Libros que vas leyendo Vol. 2
Publicado: Vie Mar 11, 2022 12:03 am
Hilo para compartir impresiones sobre los libros que vais leyendo, habéis leído o queréis leer. También valen los que hayáis escuchado, olido u ojeado. Para utilizar libros con fines armamentísticos, dirigíos a este tema. Si lo tuyo es la literatura fantástica, mejor aquí. Les recordamos que recojan sus pertenencias antes de irse.
Los que hayáis visto Midnight in Paris (2011), seguramente habéis oído hablar de este libro. Debo informaros que si esperéis encontrar a la bohemia parisina de los años 20 en su efervescencia alcóholica, os habéis equivocado. Y menos mal.
Hemingway escribió este libro poco antes de su encuentro con la escopeta. Pertenece al género de la autobiografía, los libros de viajes y las meditaciones. Su génesis son los diarios que escribió de joven en la capital francesa, pasados a su vez por el filtro de la vejez, y quien sabe si también la demencia. Es por ello que lo que podría haber sido un retrato frívolo de gente aún más frívola se convierte en una mirada lúdica y lúcida de la juventud, el paso del tiempo y el oficio de escritura. A partir de aquí incluiré spoilers, aunque no es un libro particularmente destripable.
Es un libro de no ficción, pero sí hay mucha verdad en sus paginas. Según a quién le preguntes, claro. Hemingway tiene poca gratitud con sus compañeros de viaje y parodia las figuras de Gertrude Stein (que se parece más al retrato de Picasso que a la Kathy Bates de Woody Allen), Ford Maddox Ford o Scott Fitzgerald (al que considera el mejor amigo que puede tener un hombre cuando no está borracho, que ocurre casi nunca). Otros salen mejor parados como Ezra Pound o Joyce. El único personaje con el que trata de ser fiel a la verdad (su verdad) es el propio Hemingway, que dibuja como un hombre honesto, íntegro, cuidadoso con las veleidades de la fama, disciplinado y pobre. Sí, pobre, porque a pesar de viajar por ahí todo lo que puede y más y comer en restaurantes día sí y día también, Hemingway nos recuerda que no es como los asquerosos ricachones. Él es pobre. Joder, ojalá fuera yo también pobre. El tratamiento de su figura es el único aspecto que no he disfrutado del libro. Se nota que trata de guardarse demasiado las espaldas y en general esa gente que ríe de todo menos de sí mismos no me gusta. La literatura autoconsciente es la peor literatura.
Más interesantes son sus aproximaciones al oficio de escritura. Relata su rigurosa disciplina: no beber antes y durante el trabajo. Parece una chorrada pero teniendo en cuenta cómo se las gastaban los escritores de la Generación perdida, no lo es tanto. También explica que él da por concluida su jornada cuando todavía le queda material que escribir para que así al día siguiente tenga hilos donde tirar. Esto le permite desentenderse del trabajo una vez concluida la labor, librándose así del ensimismamiento que persigue a muchos artistas. Hemingway es un lector voraz en estos felices años viviendo en París, desarrollando esa prosa depurada de la mot juste que le valdría el Premio Nobel. A diferencia de Fitzgerald, que escribe cuentos buenos pero luego los empeora para que se los publiquen, él no renuncia nunca a su particular estilo literario. Stein dice que algunos de sus cuentos son inaccrochables, es decir, que no se pueden 'colgar'.
A propósito de su estilo, Hemingway explica de pasada su teoría sobre el iceberg. Consiste en escribir una historia e ir podando aquellos elementos inservibles hasta quedarse con lo esencial. A veces esa purga incluía el propio eje temático del relato. La idea es que si uno elimina esa fuerza motriz, el lector debe desentrañar el sentido de la historia generando una multitud de significados que son mucho más poderosos por su carácter implícito. Hemingway da a entender que la sombra que sobrevuela todo ese libro es la Gran Guerra, que devastó medio mundo y especialmente Francia. Más allá de alguna mención a condecoraciones y lisiados, la sociedad parisina que retrata parece impermeable a la Guerra. Si su intención era una crítica velada a esta actitud, de nuevo me parece desacertado pues no tiene la carga implícita suficiente como para reconfigurar toda la obra.
Por último, el libro es muy divertido, cosa que a priori uno no espera de Hemingway. Por lo menos, es el primer libro suyo que lea que tenga un mínimo de hilaridad. El viaje con Scott Fitzgerald, la conversación con Maddox o la historia sobre el poeta adicto al opio me hicieron reírme a carcajadas. A veces da la impresión de que Hemingway ha llegado a determinada edad en la que los viejos comparten las gracias de los niños, como cuando nos reímos de un personaje presuntamente serio que resulta tener la voz de pito. Tiene escenas con tintes vanguardistas y otras muy inteligentes y sardónicas.
