One Piece: Fragatel

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Animally
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One Piece: Fragatel

Mensaje por Animally »

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(logo provisional)
Fragatel escribió:Lemonade E. Kellan sueña con ser un gran pirata como su padre. Un día conoció al pirata Nemo Nieblanegra, empezando una aventura por todo el mar de South Blue. Pero, ¿qué es un pirata sin su tripulación? ¿Tendrá Kellan lo necesario para luchar en este mar? ¿Será capaz de igualar a su desaparecido padre? ¡El camino de Kellan aún está por escribirse!
Fragatel es un fan fic que tenía pensado desde hace mucho. El universo One Piece tiene mucho potencial y necesitaba dar mi granito de arena, con una visión distinta pero guiada por la historia principal. Comencé a escribirlo en forma de guión de cine (mucho más rápido), pero decidí descartar ese formato y pasarlo a libro. La escaleta básica, argumento, lugares y personajes destacables ya están terminados, ¡únicamente queda escribirlo, y ver cómo mejorarlo!

La historia se desarrolla en el mundo de One Piece, pero en un momento distinto. Aparecerán islas, personajes y organizaciones nuevas. Los capítulos suelen ser algo largos (5 páginas o más), ¡y los edito para que sean vistosos!

Progreso:
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He seguido el estilo de Oda-sensei para crear este fic: la historia se divide en grandes arcos argumentales (sagas), y a su vez en arcos más pequeños, y en capítulos.

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Capítulos:
(piloto) https://drive.google.com/file/d/0B4TzAl ... sp=sharing

Capítulo 1: https://drive.google.com/file/d/0B4TzAl ... R6NFk/view
Capítulo 2: https://drive.google.com/file/d/0B4TzAl ... 5TV0k/view

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Por supuesto, acepto todas las criticas y opiniones! Necesito saber si gusta o no. Cualquier comentario de ayuda es bien recibido~~
Última edición por Animally el Lun Oct 12, 2015 7:07 pm, editado 7 veces en total.
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Animally
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Re: One Piece: Fragatel

Mensaje por Animally »

Post para Personajes y datos.
Personajes (intentaré no spoilear)
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Lemonade E. Kellan
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Vándalo del tres al cuarto, sueña desde pequeño con surcar los mares y obtener fama. Por su afición a disfrazarse de pirata y cometer cierto vandalismo, la Marina local de Batotown tiene una relación de amor-odio hacia él, soliendo librarse de sus castigos debido a su amistad con el cabo Lionel, a quien ayudó a ingresar. Siempre ayuda a sus amistades, si sabe que eso les hará bien, pero es un poco ávaro y bastante ratero.
Recordad, los comentarios nos ayudan a todos!
Última edición por Animally el Sab Oct 03, 2015 9:17 pm, editado 1 vez en total.
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Re: One Piece: Fragatel

Mensaje por TheRoyalZeuss »

Esta chevere, Kellan se comerá una fruta del diablo?

tendrá un encuentro con luffy?
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Re: One Piece: Fragatel

Mensaje por Animally »

TheRoyalZeuss escribió:Esta chevere, Kellan se comerá una fruta del diablo?

tendrá un encuentro con luffy?
¿Kellan comerá una fruta? Si, seguro. Será una que encaje con su personalidad.
¿Tendrá un encuentro con Luffy? No directamente. En un momento muy lejano "él" dará problemas...
Última edición por Animally el Lun Oct 12, 2015 6:27 pm, editado 1 vez en total.
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Re: One Piece: Fragatel

Mensaje por Animally »

Bueno, tras unos días, decido lanzar el capítulo 1 completo! (piloto+3 páginas)

Capítulo 1: Kellan de Antomosca
version drive (recomendada): https://drive.google.com/file/d/0B4TzAl ... sp=sharing
version pirateking:
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South Blue, Era Ignota.
Hace mucho tiempo, los mares del South Blue no cesaban de bramar. Una barcaza, ya casi hundida por las continuas olas, parecía que no aguantaría más. Entonces ocurrió: una gran ola golpeó la nave, y todos sus tripulantes cayeron con ella. Terminaron arrastrados a una isla apartada que los mapas conocidos no sabían ubicar. Por ello, decidieron hacer su hogar allí, vivir libres. Y así, la pequeña población se volvió una aldea. La aldea creció hasta convertirse en un reino, y el mundo empezaría a conocer aquella fértil tierra como el Reino de Antomosca.

