaró la garganta e hizo una pequeña reverencia.
—Creo que aun no es de día, mi señora.—dijo en cierto tono de disculpa. Ella se levantó, se colocó una bata encima de la camisola y se acercó a una de las ventanas, apartando las cortinas y dejando que las pocas luces que iluminaban al cielo entraran en la habitación.
—¿Qué ocurre mi amor?—Lord Ronald dejó de leer y miró a su joven esposa.
—Es de Walter White. Ha tenido una hija.—Lady Eloise sonrió y se llevó las manos a las mejillas, Oliver se alegró de que el extraño temor que le había hecho recorrer medio castillo en plena noche fuese para anunciar una buena noticia. Lord White era mayor que su señor, pero al parecer aun era fértil. Había tenido dos hijos antes, el primogénito fue Brom, ahora ya tenía veintiséis años y el menor Edmure, de diecisiete. —Hay más...su esposa, ha muerto al dar a luz. Dice que nos hará una visita.—Oliver agachó la cabeza, una vida venía y otra se iba. Lord White nunca había estado unido a su esposa, pero era un hombre bondadoso y la cuidaba mejor que el mayor de los enamorados. Lady Eloise se acercó a la cama junto a su esposo y le besó la mejilla. Lord Ronald aguardó un largo rato de silencio solemne y finalmente miró a su mayordomo.
—Prepara a los criados, debemos comenzar los preparativos para recibir a Lord White y a su familia.—Oliver dejó la estancia con una reverencia y cerró la puerta tras de sí.
El pasillo ya estaba casi iluminado por la luz del alba, Oliver se estremeció. Al final su presentimiento había sido certero. De pronto comenzó a escuchar un llanto de uno de los niños, se dirigió hacia las habitaciones de los criados sin saber cual de los niños había sentido también la presencia de que algo se cernía sobre aquellos muros.
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Eowiin
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Re: Si te quitan la capa y te cambian de cuento...

Mensaje por Eowiin »

Un tema sin ningún comentario, ¡qué raro!
Las historias no se deben dejar a medias. Ya que has hecho el prólogo te animo a continuar con tu relato. Sólo tienes tres mensajes pero supongo que no habrás abandonado el foro. No importa si tiene éxito o no, sólo que disfrutes con lo que escribas.
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