En definitiva, no es un libro en el que París importe mucho, pero que sin París no podría existir.
Los que hayáis visto Midnight in Paris (2011), seguramente habéis oído hablar de este libro. Debo informaros que si esperéis encontrar a la bohemia parisina de los años 20 en su efervescencia alcóholica, os habéis equivocado. Y menos mal.
Hemingway escribió este libro poco antes de su encuentro con la escopeta. Pertenece al género de la autobiografía, los libros de viajes y las meditaciones. Su génesis son los diarios que escribió de joven en la capital francesa, pasados a su vez por el filtro de la vejez, y quien sabe si también la demencia. Es por ello que lo que podría haber sido un retrato frívolo de gente aún más frívola se convierte en una mirada lúdica y lúcida de la juventud, el paso del tiempo y el oficio de escritura. A partir de aquí incluiré spoilers, aunque no es un libro particularmente destripable.
Es un libro de no ficción, pero sí hay mucha verdad en sus paginas. Según a quién le preguntes, claro. Hemingway tiene poca gratitud con sus compañeros de viaje y parodia las figuras de Gertrude Stein (que se parece más al retrato de Picasso que a la Kathy Bates de Woody Allen), Ford Maddox Ford o Scott Fitzgerald (al que considera el mejor amigo que puede tener un hombre cuando no está borracho, que ocurre casi nunca). Otros salen mejor parados como Ezra Pound o Joyce. El único personaje con el que trata de ser fiel a la verdad (su verdad) es el propio Hemingway, que dibuja como un hombre honesto, íntegro, cuidadoso con las veleidades de la fama, disciplinado y pobre. Sí, pobre, porque a pesar de viajar por ahí todo lo que puede y más y comer en restaurantes día sí y día también, Hemingway nos recuerda que no es como los asquerosos ricachones. Él es pobre. Joder, ojalá fuera yo también pobre. El tratamiento de su figura es el único aspecto que no he disfrutado del libro. Se nota que trata de guardarse demasiado las espaldas y en general esa gente que ríe de todo menos de sí mismos no me gusta. La literatura autoconsciente es la peor literatura.
Más interesantes son sus aproximaciones al oficio de escritura. Relata su rigurosa disciplina: no beber antes y durante el trabajo. Parece una chorrada pero teniendo en cuenta cómo se las gastaban los escritores de la Generación perdida, no lo es tanto. También explica que él da por concluida su jornada cuando todavía le queda material que escribir para que así al día siguiente tenga hilos donde tirar. Esto le permite desentenderse del trabajo una vez concluida la labor, librándose así del ensimismamiento que persigue a muchos artistas. Hemingway es un lector voraz en estos felices años viviendo en París, desarrollando esa prosa depurada de la mot juste que le valdría el Premio Nobel. A diferencia de Fitzgerald, que escribe cuentos buenos pero luego los empeora para que se los publiquen, él no renuncia nunca a su particular estilo literario. Stein dice que algunos de sus cuentos son inaccrochables, es decir, que no se pueden 'colgar'.
A propósito de su estilo, Hemingway explica de pasada su teoría sobre el iceberg. Consiste en escribir una historia e ir podando aquellos elementos inservibles hasta quedarse con lo esencial. A veces esa purga incluía el propio eje temático del relato. La idea es que si uno elimina esa fuerza motriz, el lector debe desentrañar el sentido de la historia generando una multitud de significados que son mucho más poderosos por su carácter implícito. Hemingway da a entender que la sombra que sobrevuela todo ese libro es la Gran Guerra, que devastó medio mundo y especialmente Francia. Más allá de alguna mención a condecoraciones y lisiados, la sociedad parisina que retrata parece impermeable a la Guerra. Si su intención era una crítica velada a esta actitud, de nuevo me parece desacertado pues no tiene la carga implícita suficiente como para reconfigurar toda la obra.
Por último, el libro es muy divertido, cosa que a priori uno no espera de Hemingway. Por lo menos, es el primer libro suyo que lea que tenga un mínimo de hilaridad. El viaje con Scott Fitzgerald, la conversación con Maddox o la historia sobre el poeta adicto al opio me hicieron reírme a carcajadas. A veces da la impresión de que Hemingway ha llegado a determinada edad en la que los viejos comparten las gracias de los niños, como cuando nos reímos de un personaje presuntamente serio que resulta tener la voz de pito. Tiene escenas con tintes vanguardistas y otras muy inteligentes y sardónicas.
En definitiva, no es un libro en el que París importe mucho, pero que sin París no podría existir.