Reino de Antomosca, 22 de Enero.
La vida es tranquilidad en las altas esferas. Confiados de su posición, reyes y nobleza del reino siempre han vivido en la Ciudadela Corona, en la meseta sobre el resto de la ciudad. Y ahora andan inquietos. Desde hace un mes, aprovechando las fiestas, un grupo de delincuentes comenzó a desvalijar las casas de los nobles. La Marina, usando la BDC (Brigada de Defensa Ciudadana), ha colocado gran parte de su grueso en la zona, reduciendo el problema. Pero eso no asusta a los Ladrones de Hiena, que acaban de robar en la mansión Roquete, propiedad de Don Roquete.
Los Ladrones de Hiena han conseguido un gran botín, y están ansiosos de revisar su beneficio. Hiena, la líder, se para con sus dos compañeros en una calle cerrada, y lanzan al suelo sus sacos.
― Veamos…―revisaba Tere― ¡Vaya, menudo brazalete! ¡Me encanta!
― ¡Jefa, mire jefa! ―gritaba Snoop― ¡Nos ha tocado el gordo!
― ¡SHH! ¡No gritéis tanto, idiotas! ―regañó Hiena, dándoles un golpe a ambos― La BDC debe andar cerca, sólo hemos parado para descansar.
― ¡Pero jefa, mire esto! ―decía Snoop, mientras se rascaba la cabeza― ¿No crees que esto es..?
― ¿Ah..? Ah… ¿¡EN SERIO!? ¡NO PUEDE SER! ―gritó Hiena.
― ¡Jefa, no grite tanto! ―recordó Tere― ¡La BDC..!
― ¡AACK! ―graznó Hiena, retomando la compostura― Tienes razón, Tere. El resto del botín es calderilla comparado con esto…debemos mantener silencio y ser muy cuidadosos, ¿entendéis? ¡Seremos ricos, pero sólo si jugamos bien nuestras cartas! Si alguien se entera de que tenemos uno…
― ¿Que tenéis un qué?
― Aaagh, ¿no lo ves? ―gruó Hiena― Me refiero a esto, a la…la…¿¡tú quién diablos eres!?
Con pañuelo largo y azul en el cuello, a juego con el pelo, estaba justo detrás de Hiena y sus compañeros. El chico, con camiseta verde aguacate botonada, pantalones cortos blancos y unas botas muy desgastadas, mantenía una cara de poker.
― ¿Qué es eso tan valioso de lo que hablábais? ― insistió el chico de pañuelo azul.
― ¡No es nada que te importe! ―contestó Snoop.
― Eso mismo, ¡largo de aquí! ―añadió Tere.
― Bueno, si alguien grita a los cuatro vientos y dice que tiene algo que les hará ricos, es normal acercarse a ver…
― Jo, jefa, ¿por qué has tenido que gritar? ―dijo Tere.
― Si, jefa, qué descuidada eres ―agregó Snoop.
― ¡AAGH! ¡Callaos! ― regañó Hiena― ¡Ha sido por vuestra culpa! Meh, da igual. ¡Tere, Snoop! Atrapad al chico, ¡no debe contar nada!

Los dos ladrones sacaron un cuchillo, y Tere corrió hacia el chico peliazul. Asestó un golpe, pero quedó en el vacío. El chico estaba justo en el mismo sitio, pero se había agachado. De cuclillas, saltó dándole un cabezazo a la barriga de Tere, que soltó el cuchillo y cayó al suelo.
― ¿Qué le has hecho a Tere? ¡Ahora verás! ¡Técnica de las Mil Cuchillas, yiaaah! ―gritó Snoop corriendo hacia el chaval, con el cuchillo preparado.
El chico tomó posición, ligeramente lateral, con los brazos abajo y presionados, y las piernas algo flexionadas. El cuchillo de Snoop golpeó decenas de veces con gran velocidad, pero ni siquiera alcanzaba a rozar la ropa del chico. En un parpadeo, el brazo derecho de Snoop quedó atrapado bajo la axila del chico. “¿Pero qué? ¡Suéltame, cobarde!” Intentó sacar el brazo, pero el chico no se lo permitió, y pronto puso su mano sobre la clavícula de Snoop. El peliazul sonrió un poco, soltó un instante el brazo de Snoop, para tomarlo de nuevo con su otra mano desde el codo, y lo lanzó hacia su izquierda. Snoop dió una vuelta en el aire antes de caer de espaldas al suelo.
― Bien, parece que he mejorado un poco con los desequilibrios ―decía orgulloso el chico.
― ¡AAGH! ― jadeó Hiena― ¡No tomes a la ligera a los Ladrones de Hiena! ¡Tere, Snoop, ataquemos todos juntos!

Nadie escuchó sus ordenes. Mirando hacia los lados, Hiena se dió cuenta de que estaba sola. Maldeció su suerte y a sus camaradas, y a si misma por no ser buena peleando. El chico recogió el botín de los ladrones, lo envolvió en una tela y se hizo un atillo con todo.
― ¡Chico! ― gritó, señalándole intentando parecer calmada ― ¿Quién eres?
― ¿Qué quién soy? ― el chico se llevó las manos la cintura, mostrando orgullo ― ¡Soy el azote de la Ciudadela! ¡Soy el peor de mi calaña! Soy Kellan, ¡el terror de Antomosca!
Hiena mantuvo silencio. “¿Quién?” preguntó. Kellan se decepcionó. “¿Cómo que no me conoces? ¡Kellan! ¡El terror de Antomosca! ¡Pero si soy famoso!”. Hiena salió corriendo.
― ¡Eso es, huye de mi! Estaba claro, ¡todos temen a la calamidad de la isla! ¡El gran pirata Kellan! ¡Soy el…!
Un disparo pasó rozando el pelo de Kellan y chocó con la pared. En cuanto Kellan se volvió, varios marines de la BDC estaban corriendo hacia él, gritando “detente”. ¡Con razón Hiena había huido! El peliazul tomó ejemplo, asió el atillo y se fue lo más rápido que pudo del lugar. “No tengo tiempo para pelear con la Marina!”, se quejó.


Kellan corre raudo. Las calles de la Ciudadela, con sus altos y pomposos edificios, pasan fugazmente tras el pañuelo azul del cuello de Kellan. Varios soldados corren en su búsqueda gritándole que se detenga. Aunque no es noble, Kellan conoce los callejones de la Ciudadela perfectamente, sabe por donde zafarse. Su ropa corta y ligera le ayuda a ser ágil, y aprovecha un carromato que pasa para saltar por encima de él. Los soldados tienen que rodear el obstáculo, Kellan ha ganado más tiempo. Un escuadrón más le localiza en la esquina justo cuando gira, debe correr a la otra dirección. Huyendo pasa frente a un puesto de frutas. Lionel le ve pasar.
―Oh, por favor ―balbucea Lionel― …señora, quédese con el cambio.
Lionel suelta las monedas y se cuelga unas manzanas en el brazo. Sus pistolas clican mientras esprinta. El ladrón del pañuelo azul sigue corriendo y termina parando en un callejón. Comprueba que nadie le sigue, coge aire aliviado. Pero se equivoca.
―Dime, Kel.. ―decía Lionel, parado frente a la entrada del callejón ante el sorprendido Kellan― ¿cuántas veces hemos pasado por esta escena?
―Oh, venga ya. Dame un respiro, Lionel.
Lionel llevaba un traje de la BDC de Marina: una camisa de manga larga blanca, con un una línea negra en vertical en la manga derecha, cruzada por las letras BDC. El cuello, blanco y abierto en pico, con otra línea negra en vertical, y llevando unos pantalones azules oscuros reglamentarios, igual que los zapatos. Muy diferente de la sencillez de Kellan.
―Kel, no es que esté en contra de que la gente corra por “la zona noble” de la ciudad ―decía Lionel acercándose paso a paso a Kellan― . Pero me parece a mi que tú no sueles correr por deporte. ¿Me equivoco?
―Pues a lo mejor si ―replicó Kellan― . La BDC ultimamente me tiene bastante manía, ¿sabes?
―Si…manía. Cuéntale eso al calabozo ―sentenció Lionel sacando unas esposas.
―¿Estás de coña, no? ¿Colega?
No estaba de coña. En poco tiempo Kellan se vería entrando en el cuartel. Lionel lanza a Kellan al calabozo.
―¡Ah, vamos! ―se quejaba Kellan, levantándose del suelo de su celda― Lionel, de verdad, ¿qué estás haciendo? Venga, sácame de aquí.
―Ni de coña. ―contestó Lionel. Acto seguido se recuesta la bolsa de manzanas en el hombro y da la vuelta.
―Eh, ¡Lionel! ¿A dónde vas? ¿No eramos amigos? ¡Dame una manzana aunque sea!


Lionel se va por la puerta dejando a Kel en el calabozo. Kel se sienta en la cama y resopla. Es entonces cuando una voz desde la celda de al lado comienza a hablar.
―¿Problemas con la Marina, chaval? ―farfulló su vecino prisionero. Kel se limita a callarse. El viejo, con ropas oscuras y una capucha, continúa con su charla― . A tu edad yo también tenía problemillas con ellos, ¿sabes? Bueno, aunque eso eran otros tiempos. La Marina actual no se compara a la de entonces.
―Déjate de batallitas, viejo ―contestó Kellan. Seguidamente se levanta de la cama y posa victorioso― ¡Humpf! ¿Acaso no has oido hablar de mi? ¡Soy el pirata que azota Antomosca! ¡El terror por estos lares! Es normal que alguien de mi calaña acabe entre rejas, ¡ja ja ja ja!
―¡Un pirata! ―exclamó el preso, casi con sarcasmo― Ya veo, ya. Y supongo que alguien tan “terrorífico” como tú podría escapar de aquí cuando quisiera, ¿verdad?
―¡EH..! ―la pose de Kellan se torció.
―No puedes, ¿verdad? Ja, ¡lo que me esperaba! Un fanfarrón. Eres un auténtico don Nadie. Como la mayoría de los que acaban aquí. No eres nada especial.
―Yo…
―Déjalo, chaval. ¿Pirata dices? ¡Ja ja ja! No sabes nada sobre ese mundo. Es normal que mocosos como tú se maravillen al escuchar historias de grandes piratas. ¡La generación de la Gran Batida! ¡La conquista del Nuevo Mundo! El Rey de los Piratas. ¿De verdad crees que te acercas a la suela de los zapatos de ellos? Chico. ¿Quieres un consejo? Abandona. Nunca serás un pirata. Vive tu vida en este reino y deja tus días pasar en calma. Será lo mejor.
Kel se queda sentado en la cama. Sus ánimos han desaparecido. Pero no puede quedarse callado. No después de esas palabras. Kel necesita hablar. Necesita demostrarse a sí mismo por qué hace lo que hace. No es un ladronzuelo. No es un don Nadie. Kel sabe perfectamente quién quiere ser.
―Quizás sea verdad. No sería capaz ni de mirar a la cara a esos grandes piratas. Pero por eso mismo debo seguir adelante. Si algún día quiero vivir como ellos, vivir libre, seguiré sus pasos. ―el viejo abre los ojos, como si hubiese tenido una revelación― Solo así conseguiré mi sueño. Piensa lo que quieras, viejo. Se que de esa forma…mi padre…
El viejo en su celda se queda callado. Está sorprendido por la contestación de Kel. Está impactado. Como si algo del pasado hubiese vuelto de golpe.
―Chaval…―preguntó el preso, curioso― ¿cómo te llamas?
―Me llamo Lemonade E. Kellan. Y no soy un don Nadie.
Los ojos del viejo dejan de parpadear. Gira su cabeza y mira al joven. Kellan se mantiene en la cama sentado, mirando al frente. Su vecino sonríe satisfecho.
Un par de golpes en las barras de la puerta rompen la escena, y un guarda se dirige a Kellan. El guarda mira al joven preso resoplando, y le abre la puerta.
―¡Ya estábais tardando! ―dice Kellan levantandose de la cama y limpiandose el pantalón.
―Sal de esa celda de una vez. ―refunfuñó el guarda. Kellan salió de la celda, poniendose a la altura del guarda― Si por mi fuese te dejaría ahí dentro.
―Bueno, pero como no depende de tí… ¡hasta luego! ¡Tranquilo, me sé el camino! ―comentaba Kellan mientras subía por las escaleras hacia la salida.


La pequeña barriada de Batotown se sitúa justo en el Manto, la zona oeste de la Ciudadela principal del reino de Antomosca. Es poco destacable, salvo porque el cuartel general de la Brigada de Defensa Ciudadana (BDC) del reino se encuentra aquí. Si hay algo destacable es su baja delictividad en comparación con otras zonas y la amabilidad de sus vecinos. Es un buen lugar para vivir sin complicaciones, aunque Kellan no está muy de acuerdo: la gente debería saber lo que es visitar a menudo los calabozos. En cuanto sale por la puerta, se estira dejando que el Sol le golpee en la cara. Mejor que no se ponga muy cómodo, ya que Lionel le espera justo en las puertas del cuartel, apoyado en la pared.
―Vaya, cualquiera diría que has salido de un spá ―comentó Lionel.
―¡Hombre, Lio! Gracias por dejarme ir. Otra vez. Jeje.
―Te estás pasando. ―suspiró Lionel, volviéndose hacia Kellan―. Vámonos.
Kellan se acerca y se pone frente a Lionel con una sonrisa de oreja a oreja. Lionel aparta la mirada, masculla, y juntos caminan alejándose del cuartel.
―No puedes estar toda la vida con chiquilladas, Kel ―regañó Lionel.
―Eh, que esta vez soy inocente. ¿Ves? ―decía Kel enseñando las manos y agitándolas―. Totalmente limpias. No he robado nada.
―No, claro, pero huías por el barrio noble, y menuda coincidencia, alguien ha robado en la mansión del señor Roquete.
―¡Vaya! Pues si que es coincidencia, si.
―Tsch…

La gente de Batotown ya estaba acostumbrada a ver a esos dos juntos. Bromeaban mientras Lionel y Kellan cruzaban cerca de sus casas y tiendas, regañando con risas a Kellan por ser tan pillo, y a Lionel por tener tanta preferencia con él. Era obvio para todos que Lionel siempre protegía a Kellan, aunque últimamente sus delitos estaban subiendo el nivel. Lionel pensó para si mismo que si ese palurdo continuaba con sus niñerías, de poco le serviría su posición en la BDC para darle carta blanca.
No tardarían demasiado en llegar a casa de Kellan, una residencia de 2 plantas con desván, ocupando una esquina de un cruce de calles. Chane ya estaba en casa. Subida a una silla intentando limpiar una telaraña del techo de la entrada, la pequeña niña no se esperaba que alguien entrase. Por poco se cae de la silla al escuchar la puerta, pero sus reflejos le hicieron caso.
―¡Eh! ―gritó Chane, intentando mantener el equilibrio―. Estooo…¡Kel, qué pronto has vuelto! Aisch ay ay.
Chane, con menos de 12 años de edad y dos coletas morenas, vestía un pantalón corto azul oscuro y una sudadera deportiva azulada.
―¡Pero Chane! ―exclamó Kellan preocupado―. ¿Qué haces ahí? ¡Podrías caerte!
―Bueno, ―comentaba mientras limpiaba con el plumero la última telaraña― es que como el otro día me dejaste cenar aquí, necesitaba hacer algo a cambio…¡así que me he pasado toda la mañana ordenando tu casa! ―Chane sonreía un poco para no parecer malévola. No se podía decir lo mismo de Kellan, su cara se descompuso al instante.
―¡MI COLECCIÓN DE LAPAS DE BARCO! ―gritó Kel saliendo disparado hacia el salón para revisar los cajones. La silla donde estaba Chane se tambaleó y por poco se cae, pero la chica tenía más equilibrio.
―Es más, ¿no tendrías que estar en la panadería? ―recordó Lionel a Chane―. Ya son casi las tres y media.
―¡Ay ay, es verdad! ―dijo apurada Chane. Lanzó el plumero por los aires y se bajó de la silla con cuidado―. ¡La señora Pan-pan se va a enfadar, me voy! ¡Dile a Kel que luego le doy el bocata!
Lionel se queda extrañado con eso último, y se aparta para dar paso a la apurada Chane. Kellan sale del salón con una bolsa―redezuela llena de lapas, sonriente.
―¡Eh Lio, es un milagro, no las ha tirado!
―Me alegro por ti. ―contestó de forma poco convincente Lionel―. Mira, tengo que irme. Ya te he escoltado a casa, hay papeleo que rellenar en la BDC, y en parte es por tu culpa. Por si no lo has notado soy Cabo de la BDC.
―¿No te quedas a almorzar?
―La Justicia no necesita comer. Hazme un favor, y pórtate bien.
Acto seguido se marcha cerrando la puerta tras su espalda. Kel se va al salón con la bolsa de lapas en la mano. Ahí, se sienta y pone la bolsa sobre la mesa. Entonces, de un bolsillo de su camisa, saca una lapa y la coloca sobre la mesa con la parte blanda hacia arriba. Kel aprieta a la lapa por la zona blanda, se escucha “pip”, y la lapa se expande hasta hacerse algo más grande que un bol de cereales. Dentro del bol hay joyas y abalorios, de poco valor en realidad, pero para Kel supone un botín genial. Entre los objetos, hay una caja pequeña. Kel saca la caja, está llena de grabados. La abre, y dentro encuentra un plátano, algo aplastado…de color naranja y con espirales grabadas.

―¿Un plátano? ―dijo para si mismo Kel.
―No creo que se pueda comer. ―dijo Chane.
―No, supongo que será una pieza de arte o algo así. Quizás valga mucho.
―Puede ser. ―Kellan parpadeó varias veces sorprendido. Mira a su derecha, y ahí estaba Chane, con sus coletas negras y su ropa azul.
―¡Ah! ¡Chane! ¿Cuanto tiempo llevas ahí?
―¡Mec! Me fui sin darte el bocata. ¿No te lo ha dicho Lio?
―Se fue hace un segundo…y si, tienes razón. Me debes un bocata, después de todo, ¡no han encontrado esto!
―Pues tooooma. ―
Chane saca de su mochila un bocadillo de jamón serrano, queso, tomate y aceite. Kellan toma el bocata, mascando con ganas. Correr para acabar en el calabozo suele dar hambre. Mientras, con la mano que le queda libre, revisa el resto del botín, tomando algunos anillos y volviéndolos a colocar en el bol. Iba a comentarle algo a Chane, pero cuando gira la cabeza para hablar, ha ocurrido de nuevo. Chane está paralizada, mirando por la ventana hacia el cielo.
Y yasta! Espero que os guste.
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Re: One Piece: Fragatel

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Capítulo 2: Kellan el vendedor de Fafarria
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La historia hasta ahora.
El joven Kellan huye con un botín, ¡pero poco después su amigo Lionel le apresa! En prisión revela su deseo de ser un gran pirata a un desconocido. Tras ser liberado por el mismo Lionel, revisa el botín en casa junto a su amiga Chane. ¡Pero Chane se queda paralizada, casi poseída! Kellan debe mantener la calma, ¡pues a partir de ahora los problemas empezarán a acumularse!
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Capítulo 2. Kellan el vendedor de Fafarria.

La chica mira absorta al cielo. Sus ojos han perdido la pupila, están en blanco, y reflejan totalmente el color del cielo. Kel la mira durante unos instantes. Le toma la muñeca.
―Chane, todo va bien. ―dijo Kel. Con esas palabras, los ojos de Chane volvieron a la normalidad. Chane comienza a respirar como si hubiese contenido la respiración. Ve a Kel preocupado, y este le suelta la muñeca.
―Perdóname. ―decía Chane― ¿Me he ido mucho rato..? ¿Cuantas horas? ¿Se ha preocupado mucha gente? ¿Me han pintado algo? ―Chane estaba cada vez más nerviosa.
―No, no, tranquila. Solo te has ido unos segundos.
―Uf, menos mal. ¡Entonces podré llegar a tiempo con la señora Pan-pan! ―contestó Chane, con una sonrisa animada.
―¡Claro que si! ―dijo devolviéndole la sonrisa.
A pesar de su sonrisa, ambos seguían preocupados
―Perdóname, Kellan.
―¿Por qué?
―Siempre me pasa lo mismo. Me quedo quieta y veo cosas raras, y alguien tiene que ayudarme a despertarme. No solo tú. Lionel, el señor y la señora Pan-pan, el resto… doy problemas a todos. A veces he estado horas así y gente desconocida me ha despertado.
―Lo sé, tranquila. Seguro que algún día el doctor Pan-pan descubre qué te pasa ―dijo con optimismo Kellan.
―¡Si! Él y la señora Pan-pan son muy buenos.
Entonces, a Kellan se le ocurrió una idea para animarla.
―¡Mira! Voy a regalarte algo de mi botín.
―¿Un regalo?
―¡Exacto! Llevate una cosa, la que quieras…
―Huuuuum…¡vale! ―Chane se fija en un brazalete del botín. Parece de plata, con un orbe grande y verde incrustado, acompañado de otro más pequeño, ambos rodeados por un relieve que les separa del resto de la pieza, tramada con curvas en general y con algunos detalles de líneas que lo rodean con letras grabadas. Sin duda, un gran trabajo artesanal―. ¡Me pido ese brazalete! Es genial.
Chane coge felizmente el brazalete, y sin dudar se lo coloca en el brazo izquierdo. Da un par de giros al brazo para apreciar mejor qué tal le queda: perfectamente.
―¿No prefieres el plátano raro?
―¡No! ―negó enfadada― Este brazalete me encanta.
―Vale, quédatelo…
―¡Si!
―…pero a cambio debes prometerme DOS cosas. ―añadió Kel.
―¡Tramposo!
―¡Primera promesa! No le dirás a NADIE que yo te he dado eso. ―Chane miró algo extrañada, y luego asintió―. Bien, y segunda promesa. Esta es la más importante. Escucha atentamente ―Chane asintió con la cabeza prestando atención. Kel levantó el brazo y señaló el brazal―. La próxima vez que te vayas, sea donde sea que estes, recuerda el brazalete.
―¿Que recuerde el brazalete?
―Si. ―contestó bajando el brazo―. Porque si lo recuerdas, sabrás de donde viene. Y entonces podrás seguirlo, y podrás volver a casa de nuevo, ¡conmigo y con los demás! ―dijo señalándose a si mismo―. Bueno, ¿qué me dices? ¿Es una promesa?
Chane se quedó boquiabierta. Pero sus dudas desapacieron cuando Kel tenía su puño apuntando hacia ella. Kel sonreía. Chane no dudó, levanto el brazo con el puño cerrado hacia Kel, y golpeó su puño contra el suyo, confirmando la promesa.

t
Reino de Antomosca, 23 de Enero.
Fafarria está al oeste del centro de Antomosca, en las afueras. Fue parte de un proyecto de expansión del anterior rey, abandonado, y ahora es hogar de rufianes, gente pobre y sin hogar o que desean abandonar el ajetreo de la ciudad o descubrir culturas diversas. Por ello, el comercio con productos “poco habituales” es común allí, justo el lugar que Lemonade E. Kellan necesita para vender su mercancía. Pero hoy no es su día de suerte. Entre construcciones inacabadas y tenderetes improvisados, las pocas personas que se acercan a su tienda (si se puede llamar así a un paño tirado en el suelo) sólo curiosean sin interesarse. Algunos cuchichean tras verle, susurrando “seguro que todo eso es falso, ¿como va a tener joyas auténticas?” “es un ladrón después de todo, ja ja”. Kellan ya estaba perdiendo los nervios, incluso le había gritado a un par de clientes.
Pero quizás pueda vender algo, aún no está todo perdido. Un último cliente, encapuchado y oscuro, mira y revisa con las manos la ropa y joyas, dudoso. Toma un colgante que lleva una medalla muy brillante. Lo devuelve a su sitio, casi con un gesto de decepción.
―Oiga, le aseguro que todo lo que tengo es auténtico. ―se intentaba defender Kellan―. No haga caso de lo que pueda escuchar por ahí, soy honrado.
―Y te creo, chico. Como no iba a creer al “azote de Antomosca”. ¿O era “el terror de Antomosca”?. ―contestó el cliente―. A veces me cuesta prestar atención a los fanfarrones.
Aunque su voz ya le sonaba familiar, esa mención ya hizo que Kel cayese en la cuenta de que el cliente no era otro sino el prisionero con el que charló ayer.
―¡Ah, tú eres ese viejo, el de los calabozos!
―¿Viejo? ¡Ya ja ja, le echas agallas para llamarme viejo! Tienes razón, ya soy bastante mayor. Pero eso no me ha impedido llegar hasta aquí. ―el hombre se levantó y se retiró al capucha de la cabeza, y por primera vez, Kel pudo ver claramente la cara de ese tipo. Era inconfundible, además de las arrugas y el pelo teñido de negro, tenía una cicatríz que le recorría desde el comienzo del labio a su derecha hasta el pómulo, que se remarcaba al sonreir.
―Como sea. Si quieres comprarme algo…―Kel fue interrumpido por el hombre.
―Se me olvidó presentarme, chaval. Me llamo Nemo, sin más. ―dijo extendiendo el brazo a la espera de un saludo―. Solo Nemo. No me gusta mi apellido, así que discúlpame por no decirtelo.
―Encantado. ―contestó Kel, dándole un apretón de manos―. Mi nombre es Lemonade…―una vez más fue interrumpido.
―Ya sé como te llamas, Lemonade E. Kellan. Me lo dejaste bien claro en nuestra primera cita. La verdad es que me… sorprendiste mucho. ―decía retirando la mano del apretón. El hombre hablaba y actuaba de forma muy pausada―. Creía que serías un poco menos parecido a él, pero lo llevas en la sangre.
―Mira, no sé de qué vas. ―soltó Kel―. Pero o me compras algo o te piras.
―¡Yahahaha! ―carcajeó lentamente Nemo―. Veo que no me equivoco. Dime, chico…―hizo una pausa. Su cara hasta entonces jocosa se puso seria, y miró claramente a los ojos de Kel, leyendo en su alma―. ¿Y si te dijese que conozco a tu padre?
A Kellan le dió una vuelta la mente. ¿Ese tipo, ese viejo con la cara rajada iba a conocer a su padre? ¿Pero quién se piensa que es? ¡Venga por favor, el tipo está chocheando! ¿Pero y si es verdad? No, ¿cómo iba a serlo? Por su cabeza aparecían mil pensamientos distintos. Pero al final su boca sólo pronunció “Tú…¿le conocías?”. No pudo seguir demasiado en su mar de dudas, pues una ola le tiró de ese barco. Una ola llamada la Marina.
―¡Al pirata conocido como Nemo Nieblanegra! ―gritaba un par de marines con las armas apuntando a espaldas de Nemo―. ¡Deténgase en nombre de la BDC de Antomosca!
―Vaya, al fin se han dado cuenta, yahaha…―decía sonriente el Nieblanegra, girándose para ver cara a cara a los marines. En poco tiempo aparecieron cuatro más apuntando al anciano.
No sólo la Marina le conocía, Kellan también había oído hablar de él: Nemo Nieblanegra, un pirata renegado que trajo de cabeza al Dominio Mundial, para luego abandonar a su tripulación y desaparecer del mapa durante años. De algún modo, aquel viejo de risa floja está junto a Kellan.
―Espera, espera. ¿¡Nemo Nieblanegra!? ―gritó Kellan.
―En mi defensa diré que es sólo un apodo, pero me gusta más que mi apellido.
―¿Ese de ahí no es Lemonade? ―comentaban―. ¡Si! ¡Seguro que ayudó a Nemo a escapar!
―¡Esperad, yo no tengo nada que ver con..!
―¡Atrapadles a los dos! ―gritó uno de los marines ignorando las palabras de Kel.

En ese punto intentar dialogar era imposible. Más cuando las balas empezaban a golpear detrás de Kellan. No tuvo más remedio que tomar en atillo de un tirón el pañuelo de su tienda, perdiendo varias cosas en el suelo. Nemo hace lo mismo y también sale corriendo. Por suerte para Kel, la Brigada de Defensa Ciudadana tiene poco contacto con Fafarria, así que se mueven torpemente por la zona. Una huida de un minuto le sirve para dar esquinazo a la Marina. Nemo recupera el aliento a su lado después del trote inesperado.
―Oye, no huyas por donde yo huyo. ―regañó Kel.
―¿Y qué quieres que le haga, chaval? Tú conoces mejor la zona.

v
Si los escritorios pudiesen hablar, el de Eusas Lionel gritaría socorro. Pero sólo hay dos formas estandar de subir de rango dentro de la Brigada de Defensa Ciudadana; o bien en la batalla demostrado tu potencial cazando un pirata, luchando (cosa difícil en la pacífica Antomosca), o bien resolviendo los crímenes de tu zona. Es por eso que los papeles sólo dejaban ver tímidamente al actual Cabo, mientras deduce la solución a los problemas caso por caso. “La Justicia no necesita comer. La Justicia no necesita descansar” se dice a si mismo mientras firma y pasa papeles. Sus compañeros de la sala no se toman tan en serio esos temas.
―¡Eh, Eusas! ¡Eusas! ―gritaba un compañero, tapando con la mano un den―den mushi―.
―Tío, estoy ocupado.
―Como siempre. Pero Eusas, esto te interesa. Parece que están persiguiendo a tu delincuente preferido. ―Lionel izó un tachón sin querer sobre un papel con su pluma.
―¿Están siguiendo a Kellan? ―preguntó sabiendo la respuesta.
―Llevan un rato buscándole por Fafarria. Se ve que tiene algo que ver con la huida de Nieblanegra.
―Uuuh, el amigo del alma del nuevo Cabo está otra vez en un lío, jaja ―comentaba otro.
Lionel se llevó una mano a la cabeza y resopló de forma larga. Cerró un archivo y se levantó de su mesa, marchándose de la sala.
―Eusas, ¿vas a perseguirle, verdad?
―¿Cómo iba a hacerlo? ―dió por sentado Lionel―. Me voy a comer y a echarme un rato, luego pensaré qué hacer.

t
En cualquier momento tendrían que salir corriendo, pues la BDC estaba justo al lado. Kellan revisaba su bolsa. Había perdido mucha mercancía, pero por suerte su bolsa de lapas seguía dentro. Antes de que Nemo viese la bolsa, la metió con velocidad en el paño y rehizo el atillo. Nemo estaba sentado, bastante más relajado.
―¿Qué pasa, chico? ―preguntaba Nemo con su habitual voz pausada―. Tranquilo, seguro que te dejan huir como ayer…
―No, no, ¡estúpido! ―insultó Kellan―. Esto es por tu culpa. ¡Si no me hubiesen visto contigo me dejarían en paz! Ahora me tienen cogido por los huevos.
―Yahaha ―carcajeó Nemo estirando su cicatriz. Se levantó y se acercó al borde del callejón―. Claro…sólo sales libre si es tu amiguito cabo quien te atrapa. Qué bien te lo montas.
―No lo entiendes ―se quejaba Kellan―, ¡si me pillan estoy muerto, me la tienen jurada! A ti te dará igual, después de todo eres…Nieblanegra ―dijo con un nudo en la garganta ese apodo. Nemo le miraba con desaprobación―. Tu recompensa supera los 40 millones de beries. Y yo…
―¡Qué más da eso! ―cerró Nemo―. Mira.
Nemo indicaba a Kellan que se acercase a mirar. La Marina estaba revisando la zona. Un pequeño carro con caballos de la BDC estaba parado, pasando la calle. Nemo se agachó y se puso a revisar piedras del suelo. Descartó unas cuantas, hasta que dió con una adecuada. La lanzó un par de veces por encima de su hombro, y la dejó descansar en la palma de su mano izquierda. Con el dedo corazón de su mano izquierda pegado al pulgar, comenzó a crear tensión. Kellan juraría que incluso había una especie de aura oscura rodeando sus dedos en ese instante. En un abrir y cerrar de ojos, destensó los dedos, que dispararon la piedra. La pequeña roca golpeó una de la ruedas, que se desencajó de su eje, para desaparecer y reaparecer cortando las correas de los caballos.
La roca reapareció delante de Nemo a una velocidad impactante, y la paró con la mano derecha, aún sobre su mano izquierda. El movimiento duró sólo un segundo. Para entonces, los caballos se desbocaron, asustados por el ruido del carro desplomándose. Salieron corriendo hacia el callejón. Nemo se puso justo en la entrada del callejón, visible tanto para los marines como para la trayectoria de los caballos. Estiró el cuello, tomó aire, y gritó fuertemente: “QUIETOS”. Los animales se pararon en seco, delante del Nieblanegra. Uno de ellos se desmayó. El pirata se subió al que quedaba en pie.
―¡Fanfarrón! ―ordenaba Nemo a Kellan―. ¡Sube al caballo!
Kellan obedeció raudo, recogió el atillo y subió tras Nemo. El caballo relinchó con taconazo de Nemo, y galopó delante de la sorprendida mirada de la BDC.
Hasta la próxima! ¡Espero vuestros comentarios!
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